8 septiembre 1990

Las drogas acaban con la vida de la antigua presentadora infantil Sonia Martínez

Hechos

En septiembre de 1994 falleció Dña. Sonia Martínez.

Lecturas

Fracaso multiorgánico y sepsis generalizada: un frío parte médico como desenlace de una vertiginosa bajada a los infiernos que comenzó en cuento de hadas. Es la historia de Dña. Sonia Martínez, prometedora estrella de la televisión a los 16 años, toxicómana y víctima mortal del sida cuando estaba a punto de cumplir los 31.

Dña. Sonia Martínez murió en la clínica madrileña de La Concepción. Fue enterrada en el cementerio de Fuencarral, aunque la escueta noticia de su fallecimiento no llegó a conocerse hasta ayer. Su padre, su hermana y su ex marido fueron las únicas personas que acudieron al sepelio.

«No era ni la sombra de lo que fue», afirmó ayer una persona que estuvo en contacto con ella y su familia hasta el final. Lo mismo debían de pensar los lectores de la prensa del corazón, donde aparecía regularmente desde 1989 -cada vez más deteriorada- para contar la sucesión de sus desgracias.

Efectivamente, sus últimas fotografías en nada recuerdan a la subcampeona de natación de Castilla que en 1982 se presentó a las pruebas del concurso 3,2,1… Contacto. Con él se dio a conocer, y luego le ofrecieron otros programas, como el infantil Dabadabada, al principio de su época dorada.

Su popularidad le franqueó las puertas de la «jet» y se relacionó con asiduos del «couché» como D. Cayetano Martínez de Irujo, D. Daniel Dicenta y D. Maximiliano de Habsburgo. Debutó en el cine con Epílogo, de D. Gonzalo Suárez, y protagonizó después Violines y trompetas, de D. Romero Marchent.

Pero el sueño duró poco: unas fotografías en «top less» aparecidas en la revista Interviú a mediados de 1985 escandalizaron a los directivos de TVE y le costaron el despido. Poco después murió su madre, Sonia sufrió su primera depresión importante y empezó una cuesta abajo desenfrenada.

De nada sirvió que le ganara un pleito a TVE por el que tuvo que ser readmitida. Volvió a presentar algunos programas, como En la naturaleza, pero en 1988 abandonó su trabajo para trasladarse a Burgos, siguiendo a un deportista del que estaba enamorada. Tampoco allí tuvo suerte. Perdió el bebé que esperaba y su relación sentimental fracasó. Sus depresiones se agudizaron y para 1989, casi sin darse cuenta, la heroína la tenía «enganchada».

Su boda con D. José Manuel Padilla -una persona ajena al mundo de noctámbulos en el que habitualmente se movía- no tuvo un efecto benéfico. Sonia recorría los centros de desintoxicación, desde Portugal a Chile, con escaso éxito. En 1990 se enteró de que era portadora de anticuerpos del sida y estaba embarazada.

La mala suerte seguía cebándose en ella: perdió aquel hijo, pero al año siguiente consiguió dar a luz a una niña, Yaiza, que nació con anticuerpos de su misma enfermedad.

Cuando la pequeña sólo tenía un mes, Dña. Sonia fue detenida con su bebé a cuestas y varias papelinas de droga, acusada de presunto delito de tráfico de estupefacientes. Su marido, también toxicómano entonces, no pudo hacerse cargo de la niña.

Yaiza fue a parar a un centro tutelar de menores y quedó más tarde bajo custodia de su abuela paterna. «No tengo la cabeza en mis cabales como para ocuparme de una recién nacida», declaraba su madre.

Sonia agotaba el filón de sus relaciones para salir adelante. Vendía exclusivas de los pormenores de sus recuperaciones, recaídas, abortos y embarazos y pedía dinero a todo el que se dejaba. Ella misma reconocía en una entrevista que había desarrollado grandes dotes de actriz para inspirar compasión a la gente.

Aunque se quejaba de la falta de ayuda, muchas personas no le dieron la espalda: D. José María Cano, del grupo Mecano, consiguió introducirla en la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. D. José Navarro Prieto («Pepe Navarro») recaudó para ella cinco millones de pesetas en un programa de televisión. Una agencia periodística le financió un tratamiento. En vano.

La noche del 3 al 4 de septiembre la pasó ingresada en La Concepción. Sólo un hombre de 51 años, con el que había compartido sus últimos meses de vida, estaba junto a su cama. Pese a sus buenos propósitos -«pronto estaré recuperada», decía siempre a la prensa- la chica que a los 16 años lo había tenido todo estaba a punto de quedarse sin nada.