25 noviembre 1979

El joven columnista de ABC considera que la desaparición de Alianza Popular y de Fraga son necesarias para sacar adelante a la derecha

José María Ruiz Gallardón reprocha al periodista de ABC, Pedro J. Ramírez, que desee la ‘voladura controlada’ de Alianza Popular

Hechos

En noviembre de 1979 el dirigente de Alianza Popular y columnista de EL IMPARCIAL, D. José María Ruiz Gallardón, replicó al columnista de ABC, D. Pedro J. Ramírez.

25 Noviembre 1979

FRAGA SE SUCEDERÁ A SI MISMO

Pedro J. Ramírez

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La reconstrucción de la derecha democrática pasa por la ‘voladura controlada’ de Alianza Popular, y debe ser extensivo, desde mi particular punto de vista, al liderazgo de Manuel Fraga

Ninguna de las dos líneas de análisis permite ser demasiado optimistas a corto plazo, tras su confrontación con la realidad, Alianza Popular celebró su primer Congreso en el idóneo marco del Palacio de Exposiciones; su segundo  Congreso, en el menos adecuado escenario de un céntrico hotel madrileño, y, ahora, anuncia que la sede de su tercer Congreso será un Calegio Mayor en el extrarradio. Su potencial incidencia en la sociedad ha disminuido correlativamente a su posibilidades financieras y no existe el menor indicio que permita suponer un cambio en la tendencia del proceso. El único mortal sobre la Tierra que no parece darse cuenta del irreversible fracaso de la operación es Manuel Fraga Iribarne, empeñado en sucederse a si mismo y en no asimilar un veredicto popular estrechamente relacionado con la perplejidad crónica que causa entre los electores la disfunción entre su valía intelectual y su invendible manera de actuar. Si hace más de un año opinaba en esta misma sección que la reconstrucción de la derecha democrática pasaba por la ‘voladura controlada’ de Alianza Popular, hoy por hoy, el argumento no sólo sigue teniendo vigencia plena, sino que debe ser extensivo, desde mi particular punto de vista, al propio liderazgo de Manuel Fraga sobre esa parcela Con unos Estatutos tan presidencialistas como los elaborados por Ruiz Gallardón y el seguro monopolio parlamentario de la imagen aliancista por parte de Fraga, más le valía a ese político inteligente y lleno de posibilidades que es Fernando Suárez – si verdaderamente tiene el propósito de aceptar la Secretaría General de AP – empezar a construir un tinglado distinto, con rentabilidad, a cuatro años vista.

Más difícil aún que el reciclaje de Alianza Popular – irremisiblemente condenada, caso de perseverar en su actual dinámica, a convertirse en uno de los apéndices del gran partido misino ensoñado por Girón y Piñar en la Plaza de Oriente – se aparece esa rectificación en el rumbo del partido del Gobierno. Aún en el improbable caso de que los mediocres asesores del presidente Suárez asimilaran la sustancia del importante artículo de Ricardo de la Cierva del pasado martes, y de las interesantes reflexiones que sobre el mismo tema prepara por escrito Arturo Moya, existirán estimables razones tácticas que impedirían esbozar desde el Poder actitudes más comprensivas para con las tribulaciones de la derecha. En tanto el espectro de formaciones políticas se mantenga inamovible, UCD deberá continuar peleando fundamentalmente por los votos fronterizos con el PSOE, en las esperanzas de seguir mereciendo la consideración de ‘mal menor’ para el grueso de su propio cuerpo electoral.

Lo que en el fondo queda claro, una vez constitucionalizado el sistema electoral proporcional, es la invalidez de la ‘teoría oceánica del centro’, que sirve de sustento al suarismo en su presente formulación. Sea cual sea su orientación ideológica dominante, jamás podrá haber en esta democracia opciones de poder sólidas sin el concurso de al menos dos sumandos diferenciados. Incluso tras el aplastante triunfo ucedista del 1 de marzo, el Gobierno monocolor actual sería inconcebible sin la existencia de una coalición parlamentaria difusa y subrepticiamente engrasada sobre la racionalidad intrínseca del conde de Motrico. Habría bastado un trasvase de cien mil o doscientos mil votos, repartidos en varias provincias claves, entre Coalición Democrática y Unión Nacional – hipótesis nada despreciable a la luz de la concentración del domingo – para que Suárez no hubiera tenido más remedio que arrojarse en brazos de catalanes y vascos en un momento en que el despegue de sus respectivas autonomías concentra todos sus desvelos. (…)

Pedro J. Ramírez

26 Noviembre 1979

LA DERECHA Y EL SEÑOR RAMÍREZ

José María Ruiz Gallardón

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Otro día hablaré de la obsesión de mi amigo Pedrojotaramírez por provocar ‘la voladura controlada’ de Alianza Popular. En eso está listo.

Mi querido amigo Pedrojotaramírez, columnista político de ABC, dedicó la última doble plana habitual con que nos obsequia los domingos a analizar el desencanto de la derecha española – su justificado descontento, lo llama – visot a través de lo ocurrido hace unos días en la inmensa concentración de la plaza de Oriente. Mi viejo amigo no deja títere con cabeza: desde don Blas Piñar hasta el presidente Suarez, pasando por Manuel Fraga (y más de soslayo abarcados también don Fernando Suárez y este modesto servidor de ustedes), todos somos unos perfectos indocumentados y equivocados servidores de la derecha española. (Todos no: se salva, según Pedrojotaramírez, la racionalidad intrínseca del conde de Motrico.)

A tener de la estupenda teoría del excelente analista político de ABC, ni Piñar (que se echó al monte diez años antes de morir Franco ‘al considerar intolerable la libertad de cultos’), ni Suárez (que es quien falla y no la democracia parlamentaria, no la Constitución de las libertades, no de la Monarquía de todos los españoles), ni Fraga (‘el único mortal sobre la tierra que no parece darse cuenta del irreversible fracaso de Alianza Popular y sigue empeñado en sucederse a sí mismo y en no asimilar el veredicto popular estrechamente relacionado con la perplejidad crónica que causa entre los electores la difusión entre su valía intelectual y su invendible manera de actuar’) van a servir para ora cosa que ‘la broma se termine con la vitoria del PSOE’.

Claro está que mi buen colega parte del supuesto de que ‘cualquier interlocutor razonable deberá conceder que, INTRODUCIDOS CUANTOS RETOQUES SEAN NECESARIOS, la actual trama institucional española SE HA DEMOSTRADO A LO LARGO DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD COMO LA MÁS ADECUADA PARA LA LIBRE BUSQUEDA DE LA FELICIDAD INDIVIDUAL.

Yo me pregunto a la vista de tanta descalificación (Areilza, ya digo, excluido) y de tanto elogio y tan grande virtualidad como la que concede Pedrojotaramírez a ‘la trama institucional española’, por qué no tiene la bondad de explicarnos de una repajolera vez cuáles son los ‘retoques que hay que introducir’ para que se alcance ‘la felicidad individual de todos los ciudadanos’.

Quizá el articulista no conoce cuáles son esos retoques o los considera demasiado elevados como para ser comprendidos por el resto de los mortales. Pero yo me voy a permitir indicarle alguno:

1-    La Constitución española es mala y la clase política que la ha hecho, peor. Mala es la Constitución – aún teniendo mucho de aceptable – porque introduce conceptos aberrantes, por ambiguos, como el famosos de las nacionalidades. Mala es porque institucionaliza un sistema electoral descreditado en el mundo latino, cual es el provincial, por lista cerrada y circunscripción provincial. Mala es porque dice defender la libertad y pone en trance que la sociedad caiga – como quería Gramsci – en manos de los manipuladores culturales de la izquierda. Mala es porque no es digerible por ningún pueblo una norma suprema que, para empezar a funcionar, necesita inmediatamente de la promulgación de cien leyes. Mala ‘usque ad nauseam’.

2-    La clase política – en su mayoría – que ha hecho la Constitución es peor que el texto mismo. Peor porque en lugar de cumplir con el precepto que ordena asenstar la unidad de España, consciente que un estatuto como el vasco no mencione ni una vez a España, suprimer el preámbulo que, en el caso del catalán, reafirma aquella unidad nacional indispensable y ‘cuela’ – a través de la adicional – unos ‘derechos históricos’ que a ETA (político-militar) – la misma que secuestró a Rupérez – permite votar afirmativamente ese texto habiendo rechazado – al igual que el PNV – el voto afirmativo a la Constitución en que el estatuto se apoya; peor porque esa clase política ha empezado por incumplir la propia Constitución, convocando unos refrenda por decreto-ley y sin que previamente estuviera en funcionamiento el Tribunal Constitucional; peor porque esa misma clase política anda zascandileando a espaldas del pueblo en busca de su propia subsistencia y no del cumplimiento de sus programas y promesas prelectorales (como el mismo articulista reconoce); peor porque permite y aun fomenta la yugulación de la escuela no estatal; peor porque cada una de las leyes – y estatutos – que desarrollan la Constitución están siendo hechos con nocturnidad y alevosía, y no explica nada al ‘pueblo soberano’, ni se atiende la menor crítica…

Pero en fin, consolémonos. El conde de Motrico según Ramírez, goza de ‘racionalidad intrínseca’. No deja de ser un alivio. Y otro día hablaré de la obsesión de mi amigo por provocar ‘la voladura controlada’ de Alianza Popular. En eso está listo.

José María Ruiz Gallardón