4 mayo 1996

El presidente del PP incluye en su Gobierno a cuatro mujeres: Loyola de Palacios, Mariscal de Gante, Esperanza Aguirre e Isabel Tocino

José María Aznar (PP) logra asumir la presidencia del Gobierno con los votos de los nacionalistas catalanes, vascos y canarios

Hechos

El 4.05.1996 el Congreso de los Diputados aprobó la investidura de D. José María Aznar como Presidente del Gobierno.

Lecturas

AZNAR (PP) EL PRESIDENTE AMIGO DE LOS NACIONALISTAS

Arzallus_Aznar_PP_1996Valenti_Puig_1996_AznarPP D. José María Aznar había logrado el acuerdo con los partidos nacionalistas, tradicionales enemigos de la derecha nacional, el propio Sr. Aznar gestionó con los primeras filas del PNV, D. Xabier Arzallus, CiU, D. Jordi Pujol y Coalición Canaria, D. Manuel Hermoso.

aznar_investido Nada más ser investido por el Congreso el Sr. Aznar fue felicitado por su antecesor, D. Felipe González.

RESULTADO DE LA VOTACIÓN:

A favor de la candidatura de D. José María Aznar: 181 diputados (PP + CiU + PNV + Coalición Canaria).

En contra de la candidatura de D. José María Aznar: 166 diputados (PSOE + Izquierda Unida + Grupo Mixto).

Abstenciones: 1 diputado (D. José María Chiquillo de Unió Valenciana)

EL PAÍS ECHA EN CARA A LOS DIARIOS ABC Y EL MUNDO QUE AHORA DEFIENDAN A PUJOL TRAS HABERLE ATACADO DURANTE AÑOS

96_heme El diario EL PAÍS del Grupo PRISA, fue el principal enemigo mediático del pacto entre el PP y CiU. Para intentar sabotearlo recordó como los llamados ‘medios afines’ al Partido Popular, el periódico EL MUNDO que dirigía D. Pedro J. Ramírez y el diario ABC que dirigía D. Luis María Anson, habían estado tres años arremetiendo contra el Sr. Pujol y como ahora, desde que se hizo necesario para el Sr. Aznar, habían pasado a elogiarle.

05 Mayo 1996

La hora de gobernar

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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José María Aznar será desde hoy el nuevo presidente del Gobierno. Que la alternancia con los socialistas se produzca desde la normalidad y sin que los derrotados se vean condenados a la marginación prueba la madurez del actual sistema constitucional. Es, sin duda, un mérito personal de Aznar, que en seis años ha conseguido transformar el partido excéntrico que heredó en una formación moderna y plenamente identificada con los valores constitucionales. Como es también muy meritoria la capacidad demostrada en los dos últimos meses para lograr el apoyo a su investidura de todos los nacionalismos moderados. Aznar llega así a la presidencia del Gobierno con todo el centro-derecha agrupado en torno al PP. Pero sólo la práctica de gobierno y actitudes desde el poder confirmarán si el giro al centro ha sido sincero o sólo una adaptación a las circunstancias

La normalidad con que se produce el relevo, subrayada por el tono especialmente civilizado del debate de investidura, constituye la mejor prueba del asentamiento de la democracia -de los hábitos democráticos- entre nosotros: algo que no se podía dar por seguro cuando se produjo el anterior cambio en la cabeza del Ejecutivo, hace 13 años, en plena resaca del intento de golpe de Estado del 23-F. Se atribuye al entonces sustituido, Leopoldo Calvo Sotelo, la intuición según la cual la transición sólo habría culminado cuando el principal partido de la oposición hubiera estado antes en el Gobierno. Es una idea que enlaza con la de los politólogos que consideran que una democracia no está plenamente consolidada hasta que no supera la prueba de la doble alternancia: que el partido que ha sustituido al protagonista de la transición cede a su vez pacíficamente su turno a otra formación. Si ambas ideas tienen fundamento, hoy es un día para felicitarnos de haber alcanzado ese punto de no retorno de nuestra vida democrática.

Es posible que la deliberada moderación de González en el debate de investidura -más pareció el último gesto de apoyo a la gobernabilidad que el inicio de su relevo- se prolongue en una oposición menos intemperante que la que protagonizó frente a Suárez y la que soportó de Aznar. Pero además de con esa ventaja, el nuevo presidente contará de entrada con la de un clima ciudadano más favorable al entendimiento que el existente hasta las elecciones del 3-M. Por una parte, hay síntomas de que la ley del péndulo apunta ahora hacia un mayor aprecio ciudadano por las políticas, actitudes y gestos de colaboración entre Gobierno y oposición. Por otra, también hay indicios de que la gente está cansada de la atmósfera de dramatización excesiva de la vida política creada, desde los medios por algunas personas amantes del peligro y añorantes de la tragedia,

En su discurso de investidura Aznar amplió la superficie de consenso a áreas que van más allá de las habitualmente, consideradas de Estado: no sólo terrorismo, política exterior y de seguridad, sino objetivos económicos ligados a la convergencia europea, garantía del Estado de bienestar, eficacia de los servicios públicos y autonomías. Es más fácil ofrecer consenso desde el poder que desde la, oposición, pero ha habido últimamente demasiado disenso y no vendría mal ahora una pasada por el acuerdo. De momento, Aznar ha conseguido para su investidura apoyos más variados -cuatro partidos con grupo parlamentario- que los conseguidos por Suárez, Calvo Sotelo o González. El tiempo dirá si se trata de un síntoma de apertura o sólo de posiciones adoptadas desde la necesidad aritmética para llegar al poder.

Un partido centrado y moderado: ése fue el objetivo que Aznar asumió hace seis años al ser entronizado por Fraga como su sucesor.La insistencia de entonces en subrayar su adhesión personal a esa doble definición chocaba con la, evidencia de su temprana afiliación a un partido, la Alianza Popular de Fraga, que no era ni centrista ni moderado. Pero es cierto que el camino recorrido ha ido en esa dirección, abandonando en el camino buena parte de la retórica de la derecha tradicional y marginando a los sobrevivientes de la generación fundacional. La operación era arriesgada porque Fraga había demostrado disponer de un electorado fiel de unos cinco millones de votos. Convencer a los indecisos sin perder a los fijos es un mérito que nadie podrá discutir a Aznar. Sin embargo, la prueba que falta es la decisiva: gobernar desde el centro, es decir, sin suscitar el rechazo frontal de la mayoría, moderada del país. Y articular, en la práctica, los acuerdos políticos que le han granjeado el apoyo de los nacionalismos moderados. Hoy, todo el centro derecha es suyo. Veremos cómo se utiliza el Boletín Oficial del Estado.

10 Marzo 1996

La milagrosa rehabilitación de Jordi Pujol, 'president'

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Los resultados electorales han tenido milagrosos efectos. Y no sólo entre la clase política. También, en las desconcertadas páginas de la prensa que con más vehemencia militó en la marea triunfal del PP que auguraban las desenfocadas encuestas. La rana con la que el director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez, representaba al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, el pasado 10 de septiembre, se ha trocado en príncipe. El «pequeño dictador» al que aludía Luis María Ansón en el ABC del 16 de noviembre tiene hoy una «espléndida blografía antifranquista de lucha por la libertad». Los tribunales de papel, que dictaron condena inapelable contra el nacionalismo catalán por su apoyo al PSOE, le han rehabilitado con todos los honores como probable socio del Gobierno de Aznar. Eso sí, sin que nadie pague las costas el proceso sumarísimo. El periódico ectrónico del futuro, afortunadamente, abolirá las embarazosas hemerotecas.

El consejero de la Presidencia de la Generalitat, Xavier Trias, se confesaba el miércoles «perplejo» ante la portada de ABC. No le sorprendía el titular que ocupaba la parte inferior («Lo normal es que Pujol, de centro derecha, llegue a un acuerdo con Aznar, que es lo mismo; lo anormal es que apoyara al PSOE»), sino el comentario sobre el partido del Barça con el PSV Eindhoven, en el que los jugadores de Cruyff habrían hecho gala, según ABC, de «un importante derroche de coraje».  LA VANGUARDIA o EL PERIÓDICO de Catalunya, poco sospechosos de animosidad hacia el Barça, destacaban ese día la «apreciable superioridad» del equipo holandés, que puso «contra las cuerdas a los azulgranas».Sólo el maquiavelismo, pudo llevar a Trias a relacionar las dos noticias que ocupaban la portada del diario dirigido por Luis María Ansón y a sospechar que pretendía, con inmerecidos halagos a su club, ablandar a los deseados socios de gobierno de Aznar.

No es Trias el único dirigente de CiU que muestra una escocida suceptibilidad hacia ABC. «El señor Ansón», ha declarado el portavoz nacionalista en el Congreso, Joaquim Molins, «pasó de nombrar Español del año al presidente Pujol a un furibundo ataque a Cataluña. Pujol no había cambiado, al contrario, había ejercido aquello que llevó a Ansón a nombrarle Español del año: participar en la gobernabilidad del Estado, pero de la manera en que no le gusta al señor Anson».

Ciertamente, Molins no había leído la cita de Cánovas del Castillo que Abcreprodujo el jueves como pórtico de su sección Nacional: «Decir política equivale a decir ciencia de lo mudable, de lo relativo y contingente [ … ]»

Si lo hubiese hecho, seguramente no habría dado mayor trascendencia a los epítetos que Ansón hal prodigado a Pujol. Por ejemplo, en su comentario de portada del pasado 16 de noviembre, tres días antes de las elecciones catalanas, titulado Pujol se ha convertido en un pequeño dictador: «Jordi Pujol controla hasta la naúsea la inmensa mayoría de los medios de comunicación catalanes. […] Pujol dedica una parte considerable de los presupuestos […] a perpetuarse en el poder con la creación de un generoso pesebre para escritores, intelectuales, artistas […] Pujol puede obtener mejor o peor resultado en las elecciones. Pero no puede perder. Juega con ventaja. Se ha convertido en un pequeño dictador. Ha transformado CiU en un remedo del PRI mexicano».

Aunque directamente no le llamó dictador, ABC acusó a Pujol, el 12 de septiembre de 1993, de actuar «igual que Franco, pero al revés», por emprender, a su juicio, la «persecución del castellano en Cataluña» mediante la política educativa de inmersión lingüística.

Con todo, fue el respaldo de CiU al Gobierno los últimos dos años y medio lo que provocó las invectivas más virulentas. El pacto era, según ABC,«conchabamiento»

(19-11-95), «indecente mercadeo» (22-11-95) y «complicidad con la destrucción felipista del Estado de Derecho y su deletérea apoteosis de la corrupción» (291-10-95).

Más que apoyo, lo que CiU daba al Gobierno era «auxilio parasitario» (9-2-95), pues González no puso «limite alguno a las desbocadas exigencias» de sus socios, «insaciables en su voracidad desmembradora», sino que se postró «de rodillas ante Pujol» para «claudicar vergozosamente».

Resumiendo: «En la almoneda en que se ha convertido el Poder en España en los últimos años, Pujol ha sacado tajada de un puñado de votos [con los que]tiene prisionero a Felipe González y le somete a un continuo vasallaje rayano en la extorsión» (9-3-95).

Claro que, como advertía Ansón el 7 de febrero de 1995, «Aznar podría en el futuro encontrarse en una situación no tan distinta de aquella en la que hoy se encuentra González». Para evitarlo, nada mejor que el amplio triunfo. del PP que predecían los sondeos y que, el 16 de enero, no hace dos meses, hacía decir a Ovidio, sosia del director de Abc: «Puede estar muy cercano el momento en que [a Pujol] Ya no le será posible chalanear con González, a quien ha exprimido a su antojo, de espaldas a los intereses de la mayoría de los españoles».

Ya al final de la campaña (28-2-96), con motivo del mitin de Aznar en Barcelona, el diario contraponía las «servidumbres vergonzantes [y] claudicaciones sistemáticas» de González con la actitud del líder del PP, «reivindicando un gran proyecto nacional español […] sin ceder al chantaje emocional de los nacionalismos».

La resaca del 3 de marzo fue pesada, pero no impidió al director de ABC escribir esa misma noche, en un rasgo quizá de acendrada sinceridad, que «uno de los factores que más decisivamente ha dañado a González -su obligada dependencia de los particularismos- vuelve a estar presente».

¿Qué hacer? «Por encima de maniobras de poder debe prevalecer la voluntad política, alta y noble, de considerar preferentemente los intereses nacionales. […] El compromiso representado por una eventual entrada de CiU en el Gobierno de Aznar supondría una coalición fuerte […] Para no incurrir en los vicios que se achacaron [?] al anterior apoyo de CiU a González», dicho acuerdo debe ser «estable, transparente y con condiciones conocidas» (5-3-96). Aunque, claro, siempre habrá malpensados y «cualquier transacción con los partidos territoriales será intensamente utilizada contra ellos» (7-3-96).

«El pacto entre dos partidos de ideología común, que pertenecen a la misma Internacional, como el PP y CiU, es la vuelta a la normalidad», publicó Ansónel miércoles, olvidándose quizá de lo que él mismo dijo: «A nadie se le oculta que tanto para UDC como, sobre todo, para el PNV, el factor nacionalista es mucho más definidor que el ideológico» (841-95).

En fin, «hay que mirar hacia el futuro y olvidar muchas cosa¡» (83-96). Pujol no es ya el pequeño dictador o el cómplice, sino que tiene «una espléndida biografía antifranquista de lucha por la libertad y contra la dictadura». «Durante largos años recibió de este periódico permanentes elogios bien merecidos», recordaba el viernes el director de ABC y, si bien es verdad que «las cañas se tomaron lanzas cuando decidió apoyar a González para garantizar lo que él llamó entonces gobernabilidad de España […], ahora la situación ha cambiado y la política exige adaptarse a ella». Por arte de la aritmética electoral, las lanzas se han vuelto a convertir en incensarios.

PILLADO POR LA HEMEROTECA

«En los acuerdos secretos González-Pujol estará la clave. ¿En qué consistirá? Lo ignoramos. Debe pertenecer al dominio de la política de alcantarillas» (ABC 21-9-915). La ignorancia que confesaba Ansón no era compartida por el director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez, quien el 23 de junio de: 1994 escribía: «Pujol intercambia votos por gas». Efectivamente, el precio de la compra de Enagas por Gas Natural -«no es otro que la continuidad del apoyo parlamentario que CiU viene prestando a González».Según EL MUNDO, no se trata de la única ventaja obtenida por Pujol. Los Presupuestos de 1995 fueron fruto del «peaje económico que [el Gobierno] paga a CiU por su apoyo político» (30-9-94). Es más, «Pujol ni siquiera ha necesitado ir a Madrid para poner la. mano, como habitualmente se le reprocha. Ha sido el ministro de Economía el que ha tenido que acudir a su despacho para pactar» (57-94). En definitiva, «CIU está sacando el mejor partido de la situación» (14-6-94), por la disposicion de González a conceder «arbitrarios favores políticos a cambio de apoyo parlamentario». (15-7-94)

«¿Por dónde tienen cogido a Pujol?», se preguntaba EL MUNDO (26-6-95), sin ofrecer respuesta a tan -inquietante cuestión. Sí revelaba, al menos, que CiU «tiene al PSOE cogido por el cuello» (45-94). No sorprende, por tanto, que Ramírez, que se adelantó a Ansón al calificar a CiU de«PRI con barretina» (20-3-95), celebrara el «descalabro pujolista» (20-11-95) en las elecciones catalanas y que, en vísperas de las generales, recordara a sus lectores que CiU contribuyó a ‘justificar y apuntalar los desmanes» de González (2-3-96).

Más difícil resulta explicar que, 72 horas después, EL MUNDO aconsejara a Aznar el mismo pacto que tanto criticó a González. Pero todo se explica: «A CiU le reprochamos que ayudara a sobrevivir a un Gobierno responsable de tanta corrupción. Y al PSOE, que hubiera reclamado los votos de la izquierda para hacer luego una política de derechas. Ninguno de esos dos reproches podría dirigirse en principio 1 a un pacto entre PP y CiU». (5-3-96)

Si acaso no pudo leer el editorial, el presidente catalán conoció de primera mano lo que pensaba Ramirez. «Un periodista muy conocido de un diario joven de Madrid, de los que se metieron tanto contra mí, contra mi mujer, contra mis hijos y contra CiU, me llamó para pedirme responsabilidad y seny», contó Pujol.

11 Marzo 1996

EL PAÍS, nervioso

ABC (Director: Luis María Anson)

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El nerviosismo que domina en los últimos días a EL PAÍS revela que la negociación entre Aznar y los nacionalistas marcha bien. Después de presentar la derrota de González en las elecciones generales del 3 de marzo como una victoria de su ídolo, el diario EL PAÍS dedicaba ayer toda una página a atizar por la vía periodística su campaña para quebrar el entendimiento Aznar-Pujol. Recibimos tanta desmesura a cinco columnas como un honor. Cuando EL PAÍS, al servicio rendido del PSOE, se dedicaba a lanzar insidias, manipulaciones e intoxicaciones contra Pujol en los momentos difíciles de la campaña emprendida por González y Guerra en el asunto Banca Catalana, ABC asumió en solitario la defensa de la honradez del líder catalán. Durante diez años – desde 1983 a 1993 – hemos dedicado decenas de portadas y editoriales al elogio de la política de Pujol, haciéndole a la vez no pocas críticas, porque éste es periódico independiente. En julio de 1993, Pujol decidió apoyar a González, a pesar de ser el PSOE contrario a la ideología de su partido, alegando la gobernación de España y apuntalando a un Gobierno acosado por la corrupción y la ineficacia. Dos años después, Jordi Pujol, consciente del desastre al que había llegado González, se negó a aprobar la ley de Presupuestos, provocando las elecciones generales que el líder socialista no quería. Desde 1993 a 1995, Pujol, a pesar de la admiración con que siempre le hemos distinguido, ha recibido de ABC las críticas que la coherencia del periódico exigía. Ahora, el líder catalán está haciendo gestos inequívocos de procurar el entendimiento con un partido mayoritario salido de las urnas y que, a diferencia del PSOE en 1993, pertenece al mismo espectro ideológico que CiU. Como esto es razonable y coherente, cuenta con el apoyo de ABC y de los españoles que mayoritariamente han votado en contra del felipismo, un estilo de gobernar que, aun auspiciado por EL PAÍS, debe ser erradicado de la vida española. Sobre estas líneas, a la izquierda, la página con que ayer honró a nuestro periódico el diario EL PAÍS. A la derecha, una portada de ABC que se hizo célebre, en la que el dibujante caricaturizaba una prepotente frase de Guerra contra Pujol durante la campaña electoral de 1984.

11 Marzo 1996

Patéticas manipulaciones del diario que intentó encarcelar a Pujol

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Habrá que hacer inventario de las decenas de miles de millones que Polanco y su grupo han recolectado durante el felipismo gracias a  favores, adjudicaciones y privilegios políticos. La inminencia de la pérdida de tales prebendas está llevando estos días a EL PAÍS a proponer soluciones extraconstitucionales con tal de impedir la investidura de Aznar y a desplegar un nuevo recital de manipulaciones para tratar de desprestigiar a la prensa independiente, cuyas revelaciones han permitido que los ciudadanos hayan desalojado del poder al felipismo. Reciente aún el patinazo que supuso extractar los artículos del director de EL MUNDO, para intentar hacerle decir lo contrario de lo que decía sobre los GAL, EL PAÍS divulgaba ayer un catálogo de supuestos agravios que nuestro periódico habría dirigido contra Pujol. Tan grotesca era la recopilación que, junto a pequeñas citas sacadas de contexto y la atribución a Pedro J. Ramírez de una reciente llamada a Pujol que jamás ha tenido lugar, el máximo reproche consistía en haber representado al presidente catalán en una ilustración alegórica bajo la forma de rana (a merced del escorpión González). No deja de ser un sarcasmo que el diario que más activamente trató de meter a Pujol en la cárcel sirviendo con todo tipo de descalificaciones editoriales a la estrategia del PSOE en el caso Banca Catalana invoque como ejemplo de periodismo ofensivo la ingenua caricatura del batracio. EL MUNDO podrá acertar o quivocarse, ser justo o injusto en tal o cual apreciación, pero todo lo ha hecho siempre gratis. EL PAÍS en cambio a supeditado su línea editorial e informativa a los grandes pelotazos económicos de su propietario. EL MUNDO no quita ni una coma de sus reproches a CIU por haber prolongado artificialmente la agonía de un gobierno responsable de graves casos de corrupción. Es lógico que EL PAÍS nos eche en cara tal actitud, pues sólo gracias a la supervivencia de ese Gobierno ahora derribado por las urnas fue posible su pacto con Telefónica para explotar la televisión por cable. La desfachatez polanquista de pretender presentar esas críticas al encubrimiento de la corrupción como ataques al nacionalismo catalán fue ayer significiativamente compartida por el director de un diario de Barcelona cuyo alineamiento con EL PAÍS pone en entredicho tanto ante estamentos periódicos como políticos la sinceridad de otros planteamientos teóricamente prevalentes.