18 enero 1991

La televisión CNN de Ted Turner se convierte en la cadena de la información oficial de la Guerra del Golfo para todo el mundo

Hechos

Publicado el 18 de enero de 1991.

Lecturas

La CNN logra fama mundial por tener imágenes e información en primicia de la Guerra del Golfo de Estados Unidos contra Irak por la liberación de Kuwait. Los presentadores Bernard Shaw, John Holliman y Peter Arnett logran fama mundial.

Ted Turner creó la Turner Broadcasting System (TBS) para distribuir televisión por cable en 1976. Y dentro de ese proyecto decidió dos años después poner en marcha la CNN, como canal de noticias durante 24 horas. Inicialmente estaba muy por detrás de ABC, NBC y CBS, pero la ‘Guerra del Golfo’ la ha situado en la primera posición. 

La guerra ha empezado en Bagdag, dijo con la voz quebrada por la emoción John Holliman a través del teléfono. Durante 15 minutos los hombres de la CNN en Bagdag, John Holliman, Bernard Shaw y Peter Arnett informaron por teléfono a su sede en Atlanta y desde allí a todo el mundo del primer ataque a la capital iraquí: simplemente se asomaron a la ventana de su habitación en el hotel Rashid y explicaron lo que veían. «¡Ohhhhh!, Ohhhh!».

Las voces de sorpresa de los reporteros ante las luces del bombardeo de Bagdag, que describían como un árbol de Navidad, llegaban claramente a través de la noche (eran las siete de la tarde en Atlanta). Nadie sabe cómo los técnicos de la CNN consiguieron un sonido tan claro, mientras Dan Rather, uno de los monstruos de la información televisiva, se desesperaba en la CBS tratando de no citar a sus rivales de la CNN. Menos de 24 horas pudo durar este alarde informativo. a la ssiete de la tarde de ayer (17 de enero), las autoridades iraquíes comunicaron a los enviados de la CNN que teníanq ue dejar de emitir. Pero ya habían conseguido su gran triunfo: estar allí cuando empezara la guerra y transmitirla en directo para todo el planeta.

En ese momento los millones de personas que se precipitaron sobre sus televisores en todo el mundo oyeron los mismos gritos y las mismas bromas que se cruzaban los reporteros de la CNN. Cientos de emisoras en Estados Unidos – y miles en todo el mundo – simplemente tiraron la toalla informativa, conectaron con la CNN y dejaron que los tres reporteros veteranos de VIetnam, explicaran su guerra. «¡Holy cow!» (expresión coloquial de sorpresa, algo así como ‘vaca sagrada’). Peter Arnett, rebosando adredalina, no podía reprimir una expresión de taberna. «Si aún nos puede oír – decía con el teléfono en la mano – van a escuchar las bombas que están destruyendo Bagdad’.

Seguramente Arnett hubiera proferido una expresión más fuerte todavía si hubiera sabido que en ese momento el mismísimo general en jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses, Colin L. Powell, pedía una aclaración oficial al máximo responsable de la CNN, Ted Turner, que suponía el reconocimiento implícito de que la Jutna de Jefes de Estado Mayor estaba utilizando el canal informativo CNN para fines militares.

«¡Dios mío! Estoy sundadno como un condenado», era la voz quebrada de Bernard Shaw, un periodista negro que pagó sus estudios universitarios con una beca concedida por los marines después de haber luchado en Vietnam. «¿Saben ustedes? – añadía Shaw desde la habitación de su hotel en Bagdad – . Simplemente me acabo de acordar de que no he cenado todavía y tengo hambre».

THE WASHINGTON POST había retirado a su corresponsal, Tod Robertson. Lo mismo hicieorn LOS ÁNGELES TIMES con el suyo, Daniel Williams y hasta THE NEW YORK TIMES, permitiendo que Ted Turner, el fundador y propietario de la CNN se encontró de pronto con toda la guerra del golfo para él sólo, y con todos los gigantes de la comunicación citándole sin sonrojo. TOdos los grandes diarios citaron ayer a la CNN.

La NBC junto con ABC y la CBS, las tres mayores cadenas televisivas americanas, sufrían uan derrota histórica y su conductor Tom Brokaw, con todas sus líneas con Bagdad inservibles, se veía vergonzosamente obligado a citar la CNN. Y es que la CNN consiguió adelantarse a la Casa Blanca al informar sobre el inicio de la guerra. Dan Rather, el popular conductor de la CBS, sufrió también un durísimo revés: mientras él afirmaba que ‘aprece ser que F-15 están atacando Bagdad», a través del conductor de la CNN, Peter Arnett, medio mundo se enteraba en directo de lo que realmente estaba pasando: «escuchen las bombas, hay una inmensa nube de humo sober Bagdad».

LA CNN: LA CADENA QUE CONTÓ LA GUERRA DEL GOLFO A TODO EL MUNDO

cnn1991 Bernard Shaw y Peter Arnett fueron los periodistas de la CNN encargados de relatar la operación ‘Tormenta del desierto’ con la que conectaron cadenas de televisión de todo el mundo.

23 Marzo 1991

El «ego» de Arnett

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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TODO el mundo quiere y admira a Peter Amett, según escribía con entusiasmo en el Washington Post el propio enviado especial de Cable News Network, días después de su salida de Irak. En Jerusalén, los palestinos «me abrazaban como a un hermano» y los judíos «me saludaban como superviviente de un lugar siniestro». La imagen cuidadosamente cultivada por Arnett y por CNN se ha resquebrajado un tanto ante las acusaciones de blandura hacia Sadam Husein y su régimen, y la revelación por EL MUNDO del boicoteo de Arnett y su cadena al enviado especial de este periódico, Alfonso Rojo, único periodista junto a Amett que cubrió toda la guerra desde Bagdad. Para defenderse de la primera acusación, Arnett publicaba en el Post y en el International Herald Tribune un serial de dos artículos bajo el título expresivo de «El último hombre: Por qué me jugué la vida quedándome en Bagdad». «Mi momento de fama» es lo primero que recalca ahora el único periodista de televisión que siguió la guerra del Golfo desde Bagdad. El propio Arnett reconoce: «Mi reacción inicial ha sido la de plegarme a [ese momento], de dejarme llevar por la emoción del circo, de conceder amablemente todas las entrevistas que se me han solicitado, de besar una vez más a mi novia para los fotógrafos». En efecto, él mismo ha mostrado un agudo sentido de las relaciones públicas, organizando una «fiesta de compromiso» junto a su rubia novia en Jerusalén y asegurándose de la presencia de numerosos periodistas y fotógrafos que transmitieron la idílica imagen del ya famoso reportero de la nariz torcida junto a su prometida. Arnett es un neozelandés trasplantado a Estados Unidos con una larga, y en varias ocasiones polémica, trayectoria como corresponsal de guerra, desde Vietnam (con la Associated Press) hasta Bagdad. En EEUU esa polémica se ha centrado en los antecedentes de Arnett y en su propio comportamiento profesional en Bagdad. Portavoces notorios de la opinión conservadora anglosajona, como Winston S. Churchill, lamentaron la entrevista con Sadam hecha en plena guerra por Arnett, y en Estados Unidos el senador republicano por Wyoming Al Simpson resucitaba viejos rumores sobre la guerra de Vietnam: que Arnett pudo quedarse e informar desde Saigón tras la retirada norteamericana porque su esposa de entonces, una vietnamita, era la hermana de un miembro del Vietcong. En una carta al Post, el senador Simpson se excusaba por haber repetido ese rumor y no tener pruebas de que la situación familiar de Arnett fuese ésa. Pero el propio Simpson afirmaba: «Está probado que se le concedió permiso por parte de los comunistas para seguir informando para la Associated Press tras la caída [de Saigón]». Y añadía: «No ha cambiado mi opinión sobre la presencia de Peter Arnett en Bagdad. Me pareció que la información sobre el incidente del búnker fue repugnante, y la de la fábrica de leche infantil apenas lo fue menos». Según Simpson, Arnett no ha sido «simpatizante» de Sadam, pero sí su «utensilio». En sus artículos, Arnett asegura que, pese a la censura previa iraquí de sus informes y los de todo periodista, él logró mantener su «credibilidad» merced a unos diálogos con su redacción en Atlanta que los iraquíes toleraron. En esos diálogos se evitaban «asuntos de seguridad militar», añadía. Detrás de esta polémica general sobre el tono condescendiente de la cobertura de Arnett está la polémica particular con EL MUNDO. Alfonso Rojo, al que se impidió utilizar la línea telefónica Inmarsat de CNN (salvo una primera vez, el 20 de enero, por concesión del productor de la cadena americana, que luego marcharía dejando solo a Arnett), cree que «fue por órdenes desde Atlanta [sede de CNN], y no por iniciativa de Arnett». El periodista americanoneozelandés dijo primero que «era muy caro» el teléfono, para luego cerrarse en banda diciendo que «somos competidores». Las gestiones de EL MUNDO con CNN International discurrieron de manera idéntica después de que este periódico ofreciese pagar cualquier suma por ese servicio.

18 Enero 1991

Pregunte a CNN

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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UNO DE los momentos más significativos de la guerra, que empezó con precisión quirúrgica a las 0.40 de ayer (hora española), ocurrió lejos del teatro de operaciones. Fue en Washington: preguntado por un periodista sobre el tipo de información que le había permitido seguir el desarrollo de las operaciones en Irak, Richard Cheney, secretario de Defensa de EE UU, respondió que su fuente había sido la CNN (Channel News Network, la cadena norteamericana privada de televisión que retransmite noticias las 24 horas del día). Cuando los presentes dejaron de reír, quedó en el aire la espectacular verdad: la guerra de 1991 no sólo será recordada como la primera guerra de los computadores, sino, sobre todo, como la conflagración presenciada en directo por el mundo entero. Y no en resúmenes televisados de algunos corresponsales destacados en la zona y retransmitidos a posteriori, sino en una descripción minuto a minuto de cuanto iba pasando.En el fondo, tras escuchar la vehemente arenga de Sadam Husein llamando a su pueblo a la resistencia numantina y a la guerra contra Satán, y después de compararla con la cobertura que los medios de comunicación hacían del esfuerzo aliado contra él, no podía evitarse la sensación de que el mundo presenciaba la desigual lucha entre el siglo XIX y el siglo XXI. Nadie hubiera sido capaz de pensar que, entre los medios utilizados por la casi ficción científica, uno -y no el menor- sería el de llevar el teatro de operaciones directamente al salón de los televidentes. Como una explicación minuciosamente discurrida, además, se daba a los espectadores una descripción punto por punto desde las varias capitales involucradas, en una secuencia absolutamente lógica de acontecimientos. Literalmente, la película de los mismos.

La imparcialidad de las cámaras y su consiguiente fidelidad a cuanto iba ocurriendo ha tenido un interesante efecto catalizador: al contar lo que sucedía, multiplicaba su efecto. Aunque al ser el único medio que podía transmitir, la riqueza del contraste informativo quedaba coja. Ése es un hecho muy preocupante en la cobertura de este conflicto. El caso es que la cadena única no sólo explicaba el hecho objetivo de que Sadam Husein había perdido el primer acto de la guerra, sino que, por su misma presencia en el campo de batalla, contribuía a derrotarle. Por ello ha dejado de ser un mero instrumento de información para convertirse en un arma más y, consiguientemente, en la tarde de ayer comenzaron sus dificultades con el régimen de Bagdad. Todo apunta a que dejará de emitir libremente.

El hecho tiene un protagonista a quien no cabe negar un papel absolutamente primordial. En efecto, no es nuevo que la cadena CNN, además del formidable despliegue de medios que hace cada vez que es preciso informar de un acontecimiento, dispone de un envidiable olfato para la noticia, sea en el muro de Berlín o en el cuartel general de Sadam Husein. En esta ocasión habrá contribuido a cambiar la óptica de la guerra y, tal vez, a impedir la deshumanización de sus consecuencias. Chapeau a la CNN.