21 julio 1990

Anson (ABC) se burla de que Pradera (EL PAÍS) apoye a los críticos diciendo que con eso 'los hunde aún más'

José María Aznar margina a los críticos del PP, Miguel Herrero de Miñón y Fernando Suárez, aunque ‘repesca’ a Marcelino Oreja

Hechos

  • En julio de 1990 D. Marcelino Oreja dimitió como portavoz del PP en Europa y como miembro del Comité Ejecutivo del PP. Ese mismo día D. Miguel Herrero Rodríguez de Miñón informó que estaba reflexionando sobre si abandonar la política. Por su parte D. Fernando Suárez mostró su oposición a la entrada del PP en el Internacional Demócrata Cristiana y criticó la forma de liderar el PP del Sr. Aznar.

Lecturas

EL FRANQUISTA FRAGA ACUSA AL FRANQUISTA FERNANDO SUÁREZ ‘DE HABER ENREDADO TODA SU VIDA»

Fraga_Xunta «Le incluyo entre las personas que se han dedicado toda su vida a enredar. Lo que diga no me interesa porque no le interesa al Partido Popular».

29 Julio 1990

Peleas sindicales y conflictos partidistas

Javier Pradera

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Se diría que las elecciones autonómicas andaluzas abrieron de pronto las cajas de los truenos almacenadas en los sótanos de los partidos. Después de que el PSOE, Izquierda Unida y el CDS tendieran su colada, la dimisión y posterior repesca de Marcelino Oreja, primero, y la amenaza de retirada de Miguel Herrero, después, han mostrado que también el Partido Popular (PP) guarda abundante ropa sucia por lavar.

Quienes aspiran a ocupar cargos públicos se ven obligados a rendir pleitesía a los superiores  que deciden los nombramientos y confeccionan las candidaturas. Y las exorbitantes facultades disciplinadas concedidas por los estatutos a las burocracias de los partidos permiten, llegado el caso, la expulsión de unos afiliados discrepantes que no gozan, en tanto que militantes, de las garantías procesales y los derechos que la Constitución de 1978 les concede como simples ciudadanos.

Esta indefensión frente a la cúpula dirigente se produce en casi todos los partidos. También José María Aznar ha aprendido con inquietante rapidez, como demuestra su implacable persecución de los seguidores de Hernández Mancha en Andalucía, el manejo de esas técnicas mezquinas y excluyentes de liderazgo.  Por esa razón,, y dejando a un lado su antipático historial como Vicepresidente del último Gobierno de Franco, las observaciones de Fernando Suárez sobre la falta de democracia interna en el PP resultan atinadas.

La réplica habitual a ese tipo de crítica suele ser un despliegue defensivo de miserias comparativas encaminado a ilustrar los atropellos cometidos por los discrepantes (Santiago Carrillo, Jorge Verstrynge o Ricardo García Damborenea) cuando eran poderosos y recordar que quién a hierro mata, a hierro muere’. No parece, sin embargo, que Oreja o Herrero merezcan ser incluidos dentro de la categoría de los aguaciles, posteriormente alguacilados.

Con la ilusión de seguir escalando los peldaños de su carrera política, Oreja ha realizado siempre con obediente abnegación todas las tareas que le han sido impuestas desde arriba. El monumental embarque de que fue objeto al ser invitado por Fraga a encabezar la lista de las elecciones europeas del PP en 1989 (y a descabezar de paso a Hernández Mancha) pasará a la pequeña historia de la crueldad política junto con el inútil desaire de que le hicieron víctima Aznar y Rupérez en Bruselas. De otro lado, Miguel Herrero, inventor en buena medida de esa esfinge sin secreto que es José María Aznar, no abusó de sus competencias durante el breve intervalo (desde la dimisión de Fraga hasta la elección de Hernández Mancha) en que tuvo el poder en el partido conservador.

Psicología y política

Todavía hay otras trincheras desde las que los dirigentes suelen disparar impunemente contra sus críticos. La teoría de la conjura externa, por ejemplo sirve para cerrar a los partidos como una piña en defensa de causas miserables. La psicologización de la política también permite atribuir a los discrepantes la más bajas motivaciones (desde el egoísmo hasta el rencor) y reservar a los líderes los más altos ideales (altruismo, generosidad)

Los militantes díscolos serán condenados como miembros de una fracción mientras que los dirigentes se presentarán como la voz o como la encarnación misma del partido. De esta forma, los argumentos de los disconformes siempre quedarán sepultados por los ruidos de las descalificaciones personales. Así lo prueba, una vez más, la suerte sufrida por la brillante intervención de Miguel Herrero en el Comité Ejecutivo del PP.

Javier Pradera

30 Julio 1990

Pradera hunde un poco más a Fernando Suárez y Miguel Herrero

Editorial (Luis María Anson)

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Los entusiastas elogios que el reputado columnista oficioso Javier Pradera dedicó el domingo en el diario gubernamental, a Fernando Suárez y a Miguel Herrero de Miñón han contribuido a hundir, todavía un poco más a estos dos políticos. Si la mayoría de la ejecutiva del PP estaba de acuerdo en la afmirmación de Fraga sobre la tentación enredadora de Suárez y Herrero, los elogios de Pradera han creado práctica unanimidad en el partico.