12 mayo 1935
Muere el dictador de Polonia, Josef Pilsudski [Pitsudski], que logró mantener su independencia frente a la URSS

Hechos
Falleció el 12 de mayo de 1935.
Lecturas
Pilsudski era el amo absoluto de Polonia desde el golpe de Estado de 1926.
El mariscal Pitsudski ha fallecido en Varosvia, a los 67 años, a consecuencia de un ataque de uremia. Elegido presidente de Polonia en 1919, el 12 de mayo de 1926 dio un golpe de estado y se proclamó dictador. Aunque oficialmente sólo ostentaba el ministerio de Defensa [Guerra], se convirtió en el veradero dueño de Polonia, merced al apoyo del ejército y de los medios radicales y conservadores.
Durante su gestión, Polonia logró cierta recuperación económica, sobre todo gracias a la ayuda de Estados Unidos.
Su cuerpo, embalsamado, se depositará en el castillo de Wavel (Cracovia), mientras que su corazón reposará en la ciudad lituana de Vilna.
Polonia volverá a ser protagonista mundial al ser invadida por Alemania.
El Análisis
Con la muerte del mariscal Józef Piłsudski este 12 de mayo de 1935, Polonia pierde a una de sus figuras más decisivas —y más contradictorias— del siglo XX. Para muchos, Piłsudski fue el verdadero «padre de la nación», el hombre que resucitó a una Polonia independiente tras más de un siglo de particiones y ocupaciones. Héroe de la guerra contra la Rusia soviética, estratega del «milagro del Vístula», encarnó durante años el alma de un país en construcción. Para otros, sin embargo, fue un dictador moderno que, escudado en su prestigio militar, suplantó las instituciones democráticas en nombre de un ideal personal de «orden moral».
Su golpe de Estado de 1926 marcó el fin del parlamentarismo polaco, inaugurando una etapa de gobierno autoritario, si bien relativamente moderado en comparación con los totalitarismos vecinos. Con el respaldo del Ejército y el apoyo táctico de sectores conservadores y radicales, gobernó desde las sombras, sin asumir jamás la presidencia, pero controlando a voluntad la política nacional desde el Ministerio de Defensa. Durante su mandato, Polonia vivió una recuperación económica sostenida, ayudada por el capital estadounidense, pero también un clima político crecientemente asfixiante para la oposición.
Hoy, Piłsudski se va como vivió: dividiendo opiniones, despertando fervores y rechazos. Su cuerpo reposará en Wawel, junto a los grandes reyes de Polonia, y su corazón en Vilna, la ciudad que amó como símbolo de una patria más amplia que el mapa. Queda por ver si su legado será el de unificador o el de quien marcó el inicio de una deriva autoritaria. Lo que nadie podrá negar es que, con él, desaparece el último gran símbolo de la Polonia resucitada tras la Gran Guerra.
J. F. Lamata