14 febrero 2021

Desde 2003 el perionismo está controlado por la izquierda que representa Cristina Fernández de Kirchner

Muere el ex Presidente de Argentina, Carlos Saúl Menem, que lideró el ala liberal del perionismo

Hechos

El 14 de febrero de 2021 se hizo pública la muerte de D. Carlos Saúl Menem.

15 Febrero 2021

Menem, el neoliberal populista que gobernó una década en Argentina

Sebastián Fest

Leer

Carlos Menem, uno de los presidentes que por más tiempo gobernó Argentina, murió ayer a los 90 años tras luchar durante meses con las secuelas de una neumonía severa. Menem cumplió dos periodos consecutivos de gobierno entre 1989 y 1999. Con su muerte, los argentinos despiden a un político carismático e inescrupuloso que llevó a sus compatriotas a la ilusión de que un peso valía lo mismo que un dólar.

Un peronista metamorfoseado en neoliberal populista que modernizó infraestructuras clave del país, pero que también gobernó en un ambiente de densa corrupción, sospechas y oscuras historias aún no resueltas. Un presidente que liberó de la cárcel a miembros de la dictadura militar y de los grupos guerrilleros de los años 70. Un hombre que dejó una profunda huella cultural entre sus compatriotas.

«Era peronista como el que más, es decir populista o liberal, de acuerdo a la conveniencia. Instintivo para saber por donde circula el dinero y el poder», afirma a EL MUNDO el filósofo Tomás Abraham. «Fue la variante neoliberal populista, que en este siglo tuvo otra melodía» con los Kirchner, sintetiza Jesús Rodríguez, el último ministro de Economía de Raúl Alfonsín.

Menem falleció tras un 2020 en el que flirteó más de una vez con la muerte. Fue el final para una carrera política que admite muy escasas comparaciones en su país. Gobernador de la provincia de La Rioja en 1973, con Juan Domingo Perón aún en vida, Menem fue encarcelado por la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983 y recuperó la gobernación de La Rioja a partir de 1983, cuando Alfonsín logró un histórico triunfo sobre el peronismo.

Las profusas patillas que llevaba le daban un peculiar aire de caudillo anticuado, quizás una de las razones para que muchos no se lo tomaran en serio en 1988, cuando el peronismo celebró la primera elección democrática interna de su candidato a presidente. Pero Menem sorprendió derrotando al favorito, Antonio Cafiero -abuelo del actual jefe de Gabinete de Alberto Fernández, Santiago Cafiero-, y terminó ganando en mayo de 1989 la elección presidencial al radical Eduardo Angeloz.

«Si gana Menem, me voy», decían muchos en las clases medias urbanas del país, espantados ante la imagen del candidato y sus promesas, que incluían un «salariazo» y la «revolución productiva». Lo que sucedió fue bastante diferente. Una vez ganadas las elecciones, el entorno de Menem maniobró para acelerar el desbarranque económico de Alfonsín, que entregó el poder el 8 de julio de 1989 con cinco meses de anticipación en medio de una hiperinflación. Menem designó como ministro de Economía a un representante de Bunge & Born, la multinacional alimentaria que era cabal expresión del establishment criollo al que se suponía que debía combatir. Sin escrúpulos, el líder peronista había espoleado a la izquierda y se aliaba con la derecha para gobernar. Las patillas se recortaron, el cabello adquirió un tinte caoba y los ceñidos trajes italianos se hicieron costumbre para el descendiente de inmigrantes sirios.

Tras otro episodio de hiperinflación, 2.000% en 1990, Menem le dio el timón de la economía a Domingo Cavallo, ex presidente del Banco Central durante la dictadura y hasta entonces canciller. Cavallo impuso la «convertibilidad», que con la paridad un peso/un dólar aniquiló la inflación y estabilizó la economía. Con Cavallo sintonizaba políticamente el hoy presidente Fernández, que en los años de Menem fue el jefe de la Superintendencia de Seguros, un cargo de nada despreciable poder.

«Sin duda fue el mejor presidente de la democracia, a pesar de que yo tuve muchos enfrentamientos con él y me fui de su Gobierno», señala a este diario Cavallo. «Con todos sus defectos, fue el presidente que hizo que Argentina progresara».

Argentina se convirtió en uno de los países más caros del mundo y la industria sufrió los efectos negativos del modelo, pero la mayoría de los argentinos apoyaron el experimento: los libraba del endémico mal de la inflación, les permitía a las clases medias viajar por el mundo y generaba una sensación de bienestar en un país que comenzó a renovar infraestructuras clave en medio de una ola de privatizaciones, que incluyeron la telefonía, la electricidad, Aerolíneas Argentinas e YPF. En esos años España se convirtió en el principal inversor extranjero en el país, posición que ya no ostenta. Contar con una línea de teléfono domiciliaria era un proceso que podía tardar años. Eso cambió con Menem.

Al momento de su muerte, Menem era uno de los 72 integrantes del Senado de la Nación, lo que le garantizó no ir a prisión tras ser condenado por el contrabando de 6.500 toneladas de armas a Ecuador, Croacia y Bosnia-Herzegovina durante la Guerra de los Balcanes y la que el país andino libró con Perú en los años 90. Argentina era nada menos que uno de los garantes de paz entre peruanos y ecuatorianos. En 1995 voló por los aires la fábrica de armas de Río Tercero matando a siete personas e hiriendo a más de 300. La justicia determinó que fue intencional para borrar pruebas del contrabando. Menem fue absuelto de tráfico de armas en 2018 alegando que 23 años de proceso implicaban una violación a los derechos humanos.

Durante el Gobierno de Menem se produjeron dos atentados de enorme gravedad. Una bomba que destruyó la embajada de Israel, en marzo de 1992, con 22 muertes, y otra que redujo a cenizas la AMIA, la mutual de asociaciones israelitas en Argentina, en julio de 1994, con 85 víctimas.

Abraham cree que en el germen de esos atentados estuvieron «los negocios oscuros con poderes que financiaron» a Menem en la campaña electoral «y luego le cobraron la traición». El caso AMIA, en el que la justicia dictaminó la responsabilidad de Irán, tuvo continuidad años después con la extraña muerte del fiscal Alberto Nisman.