4 septiembre 1998

Arnaldo Otegi aparece como principal portavoz de la formación

La formación política pro-etarra Herri Batasuna cambia su denominación por Euskal Herritarrok (EH) tras la sentencia del TS

Hechos

El 3.09.1998 se presentó oficialmente la formación política  Euskal Herritarrok (EH).

Lecturas

El 3 de septiembre de 1998 se presenta públicamente la nueva denominación de Herri Batasuna, que es Euskal Herritarrok (EH), la nueva presentación de la izquierda abertzade y nuevo interlocutor político de ETA después de que el Tribunal Supremo haya condenado a 7 años de cárcel a toda la mesa nacional HB.

En la mesa nacional de EH figura como su principal portavoz D. Arnaldo Otegi Mondragón, miembro de ETA al que se le atribuyen varios secuestros en el pasado (cuando pertenecía a la rama ETA Político-Militar), y en ella figura también destacados miembros de la procesada Herri Batasuna como D. Patxi Zabaleta Zabaleta y D. Txomin Ziluaga.

SONRISA DE OTEGI ANTE LA PREGUNTA DE ‘CUÁL ES SU POSTURA SOBRE LOS CRÍMENES DE ETA’

98_Risotada Arnaldo Otegi, que será la cabeza visible de Euskal Herritarrok como su cabeza de lista por Donosti, no pudo evitar sonreír cuando un periodista le preguntó «cuál era la postura de EH sobre los crímenes de ETA». Tras murmurar un «ya estamos…» y mientras el jefe de prensa de EH aseguraba que esa pregunta ya estaba contestada, el veterano Jon Idigoras (cabeza visible durante años de Herri Batasuna) zanjó la polémica recomendado al periodista que hiciera esa pregunta cuando el pueblo vasco haya conseguido su independencia.

A ojos de la prensa está claro que EH mantendrá la misma postura que las siglas Herri Batasuna de ser el representante político de ETA. Es más, se especula con que destacados asesinos de ETA encarcelados (se habla de Josu Tenera) podrían presentarse en las listas de EH.

04 Septiembre 1998

Cintura política

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Herri Batasuna concurrirá a las elecciones vascas de octubre bajo la forma de agrupación electoral. Dando por descontado que HB no habría hecho ese movimiento sin lo que Atutxa ha denominado la «complacencia de ETA», está por ver si se trata de una operación de maquillaje electoral, como opinaron populares y socialistas, o si, como piensan los nacionalistas, refleja la voluntad de comenzar a «hacer política».El portavoz de HB, Arnaldo Otegi, descartó que la iniciativa tenga que ver con el temor a una eventual ilegalización de su formación. Se trataría, por el contrario, de crear una estructura capaz de agrupar a los sectores que comparten su diagnóstico sobre el agotamiento de la vía autonómica y reclaman un nuevo marco político. En un planteamiento que formalmente recuerda a las plataformas amplias de los partidos comunistas de antaño, se trataría de presentar como algo nuevo y abierto a la sociedad un producto formado por el partido más sus compañeros de viaje: ex miembros de HB y descolgados en general.

El programa de la agrupación sería, según desveló Otegi, la propuesta de «acuerdo nacional» presentada hace unos días por HB y cuyos puntos coinciden casualmente con el programa de HB (y con la plataforma de ETA: la llamada alternativa democrática): reconocimiento del derecho de autodeterminación y de la vasquidad de Navarra y del País Vasco francés y «salida democrática» a la violencia; es decir, mediante la negociación. Otegi descartó la posibilidad de formar parte de un Gobierno de coalición nacionalista, porque es el rechazo del marco autonómico mismo, cualquiera que sea su composición, lo que une a los miembros de la nueva agrupación. El PNV y EA habían insinuado la posibilidad de un Gobierno de concentración nacionalista, con HB, si esta formación se desmarcaba de ETA. Pero la mera posibilidad de que ETA declare una tregua, o que HB lo pida, fue considerada ayer por Otegi «una frivolidad» y un intento de desviar el debate del punto central: la necesidad de cambiar «el escenario» político.

Las modestísimas esperanzas de que pueda haber algo más de lo que se aprecia a simple vista derivan, pues, exclusivamente de la fe que exhiben el PNV y EA, interlocutores de los nuevos dirigentes de HB. Alegan estos partidos, por ejemplo, que no ha habido una respuesta desaforada al cierre de Egin. Sin embargo, podría argumentarse que ha sido la firmeza del ministro del Interior, reforzado por la movilización que siguió al asesinato de Miguel Ángel Blanco, lo que ha determinado la escasa capacidad de respuesta de HB, incluso frente al encarcelamiento de su Mesa Nacional.

Es cierto que alguna vez HB se planteará hacer política, como el Sinn Fein en Irlanda, y que ese día el nacionalismo tendrá que prepararles una pista de aterrizaje. Pero los indicios de que tal cosa esté próxima brillan por su ausencia. Esta misma semana, HB se ha negado a condenar los nuevos desmanes de sus cachorros (en Vergara y Hernani, por ejemplo), y ayer mismo se anunció la expulsión de ETA de su antiguo jefe político José Luis Álvarez Santa Cristina, Txelis, precisamente por cuestionar la continuidad de la lucha armada.

El binomio ETA-HB es perfectamente capaz de combinar los acercamientos sectoriales al PNV y EA en lo que llaman micropolítica, con el mantenimiento de «acciones selectivas» de «la organización» destinadas a «poner al Estado contra las cuerdas». Así lo proponía un texto de KAS, significativamente titulado Nueva cintura política, fechado en el verano de 1996 y cuyo objetivo sería conseguir que el MLNV se convierta en el «principal referente aglutinador de los sectores abertzales», de forma que situase a ETA «en condiciones de abordar un proceso de negociación serio». ¿No se parece este diseño a lo que en realidad está pasando gracias a la fe de carbonero de algunos dirigentes nacionalistas?

04 Septiembre 1998

De HB a EH, más que un baile de siglas

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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¿No es más que una maniobra para buscarse una cobertura legal por si Herri Batasuna es finalmente ilegalizada, como han afirmado algunos? No parece. Si la formación de Euskal Herritarrok («Miembros del Pueblo Vasco», o «Ciudadanos Vascos») fuera sólo un ardid de ese género, HB no habría tenido necesidad de ponerse de acuerdo con organizaciones y personas ajenas a su disciplina, algunas de las cuales se han manifestado a lo largo de los últimos años en términos más o menos críticos con respecto a ETA. Y menos aún les hubiera cedido un papel de cierto relieve dentro de la nueva plataforma. Y menos todavía se habría metido en el embrollo que supone recabar 20.000 firmas en el plazo de 12 días para respaldar unas listas que concurrirán a las urnas como agrupación de electores. Con registrar otro partido político le habría bastado.

¿Es entonces una «maniobra electoral», como arguyen otros? Es, sin duda, una iniciativa de cara a las elecciones. Pero no una marrullería sin ulterior trascendencia. Algunos de los compañeros de viaje que HB ha encontrado para esta travesía difícilmente habrían aceptado ser comparsas de adorno en una operación de maquillaje. No lo habrían hecho Txomin Ziluaga, Patxi Zabaleta e Iñigo Iruin, francamente desengañados, cada uno a su modo, de la vieja política de HB. Tampoco lo habrían hecho los miembros de otras organizaciones -caso de Alberto Bilbao, de ELA, o de los dirigentes del sindicato de enseñantes STEE-EILAS, o del colectivo Zutik!- que figuran en la plataforma. A ellos, por los menos, HB les ha persuadido de que EH es otra cosa. De más calado. Con más trascendencia. Y orientada en otra dirección.

Es cierto que las tendencias de los últimos tiempos -cada vez más marcado aislamiento del abertzalismo radical; proceso de paz del Ulster, con la posición tajante del Sinn Fein en contra de la violencia; casi nula acogida a los llamamientos a la acción tras el cierre judicial de Egin, etcétera- han propiciado una reflexión crítica en el seno de HB. Las corrientes definitivamente irredentistas han perdido enteros, y encuentran más eco las voces favorables a una acción predominantemente política. Incluso ETA, que vigila todo el proceso de cerca, no se opone a esa apertura controlada de sus huestes, aunque tome medidas para evitar la disgregación interna, como demuestra la expulsión de Txelis.

¿Qué puede pasar? Tratándose de ETA y su muy disparatado mundo, cualquier pronóstico resulta arriesgado. Lo que sí cabe afirmar es que la iniciativa que supone EH difícilmente se mantendrá en pie si ETA vuelve a matar. Y si fracasa la plataforma que EH representa, HB no se quedaría igual que antes, sino bastante peor. De hecho, ya hay quien interpreta el nacimiento de EH como expresión de una tregua tácita de la organización terrorista. Ojalá fuera así. Quedémonos, de momento, con que es un paso de interés. Y con que no propicia la muerte.