10 abril 1956

La dictadura comunista de Polonia libera al ex secretario general, Wladyslaw Gomulka, encarcelado durante la etapa stalinista

Hechos

El 10 de abril de 1956 Gomulka fue liberado.

Lecturas

El ex secretario general del Partido Obrero de Unificación Polaca (el Partido Comunista, único en Polonia), encarcelado en 1951, ha sido liberado por el régimen de Ochab.

Esta mediada muestra que el proceso de desestalinización lanzado por las nuevas autoridades soviéticas ha alcanzado ahora a las ‘democracias populares’ del Este de Europa.

Gomulka, uno de los organizadores de la lucha clandestina contra la ocupación alemana e inspirador del gobierno surgido tras la liberación, fue destituido de todos sus cargos en el gobierno y en el partido en 1948, y encarcelado en 1951, bajo las acusaciones de ‘titoismo’ y ‘desviacionismo nacionalista’. La muerte de Stalin en la URSS y la muerte de su virrey en Polonia, Bierut, reemplazado por Ochab, inició una desestalinización en Polonia.

Hoy, en una declaración ambigua, el partido oficial reconoce que, aunque Gomulka cometió ‘graves errores’ su prisión no tenía justificaciones legales. En la misma declaración, el partido reconoce que el Ejército Patriótico Polaco, que combatió contra los alemanes a partir de 1944 0merece el reconocimiento de la nación’. Hasta ahora, para el partido, ese grupo guerrillero había sido ‘un instrumento a sueldo de la emigración reaccionaria’.

En octubre de 1956 Gomulka se convertirá en el nuevo dictador comunista de Polonia. 

El Análisis

Gomulka libre: el deshielo también llega a Varsovia

JF Lamata

La liberación de Vladyslaw Gomulka, encarcelado desde 1951 por “desviacionismo titoista”, marca un punto de inflexión en la Polonia comunista. El régimen de Edward Ochab, heredero del férreo estalinismo de Bolesław Bierut, da así un paso significativo en el proceso de desestalinización que Nikita Jrushchov ha lanzado desde Moscú. No solo se excarcela al que fuera uno de los dirigentes más populares del Partido Obrero Unificado Polaco, sino que, en un gesto igualmente simbólico, se reconoce que su prisión carecía de base legal. La ortodoxia se agrieta.

Más aún: el Partido, que durante años demonizó al Ejército Patriótico Polaco como marioneta de la reacción, ahora lo reivindica como parte de la resistencia nacional frente al nazismo. Este giro evidencia no solo un ajuste de cuentas con el pasado más reciente, sino un intento por recuperar una legitimidad desgastada por años de represión. En Polonia –y en Hungría también– los errores del estalinismo no solo pesan como memoria, sino que fermentan como promesa de cambio. La pregunta que flota en el aire es si este deshielo será suficiente… o si llega demasiado tarde para contener la tormenta.

J. F. Lamata