14 mayo 2016

Fue el enlace de los principales acusados por el 11-M, como Jamal Zougam, Rafa Zouhier, Suárez Trashorras o del confidente Lavandera con el periódico de Unidad Editorial entonces dirigido por Pedro J. Ramírez

Muere Fernando Múgica Goñi el periodista de ‘la conspiración del 11-M’ que se consideró despreciado por sus propios compañeros en EL MUNDO

Hechos

El 13.05.2016 el diario EL MUNDO informó de la muerte del periodista D. Fernando Múgica.

Lecturas

D. Fernando Múgica siempre mostró su convencimiento de la versión oficial obedecía a una manipulación y consideraba que servicios secretos internacionales estaban implicados en la tragedia. Él fue el enlace de los principales acusados por el 11-M, como Jamal Zougam, Rafa Zouhier, Suárez Trashorras o del confidente Lavandera con el periódico de Unidad Editorial entonces dirigido por Pedro J. Ramírez

EL MUNDO despidió con grandes elogios al periodista fallecido. Sin embargo el Sr. Múgica en la última entrevista que concedió antes de morir no se mostraba precisamente satisfecho con el tratamiento que le dio el diario EL MUNDO tras la investigación del 11-M.

«Sufrir voluntariamente es jodío. Yo dediqué cuatro años de mi vida a la investigación del 11-M. Enteros. Día y noche. Sábados y domingos. Cuatro años. Viajando miles de kilómetros, hablando con miles de personas. Y me costó personalmente muchas cosas: un matrimonio, que todo el periódico EL MUNDO me dejara prácticamente de hablar, el desprecio de mis compañeros de tantos años… creyeron que estaba loco, que estaba mintiendo. No me preocupa. Lo cuento con dolor, pero no me preocupa. Me ha costado mi propia vida. Ha sido una putada de un calibre… y me he preguntado muchas veces, ¿merecía la pena?. Es una causa inútil” (Declaraciones de D. Fernando Múgica a Dña. Lorena G. Maldonado el 29.05.2015).

Se da la circunstancia de que una de las periodistas de EL MUNDO más crítica con la línea del 11-M de D. Pedro J. Ramírez y D. Fernando Múgica fue la periodista Dña. Lucía Méndez, que no dudó en hacer un elogiosísimo artículo a este tras conocer su fallecimiento.

14 Mayo 2016

Te informo, querido Fernando...

Lucía Méndez

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Qué pena. Era un hombre de una pieza, tan lleno de vida. Gran reportero. Maestro para todos los periodistas. 69 años, muy joven. Qué mala suerte. Una lástima. Siempre se van los mejores.

Te informo, querido Fernando, de que tu capilla ardiente no ha sido tan distinta de las capillas ardientes que todos los días se abren en los tanatorios. Tal vez habías imaginado algo más original, una despedida rápida, sin regodeos en el dolor ni en las lágrimas. Pero ya sabes. La muerte nos iguala a todos. Incluso a los fotógrafos capaces de atrapar el alma de las personas. Allí, en la antesala de tu capilla ardiente se escucharon las mismas cosas sobre la fugacidad de la vida. No somos nada. Y a pesar de que sabíamos que no te agradaría la escena, todos los que pasamos por allí a despedirte entramos y salimos con nuestros propios muertos cargados a la espalda. La vida es una engañifa, decía mi madre. Te va tentando, tentando, y de pronto te fulmina. Ya ves qué convencionales hemos sido. Ya sabías tú que nuestro umbral de dolor nunca pudo, ni de lejos acercarse, al tuyo.

Por eso no respetamos -ya nos perdonarás- tus severas instrucciones sobre cómo afrontar el sufrimiento. Con humor británico. Con estoicismo militar. Mira que me lo dijiste veces cuando me asaltaba el espíritu pacifista. Los generales no se paran ni una hora a llorar a los caídos. Entierran a los muertos y siguen adelante.

Con este pensamiento, calculé cómo podía darte una última alegría desde aquí. Repasé la actualidad buscando una noticia divertida sobre periodistas. Una noticia que nos hiciera pasar un buen rato a ti, a mí y a todos los compañeros que, una vez visitado el tanatorio, regresamos a hacer el periódico. Tu periódico. La encontré. Un columnista político del ‘Washington Post’ se ha comido esta semana una columna, con su papel y su tinta, por haber jurado que se la comería si ganaba Trump. Aunque debo aclararte que no lo ha hecho como lo harían los verdaderos generales periodistas de tu quinta. Ha engullido la columna sin sacrificio alguno, en papeles diminutos engarzados en comida de diseño. Y es que hoy en día, querido Fernando, todo es espectáculo. Tú, tan guapo, elegante y romántico como el Clint Eastwood de ‘Los Puentes de Madison’, eras auténtico.

15 Mayo 2016

El reportero que habría plantado a Lana Turner

David Jiménez García

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Llamé a Fernando Múgica para quejarme de que no hubiera publicado una crónica que le había enviado sobre los muyahidines en Afganistán. Me dijo que si lo prefería podía cogerme un avión y ocupar su sitio en la mesa de edición de Internacional, que en aquellos días posteriores a los atentados del 11-S suponía pasarse el día cerrando páginas, además de tener que aguantar a corresponsales convencidos de que todo los que escribían merecía tratamiento de Pulitzer. «Tú editas la sección y yo me voy al frente, ¿trato?».

Fue la primera y única vez que nos enfadamos y sé que no bromeaba cuando decía que me cambiaría el puesto. Fernando era de esos reporteros de raza para los que, como dijo Robert Capa, perderse una invasión era como tener que «rechazar una cita con Lana Turner». Tuve la suerte de que fuera mi primer jefe en Internacional cuando me marché de corresponsal: el maestro que me ayudó a limar las impaciencias de reportero novel, me animó a tomar las fotografías de mis reportajes y me aconsejó no hacer el idiota más de lo necesario, porque no conocía a «ningún corresponsal muerto que haya enviado su crónica a tiempo».

Unos días después de nuestra discusión le llamé para decirle que necesitaba regresar a casa un par de semanas. El periódico envió en mi lugar a Julio Fuentes, nuestro general de cuatro estrellas y uno de los reporteros míticos del oficio. Al poco de entrar en Afganistán lo mataron en una emboscada y en adelante compartí con Fernando un sentimiento de culpa que nunca nos abandonó del todo: yo por haber pedido el reemplazo que llevó a Julio a una guerra que podría haberse evitado y él porque se sentía injustamente responsable de que hubiera tomado aquella carretera entre Jalalabad y Kabul donde fue asesinado.

Fernando, que murió el pasado jueves a los 69 años, era el tipo cordial y humilde que han descrito sus amigos. Pero no coincido con los nostálgicos que dicen que su desaparición supone el fin de una época de reporterismo que ya no volverá, porque él mismo se encargó de que recogieran el testigo los que venían detrás. Rosa Meneses y Alberto Rojas, dos de nuestros periodistas jóvenes que han tomado ese relevo, recordaban en un vídeo homenaje dedicado a Múgica cuánto les inspiró a seguir sus pasos.Quizá por ello, porque sentía el compromiso de garantizar la continuidad del oficio, se tomó con tanto entusiasmo su labor como maestro de periodistas.

España tiene hoy, a pesar de la precariedad y de años muy difíciles para los medios, la generación de fotoperiodistas más reconocida internacionalmente de su historia, liderada por Manu Brabo, Álvaro Ybarra Zabala, Maysun, Ricardo García Vilanova y tantos otros que publican su trabajo en medios extranjeros de prestigio y ganan premios antes vetados para los nuestros. En los conflictos más arriesgados, y las guerras más olvidadas, periodistas como los recientemente liberados Antonio Pampliega, José Manuel López y Ángel Sastre siguen jugándose la vida por contar lo que pasa. Y otros colegas más veteranos, como Javier Espinosa, Mikel Ayestaran o Marc Marginedas empiezan a inspirar ya a la siguiente generación que busca emularles. Tiene razón Daniel Okrent, el que fuera defensor del lector del New York Times, cuando dice que los periodistas seguirán persiguiendo historias mientras los perros persigan coches por las calles.

Más difícil será volver a ver una figura más elegante y clásica que la de Fernando en mitad del horror de la guerra, desenvolviéndose con la humildad de quienes han visto demasiado como para creerse por encima de nadie. Con su barba cuidada y rubia, sus ojos azules y su voz calmada, no habría desentonado en una película de la época dorada de Lana Turner. Pero puestos a elegir, habría preferido coger su Leica y marcharse al frente para retratar, como sólo pueden hacer los grandes, las luces y las sombras de la condición humana.

16 Mayo 2016

Múgica: ‘sapere aude’

Federico Jiménez Losantos

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ESTE JUEVES murió el periodista español más importante del siglo, el hombre que sólo con su talento, su valor y su amor inquebrantable a la verdad, publicó la pieza más importante del periodismo español en este siglo XXI y en cualquier otro. El 23 de abril de 2004, domingo, Fernando Múgica, uno de los fundadores de EL MUNDO, publicó en este su periódico la primera entrega de «Los agujeros negros del 11-M». Una sola persona, un periodista, hizo suyo el lema que en el Renacimiento simbolizó el despertar del Humanismo y luego de la Ilustración: sapere aude, atrévete a saber.

Y el periodismo español –y no sólo el periodismo– cambió el día en que Fernando publicó ese artículo demostrando cómo todo lo que la Policía del Gobierno del PP en funciones nos contaba sobre la masacre que llevó al poder al PSOE era total, absoluta y deliberadamente falso. Y como él decía la verdad y ni al Gobierno responsable de la mentira oficial sobre el 11-M ni al beneficiado de la masacre en las urnas, vía cloacas, ni a los medios de comunicanada, ni a la propia sociedad española, dispuesta a sobrevivir al espanto haciéndose la tonta, le convenía esa verdad, Fernando Múgica (con los que nos atrevimos a leer su artículo) ha sido injuriado, ridiculizado, llevado al banquillo, convertido, hasta después de muerto, en alguien del que sus propios amigos se avergüenzan, un paria, un maldito, porque fue el primero que dijo, con esa mirada suya azul párvulo, que el Rey iba desnudo, que la versión oficial del 11-M era falsa, que nos estaban engañando. Que toda la escena del crimen –trenes, efectos personales– se destruyó y se creó, colocando pruebas falsas, otra escena para la impunidad.

Y como eso era y es una verdad intolerable, porque a ninguno de los poderes de lo que desde entonces es el Reino del Disimulo o el Imperio de la Trola les convenía, Fernando ha muerto solo y olvidado, en la misma semana en que el Rey rendía homenaje a Cebrián y Atresmedia/La Sexta celebraba su éxito económico entronizando a García Ferreras como macho alfa del marxismo-sorayismo.

Los inventores de los islamistas suicidas con tres capas de calzoncillos, tras dedicar años, jueces y millones a desmentir lo que descubrió Fernando Múgica, viven cresos. Él yace, honrado, en la memoria de los que creen que España merece vivir de verdad.