8 enero 1981

Gran malestar en el Ejército por los constantes asesinatos de ETA sin que el Gobierno de UCD sea capaz de impulsar ningún tipo de política antiterrorista

Mensaje del General Galmes: «Que nadie confunda nuestro silencio, nuestra disciplina también puede inspirar acciones contundentes»

Hechos

El 6.01.1981 se celebró la Pascua Militar en Catalunya a la que asistieron el Rey Don Juan Carlos I y el ministro de Defensa D. Agustín Rodríguez Sahagún.

Lecturas

«Nadie debe confundir el silencio y la serenidad del Ejército, si la disciplina ha de inspirar prudentes abstenciones, también puede impulsar acciones decididas y contundentes si  amenazan los valores esenciales de la patria cuya defensa está encomendada a los ejércitos».

08 Enero 1981

La Pascua y el balance militar

Miguel Ángel Aguilar

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El mensaje del Rey, el discurso del ministro de Defensa y los de los jefes de Estado Mayor del Ejército, la Armada y el Aire, con motivo de la Pascua Militar permiten formular algunas consideraciones críticas sobre el balance que trazan de las actividades llevadas a cabo en este campo el pasado año, las perspectivas que señalan y la doctrina que establecen.En resumen, la breve intervención del Rey tuvo el carácter de una exhortación «a la unidad sin fisuras, que no consiente infiltraciones nocivas, el compañerismo, la entrega a la profesión, el respeto a las normas constitucionales y la fe y confianza en los mandos y en su jefe supremo. Y de rechazo a cualquier afán de mezclarse ni consentir que os mezclen en actividades políticas distintas de esa política elevada que a todos interesa: la de la grandeza y seguridad de España».

Estas afirmaciones compendian la doctrina permanente de los mensajes del Rey a las Fuerzas Armadas editados ahora en un volumen por el Ministerio de Defensa, y resaltan el papel fundamental que don Juan Carlos ha jugado en el ejercicio del mando supremo de las Fuerzas Armadas desde el 22 de noviembre de 1975. De su reconocimiento brota un extendido sentimiento de gratitud al que se ha hecho acreedor desde entonces ante el pueblo español.

Rodríguez Sahagún, protagonista

Algo ha quedado claro en esta última Pascua Militar: el acaparamiento de todo el protagonismo por parte del titular de la cartera de Defensa, Agustin Rodríguez Sahagún. La propia transición española -que arrancó con cuatro ministros militares en el Gabinete, uno de ellos con la condición de vicepresidente, y ha llevado después a la incompatibilidad legal de los militares en activo para el ejercicio de la política y a la fusión de todas las competencias en un único Ministerio de Defensa- explica el cambio de plano; en el escenario.

Ha sido el rey Juan Carlos quien ha restaurado el sentido y esplendor de la Pascua Militar y ha querido con sus mensajes prestar un servicio de primera magnitud. Enfrente, delante de las representaciones militares, un vicepresidente de uniforme, Fernando de Santiago, primero, y Manuel Gutiérrez Mellado, después, dieron la respuesta de la institución militar.

La nueva definición de la cadena de mando militar y su distinción de la rama político -administrativa con el nombramiento, que entonces se hizo posible, de un ministro de Defensa civil, en la persona de Agustín Rodríguez Sahagún, le han asignado a este último el pasado día 6 la condición de portavoz de la familia militar.

Especular con las intenciones

Y aquí es donde algunos estiman que, en puridad con el carácter de la fiesta, tal vez esa misión debería corresponder al general presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, como primera autoridad de la cadena de mando militar conjunto, todo ello sin cuestionar la dependencia del mando político, y, en particular, del ministro.

El Rey, en su mensaje a las Fuerzas Armadas, definió como una de las condiciones de la felicidad la de disfrutar de la tranquilidad de vivir en paz, «sin que se especule con vuestras intenciones o se imaginen hasta vuestros pensamientos».

En ese peligroso ejercicio, pero esta vez referido a la Prensa, parece adentrarse Rodríguez Sahagún cuando encierra en el mismo saco todos los intentos informativos sobre las Fuerzas Armadas, y da la impresión de atribuirles en bloque la pretensión de «dirigirse de una forma u otra a presionar, confundir o dividir y enfrentar a las Fuerzas Armadas».

Maniobras y rumores realizados desde el anonimato

A esas acciones que se realizan, «ya sea por maniobras de grupo o falta de sensibilidad, desde el sensacionalismo o el anonimato, desde el rumor inconsciente o la tergiversación manipulada», según el ministro, hay que ponerles referencias claras.

Además, los responsables del departamento deben impregnarse de que sólo un sentido de la anticipación informativa puede erradicar el rumor. Y, en todo caso, no debe olvidarse que la Prensa tiene deberes específicos, también en este campo, a los que ha hecho honor muchas veces de forma intachable, aunque no se le haya reconocido y en ocasiones tenga que asumir los costes de la incomprensión.

Otro es el caso de los medios informativos, que alardean de contar con el asesoramiento y la colaboración permanente de miembros de las Fuerzas Armadas, desde los cuales el propio Ministerio ha estimado muchas veces que se practica una permanente incitación a la rebelión y frente a los que no se percie la reacción adecuada.

Moral para ejercer autoridad

Algún general en activo con graves reponsabilidades de mando ha comentado el deterioro que en las unidades a su mando produce la lectura de determinado diario, ajustado a las características que la se describen. La respuesta ya en la ingenuidad cuando las autoridades competentes prefieren, para evitarse el mal trago, mantenerse de esas lecturas y no hacen nada por contrarrestar sus sobre los cuadros de mando.

Un principio de reacción parece advertirse cuando el ministro afirma que en la nueva sociedad, basada en el orden exclusivo del derecho, la obediencia a la ley puede ser exigida con más plenitud que en ningún otro sistema, precisamente porque las leyes han sido aprobadas por los representantes legítimos del pueblo.

Otros matices del discurso traslucen, sin embargo, una actitud muy cautelosa que asegura todo tipo de respeto a los derechos adquiridos y todo el gradualismo imaginable para la aplicación de cuanto se refiere a la nueva política personal. Ese es también el caso las seguridades ofrecidas respecto al carácter militar de la guardia Civil, con las que se intenta pulverizar la extraña maniobra del jumbo sindical García Carrés, cuyos insólitos apoyos no in sido debidamente esclarecidos.