7 junio 2017

Nierga no ha sido renovada tras treinta años trabajando en la emisora de PRISA, primero en la noche, luego en la tarde y finalmente en la mañana, siempre con el liderazgo según el EGM.

El director de la Cadena SER, Vicente Jiménez, aparta a Gemma Nierga de los micrófonos y la reemplaza por Toni Garrido

Hechos

  • El 7.06.2017 se hizo efectivo el cambio de Dña. Gemma Nierga por el Sr. Toni Garrido al frente del segundo tramo del programa ‘Hoy por Hoy’.
  • El 14.07.2017 Dña. Gemma Nierga se despidió de sus oyentes de la Cadena SER.

Lecturas

El 6 de junio de 2017 la Cadena SER anuncia que prescinde de Dña. Gemma Nierga Barris como locutora estrella de la Cadena SER. La Sra. Nierga Barris comenzó a trabajar para la Cadena SER en ámbito nacional en 1994 con ‘Hablar por Hablar’, después condujo ‘La Ventana’, el programa estrella de las tardes de la Cadena SER de 1997 a 2012 y, finalmente desde septiembre de 2012 conducía el segundo tramo de ‘Hoy por Hoy’ de la Cadena SER, el programa de radio más escuchado de España.
La dirección de la Cadena SER ha decidido prescindir de los servicios de Dña. Gemma Nierga Barris y reemplazarla al frente del segundo tramo de ‘Hoy por Hoy’ por el locutor D. Antonio Garrido Coronado (‘Toni Garrido’).


La decisión corresponde al Director General de la Cadena SER, D. Vicente Jiménez Navas, al director de la cadena, D. Antonio Hernández Rodicio y aceptada por el presidente del Grupo PRISA, D. Juan Luis Cebrián Echarri.

19 Julio 2017

La SER y EL PAÍS, 'caso Nierga'

Carmen Rigalt

Leer

Somos lo que fuimos. M’explico: los últimos periodistas del papel somos una consecuencia de la guerra de medios que se libró en este país durante más de una década. Todavía hoy arrastramos las miserias de aquel desdichado enfrentamiento. Simplificando: en el principio hubo una realidad y varios medios para contarla. Al final resultó que había tantas realidades como medios. Dos, por lo menos. De un lado PRISA, y de otro, EL MUNDO y los afines del Sindicato del Crimen, expresión que divirtió tanto a Raúl del Pozo, que acabó promocionándola para sí mismo.

Escribo esta reflexión conmovida por la marcha de Gemma Nierga de la Cadena SER, empresa en la que ha prestado sus servicios durante 30 años. La SER debía de llevar tiempo rumiando esta salida. Años atrás le hizo un hueco en el informativo de Pepa Bueno, donde ya no quedaban nada libre, y la periodista se diluyó, víctima de las apreturas. También pudo haberse hecho el harakiri ella sola, pero no se le ocurrió.

Nierga era lo mejorcito de la casa. En su despedida reconoció que irse no había sido idea suya. Fue un signo de superioridad moral. La periodista dio mucho más a la Cadena SER de lo que la Cadena SER le dio a ella. También era una mujer significada. La mayor significación la alcanzó cuando ETA mató a Ernest Lluch, primer ministro de Sanidad de la era socialista. Nierga fue la encargada de poner voz en el homenaje-despedida que Barcelona rindió a Ernest Lluch. Aquel día, ella se dirigió a la clase política y, tomando aire, gritó: «ustedes que pueden, ¡dialoguen¡». La palabra diálogo, que hasta ese momento había sido tabú, empezó a abrirse paso en la espesura del periodismo político, que era cicatero y no hacía sino prolongar el final de ETA. Aquella osadía le costó a Gemma muchas críticas en Madrid, pero el tiempo terminó dándole la razón.

Nierga no fue una periodista al uso ni cuando empezaba en el oficio. Al contrario de los grandes periodistas radiofónicos, que se mueven precedidos de rumores de contratos y ofertas de la competencia, Gemma siempre estuvo tocada por el halo de la sencillez, ajena a las negociaciones que libraban sus colegas. Ella nunca habría dejado La SER, ni siquiera cinco minutos antes de que la echaran con una patada en el culo, como les sucedió a tantos empleados de PRISA que en su día hicieron cuerpo con la empresa.

Es terrible ser un trabajador entregado y que te paguen así. El caso de Gemma se ha vivido con angustia porque, además de no merecerlo, ha tenido la delicadeza de marcharse sin soltar puyas. La SER y EL PAÍS pertenecen a la misma empresa (aunque apenas se dirigen la palabra) y tienen políticas parecidas. La caza al empleado es una de sus favoritas.

EL PAÍS, que nació con vocación de primer periódico nacional y sus periodistas, con vocación de elegidos, siempre han hecho uso de una gran soberbia. Todavía hoy no hay quien le tosa a EL PAÍS. Para mí siempre ha sido un periódico abstracto y falto de corporeidad. Mi experiencia es desoladora: nunca, en ninguna parte, he coincidido con un periodista de EL PAÍS. A lo mejor es que recibe las noticias en exclusiva.

La guerra de medios y el azote de la crisis han hecho mucho daño. No sólo al periodismo sino a los periodistas, llegando a generarse odios africanos entre ellos. La conclusión es implacable. En PRISA, la fidelidad se castiga.