7 septiembre 1998

Muere el realizador y director de cine japonés Akira Wurosawa

Hechos

El 7.09.1998 murió Akira Kurosawa.

07 Septiembre 1998

Un paseo por el infierno

Manuel Hidalgo

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A Akira Kurosawa le costó más de dos años convencer a un productor de la viabilidad de Rashomon. El proyecto fue rechazado por los todopoderosos estudios Toho, para los que trabajaba y trabajó casi toda su vida, al ser considerado corto e incomprensible. Financiado al fin por los estudios Diei, los ejecutivos de la casa se salieron indignados a mitad del primer pase privado y contrataron a un comentarista para que explicara al público la película. Poco después, Rashomon, en competencia con filmes de Cukor, Wilder y Germi, ganaba el León de Oro de Venecia de 1951, lanzaba internacionalmente a Kurosawa y al cine nipón, se convertía en la cuarta película más taquillera de Japón y obtenía el Oscar a la Mejor Película en Lengua No Inglesa.

Rashomon era la undécima película de Kurosawa. Estaba inspirada en dos relatos del gran y efímero escritor japonés Ryünosuke Akutagawa, que da su nombre al premio literario más importante del país y que se suicidó en 1927. Contaba la historia de una violación narrada por cuatro personas diferentes, incluida la víctima y el marido asesinado. Después tuvo un remake americano, interpretado por Paul Newman, en Cuatro confesiones (1963), de Martin Ritt.

Akira Kurosawa nació en Tokio, el 23 de marzo de 1910, séptimo hijo de un ex militar. Un hermano suyo se suicidó en la niñez en protesta contra su padre. El joven Akira se graduó en la Escuela Superior de Keika y luego estudió Bellas Artes en la academia de Doshusha. Excelente ilustrador y cartelista, la pintura fue su primera vocación. Se han editado libros con sus dibujos para películas suyas como Ran y Los sueños. Un pictoricista y fuerte expresionismo de luces y sombras está presente en toda su filmografía.

Pero el cine se impuso en su vida cuando ingresó por oposición en los estudios Photo Chemical Laboratory (PCL), luego absorbidos por Toho. Allí fue, entre 1936 y 1943, ayudante de dirección de Kajiro Yamamoto, para quien escribió el guión de Uma (1940). Kurosawa, autor de los guiones de todas sus películas, escribió otros 25 para distintos directores.

El debut como director de Kurosawa se produjo en 1943, en plena guerra, con Sugata Sanshiro, sobre el judo, y fue un gran éxito comercial que le obligó a filmar una segunda parte dos años después.

Los festivales fueron fundamentales en su consolidación en Japón, donde fue criticado por occidentalista, y en el mundo. En 1952, obtuvo el Premio del Jurado de Berlín por Ikiru, y en 1954 revalidaba su proyección internacional con Los siete samurais, León de Plata en Venecia. La muerte de este fatalista llega mientras se celebra una nueva edición de La Mostra.

Los siete samurais, primer jidai-geki o película de época de Kurosawa, tuvo la influencia, según confesión propia, de John Ford, que, con Kenji Mizoguchi y Jean Renoir, forma el trío de maestros reconocido por el cineasta. A partir de Los siete samurais, Hollywood hizo el remake en western de Los siete magníficos (1964), de John Sturges.

Del mismo modo, El mercenario (1961) se considera el antecedente de Por un puñado de dólares (1964), de Sergio Leone, y, en general, de toda la escuela de western violento que le seguiría.

Su protagonista, Toshiro Mifune, fue el actor fetiche de Kurosawa en una docena de películas con las que alcanzó fama internacional. Gran director de actores y fiel a muchos ellos, Susuma Fujita y Takashi Simura, entre otros, formaron parte de su cuadra habitual de intérpretes.

La literatura fue una fuente de inspiración constante en Kurosawa. Adaptó El idiota, de Dostoievski, en Hakuchi (1951) y Los bajos fondos, de Gorki, en Donzoko (1957), película que, como Kagemusha, rodó con varias cámaras a la vez, cosa rara en la época y nada rara en un audaz formalista que, en Rashomon, ya había hecho girar la cámara 360 grados en un solo plano.

Seguidor ocasional de la tradición teatral japonesa del kabuki y del Noh, aplicó precisamente la segunda a su primera adaptación de William Shakespeare, Trono de sangre (1957), furiosa versión de Macbeth. Repitió con Shakespeare (El Rey Lear) en el tramo último de su carrera en Ran (1985).

Adaptó igualmente al escritor norteamericano de serie negra Ed MacBain en El infierno del odio, pero el escritor que más veces le sirvió de fuente fue el novelista japonés Shugoro Yamamoto, en tres ocasiones: Tsubaki Sanjuro (1962), Barbarroja (1965) y Dodeskaden (1970), título onomatopéyico que evoca, por repetición, el sonido del tren, su primera película en color y un gran fracaso económico que marcó el resto de su vida.

Tras el revés de esta película, Kurosawa intentó suicidarse. Hundido económica y moralmente, una estancia en el Festival de Moscú propició la financiación rusa de Dersu Uzala (1975), su segundo Oscar de Hollywood y un gran éxito internacional que no sirvieron para facilitar la fluidez del resto de su carrera.

Francis Ford Coppola y Georges Lucas, admiradores suyos al igual que Paul Schrader, convencieron a la Fox para distribuir mundialmente Kagemusha (1980), lo que permitió la financiación del filme, que ganó la Palma de Oro en Cannes. Después el francés Serge Silbermann, productor de Buñuel, impulsó Ran y Steven Spielberg, Los sueños (1990), la última película de Kurosawa estrenada en España, donde aún no han llegado las dos películas que cierran la lista de sus 33 títulos: Rapsodia en agosto (1991), coproducción entre varios países interpretada por Richard Gere, y Madayayo (1993).

Casado con Yoko Yaguchi en 1945, Akira Kurosawa tuvo una hija y un hijo, el productor Hisao Kurosawa. En 1982, se publicaron sus memorias bajo el título, en inglés, de Algo parecido a una autobiografía (Fundamentos, 1990), que se detenían significativamente en Rashomon, la película decisiva de un cineasta pesimista y lúcido, lírico y violento, virtuoso de la cámara tanto cuando la manejaba con frenesí como cuando la inmovilizaba, interesado igual por el interior de los individuos como por las experiencias sociales y explorador crítico del pasado y del presente de su país, Japón, que le tuvo por moderno y que hoy le comparte y le llora, con el resto del mundo, como un clásico.