10 marzo 1981

Junto a Alfonso de Borbón son señalados el marqués de Villaverde, el periodista Antonio Izquierdo o los ex ministros Fernando de Santiago, José Utrera Molina y José Antonio Girón de Velasco

Lluvia de querellas contra la revista SÁBADO GRÁFICO por vincular sin pruebas al Duque de Cádiz y otras personalidades con el 23-F

Hechos

La publicación del 10 de marzo de 1981 en la revista SÁBADO GRÁFICO se publicó una portada en el que se señalaba a personas que podían estar implicadas en el 23-F.

Lecturas

EDITORIAL DE SÁBADO GRÁFICO TRAS LAS QUERELLAS (17-3-1981)

QUERELLAS Y COHERENCIA  

Uno de los figurantes de la portada de SÁBADO GRÁFICO de la pasada semana, Alfonso de Borbón-Dampierre, querellante, entre casi una docena más, contra este semanario, al parecer por considerarse injuriado, declaraba en la revista ¡HOLA! Del 14 de marzo sobre el golpe del teniente coronel Tejero lo siguiente: “Sin perjuicio del hecho de condenar esta intentona, en cuanto a la forma en que se realizó, creo que de todo hay que sacar la debida lección”. Textual. Nosotros, en cambio, en el informe de Juan del Valle, pretexto para las citadas querellas, decíamos textualmente del primo de S. M. el Rey lo siguiente: uno de los puntos adoptados durante la reunión civil del 17 de octubre en la avenida Islas Filipinas de Madrid, era pedir el reconocimiento del Gobierno salido del golpe a una serie de países. “Para gestionar este reconocimiento, los reunidos mencionaron los nombres de Alfonso de Borbón-Dampierre, Cristobal Martínez Bordíu y Luis Valero Bermejo. Tampoco se pudo comprobar si estas personas habían sido o no consultadas para implicarlas en la operación y, si lo fueron, si aceptaron”. Todo un pedazo de injuria ¿Verdad?

De este tenor fueron prácticamente todas las informaciones facilitadas en relación con las personas que, metódica y sistemáticamente, han ido querellándose contra esta revista. Nada podemos hacer sino, desde el estrado de papel que es un periódico, argumentar nuestra postura para conocimiento de los lectores y para ilustración de quienes – queremos creer que prematura e irreflexivamente – se han lanzado sobre el Juzgado de Guardia a depositar sus escritos de demanda.

Tenemos la convicción de que buena parte, si no la mayoría de los aludidos, tenían repartidos papeles en una situación de posgolpismo triunfalista. Sin embargo en nuestra prudencia informativa y en nuestro deseo de rigor, ninguno de los querellantes ha sido tildado de participante activo en la conspiración, sino a título de filtraciones informativas o de especulaciones salidas del propio seno de los golpistas. Nada más sencillo, considerando el tono correcto y mesurado de nuestra información, que una carta de aclaración si era estimada oportuna, que hubiera aparecido en toda su dimensión informativa. La filiación política de estos señores es inequívoca, o, al menos esa impresión han dado y dan públicamente.

Caso aparte es el diario EL ALCÁZAR y su director, Antonio Izquierdo. Nos es imposible decir que estamos frente a él, o a él frente a nosotros, porque en esta Casa no hay adscripción política alguna, ni la hubo en los criticados tiempos del franquismo, ni definición partidaria en esos años de insegura democracia, ni tomaremos partido en el futuro. Si fuera obligado tomarlo, cada persona realizará su libre albedrío y este semanario desaparecerá como el medio independiente que siempre fue. Ciertamente EL ALCÁZAR y su batallador director era señalado en directo como alentadores de una línea de transformación drástica, incluso por caminos no pacíficos, de la política española; pero esa trayectoria viene de antiguo y su reacción es la que más nos ha sorprendido a causa de su incoherencia.

Por chocante que parezca, los protagonistas dialécticos y morales del atentado más grave cometido contra el curos actual de la Historia de España se han crecido con el fiasco del fallido golpe de Estado. Se agarran con visible compalcencia al pretérito 10 de agosto, como ensayo general de un 18 de julio, fecha que debería llenar de horror y vergüenza a las generaciones presentes, porque fue punto de partida para que los españoles se mataran entre sí.

Desde estas páginas, sin excepciones, hemos mantenido posturas de respeto y afecto a nuestras Fuerzas Armadas y de Orden Público, porque sin ellas no sería posible la débil y quebradiza convivencia, que nunca acaba de afirmarse entre nosotros. Y es, como se dice en otro lugar de este número, la ceguera y la codicia de los políticos de chaqueta lo que presiona y empuja, buscando el propio beneficio, el protagonismo de las armas. Ha quedado claro, por esta vez al menos, que los institutos armados, bajo la dirección del Rey, y sacando fuerza, serenidad y sosiego de una más que comprensible irritación, decidieron proteger este sistema, tan desvalido aún que espera y necesita su amparo.

Nuestra historia y la ajena está llena de gestas de gentes bragadas que pelearon por un Rey niño o una Reina niña; lo hicieron precisamente, por la indefensión natural que solicitaba brazos fuertes; tan torpe, vacilante e indefensa es nuestra democracia y nuestra Constitución, que lo que necesitan es el brío y la hombría de cuantos pueden y deben protegerla. Protegerla, incluso de sus propias experiencias.

Director: D. Germán Álvarez Blanco