2 abril 1990

Álvarez Cascos ratificado como Secretario General, mientras que las vicepresidencias son suprimidas

10º Congreso del PP (1990) – José María Aznar López elegido nuevo Presidente del partido reemplazando a Manuel Fraga Iribarne, al que expresa su lealtad

Hechos

Entre el 31.03.1990 y el 1.04.1990 se celebró el X Congreso del PP.

Lecturas

El X Congreso del Partido Popular clausurado en Sevilla el 1 de abril de 1990 supone la consolidación de D. José María Aznar López como nuevo líder del partido ante la decisión del fundador del PP, D. Manuel Fraga Iribarne, de cederle la presidencia poniendo fin al proceso de transición iniciado en septiembre de 1989 con la designación del Sr. Aznar López como candidato del PP a la presidencia del Gobierno.

El Sr. Fraga Iribarne que ahora ex presidente de la Xunta de Galicia seguirá en la ejecutiva con el cargo honorífico de ‘presidente-fundador’ y D. Francisco Álvarez Cascos seguirá siendo secretario general. La principal modificación es que el Sr. Aznar López ha decidido suprimir la figura de ‘vicepresidente del partido’ que existía desde 1978 en Alianza Popular, por lo que se pretende evitar la figura de un ‘heredero’ o ‘número 2’.

En un gesto de lealtad al fundador el Sr. Aznar López entrega su ‘carta de dimisión como presidente del PP’ al Sr. Fraga para que este pudiera hacer uso de ella cuando lo considerara oportuno. El Sr. Fraga mostró la carta en público durante el congreso y la rompió para acreditar que el Sr. Aznar no sería tutelado por él en ningún momento dado que el Sr. Aznar quedaba consolidado como líder del partido.

  • Presidente Fundador – D. Manuel Fraga Iribarne
  • Presidente – D. José María Aznar
  • Secretario General – D. Francisco Álvarez Cascos
  • Vicesecretario General- D. Juan José Lucas y D. Arturo Moreno
  • Coordinador y Tesorero – D. Rosendo Naseiro Díaz.
  • Vocales- D. José Luis Álvarez Álvarez, D. Gaspar Ariño, Dña. Soledad Becerril, D. Pío Cabanillas, D. Gabriel Cisneros, D. Jaun Tomás Esteo, Dña. María Teresa Esteban, D. Juan Manuel Fraba, D. Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, D. Rodolfo Martín Villa, D. Abel Matutes, D. Jaime Mayor Oreja, D. Alejandro Muñoz Alonso, D. José Manuel Otero Novas, Dña. Loyola de Palacios, D. Félix Pastor Ridruejo, D. Mariano Rajoy, D. Luis Ramallo, D. Ramiro Rivera, D. José Manuel Romay, D. Blas Rosales Enríquez, D. Alberto Ruiz-Gallardón, D. Javier Rupérez, Dña. Isabel Tocino, D. Federico Trillo y Dña.. Celia Villalobos
  • Vocales de la junta directiva nacional – D. José María Álvarez del Manzano, D. Fernando Díez Moreno, D. Emilio Fernández Sierra, D. Manuel Gasset Dorado, D. Pablo Paños, D. Miguel Arias Cañete, D. Mario Amilivia, Dña. Elena García Botín, D. Luis de Grandes y D. Miguel Ángel Planas.

ÁLVAREZ CASCOS SE CONSOLIDA COMO ‘NÚMERO 2’

1989_Cascos El nuevo presidente del PP ha decidido ratificar a D. Francisco Álvarez Cascos como Secretario General del partido, por lo que queda consolidado como escudero del Sr. Aznar. Sin ninguna aspiración a suceder al líder, el Sr. Álvarez Cascos deberá

ARTURO MORENO, REPRESENTANTE DEL ‘CLAN DE VALLADOLID’

Arturo_Moreno D. Arturo Moreno será el nuevo Vicesecretario General del Partido Popular. Se le considera el principal referente del ‘clan de Valladolid’, un grupo de jóvenes promesas del PP vinculadas a la ciudad de Valladolid y al aznarismo formado por el propio Sr. Moreno junto a D. Carlos Aragonés y D. Miguel Ángel Cortés.  Algunos medios ven en el Sr. Moreno una joven promesa que podría reemplazar al Sr. Aznar si este no funcionara.

04 Abril 1990

La derecha del centro

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

Leer

El Partido Popular, que celebró en Sevilla el pasado fin de semana su décimo congreso, se enfrentó a dos de sus problemas más importantes: la resolución de su liderazgo, zafándose definitivamente de la tutela de Fraga, y la concreción de una estrategia que le permita, en un plazo corto de tiempo, aspirar seriamente a gobernar el país.El episodio sucesorio está definitivamente superado. Tras el fiasco de Hernández Mancha y el amago de traspaso del testigo a manos del democristiano Marcelino Oreja, Aznar se ha hecho con la herencia en condiciones mucho más razonables que las que acompañaron a sus antecesores. Además de su currículo político -una templada administración en la Junta de Castilla y León y la superación del techofraguista en las elecciones del 29 de octubre-, el actual líder de la derecha ha tenido la ventaja de que el influyente fundador esté dedicado, con la pasión que le caracteriza, a otros menesteres en su lar gallego.

Desembarazarse del patronazgo de Fraga y acabar con las canonjías que venían lastrando al partido conservador desde su nacimiento eran premisas necesarias en la estrategia de los herederos del fraguismo para intentar el asalto democrático al poder, pero no suficientes. La tarea más laboriosa es, sin duda, la de elaborar un mensaje político creíble, capaz de atraer a un sector de electorado moderado que desconflia aún de las viejas maneras autoritarias de resolver los problemas, y, en consecuencia, tratar de superar la barrera del 30% de los votos.

Precisamente a ese intento de dotar al partido de un ideario, al menos de intenciones, respetuoso con el sistema y moderado es a lo que se han dedicado con tesón José María Aznar y sus compañeros en la dirección del PP. Fruto de ello es el decálogo para «un proyecto de libertad» que, por la fórmula sencilla de su redacción, la generalidad de su contenido y los valores democráticos comunes que promueve, puede tener rentabilidad electoral.

El momento es de los más propicios, ya que, al tiempo que los dirigentes actuales del PP se alejan cronológicamente de un pasado dominado por la derecha intolerante, llegan nuevas generaciones de votantes que sólo conocen de oídas la forma de gobernar de sus antepasados políticos, y que parecen instintivamente más conservadoras en su mayoría que la que actualmente gobierna. Paralelamente se enfrentan a un partido socialista en el poder que, aunque todavía tiene por delante más de tres años de legislatura, no parece decidido a resolver políticamente el caso Juan Guerra, sin duda una de las rémoras más perjudiciales para la imagen del PSOE de cuantas pudieron haber sido imaginadas por cualquiera de sus rivales.

Pese a estas condiciones objetivas, no será fácil para el PP traducir á la práctica política el mensaje centrista que intenta transmitir. Será difícil, por ejemplo, explicar cómo su actitud reticente ante el título VIII de la Constitución se trueca, sin más, en una profundización del modelo constitucional de las autonomías, en su apuesta programática por «España como nación plural». También habrá que comprobar la lealtad de sus bases tradicionales ante el nuevo estilo, pero sería muy positivo que el decálogo esbozado por los sucesores del fraguismo trascienda una posible y simple operación de cosmética política, para que, de esta manera, los valores democráticos más genuinos y constitucionales reciban una inyección de aceptación social esencial y se abra una seria posibilidad de -cuando menos- alternancia en el poder, sin la que el sistema democrático parece imperfecto.

02 Abril 1990

El «cambio» con ocho años de retraso

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer

El X Congreso del PP no ha podido ser más de color de rosa. A esta risueña coloración hay que añadir que el PSOE ha perdido el color: Así y todo no creo que la derecha más madura y más centrada, que es la que rehabilita Aznar, piense que el gigante socialista esta ya definitivamente amarrado, como le ocurrió a Gulliver entre los liliputienses. La esperanza en el proyecto del PSOE puede estar transida de desaliento, pero la noción socialista pervive mayoritariamente en la sociedad y además hay por delante cerca de cuatro años para frotar la calcomanía. Sin el peso del poder, que siempre se destroza a sí mismo, Aznar emerge como el arco iris y además como el líder que marcha con gran denuedo hacia el arco iris, que, dicho sea de paso, nunca está cuando se llega allí. Debe guardarse de las apetencias de los poderes reaccionarios. Esos poderes serán su peor enemigo, más que el PSOE. Mientras Aznar avanza hacia las candilejas, un líder se retira del primer plano del partido, Fraga, y otro se diluye en el PSOE, Suárez. Dos hombres valiosos que jugaron papeles capitales en la transición y que en esta hora corren suerte distinta. Fraga, fiel a su hombre interior, siempre precipitante, compuso en Sevilla una escena sentimental, próxima al sollozo, la escena de la carta rota, que aunque ya se ha visto mucho en el teatro, no deja de impresionar a los espectadores. Por su lado Suárez ha interpretado mal la escena de don Alvaro o la fuerza del sino, y en vez de tirarse de la roca al Guadalquivir se aferra a otra para no caerse al río. Pudo ser el Aznar de la situación pero su frenesí por colocarse a la izquierda del PSOE lo ha desnucado literalmente. No se dejó modificar por las circunstancias, cuando todo el mundo lo hacía, porque pensó que entonces sería «nada». Solo se dio cuenta de lo que era accesible a la observación y eso le llevó a su final. Lentamente Aznar le ha roído los zancajos y el centrismo de rango nacional irá aposentándose en torno al jefe de la derecha. Ambos, Fraga y Suárez, que tanto significaron, merecen un juicio positivo, aparte de que sus decisiones todavía contarán. Pero ya no son protagonistas.

04 Abril 1990

¿Alterativa de poder?

Francisco Umbral

Leer

El X Congreso de la derecha está generando mucha prosa: para eso lo han hecho. El joven Aznar no quiere el centro, no quiere el aborto, no quiere asesinar a Suárez por la espalda con un abrecartas. El joven Aznar quiere el Poder. ¿Y son él y su partido, objetivamente vista la cosa, una alternativa actual de Poder? Todo Occidente es hoy socialdemocracia y esto quiere decir que se hace una política de derechas con talante de izquierda. Por ahí pasamos. Por ahí está pasando toda Europa (salvo algunos teddy/bois que se le suben a la Thatcher a las farolas de Picadilly). Lo que no se puede hacer, dada la general y hermosa hipocresía/coartada que ha sustituído a las ideologías, es una política de derechas con talante de derecha. Por eso el señor Kohl en Alemania lo va a tener crudo a corto o largo plazo, y por eso el señorito Aznar, en Madrid, es sólo una alternativa de Poder, un presidente (según su slogan lacónico y equívoco) esposado con las esposas de los signos de interrogación que le hemos puesto en el título. Raúl Heras se ha explicado muy bien en este papel, tal que ayer: el PP y el PSOE son cada vez más el negativo uno del otro. Y esto es así porque hoy sólo se puede hacer una política en Euroespaña, que es la que aclaramos más arriba. O sea que la política de derechas sólo puede hacerla hoy la izquierda, porque la derecha quedaría redundante y ya se ha desacreditado mucho a lo largo del siglo con sus locuras de juventud y enfermedades infantiles: fascismos, nazismos, franquismos y días de vino y rosas. Aznar está funcionando muy bien y se lo ha planteado todo con lucidez y realismo. Dice que quiere hacer él la política de centro que no hace Suárez, pero lo que quiere es hacer la política socialdemócrata de derechas que hace Felipe González. Y para eso ya está Felipe, que es más viejo y más político. Quiere decirse que el contexto europeo, del que venturosamen te dependemos, ha encontrado un equilibrio inestable (son los más duraderos) que tiene por eje el muro de Berlín, ahora simbólico como el meridiano de Greenwich que pasa por París. Ese equilibrio inestable se llama socialdemocracia, un invento que va a durar mucho pese a la victoria de la derecha nacionalista en Alemania, victoria que se explica por el rebote histórico y por la euforia anticomunista del momento. Pero la socialdemocracia, que empezó como si nada, es una formidable y espantosa máquina, hoy, que incluye a Acchille Ochetto, la Internacional Socialista, Zagladin (sin forzar mucho las cosas), Julio Anguita y ese poeta italiano que ha descubierto Carmen Romero. O, por restringirnos al ruedo ibérico, que es lo nuestro, incluye la Moncloa, Suárez y su fotocopia, el caballo de Pincho, Carrillo, los periféricos más significativos, los «de ques» de Roca, las órdenes mendicantes del Parlamento y María Antonia Iglesias, nueva musa televisiva que no parece sospechosa de abrir cuenta de braguitas caladas en Loewe. Al voluntarioso Aznar me parece a mí que le ha fallado la época, cmo a Valle-Inclán. Con el tiempo se ha sabido que todos los partidos de la transición querían hacer la misma política en España, sólo que el PSOE la hizo primero. Ya no hay «un camino a la derecha», como en la vieja película de Mur Oti, y la nueva izquierda es la más vieja y fáctica, la eterna, el sindicalismo, Nicolás Redondo, o sea. El señor Cuevas ha topado con esa Iglesia y el nuevo empresario liberal que quiere construir Aznar tiene su piso/piloto en el señor Cuevas. Nicorredondo ya se ha visto que iba a crear un poder sindical a la izquierda del felipismo, «con miles de extras», como rezaban las superproducciones de Cecil B. de Mille, que son CCOO y masas de proletas no sindicados. Si la izquierda oficial no ha podido con los sindicatos ni con los «poetas muertos» de la Universidad, que andan tan vivos, no sé yo si va a poder Aznar.

El Análisis

UN TRONO CON BOMBA DE REGALO

JF Lamata

Figuras mediáticas de la derecha (o de la no-izquierda si lo prefieren) como D. Federico Jiménez Losantos o D. Pedro J. Ramírez han evocado al ‘congreso de Sevilla’ como ejemplo a seguir para denunciar la falta de democracia interna del partido: “¡Hay que recuperar el espíritu del congreso de Sevilla!”.

Lo curioso es que el X Congreso del PP celebrado en Sevilla no fue exactamente un congreso democrático: Igual que el Papa coronaba a los reyes absolutistas, D. Manuel Fraga Iribarne coronó a D. José María Aznar como nuevo Presidente del PP, que accedía al puesto por estricta designación de Don Manuel. El que fuera portavoz del PP, D. Juan Ramón Calero, me comentó con ironía que, antes del congreso, Sevilla fue llenada de carteles con ‘Aznar-Presidente’, ‘Aznar-Presidente’, cuando todavía ni le habían votado. Todo un ejemplo de transparencia.

El Sr. Aznar heredó el trono y juró lealtad al fundador. Pero no sólo heredó de él la presidencia, también la porquería, que en este caso tenía el nombre del tesorero del partido, D. Rosendo Naseiro, en un caso que arrastraría a una de las jóvenes promesas de aquella ejecutiva, el Sr. Moreno. Sin embargo, en honor a la verdad, durante aquella crisis el Sr. Aznar demostró que podía ser un jefe con autoridad para escabechar (la supresión de las ‘vicepresidencias’ del partido fue una demostración de que pensaba erigir un liderazgo claro y sin cortapisas. Y aquel momento, el joven PP no necesitaba tanto la democracia interna y sí un liderazgo clara que consolidara al PP como alternativa. Ese fue el gran logro del Sr. Aznar.

J. F. Lamata