21 diciembre 1960

Con nombre falso, el antiguo comandante trabajaba de leñador

La República Federal Alemana encarcela a Richard Baer el último comandante del campo de exterminio de Auschwitz

Hechos

El 21.12.1960 se anunció en todo el mundo la detención de Richard Baer.

22 Diciembre 1960

Ha sido detenido el último comandante del campo de concentración de Auschwitz

Augusto Assía

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El más importante y buscado criminal que tras la detención de Adolf Eichmann, quedaba en libertad ha sido capturado por la policía alemana ayer, en una finca rural donde trabakaba como leñador, desde que huyendo de la justicia desapareció hace quince años.

Llamado Richard Baer, el detenido había sido el último comandante del infamante campo de de Auschwitz donde murieron en las cámaras de gas millones de judíos. Baer había adoptado el nombre supuesto de Richard Neumann y con este nombre había encontrado trabajo como leñador, en la finca del príncipe de Bismarck, diputado del Parlamneto por el partido cristiano-demócrata. Su familia le había declarado desaparecido y las autoridades asumieron que había muerto en los últimos días de guerra hasta que hace poco aparecieron indicios de que podía estar vivo y vivir bajo nombre supuesto. La vigilancia de su pretendida viuda, que habita en Hamburgo, dio el resultado apetecido.

Esposado a dos policías y custodiado por otros seis, Baer, que tiene cuarenta y nueve años, fue trasladado ayer ya a la cárcel de Frankfurt de l Main, donde ha sido puesto a disposición del juez que incoa el proceso contra los asesinos de Auschwitz y que, precisamente, debe tener lugar en los próximos meses. Dieciséis de los principales torturadores que han dado a Auschwitz su dudoso renombre están procesados y ahora se une a ellos el más importante y principal de todos lo cual asegura la transformación del proceso en un acontecimiento de primer orden, a fin de llevar hasta sus últimos extremos el esclarecimiento de los tenebrosos acontecimientos.

Los dos comandantes de Auschwitz que habían precedido a Baer, Hoess y Liebenshenschl, fueron juzgados y ejecutados en Polonia al final de la guerra. Baer fue el jefe del campo desde mayo de 1944 hasta el colapso del nazismo cuando huyó después de liquidar a los últimos detenidos, cuyo nombre parece ascendía a varios miles. Una de las cuestiones a esclarecer en el proceso.

Desde que con un golpe de audacia fue detenido Adolf Eichmann en la Argentina por los propios judíos, Baer figuraba en el primer lugar de los reclamados por la policía alemana, Bormann, el lugarteniente del Führer, que está antes en la lista, tiene, empero, al lado del nombre una nota que indica que la policía cree, en efecto, que está muerto.

Assía.

El Análisis

Alemania frente a su propio espejo

JF Lamata

La detención en la República Federal de Alemania de Richard Baer, el último comandante del campo de exterminio de Auschwitz, marca un hito en la forma en que el país aborda su pasado. Por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, no son las potencias aliadas ni tribunales internacionales los que abren juicio, sino la propia justicia alemana la que decide mirar hacia atrás. El llamado Proceso de Frankfurt, que se vislumbra ya en el horizonte, representa un acto de madurez jurídica y política, aunque tardío, para una nación que durante dos décadas ha preferido el silencio o la amnesia frente al horror del nazismo.

Baer no era un oscuro burócrata. Era uno de los engranajes mayores del aparato de muerte nazi, comandante en Auschwitz entre 1944 y 1945, en pleno apogeo de las cámaras de gas y las fosas comunes. Su arresto, tras años de vida anónima, solo ha sido posible gracias a la presión persistente de la comunidad judía, de periodistas incómodos y de fiscales decididos a no dejar que el tiempo sepulte la justicia. Pero más allá del caso concreto, lo que se pone en juego es la voluntad de Alemania Occidental de enfrentarse a su memoria, en una sociedad donde no pocos funcionarios, jueces y políticos actuales fueron en el pasado piezas del engranaje del III Reich.

No se trata sólo de castigar a los culpables, sino de demostrar al mundo —y a las nuevas generaciones alemanas— que el Estado de Derecho puede y debe prevalecer incluso cuando los crímenes a juzgar manchan la historia nacional. Que no haya prescripción para el horror. Que veinte años no son nada cuando se trata de esclarecer cómo un país civilizado se convirtió en máquina de exterminio. La detención de Richard Baer es un paso valiente, aunque tardío. Alemania se mira al espejo: o lo hace ahora, o no lo hará nunca.

J. F. Lamata