1 febrero 1908

El hijo menor del monarca, Manuel, también fue herido, pero sobrevivió y será el nuevo Rey

Magnicidio en Portugal: asesinados a tiros el Rey Carlos I y su hijo mayor, el heredero Luis Felipe por pistoleros republicanos

Hechos

El 1.02.1908 fue asesinado Carlos I de Portugal y su hijo D. Luis Felipe.

Lecturas

Los asesinos Alfredo Costa y Manuel Buiça murieron en el acto tiroteados por la guardia real.

El rey Don Carlos I de Portugal y el delfín D. Luis Felipe, han muerto en el Terreiro de Paço, Lisboa, víctimas de un atentado cometido por un grupo de carabineros. Carlos I, que había accedido al trono en 1889, se mostró como un diplomático hábil y un politico firme. Tras ordenar una disminución del número de representantes y recordar las atribuciones del Parlamento, en 1906 encargó a su primer ministro Joào Franco, que instaurará una dictadura administrativa. En su intento de moralizar y modernizar la vida pública y las instituciones, el monarca se enfrentó al mismo tiempo con los republicanos y con un sector del Partido Monárquico. Según la ley vigente a estos efectos, le sucederá en el trono el infante Don Manuel.

La Monarquía se mantendría en Portugal en octubre de 1910. 

El Análisis

Balas en Lisboa

JF Lamata

Los ecos de los disparos en la Plaza del Comercio de Lisboa no sólo han segado la vida del rey don Carlos I y de su heredero, el príncipe don Luis Felipe, sino que han puesto fin a cualquier ilusión de estabilidad en la vecina monarquía portuguesa. A plena luz del día, y ante los ojos de sus súbditos, pistoleros republicanos bien organizados abatieron al soberano y a su primogénito mientras recorrían la ciudad en carruaje. Un atentado que mezcla teatralidad trágica con premeditación política, y que ha sacudido los cimientos del trono luso.

No es que don Carlos I fuera querido por su pueblo: sus años en el trono se vieron marcados por la corrupción política, la bancarrota del Estado y el creciente autoritarismo. La concesión de poderes extraordinarios al presidente del Consejo, don João Franco, acabó por enervar tanto a republicanos como a monárquicos liberales. La represión, lejos de contener el malestar, lo exacerbó. Portugal no estaba en calma, y ahora sabemos que algunos no se conformaban con escribir panfletos: preferían escribir historia con pólvora.

El nuevo rey, don Manuel II —un adolescente aún, y el único varón superviviente de la familia real— hereda una corona manchada de sangre y un país al borde del abismo. El magnicidio ha sido el golpe más duro a la monarquía portuguesa desde su fundación. Si la violencia de los hechos ha horrorizado a Europa, la rapidez con la que los republicanos han llenado las plazas augura un futuro aún más turbulento. Portugal ha amanecido sin rey… y quizá pronto sin monarquía.

J. F. Lamata