1 marzo 2020

Marius Carol ha pasado el difícil trago de dirigir el periódico durante 'el procés'

Marius Carol reemplazado como Director de LA VANGUARDIA por Jordi Juan, considerado más próximo a ERC

Hechos

El 1 de marzo de 2020 LA VANGUARDIA informó del nombramiento de Jordi Juan como nuevo Director en sustitución de Màrius Carol.

Lecturas

El 1 de marzo de 2020 D. Jordi Juan Raja es nombrado nuevo director de La Vanguardia en sustitución de D. Marius Carol Pañella por decisión del Grupo Godó que controlan D. Javier Godó Muntañola y su hijo D. Carlos Godó Valls.

El cambio de director es interpretado como una nueva apuesta editorial del Grupo Godó para acercarse a ERC y a D. Oriol Junqueras Vies.

15 Junio 2018

LA TERCERA VÍA DE ‘LA VANGUARDIA’

Felipe Sahagún (Luis Oz)

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CUATRO AÑOS Y MEDIO como director de La Vanguardia han convertido a Màrius Carol en testigo privilegiado de la crisis más grave que vive España desde hace siete años y en actor principal de la adaptación del diario al tsunami.

Tras 12 años de apuesta casi incondicional por una CiU cada vez más independentista y marginal bajo la dirección de José Antich, la quinta generación de la familia Godó, que dirige la nave fundada en 1881 por la burguesía catalana del Partido Liberal, encargó a Carol corregir el rumbo.

«Pew Research reconocía hace pocos meses en un estudio de los principales medios de comunicación en ocho países europeos (y de siete medios españoles), que somos el medio más neutral de España», afirmó el martes en los desayunos del Foro de la Nueva Comunicación.

En las memorias del ex corresponsal y columnista del diario Joaquín Luna, dijo, «se describe mi llegada a la dirección el 16 de diciembre de 2013 como un retorno a la centralidad de Horacio Gerrero». Un periódico nacido para ser faro y espejo de Cataluña se había quedado sólo en espejo.

En el estudio del think tank estadounidense La Vanguardia aparece, con 68 puntos, como «el medio más neutro e imparcial» de los españoles incluidos en la encuesta, un reconocimiento de que el golpe de timón está dando sus frutos.

Enumeró algunos de los más de 40 editoriales publicados por el diario en los últimos meses sobra el independentismo a la brava –»país a la deriva», «nos llevan contra las rocas», «urnas ya»…–, recordó la apuesta permanente del periódico por el diálogo, la negociación y el pacto, y reconoció su fracaso en el empeño de sujetar las bridas de la bestia.

«Todos hemos perdido algo en este choque de trenes», afirmó. «Aunque nunca hemos dado un mal consejo, hemos perdido unos cuantos lectores por el camino». El criterio del editor y propietario principal, Javier Godó, en los momentos más críticos se resume en esta frase: «Hagamos un diario del que nos sintamos orgullosos».

«Intentamos buscar una tercera vía y fracasamos», confesó. «Nos dejaron en vía muerta…, pero hoy La Vanguardia puede volver a ser un punto de encuentro. Espero que seamos capaces de reconstruir una nueva normalidad y sumar gente a este proyecto. El primer pacto debería ser entre los propios catalanes, que están divididos (47-53), un empate que no va a durar. Deberíamos firmar un pacto de no agresión, comprender las razones del otro y buscar una salida».

Según Carol, los dos hechos que casi hacen naufragar la democracia española fueron el recorte del Estatuto Catalán por el Tribunal Constitucional en 2010 –ni una palabra sobre los gravísimos errores que condujeron a la aprobación de un estatuto inconstitucional en Cataluña– y la crisis económica, que llevó a (Artur) Mas a «poner rumbo a Ítaca».

16 Enero 2020

El periodismo ganó

Salvador Sostres

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«La sustitución de Màrius en este momento es otro desafío al momento político»

Javier Godó, conde de Godó, ha anunciado que Jordi Juan será el próximo director de La Vanguardia. Tomará las riendas el 1 de marzo. Atrás quedará la era de Màrius Carol, que ha liderado el periódico durante los últimos 6 años, seguramente los más delicados desde su fundación.

José Antich, director entre los años 2000 y 2013, hizo una extravagante apuesta separatista durante el último año de su mandato, que perjudicó gravemente a La Vanguardia, situándola en el extremo marrón de la política catalana, y desde luego comprometió la relevancia institucional de su editor, que nunca ha sido partidario de la confrontación ni de las estridencias. Màrius heredó un periódico desnortado en un contexto de una gran tensión en la sociedad catalana, y el independentismo le recibió como un Judas y tuvo que soportar toda clase de presiones, insultos y amenazadas.

Muriel Casals, que guardaba su famosa sonrisa para la propaganda y las fotografías, acudió un día a su despacho a amenazarlo con un nuevo «caso Galinsoga» si cambiaba de línea. A la vez, los sectores más moderados de la sociedad catalana le pedían que el diario volviera a atracar en la bahía de la tranquilidad. Y pese a que Màrius tiene un carácter fuerte, y los que hemos acudido con él al Camp Nou conocemos su impetuoso carácter, halló la templanza, el tono y la sutileza para poco a poco ir secando lo que se había inundado y devolvió a La Vanguardia a la centralidad que siempre había ocupado. Tal vez no hayan sido unos años especialmente brillantes, porque nada en Cataluña ha sido especialmente brillante en los últimos años. Tal vez el trabajo ha sido tan de orfebre que no se ha notado el cuidado, pero el periódico que dejó Antich, hortera y radicalizado, no tiene nada que ver con el equilibrio con que Màrius ha conseguido ser la cabecera líder de España en su edición digital y la segunda en su edición impresa.

La Vanguardia es hoy -en su conjunto- el único periódico verdaderamente influyente en Cataluña, comete muy pocos errores no forzados, y ha conseguido abandonar los postulados más radicales sin ofender en exceso a los independentistas. Le ha quedado pendiente sustituir a Pilar Rahola por un columnista de referencia que entronque con la mejor tradición de la casa, pero la mayor bacallanera que han dado las letras y yo diría que hasta las bacaladerías catalanas, no tiene la influencia que tenía y ha sido claramente relegada. Pero pese a esta tara, que no sólo puede ser corregida, sino que tiene que serlo, Carol puede sentirse orgulloso del trabajo realizado: por la dificultad que tenía y por la finura con que ha procedido. Cuando Javier Godó le agradezca los servicios prestados, lo hará de corazón. Ha tenido en Màrius a un servidor atento y disciplinado, que no se ha dejado llevar por sus impulsos, a pesar de tenerlos, y el periodismo le ha ganado una batalla al panfleto en un tiempo en que casi todo son panfletos, y de una grosería imperdonable. Basta con leer El Nacional para entender en qué habría quedado convertida La Vanguardia si Antich hubiera continuado al frente.

Es importante detenerse en este detalle, porque si la tradición en La Vanguardia era cambiar al director cuando el Gobierno cambiaba, y así fue cesado Juan Tapia, el director completo, inteligente y brillante de la historia del periódico, y el que mayor proyección pública supo darle al cargo; el cese de Antich tuvo lugar en los años de plomo del proceso independentista, cuando más poder tenían sus valedores y en mejores condiciones estaban de agasajar al Grupo Godó con toda clase de subvenciones, directas e indirectas. Javier tuvo la valentía de nadar contracorriente para salvar la independencia de su diario y se enfrentó al poder sustituyendo a Antich por Màrius. Lo digo porque aunque sé que no voy a cambiar los demasiado dañados cerebros de mi generación, me gusta dejar constancia de los pocos gestos dignos y valientes que se han producido en los últimos tiempos. He sido muy duro escribiendo sobre La Vanguardia y muy concretamente sobre la figura de su editor. Pero nunca he dejado ni dejaría de reconocerle los méritos. Entre ser cruel -e incluso maleducado- y ser un mezquino, están la mayor parte de las cosas que la prensa catalana no entiende -y así se arrastra.

Del mismo modo, la sustitución de Màrius en este momento es otro desafío al momento político -aunque no tan significativo como el de 2013. Carol es quien tiene la relación privilegiada con Pedro Sánchez y por primera vez, el periódico de referencia de La Moncloa es catalán. Jordi Juan no es especialmente antigubernamental, pero desde luego no tiene la proximidad con el presidente que tiene el que pronto será su predecesor en el cargo. La próxima vez que alguien -y me incluyo- quiera darle lecciones de valentía a Javier Godó, tendrá que estar seguro de poder responder por ellas si algún día vienen a reclamárnoslas. Javier ya lo ha hecho, y dos veces en seis años.

Se dice de Jordi Juan que es el primer director de Carlos Godó, el heredero de Javier. Es poco aproximado. Que tenga una excelente relación con Carlos no significa que no sea un director de la plena confianza del editor, con quien mantiene una relación de la máxima proximidad y confianza. Los que dan por inminente la sucesión al frente del Grupo Godó, tendrían que comprarse un gran retrato de Isabel Windsor.

Juan, que ha liderado en los últimos años la edición digital de La Vanguardia, convirtiéndola en líder en toda España siendo una cabecera catalana -insólito- tiene el reto de aunar las dos redacciones y de volver a convertir la información y la opinión en un negocio rentable: no será fácil. Nunca antes se había leído tanto lo que escribimos y nunca antes los lectores habían pagado tan poco por ello. Dicho de otro modo, tenemos el producto, tenemos a los clientes pero no sabemos cómo cobrarles. Si Jordi descubre al fin cómo hacerlo, éste será su mayor legado.

El independentismo está más contento que triste con este cambio, pero el conde de Godó ya escarmentó con Antich y no habría tomado esta decisión si viera algún riesgo de involución ideológica. Y además, el instinto de supervivencia de Jordi Juan está demasiado musculado para dejarse arrastrar a la parte del agua que se convierte en fango. Si lo que parece tranquilo no muda en trifulca y esto, pese a los buenos propósitos, no lo sabremos hasta pasado un tiempo, será la primera vez que una sucesión de esta naturaleza se produce sin trauma. Será el cuarto director de Javier desde que en 1987 tomara las riendas de la empresa, tras la muerte de su padre Carlos. Como dice Màrius, algo nostálgico por su cese, «aunque a veces se equivocan, al final los Godó siempre flotan. Los demás siempre llega un momento que nos hundimos. Ellos nunca. Nunca. Ellos siempre flotan».