La fundación FAES, controlada por Aznar, se desvincula oficialmente del Partido Popular evidenciando su distanciamiento con Rajoy

Se veía venir. La FAES independiente (sic) —¿independiente de quién o de quiénes?—, es decir, José María Aznar López, se ha lanzado a la yugular del Gobierno, ahora en la persona de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría al parecer por la hoja de ruta decretada por el Ejecutivo del Partido Popular para restablecer la presencia del Estado en Cataluña.

Ninguna sorpresa en el hombre que hablaba catalán en la intimidad y firmó el Pacto del Majestic cuando lo que estaba en juego era su propio poder. La verdad es que a mí me interesaría más un estudio monográfico de FAES sobre la Gürtel, Miguel Blesa, Jaume Matas, al que Aznar hizo ministro, y las subvenciones públicas de la Fundación giradas al Ministerio de Cultura, que cualquier otra perorata con la que el expresidente y sus ya escasos seguidores nos agasajan de cuando en vez.

Una vez que han dimitido los 50 patronos de la etapa anterior, la mayoría dirigentes y exdirigentes del PP, el expresidente del Gobierno se ha quedado con sus incondicionales

No acepta que su tiempo pasó y será juzgado con gran severidad por la pequeña historia porque para la grande nunca demostró talla. Desde las armas de destrucción masiva, los enjuagues a su alrededor (por ser caritativos dadas las entrañables fiestas navideñas), los dineros públicos destinados a la Medalla de Honor del Congreso y un larguísimo etcétera.

Aznar debería saber que Cataluña es el más formidable problema al que se enfrenta el Estado y su brazo armado que es el Gobierno constituido legal y democráticamente. En ese estadio deberíamos encontrarnos todos mucho más si uno ha tenido entre sus manos la responsabilidad de gobernar el país durante ocho largos y tediosos años. Cuando él llegó al poder ERC llegaba a duras penas a 150.000 votos; cuando se fue sumaban más de 300.000. Esta es la verdad aunque ello no quepa en los archivos de FAES.

Aznar sabe que con Cataluña puede clavar la daga en la intercostal al presidente Rajoy. En un tema capital donde los haya. Lo hace sin miramientos, fríamente, con toda la crueldad política de la que es capaz. El presidente le desdeña; a lo más, manda a Fernando Martínez-Maillo a que saque la cachava zamorana. Es una forma galaica de llamarle “enano”.

¿Le colgamos otra medalla? Pero en esta ocasión pequeñita y gratis.