7 julio 2006

Las Víctimas del Terrorismo encabezadas por la madre de Joseba Pagazaurtundua consideran la reunión como una traición y la asociación 'Manos Limpias' anuncia una demanda contra los participantes

Los líderes del PSE, Patxi López y Ares se reúnen públicamente con la ilegal Batasuna para favorecer la negociación con ETA

Hechos

  • El 6.07.2006 se produjo una reunión en público entre D. Rodolfo Ares y D. Paxi López, representando al PSE y Arnaldo Otegi, Rufi Exteberría y Olatz Dañobeitia representando a Batasuna / ETA.

Lecturas

El 6.07.2006 se produjo una reunión en público entre D. Rodolfo Ares y D. Paxi López, representando al PSE y Arnaldo Otegi, Rufi Exteberría y Olatz Dañobeitia representando a Batasuna / ETA.

Mientras la ‘reunión’ se producía en el hotel Amara Plaza, a las afueras del lugar, un grupo de víctimas del terrorismo encabezadas por Dña. Pilar Ruiz, la madre de D. Joseba Pagazaurtundua (miembro del PSE asesinado por ETA) se manifestaban contra ellos a las puertas acusando a los Sres. López y Ares de ‘traidores’.

Por su parte la organización ‘Manos Limpias’ anunció una demanda contra los dos políticos socialistas por considerar que se habían reunido con una organización considerada por los tribunales como parte de ETA.

07 Julio 2006

Foto forzada

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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La reunión de ayer en un hotel de San Sebastián entre sendas delegaciones del PSE y la ilegalizada Batasuna resulta un ejemplo depurado de las tensiones diversas y a veces contradictorias que afloran en el ensayo iniciado por el Gobierno para poner fin a la violencia de ETA. La estudiada frialdad del encuentro denota lo forzado de la gestación de esa foto, reclamada por la izquierdaabertzale para superar el momento crítico que atravesó el proceso a finales de mayo.

Pero la escenificación de la cita, casi propia de la diplomacia de la guerra fría, así como las valoraciones hechas por Patxi López y Arnaldo Otegi, revelan también la visión divergente que de ese proceso tienen ambas partes. Para los socialistas, el objetivo es acelerar la desaparición de ETA -un sangriento anacronismo en la Europa del siglo XXI- sin pagar un precio político y dentro de los márgenes de la ley. El propósito de Otegi y los suyos es intentar transformar en una victoria política la derrota del terrorismo y dar sentido a su absoluta falta de justificación.

Es comprensible que un encuentro público entre las cúpulas del PSE y de un grupo situado al margen de la ley sea objeto de controversia. Máxime cuando los socialistas vascos sostuvieron en el pasado que no se verían con Batasuna mientras fuera ilegal. Sin embargo, el derecho a discrepar de ese gesto, o a valorarlo como una concesión, no debe conducir a la infamia de dudar de la intención con que se hizo, ni, aún menos, convertirlo en una suerte de increíble rendición a ETA. Más allá de toda desmesura, a la presidenta del PP vasco, María San Gil, debió traicionarla el subconsciente cuando comparó la reunión de ayer con la que mantuvieron Franco y Hitler en Hendaya. Especialmente, después de la falta de adhesión de su partido a la condena al régimen franquista en el Parlamento Europeo. No deja de ser chocante que el partido que se presenta más beligerante contra el terrorismo sea a la vez el más dispuesto a concederle victorias gratuitas por actuaciones del Gobierno con las que se puede estar o no de acuerdo, pero que sólo desde el prejuicio más grosero cabe considerar como peajes cobrados al Estado de derecho.

Con el anuncio de Zapatero del inicio del diálogo del Gobierno con ETA para su desarme y con la cita política de ayer, el llamado proceso entra en un periodo de mayor transparencia, y los deberes pasan al terreno de la organización terrorista y de su brazo político. Otegi ha calificado de «históricas» ambas iniciativas, pero sólo ha tomado de ellas la lectura que le ha interesado. Sabe, sin embargo, que el tiempo apremia sobre todo a la izquierda abertzale, si quiere concurrir a las próximas elecciones municipales. Y sabe también que no habrá una segunda foto mientras no presente en la ventanilla del Ministerio de Interior los estatutos de una nueva formación política que cumpla los requisitos democráticos de la Ley de Partidos. A ese momento, cuando se desmarque sin ambages de la violencia y ETA anuncie su disolución, sí podrá aplicársele con propiedad el calificativo de «histórico».

07 Julio 2006

El alarde de Batasuna

ABC (Director: José Antonio Zarzalejos)

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La reunión que ayer mantuvieron el Partido Socialista de Euskadi y la organización ilegal Batasuna demostró la superioridad que en todos los terrenos ha adquirido ETA frente al Gobierno en los inicios de este llamado «proceso de paz». Mientras Patxi López se perdía en disquisiciones inefables sobre la finalidad de la reunión -el apostolado democrático con Otegi y compañía-, pero aceptando que la izquierda proetarra estará en la negociación de un nuevo marco político para el País Vasco, Arnaldo Otegi dio a conocer, sin medias tintas, su nueva victoria política, el nuevo terreno ganado al Estado en este proceso de reversión de la derrota de ETA. No es bueno que la sociedad española tenga que enterarse por Otegi,« Gara» o la propia ETA de lo que han estado haciendo los socialistas y el Gobierno de Rodríguez Zapatero en los últimos tiempos para propiciar la negociación política con los etarras. Pero esta es la pauta que se ha impuesto en un proceso que se sostiene sobre la ocultación consciente de una verdad que ayer hizo dramática presencia en la indignación de Pilar Ruiz, madre de Joseba Pagazaurtundua, cuyas lágrimas se alternaban con acusaciones de traición a Rodríguez Zapatero y a Patxi López.
Por eso, el problema del Gobierno es de una falta total de crédito para asegurar a los ciudadanos españoles unos mínimos éticos y políticos en su negociación con ETA. Ayer, Arnaldo Otegi reconoció -otra vez, pero ahora con agravante al hacerlo en la cara de Patxi López- que Batasuna y el PSE llevaban años con «canales de comunicación» y que esa comunicación es lo que permitió llegar a la reunión de ayer. Pues bien, no puede pasar un día más sin que el secretario general del PSOE -y, a la sazón, presidente del Gobierno- dé una cumplida explicación de esos contactos y de sus contenidos, pues habrá de presumirse que se celebraron con su conocimiento y autorización. Además, habrá de ratificar o desmentir a Otegi cuando, en la declaración posterior a la reunión, dio a entender de forma inequívoca que el PSE aceptaba la propuesta de Anoeta, es decir, el método diseñado por ETA para la negociación política sobre el futuro del País Vasco; y que también aceptaba que, al final de este proceso, habría de respetarse, sin límites ni condiciones, la voluntad de los vascos, es decir una consulta de autodeterminación.
Se ha criticado con dureza a quienes anticiparon hace semanas que el Gobierno y ETA compartían agenda, pero los acontecimientos han confirmado no una coincidencia de mensajes, sino una secuencia común de decisiones y mensajes convergentes por ambas partes. Ayer se hizo patente. Si ETA estaba derrotada, nada de lo que está sucediendo tiene justificación. Todo lo contrario, pues conduce a evitar la derrota incondicional de ETA y su trueque por un final convenido, y no del terrorismo, sino del orden constitucional y estatutario del País Vasco. Ayer mismo, el secretario de organización del PSOE reconoció que, con Batasuna legalizada, en la mesa política se puede hablar del derecho de autodeterminación. Este tactismo de brocha gorda revela que la legalización de Batasuna es necesaria no tanto para el brazo político de ETA, como para que el PSOE pueda lavar su conciencia y decir que no es con ETA con la que negocia políticamente, sino con una formación a la que se habrá legalizado en proceso de simple cirugía estética.
La reacción del Partido Popular al anunciar su desvinculación de los acuerdos que alcance el Gobierno con ETA y Batasuna es coherente con su posición inicial y da seguridad a una buena parte de la sociedad española. El Gobierno ya está avisado de que el PP no está simulando. Su oposición es de principios y no de oportunidad, lo que debería llevar a Rodríguez Zapatero a asumir que su gestión precipitada y progresivamente débil de este proceso de negociación ha hecho imposible de antemano el consenso que demandaba la sociedad española. Ayer, Batasuna marcó las reglas de un proceso que nunca debió comenzar así.

07 Julio 2006

Una foto bochornosa para el estado y para las víctimas

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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La foto tomada ayer en un hotel de San Sebastián que reúne en torno a una mesa con apropiado tapete negro a los máximos dirigentes socialistas vascos y a los líderes de un partido ilegalizado por su identificación con ETA hubiera sido impensable hace tres meses. En la hoja de ruta esbozada tras el alto el fuego de ETA, Zapatero dijo que primero sería «la paz» y luego «la política». La foto de ayer ha alterado los factores y el interés de Batasuna por legitimarse políticamente se ha situado por encima del respeto a la Ley. Incluso la estética del encuentro fue más propia de los mítines proetarras que de los actos socialistas.

El PSOE ha sobrepasado así una de las líneas rojas que había puesto el PP para respaldar la negociación con ETA. La mejor evidencia de esta vulneración de la legalidad son las declaraciones de Patxi López. El líder del PSE prometió que su «foto inédita» con Otegi no se volverá a producir hasta que «la izquierda aberztale se aleje del entorno de la violencia». Si bien este anuncio es coherente con el objetivo oficial fijado por el PSOE, la expresión «no lo volveré a hacer» es el reconocimiento expreso de alguien que ha incurrido en una conduta reprochable. López y Zapatero saben de sobra que la reunión con Batasuna es una burla al Estado de Derecho, al Tribunal Supremo que ilegalizó Batasuna, a la Ley de Partidos -votada por el PSOE- que propició la ilegalización y a las víctimas del terrorismo. Ahí está la otra foto de ayer, el dramático testimonio de la madre del asesinado edil socialista Joseba Pagaza, calificando de «traidores» y «sinvergüenzas» a los dirigentes del PSOE.

Las declaraciones de López y de Otegi al finalizar el encuentro -pactadas en igualdad de condiciones- subrayaron la importancia de la foto. «Histórica», dijo el proetarra. «Inédita», señaló Patxi López. Ambos coincidieron, además, en glosar la «sinceridad» de un encuentro que duró una hora, tiempo que se antoja breve para la trascendencia de lo que estaba encima de la mesa. No hay tal sinceridad. Ninguno de los partidos adelantó cuáles son los límites del proceso abierto tras el alto el fuego de ETA. Además, hay en el contenido de las declaraciones del dirigente socialista un tono de ruego a Batasuna algo chirriante, puesto que no son los demócratas quienes deben suplicar a Otegi que vuelva a la legalidad, sino la formación ilegalizada la que tiene que demostrar que abandona el camino de la violencia.

Batasuna tiene, pues, la foto «histórica» que buscaba para blanquearse políticamente. Para el PP -y para muchos españoles- ésta es la «foto de la rendición», según la calificó María San Gil. El PP vasco llevará a los tribunales a Patxi López, una iniciativa probablemente destinada al fracaso, aunque sea admitida a trámite como la querella del Foro Ermua contra Ibarretxe por reunirse con Otegi. La foto, bochornosa en cualquier caso, ha roto toda posibilidad de entendimiento entre el Gobierno y el PP. Rajoy señaló ayer que el presidente del Gobierno ya no representa al Estado. Una acusación falsa en su sentido literal, pero muy expresiva de la brecha que se está abriendo entre Gobierno y oposición. Ya veremos si Batasuna responde a la concesión de Zapatero con su alejamiento de la violencia. Desearíamos que así fuese, aunque lo ocurrido ayer no hace sino reforzar nuestro escepticismo y preocupación sobre el horizonte final de este proceso.