12 octubre 1997

El comentarista del Grupo PRISA recuerda a MP que González fue su padrino de boda

Miguel Ángel Aguilar (EL PAÍS) afea a Martín Prieto (EL MUNDO) que insinúe implicaciones de Felipe González con la dictadura argentina

Hechos

El artículo del Sr. Martín Prieto en EL MUNDO el 11.10.1997 fue analizado por D. Miguel Ángel Aguilar en EL PAÍS el día 14.10.1997.

Lecturas

Miguel Ángel Aguilar Tremoya publica un artículo en El País el 14 de octubre de 1997 en el que recuerda que José Luis Martín Prieto, que ahora critica a Felipe González desde El Mundo olvida que ‘le tuvo que soportar’ como padrino en su boda Argentina. Martín Prieto le responderá desde el diario El

11 Octubre 1997

Carambola de Guerra Sucia

Martín Prieto

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Debe saber el juez Garzón que, admirablemente, se ha metido en un tinglado. Como resbale alguno, los demás estamos dispuestos a contarlo todo. Incluso lo de Felipe

El capitán de corbeta de la Armada argentina Adolfo Scilingo acabará, con su tardío arrepentimiento sobre los vuelos sin puertas que arrojaban detenidos drogados al Atlántico Sur, justificando de alguna manera los GAL, los desaparecidos o asesinados de aquí bajo mandato felipista. De paso sus deposiciones ante el juez Baltasar Garzón van a resultar un ventilador sobre la bosta que intentará poner en jaque a legítimos lobbies españoles. Amigos de toda la vida de Juan Luis Cebrián, gran recusador de jueces, y tomándose venganza de las sentencias de los padres sobre los sumarios de sus hijos, sabíamos de su capacidad para ciscarse en su señor padre. Me temo que en breve los demás tendrán esta tesis como aserto, porque es capaz de todo con tal de pasar incluso por encima del pagano de Jesús Polanco, diana de todas las iras que concita su empleado a quien es necesario taparle la bocaza para que no cante todo lo que sabe de la casa-matriz del gran defensor de las libertades informáticas en España.

Lo de Scilingo pasará por Sogecable a menos que Dios lo remedie. Este oficial naval argentino es un psicópata aun diciendo la verdad tal como la entiende, como reconoce el gran periodista de investigación argentino Horacio Verbisky, ex comandante de inteligencia montonero, autor de El vuelo donde el milico drena sus psicopatías asesinas. Scilingo está encantado de que Garzón le haga dormir en la cárcel de Carabanchel, que es la Villa de Voto de Buenos Aires. Tienen miedo sus conmilitones del refugiado en Madrid, al que quisieran matar si pudieran hacerlo con alguna impunidad, aplicarle la ley del silencio. Este asesino trocado en delator y para nada arrepentido, ni siquiera del alcohol o el Lexotanil, se está buscando lo suyo en España, su seguridad, su imposible paz interior y hasta su condumio. Habiendo habitado largamente entre ellos conozco a esta especie que tanto sirve y a cuanto el peso para un guiso o para un desaguisado.

La última broma macabra que nos podían contar es que los hijos del lunático del almirante Massera tenían algo que ver con Jesús Cacho, o yo mismo, casado con argentina, sufrido en su familia de tan aberrantes chupamientos, como si las diferencias contables de Sogecable se las hubieran inventado los marcianos de Javier Sardá en TELECINCO, manejada por Polanco y el cebrianita que le conduce a la ruina económica y política. La más absoluta miseria representada por el hijo de Cebrián y por el moribundo Pradera intentará, en la desesperación de su pérdida de clientes, enlazar Sogecable con la Escuela de Mecánica de la Armada, llevándose por delante cualquier fama bien ganada en su lid, para que los chorizos se amparen tras los asesinos de otras tierras y se embosquen bajo capa en que Martín Prieto andaba por ahí comiéndose a los caníbales.

Debe saber el juez Garzón que, admirablemente, se ha metido en un tinglado en el que el presidente Menem le llama a él (y no se pone) y hasta a Aznar para decirle: «¿Qué me hiciste pibe, con las inversiones que te dejé?». Como resbale alguno, los demás estamos dispuestos a contarlo todo. Incluso lo de Felipe.

Martín Prieto

14 Octubre 1997

Al Infierno

Miguel Ángel Aguilar

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MP induce con suavidad al lector la idea abierta la implicación de Felipe González - a quien MP tuvo que soportar como padrino de su boda - en los vuelos de la muerte organizados por la dictadura militar en Argentina,

Desde el fondo de la iglesia aquel vascorro expresó el sentir de la feligresía que llevaba casi media hora escuchando la minuciosa descripción de los tormentos de las postrimerías. Su voz se disparó espontánea frente a la catarata que caía desde el púlpito provisto del paño de las solemnidades. «Señor cura», dijo, «si hay que ir al infierno se va pero no nos acojone». Así que ni un minuto más pueden estar tampoco nuestros conciudadanos bajo amenazas de columnista alguno. Basta ya de jeroglíficos. Dígasenos cuáles son esos legítimos lobbies españoles que el juez campeador Baltasar Garzón intentará poner en jaque, según avisa el emepé [Martín Prieto «MP»] en su columna Bajo el volcán del pasado sábado. El público tiene derecho a conocer qué relación guardan esos «legítimoslobbies» con las declaraciones del ex capitán argentino y asesino confeso Scilingo en la Audiencia Nacional. Cuanto antes debe aclararse a quiénes dirige esa advertencia el mencionado periodista, cuando escribe: «Debe saber el juez Garzón que, admirablemente, se ha metido en un tinglado» y que «como resbale alguno, los demás estamos dispuestos a contarlo todo. Incluso lo de Felipe». Porque aquí se menciona a Felipe, supongamos que en referencia al presidente González, al que el emepé hubo de soportar como padrino de su boda en la ceremonia bonaerense, pero se previene sobre el posible resbalón de algunos. Los lectores quieren conocer los nombres de los que quedan avisados sobre las consecuencias añadidas si incurrieran en indebidos deslizamientos, imaginamos que verbales, ante el juez que instruye el caso de los desaparecidos españoles en la Argentina de la Junta Militar.

Mediante ese del estable procedimiento periodístico, que se sirve de la hábil yuxtaposición de ‘hechos para inducir con suavidad en el lector la idea de un nexo de causalidad entre ellos, el emepé concluye su columna sabatina poco menos que dejando abierta la implicación de González enlos vuelos de la muerte organizados por la Junta Militar argentina, que despegaban de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) y lanzaban en alta mar a los que luego se daba por desaparecidos. Entre ellos, el asesino Scilingo ha dado un solo nombre propio, el del teniente de fragata Jorge Alberto Devoto, cuya viuda, Marta, e hijas, Justina y Dolores, habitan entre nosotros. Ellas nunca supieron más de su esposo y padre desde su desaparición el 21 de marzo de 1977, cuando acudió en busca de su suegro y abuelo de sus hijas, el muy respetado catedrático y fiscal federal retirado doctor Antonio Bettini, secuestrado a su vez tres días antes al interesarse por la suerte de Alfredo, el chófer que prestaba servicio a la familia desde hacía más de 40 años.

Pero, volviendo a nuestro columnista, sorprende que se abstenga ahora de aclaramos quiénes son esos legítimos lobbies» por cuya protección última estaría dispuesto a romper el encubrimiento ilimitado que en su mal entendida magnanimidad vendría dispensando a González. Y por lo que se sobreentiende de cuanto venimos comentando aquí no se trata de esos saludos brazo en alto, recepciones bajo palio al general Franco y leyendas políticas del Movimiento Nacional de FET y de las JONS, grabadas en los muros de las catedrales, que parecen ser las únicas venialidades atribuibles a los obispos españoles a propósito de la cruelísima guerra civil bendecida como «Cruzada». Venialidades, repetimos, sobre las que ayer mismo dispensó una vez más su generoso perdón en ABC, Jaime Campmany.

Afortunadamente, en el caso del genocidio de la Junta Militar argentina sucede lo mismo que pregonaban aquellos anuncios de la marca Pura Lana Virgen: Alguien más -sin nada que ver con el celebrado columnista-vela por la lana. Así, por ejemplo, sin ir más lejos, ayer en el programa El primer café, de ANTENA 3TV, que dirige Antonio San José, el líder de Iniciativa per Catalunya (IC), Rafael Ribó, dijo saber los nombres de los españoles implicados en la apología de la Junta Militar argentina, en unos casos por afinidad entusiasta y en otros, además, atendiendo a millonarias compensaciones económicas. El público tiene derecho a conocerlos. Y el Vaticano, sin esperar que se cumplan los 350 años de su muerte como sucedió con Galileo, debe reaccionar suspendiendo a divinis a monseñor Pio Lagi, nuncio de Su Santidad durante aquella época en Buenos Aires y pareja de tenis del almirante Massera, y recluir en monasterios de estricta observancia a todo el vicariato general castrense argentino.

Miguel Ángel Aguilar

18 Octubre 1997

Bajo el volcán

Martín Prieto

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Quien apadrinó por delegación mi boda junto al elector de jueces, Juan Luis Cebrián, quien también santificó civilmente y en carne mortal mis esponsales porteños, tienen una memoria tan selectiva como excluyente. La culpa es mía por escoger a dos presuntos delincuentes por padrinos.

No son lapsus freudianos los de aquellos políticos que aún tratan de «presidente» a Felipe González; habiéndolo sido, éste es el deferente trato protocolario que le corresponde. Desde que se fue para estar más presente que cuando presidía los consejos de ministros quien equivoca su rango y el respeto que se debe a sí mismo es él. Estoy totalmente de acuerdo con mi querido Miguel Angel Aguilar y la chanza del cura que amenaza desde el púlpito a la feligresía con la incomodidad eterna de las calderas de Pedro Botero: «¡Oiga -le espetan desde el atrio-; si hay que ir al infierno se va; pero no nos acojone!». Los columnistas amenazantes bien sabe Aguilar que somos dulces ositos de peluche o si lo prefieren perros ladradores, y además en trance de extinción una vez implementada la doctrina de la limpieza étnico-periodística y la división ideológica de las Españas entre la izquierda revolucionaria de CANAL SATÉLITE  y la montaraz derecha de Chindasvinto representada por VÍA DIGITAL. Aquí el único que tiene acojonadito al personal es Felipe, devenido en estadista amenazante, paranoicamente dispuesto a tirar un poco de la manta un segundo antes de que los sagrados intereses de la patria se lo impidan. Aparece así hábilmente no sólo como lógico poseedor de secretos inconfesables sobre los demás, sino también como mártir indefenso en aras de la prudencia mientras va dejando un reguero de mierda a su paso para que resbalen desde Adolfo Suárez hasta el Rey, que ya ha pasado de la cortesía a la deferencia saludando con tanto afecto público a un caballero formalmente acusado de organizar como ministro del Interior una banda armada, secuestrar a las personas, malversar caudales públicos y la que te rondaré morena, que como bien dice el juez Garzón, quien sube y baja como un yo-yo en la estimación del Grupo PRISAa según sople el viento, tiene cuerda el macrocaso GAL hasta el 2015.

Todo el mundo sabe y nadie ignora que la guerra sucia contra ETA tuvo su origen en Indíbil y Mandonio felizmente reencarnados en Amedo y Domínguez, y que la inquietud terminó cuando Felipe tocó el pito en 1986 ordenando un caos secular. ¡Deo gratias!. El estadista amenazante viene ahora con el cuento de un ruido de sables en el 85, que ya sería de tenedores, reescribiendo nuestra transición política en clave acojonadora. ¡Vaya usted a suponer lo que sabrá este tío de la trastienda de la Operación Galaxia y quienes mojaron el churro en aquella cafetería! ¿Habrá que recordarle a éste sus devaneos mentales con un Gobierno de concentración presidido por el general Armada? ¿Pero no era éste quien piaba por las libertades y luego so capa ponía los huevos en la esperanza de ir a unas primeras elecciones con el Partido Comunista prohibido? ¿O es que no nos decían a los acólitos en la madrileña calle de Santa Engracia que eso pasaba en la República Federal Alemana? Ya sabemos que en España hay democracia gracias al acojonador Felipe y al acojonante general Manglano, y es que quien apadrinó por delegación mi boda junto al elector de jueces, Juan Luis Cebrián, quien también santificó civilmente y en carne mortal mis esponsales porteños, tienen una memoria tan selectiva como excluyente. La culpa es mía por escoger a dos presuntos delincuentes por padrinos. Seguiremos amenazando.

Martín Prieto