29 septiembre 1979

"El gobierno español llama terrorismo a la resistencia al terror"

José Bergamín ficha como colaborador por las publicaciones pro-etarras EGIN y PUNTO Y HORA ante la negativa de EL PAÍS de publicar sus artículos pro-violencia y anti-Constitución

Hechos

  • El 29 de septiembre de 1979 D. José Bergamín publica en EGIN el artículo ‘El Interregno’ de justificación de ETA.
  • Ese mismo día, en el suplemento del periódico se publica ‘He aquí el tinglado’ artículo del Sr. Bergamín que EL PAÍS le rechazó publicar el 20 de diciembre de 1978.

Lecturas

Las postura anti-monárquica de Bergamín ya había causado pleitos por sus textos en SÁBADO GRÁFICO.

D. Juan Luis Cebrián, director de EL PAÍS, decidió no publicar el artículo del Sr. Bergamín «He aquí el tinglado», despotricando contra la nueva Constitución Española, que finalmente el escritor ha publicado en el diario EGIN, el periódico afín al grupo terrorista ETA, que es publicado junto a otro texto de Bergamín respaldado la violencia etarra: «»El gobierno español llama terrorismo a la resistencia al terror».

En octubre de 1982 Bergamín decidió trasladarse a vivir a Donosti para estar en la zona de España, «menos española». 

20 Diciembre 1978

He aquí el tinglado

José Bergamín

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Artículo mandado a EL PAÍS el 20-12-1978 para su publicación, que fue rechazado. Apareció en el suplemento de EGIN del 29-09-1979.

De cartón como la celda de Don Quijote, quien de un sólo mandoble de su espadón (caduco o caducado como el de Quevedo) la hizo pedazos. Por lo que volvió a rehacerla cuidadosamente, nos cuenta Cervantes, con el mismo cartón tramposo, de mentido encaje: poniéndole para que pudiera sostenerse al encajarla en su morrión unas barras de hierro, tan fuertes, al parecer del ingenioso hidalgo manchego que, en su disparatado empeño caballeresco, ni siquiera se atrevió a probarla otra vez con otro mandoble de su viaje y mohosa espada. Por si acaso. La vida pública española está llena de acasos y casos como éste. Puede que ahora estemos en una de los más graves y peores.

Con su trampa y cartón correspondiente se ha engendrado y se ha hecho una Constitución monárquica, por primera vez en España (notadlo bien pues tantísimas veces nos lo han repetido sus vociagieros propagandistas referenduménicos) por primera vez tan democrática, tan libre, tan única, que en ella caben todas las tendencias políticas, todas las creencias, todas las ideas y sentimientos, todo, en fin, lo que los españoles podemos y debemos apetecer, y hasta soñar, mejor. De tal modo, que se nos promete con ella (si del dicho al hecho constitucional no hay tan gran trecho como se nos figura y se les figura hasta a sus propios engendradores y hacedores) aquella España una, grande y libre que soñó y creyó haber logrado el Caudillo Franco. Y que es la que culminará con este logro monárquico constitucional, y hasta superará con creces. Y esta portentosa Constitución, que el mundo entero admira y nos envidia, ha nacido, se ha engendrado, se ha hecho gracias a Dios, o por la gracia de Dios, milagrosamente, repito, y divinamente; pues de otro modo más humano lo sería tramposa, por serlo de mano del Diablo (quien es cosa sabida que como no puede hacer milagros, hace trampas). Naciendo o renaciendo, como el ave mítica de sus cenizas, de las ruinas (diría mejor escombros) de esta España, tan realmente dividida, empequeñecida y sojuzgada, que nos dejó el Caudillo. Para continuarla. Reformándola para encajarla en su morrión como la celada de Don Quijote.

Un viejo dicho proverbial y popularísimo en España es el que dice ‘el que hizo la ley, hizo la trampa», que la trampa se hace con la ley, que nace con ella y sale de ella. Pero a veces sucede lo contrario: que lo que primero se hace es la trampa para poder hacer la ley; que lal ey sale de la trampa como si naciese de ella. Acaso es el caso de esta constitución española de la monarquía es lo que parece que ha sucedido; cosa que sería muy de lamentar. Un acaso y un caso muy desdichados.

José Bergamín

29 Septiembre 1979

El Interregno (1975-1979)

José Bergamín

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El Gobierno llama apología del terrorismo a la resistencia del terror. Olvida que el tinglado de esta farsa constitucional se ha montado expresamente para estabilizarlo. No había otro medio mejor para continuar el franquismo. Esta continuidad que desgobierna a España desde hace cuatro años es un proceso ascendente de monopolización de la violencia aterradora del Estado (que diría el inefable profesor Fraga): del Estado, por el Estado y para el Estado. La definición misma del fascismos. El fascismo reina en España, desgobernándola por la confusión, desde la muerte del caudillo, el año 1976. Ningún español ha olvidado aquella espectacular agonía espantosamente aterradora, que en la realidad política que le sucede ser refleja y prolonga infinitamente para aterrorizarnos. Y que por el fantasma amenazador, aunque inverosímil, de un golpe de fuerza militar, no muy posible al parecer ha logrado lo que se proponía; su continuidad aterrizadora. Estos cuatro años epigonales han hecho más daño a los españoles que los cuarenta años del franquismo con Franco, del reino sin rey y caudillo sin caudillaje.

Recordemos cómo se ha instituido, constituido y reconstituido, la continuación agonizante del terror de Estado franquista. Recordemos, desde su principio, los terrores políticos que se repartían entre los herederos legítimos del Caudillo muerto, sus continuadores obligados, y la debilidad en desenmascararlo. Desde un principio, hubo indecoroso consenso. Renuncia a la ruptura y paso a la continuidad reformadora que, con el pretexto de su impotencia aterrorizada, fue el mejor colaborador – digamos cómplice – de la trampa y de la impostura política estabilizadora de sí misma. La reciprocidad del terrorismo estatal lo falseó y falsificó todo hasta pudrirlo; hoy llega a parecernos, paradógicamente trágica, la agonía de un cadaver. Estos cuatro años agonizantes, lo son para quienes siguen peleando por su independencia y libertad, como el Pueblo Vasco, no para quienes ya están muertos.

Desde 1975 hasta hoy (1979) vivimos y morimos los españoles una trágica interinidad. Es lo que llamaría el historiador Leizola, gozosamente, un interregno. Un intermedio trágico-grotesco. Un entre-tanto aterrador. No ha sido solamente la pantomina de los estatutos que trata de desbaratar la entereza de todos y de cada uno de los pueblos de España, su interregno (entre los dos reinos del franquismo para perpetuarlo) sino su constitución solapada, invisible y omnipresente, que los sustenta en su enorme vacío estatal.

Pero la computadora refenduménica lo soluciona todo. Pues bien, amigos, «dejad a los muertos que voten a los muertos».

José Bergamín

El Análisis

¿Los de ETA son los que 'resisten' al terror?

JF Lamata

José Bergamín podía odiar todo lo que quisiera a la corona española y reivindicar ideales republicanos y comunistas. En la nueva España había hueco para ese tipo de opiniones incluso en publicaciones importantes como lo mostraban las firmas de Manuel Vázquez Montalbán, Eduardo Haro Tecglen o el mismo Rafael Alberti.

Pero José Bergamín cruzó una línea roja que estos nunca cruzaron. Línea roja, pero no rojo de socialismo, sino rojo de sangre. El día que escribió que los de ETA no eran terroristas sino resistentes al terror, considerando como tal la acción del Estado, cruzó esa línea. Se indignó de que EL PAÍS no publicara sus textos sin entender la diferencia que hacía que en EL PAÍS si pudieran publicar a Haro, Montalbán o Alberti, pero no a Bergamín. Su fervor antimonárquico le llevó a abrazarse con los patrocinadores de la revista PUNTO Y HORA o del periódico EGIN, es decir, contra los que ponían bombas, pegaban tiros en la nuca y sembraban de cadáveres las calles españolas.

Bergamín aceptó escribir para aquellas publicaciones en las que se prohibía condenar a ETA. Toda la admiración que merecía por su solidaridad con las víctimas del franquismo en los sesenta, la echó por la borda con su insensibilidad hacia las víctimas de ETA.

J. F. Lamata