2 octubre 1931
Muere el pretendiente carlista, Jaime de Borbón y Borbón-Parma

Hechos
Falleció el 2 de octubre de 1931.
Lecturas
Ha fallecido en París a los 61 años de edad D. Jaime de Borbón, pretendiente carlista a la corona de España desde la muerte de su padre, D. Carlos María de Borbón (1909).
Con esa desaparición el carlismo pierde a su líder: la sucesión recaerá seguramente en Javier de Borbón Parma.
Don Jaime, que fue acusado de debilitar la unidad del carlismo por sus posturas antigermánicas (el germanismo es mayoritario dentro del Tradicionalismo carlista) y por su afán de diálogo con la monarquía reinante de D. Alfonso XIII, se caracterizó además por su línea democrática.
Poco antes de morir se aproximó a D. Alfonso XIII con el que pretendía unirse. Su muerte provocará la vuelta del carlismo a una postura reaccionaria.
Don Alfonso Carlos de Borbón asume el mando del movimiento carlista
El Análisis
Ha fallecido en París el pretendiente carlista Don Jaime de Borbón y Borbón-Parma, figura discreta pero clave para entender la persistencia de una causa que, tras varias guerras civiles y décadas de marginación, no ha desaparecido del imaginario político español. Hijo del recordado Carlos María de Borbón Don Jaime asumió el liderazgo del carlismo en 1909 y dio nombre durante años a su corriente —el jaimismo— marcada por un férreo tradicionalismo, catolicismo militante y defensa del orden foral. Aunque nunca residió de forma estable en España ni fue un político activo, su figura simbolizaba la continuidad dinástica para un importante núcleo de fieles, especialmente en Navarra, el País Vasco, Aragón y algunas zonas catalanas, donde el carlismo sigue latiendo como fuerza de oposición al liberalismo, al republicanismo y a cualquier modernidad percibida como antirreligiosa.
En el convulso contexto de la Segunda República, la Comunión Tradicionalista —heredera orgánica del carlismo— ha recuperado cierta proyección política. Si bien los nuevos tiempos no son propicios para la restauración monárquica, mucho menos para una rama dinástica tan específica como la carlista, su militancia se ha mostrado activa en protestas contra la laicización, las reformas militares o la amenaza a los fueros y al papel social de la Iglesia. En ese marco, el carlismo mantiene su singularidad: a diferencia de los alfonsinos, no busca una monarquía constitucional ni se reconcilia con la monarquía liberal derrocada, sino que aspira a una monarquía tradicional y teocrática, ajena a los pactos del siglo XIX. Conserva cuadros, imprentas, círculos culturales, incluso juventudes militantes armadas en formación.
Con la muerte de Don Jaime, el trono carlista pasa a su primo Don Alfonso Carlos de Borbón, octogenario hermano menor de Carlos VII, último superviviente directo de la generación combatiente de las guerras carlistas. Aunque su avanzada edad y residencia en el exilio auguran una regencia breve o simbólica, su nombramiento garantiza una cierta continuidad doctrinal. Aún en la periferia del poder, el carlismo sigue siendo un referente identitario y espiritual para parte del tradicionalismo español. Su futuro inmediato dependerá, en buena medida, de su capacidad para adaptarse a una España en transformación y de su relación con otras fuerzas de derecha contrarias a la República, con las que mantiene coincidencias en lo moral, pero tensiones en lo dinástico. Con Don Jaime desaparece una figura, pero no una causa. Su legado lo continuará primero Alfonso Carlos.
J. F: Lamata