2 marzo 2011

Muere Enrique Curiel Alonso, que pasó de Vicesecretario del PCE a eurodiputado del PSOE

Hechos

El 2.03.2011 se hizo público el fallecimiento de D. Enrique Curiel Alonso.Mue

03 Marzo 2011

Enrique Curiel, profesor y político

Joaquín Prieto / Rafael Fraguas

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Enrique Curiel (Vigo, 1947), un comunista templado que trató de sobrevivir políticamente en el PSOE durante las dos últimas décadas, falleció la madrugada de ayer a consecuencia de un cáncer en el hospital universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid), a los 63 años. Su temprana muerte evoca la vida de una persona que vivió intensamente las crisis que han azotado a las organizaciones de izquierda en España, convirtiendo la trayectoria de un buen profesor de Ciencia Política y ex vicesecretario general del PCE en una de las muchas personas a las que el PSOE atrajo a sus filas sin darles un papel a la altura de sus potencialidades aunque en la legislatura anterior fuera secretario general del Grupo Socialista en el Senado.

Fue uno de los dirigentes más importantes del PCE en la Transición

Hijo del catedrático de Lengua Francesa Luis Curiel y de Pilar Alonso, fue dirigente del movimiento estudiantil español en las postrimerías del franquismo. Inició su militancia en el Partido Socialista del Interior de Enrique Tierno y Raúl Morodo. Fue detenido varias veces y perseguido con saña por la brigada Político-Social, la policía política del franquismo. Expulsado de la Universidad Complutense, volvió en 1975 ya como profesor de Ciencia Política y de la Administración. En 1969 se integró en el PCE, que dirigían desde fuera de España Santiago Carrillo, Dolores Ibarruri y otros veteranos.

Apuesto, cordial y afable, más pragmático que doctrinario, agitador sutil, dotado de una lógica convincente y provisto de un evidente carisma, su imagen contrastaba abiertamente con el estereotipo del comunista estalinista -sectario, amargado, dogmático-, difundido por el franquismo. Posteriormente y durante la transición, Curiel descollaría por sus dotes organizativas y negociadoras, en ocasiones como virtual lugarteniente de Carrillo. Resultó herido de bala durante una manifestación convocada para exigir la liberación del líder comunista, detenido en diciembre de 1976.

Curiel realizó toda la travesía de la transición democrática con el PCE. «Fue uno de sus dirigentes más importantes en aquella época», afirma Nicolás Sartorius. Candidato por Teruel al Congreso de los Diputados en las elecciones parlamentarias de 1979, después resultó elegido diputado por Córdoba, entre 1983 y 1986. Trató de no verse implicado en la primera crisis del partido durante la democracia, a raíz de la cual personas relevantes salieron de sus cuadros dirigentes. El PCE se quedó solo con cuatro diputados tras el desplome electoral de 1982, que el PSOE ganó con 202 escaños, lo cual marcó al partido comunista el camino de la marginalidad. Carrillo dimitió, fue sustituido por Gerardo Iglesias y Curiel fue nombrado vicesecretario general en 1983.

Pero la crisis continuó instalada entre los comunistas y Curiel terminó renunciando a su cargo a finales de 1987, tras intentar una alternativa a Iglesias. Muy desanimado por la marcha del PCE y el intento de la formación de superar su debilidad liderando la fundación de Izquierda Unida (IU) en 1986, se refugió en la docencia. Sin embargo, siguió siendo militante y estuvo entre los que apoyaron inicialmente a Julio Anguita.

El giro radical adoptado por este y su grupo de confianza le llevó a abandonar definitivamente ese partido en 1988, denunciando «un alejamiento progresivo de la orientación eurocomunista». Curiel puso también su escaño a disposición de la dirección. El propio Anguita elogió esa decisión, señalando lo raro que era ver a un parlamentario renunciando al escaño al dejar el partido.

Dos años después ingresó en el PSOE. Fue concejal del Ayuntamiento de Madrid entre 1991 y 1993 y luego, hasta 1996, diputado por Pontevedra. En 2004 resultó elegido senador, también por Pontevedra, pero no pudo concurrir a las siguientes elecciones. Eran tiempos de otras personas y otros equipos. Hasta hace pocas semanas, continuó como profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de Madrid.

Por expreso deseo suyo su féretro fue cubierto ayer con una bandera del PCE durante la capilla ardiente celebrada en el tanatorio de La Paz.

03 Marzo 2011

Líder frustrado de la izquierda

Lucía Méndez

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Hay personas brillantes y carismáticas que no encuentran su lugar porque llegan a los sitios fuera de tiempo. Enrique Curiel era una de ellas. Llegó demasiado pronto al PCE y demasiado tarde al PSOE. Curiel, que falleció de cáncer ayer en un hospital de Madrid, fue, en su época dorada, una de las grandes esperanzas frustradas de la izquierda española. Enrique Curiel Alonso nació en Vigo en 1947, casi predestinado a ser profesor y de izquierdas, como lo era su padre y como lo fue su tío Eugenio, fusilado en 1936.

Al joven Curiel que abandonó Galicia para estudiar Ciencias Políticas en el Madrid de los años 60 le hubiera gustado más vivir en París el Mayo del 68, pero tuvo que conformarse con su versión española. Aquel estudiante lo tenía todo para encandilar a sus compañeros -y compañeras- en las asambleas de Facultad y las reuniones clandestinas. Era guapo, tenía una bonita voz, era culto y hablaba como los ángeles. Curiel coqueteó primero con el socialismo de Enrique Tierno, pero las lecciones sobre Marxismo le convencieron más y pronto se convirtió al comunismo, abrazando con pasión y en la clandestinidad la disciplina del PCE.

Su intensa labor antifranquista en la universidad le llevó a comisaria y allí coincidió un día con otro Enrique, apellidado Ruano, que se convertiría en mártir cuando fue asesinado en 1969 por la policía de Franco. Fue la época más heroica de la intelectualidad de izquierdas, relatada magistralmente por Manuel Vicent en el libro Aguirre, el magnífico, aquel cura rojo que acabó siendo Duque de Alba y que llevaba siempre con él un retrato de Enrique Ruano.

De manifestación en asamblea y de reunión a cine fórum, llegó la legalización del PCE y Santiago Carrillo aprovechó las dotes de liderazgo y de organización de Enrique Curiel para presentar ante el mundo a un partido en el que no sólo había dinosaurios de la Guerra Civil. El profesor era un estudioso de los textos clásicos, pero también un hombre de su tiempo, y rápidamente se dio cuenta de que la izquierda tenía que evolucionar, por lo que se apuntó al llamado eurocomunismo de su secretario general y de Enrico Berlinguer. Curiel se convirtió entonces en el delfín destinado a ser líder, pero nunca lo fue. Tenía apoyos, curielistas se hacían llamar, pero no los suficientes para auparse al número uno de un partido sacudido por una crisis interna de la que, 30 años después aún no se ha recuperado. No obstante, aquel Curiel que seguía teniendo un gran tirón en el seno de la izquierda española, fue vicesecretario del PCE con Gerardo Iglesias hasta que no vio horizonte para su proyecto político y personal. Dimitió como número dos en el año 87, pero mantuvo la militancia y saludó con buenos ojos la llegada de Julio Anguita al puesto de coordinador general. Sin embargo, en 1988 dejó la militancia con un portazo: «El motivo de mi baja definitiva no es otro que expresar mi radical desacuerdo con el alejamiento del eurocomunismo, la dogmatización y el viaje al fundamentalismo del PCE». Acusado reiteradamente de ambicioso y trepa, dio una lección de moral y coherencia al renunciar al escaño que ocupaba por IU. Sus camaradas -que en la hora de su muerte, como es lógico, han olvidado viejas cuitas- nunca se lo perdonaron.

Curiel acabó sucumbiendo a los cantos de sirena de la Casa Común con la que González y Guerra desarbolaron el espacio que tenían a su izquierda. Curiel constituyó la Fundación Europa porque le daba algo de vergüenza ingresar así como así en el PSOE, pero acabó afiliándose en el 90 junto con toda su fundación. Desde entonces, hasta ayer que falleció en Madrid, Enrique Curiel se convirtió en una sombra de sí mismo, su figura política fue decayendo. La dirección del PSOE no le trató precisamente como él esperaba. Diputado, concejal de Madrid y senador. Esto es lo que los socialistas le permitieron ser y como si le hicieran un favor. En la primera legislatura de Zapatero fue secretario general del Grupo Socialista en el Senado y ahí acabó su carrera política.

En 2008, fue expulsado de la lista de Pontevedra y se dio de baja como militante del PSOE gallego e ingresó en el de Madrid. Uno de sus últimos actos públicos fue para apoyar a Tomás Gómez en las primarias. Curiel volvió a la universidad y escribió algunos artículos en un periódico digital, Diariocritico. En ellos, advertía de la incapacidad de la izquierda para formular una alternativa al capitalismo en crisis y adelantaba lo que acabaría pasándole al actual presidente de izquierdas. «Zapatero tiene una herida central, por la que pierde la sangre a chorros, que es la falta la credibilidad ante los españoles. No se fían de él. Y recuperarla no es una tarea sencilla. No me canso de explicarle a mis alumnos que el problema crucial del responsable político no reside tanto en cometer errores, si es capaz de asumir su culpa y pedir perdón. Lo que el ciudadano no acepta en ningún caso es la sensación de que tiene un presidente del Gobierno que les ha engañado».

La muerte le sorprendió en poco tiempo, lúcido, pobre y dejado de la mano de sus compañeros y camaradas. Pero con la adolescencia y juventud recuperadas, porque pidió que su féretro fuera cubierto con la bandera del Partido Comunista.

Enrique Curiel