4 enero 1949

Estará constituido por la Unión Soviética, Bulgaria, Hungria, Polonia, Rumanía, Albania y Checoslovaquia

La Unión Soviética de Stalin crea la COMECON, la alianza económica de todos los países comunistas con la excepción de Yugoslavia

Hechos

  • El 4.01.1949 se constituyó el Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON) formado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Bulgaria, Hungria, Polonia, Rumanía y Checosovaquia.

Lecturas

En junio de 1948 se oficializó la ruptura entre Tito y Stalin. 

La conferencia que reúne en Moscú (capital de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) a las delegaciones de los regímenes comunistas de la República Popular de Bulgaria, la República Popular de Polonia, la República Popular de Rumanía, la República Popular de Checoslovaquia y de la propia Unión Soviética, acordó este 25 de enero de 1949 la creación de un Consejo para la Ayuda Económica Mutua (COMECON) destinado a reforzar los vínculos entre la Unión Soviética y las democracias populares de Europa del Este.

La COMECON surge como réplica del bloque soviético al plan Marshall, que en opinión del gobierno soviético ‘arrebata la independencia económica de los estados a los que dice ayudar’. Por otra parte, el COMECON se propone coordinar los planes estatales de producción, facilitar la asistencia tecnológica a los países menos avanzados.

La exclusión de la Yugoslavia de Tito evidencia que el régimen comunista de Tito es enemigo de Stalin que no piensa dar ningún tipo de ayuda económica que fomente el sostenimiento de ese régimen.

En octubre de 1949 nacerá la República Democrática de Alemania que ingresará en la COMECON. 

04 Enero 1949

Rusia y sus satélites, con exclusión de Yugoslavia han constituido la unión oriental

ABC (Director: Ramón Pastor)

Leer

Seamos justos con el adversario y aceptemos que Rusia y sus satélites tenían perfecto derecho a rechazar la ayuda que les brindaba el Plan Marshall. También pueden formar un Bloque Oriental frente al Atlántico, excluir de él a la Yugoslavia del recalcitrante Tito, luchar contra el referido Plan y servirse de sus quintas columnas, si las democracias son bastante ingenuas para tolerarlo. La ONU no excluye la existencia de pactos regionales, como tampoco impedía la Sociedad de Naciones que actuaran la Pequeña Entente y los bloques balcánico y báltico. La vida es lucha y gana en ella el más fuerte, el más hábil y el más resuelto.

La Unión Oriental [COMECON] puede organizar su vida política y económica como le plazca, ya que se ha aceptado  con carácter general el principio de que todos los pueblos tienen derecho a escoger el régimen que les convenga. Tal principio justifica el comunismo y el semicomunismo, igual que el fascismo o cualquier otra forma política y social, y el mundo occidental renuncia, mediante este principio recientemente repetido por Truman, a cualquier intervención en los países más allá del telón de acero. Se acepta tácitamente que allí mande el Kremlin, mediante sus ‘quislings’ y que intente derribar a quienes no le obedecen ciegamente.

Los Estados de la Unión Oriental [COMECON] o soviética se ayudarán mutuamente en todos los terrenos, como es natural. Habrá en ella, desde luego, más disciplina que en el Bloque occidental, porque el temor es el principio de la sabiduría, y si bien Tito aún se mantiene, ningún colega suyo envidiara su posición. Cada país producirá lo que Moscú le ordene, actuará sin réplica mientras que en el Oeste cada uno actúa con sus ideas propias. Se dice que Checoslovaquia será el principal centro industrial de la Unión; de algún modo hay que agradecer la hábil y enérgica actuación de Gottwald, para derribar la semidemocracia de Benes y Masaryk. La lucha se ha entablado ya abiertamente entre los dos bloques, en los que ha quedado dividida Europa. Por lo menos, la Unión Oriental [COMECON] ha arrojado el guante; pronto veremos si el Occidente se decide a recojerlo.

El Análisis

¿Solidaridad soviética o nueva dependencia?

JF Lamata

La creación del Consejo para la Ayuda Económica Mutua (COMECON) este 25 de enero de 1949 marca un nuevo paso en la consolidación del bloque del Este bajo el liderazgo de Moscú. En un momento en que Europa aún trata de levantarse de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, la iniciativa parece, en la superficie, un intento loable de coordinación y reconstrucción entre naciones que comparten un mismo modelo económico y una historia reciente de devastación. Albania, Hungría, Bulgaria, Polonia, Rumanía, Checoslovaquia y, por supuesto, la Unión Soviética, se comprometen así a una cooperación basada en la planificación estatal, el apoyo tecnológico y la autosuficiencia económica frente al “imperialismo” del Plan Marshall, como repiten los discursos oficiales de los firmantes.

Pero más allá de los comunicados, la realidad del COMECON parece encerrar algo más profundo: el afianzamiento de una jerarquía económica con Moscú en la cúspide. La URSS se posiciona no sólo como garante ideológico de las nuevas repúblicas populares, sino como centro distribuidor de materias primas, tecnología y crédito. La exclusión deliberada de Yugoslavia no deja lugar a dudas: no hay espacio en este esquema para los que osen practicar un socialismo autónomo. Lejos de ser una réplica del Plan Marshall —que aunque interesado, permite a sus receptores cierta soberanía—, el COMECON puede convertirse en una telaraña económica de dependencia recíproca… en la que sólo uno maneja los hilos. Stalin ha logrado unir bajo su mando político a los gobiernos del Este; ahora busca encadenar también sus economías.

JF Lamata