8 abril 2013

Lideró el Partido Conservador inglés durante una década

Muere la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, ‘bestia negra’ de toda la izquierda mundial

Hechos

El 8.04.2013 falleció Dña. Margaret Thatcher, primera ministra británica en el periodo 1979-1990.

Lecturas

09 Abril 2013

La huella de Thatcher

EL PAÍS (Director: Javier Moreno Barber)

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Las políticas de la dirigente británica marcaron las últimas décadas de su país y el mundo

“No soy una política de consenso. Soy una política de convicciones”. Esta frase de Margaret Thatcher resume probablemente mejor que ninguna otra la naturaleza de un liderazgo que ha marcado las últimas décadas. Con su muerte, ayer, a los 87 años, desaparece una figura arrolladora que transformó Reino Unido y contribuyó a transformar el mundo.

Thatcher rompió moldes, empezando por las rígidas estructuras clasistas de su país y del Partido Conservador. Con un tesón inquebrantable, superó la barrera de género y la que sufría por proceder de la clase media baja y logró ingresar en la Universidad de Oxford, imponerse al obvio desdén de algunos de sus correligionarios y convertirse en la primera mujer en dirigir una potencia occidental.

La Dama de Hierro no dejó indiferente a nadie. Como primera ministra, despertó las pasiones más fervorosas y los odios más intensos, y esa emoción polarizadora sigue presente al juzgar su legado. De lo que no cabe duda es de que su huella ha marcado no solo sus 11 años de mandato, sino la agenda de tres décadas. La creencia de que una nación solo puede prosperar con personas libres y con libertad económica, la insistencia en la responsabilidad individual y en la firmeza de las democracias frente a las agresiones conforman lo más aplaudido de la herencia ideológica del thatcherismo.

Sobre esos principios gobernó sin ceder un ápice. Su política de privatizaciones y liberalización económica sacaron del marasmo a un país paralizado. Ganó la guerra a los sindicatos y a las élites británicas, en defensa de un capitalismo popular. Los daños del choque en costes sociales, fragmentación y deterioro de servicios públicos también se anotan en su cuenta. Pero ningún gobernante británico posterior ha revertido sus principales reformas.

Su defensa de la libertad la llevó a embarcarse con Ronald Reagan en una política de acoso al poderío soviético que acabó por reconfigurar el equilibrio geopolítico mundial. Y según reconoció Mijaíl Gorbachov, la mediación de Thatcher fue decisiva para lograr el fin de la guerra fría. Pero su terca rigidez sobre Europa se acabó volviendo contra ella.

El carácter a veces se confunde con la obstinación. La firmeza de convicciones puede acabar en intransigencia. Thatcher apostaba fuerte. Ganó y perdió siempre a lo grande: una revuelta interna en su propio partido la sacó en 1990 del juego político.

09 Abril 2013

Una mujer que no titubeó en pro de la libertad

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez Codina)

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FUE la figura pública «más odiada, admirada, idolatrada y vilipendiada de la segunda mitad del siglo XX», escribió su biógrafo John Campbell. Ayer falleció en Londres a los 87 años Margaret Hilda Thatcher, la Dama de Hierro, la mujer que gobernó Gran Bretaña con mano firme desde 1979 a 1990.

Conservadora en sus valores, liberal en sus ideas y actitudes, antiestatista y euroescéptica, Margaret Thatcher no titubeó jamás en llevar a la práctica unos principios en los que creía firmemente y en los que había sido educada desde la infancia por su padre, un modesto tendero. Defendía la cultura del esfuerzo y encarnaba mejor que nadie los ideales de la clase media. Fue la primera mujer que encabezó el Gobierno de uno de los grandes países occidentales, lo que supuso acabar con un estereotipo.

Sus 11 años en Downing Street cambiaron la sociedad británica porque Margaret Thatcher tuvo el coraje de enfrentarse a los sindicatos, privatizar las grandes compañías estatales, reducir la burocracia del Estado y liberalizar la economía. Más de 10 millones de británicos pasaron a ser accionistas de las empresas nacionalizadas en lo que se llamó el nacimiento del «capitalismo popular».

Un hito decisivo en su etapa de gobernante fue la huelga de la minería en Gales en 1984, que duró un año. Thatcher venció a Arthur Scargill, el mítico líder de los sindicatos del carbón, y consiguió cerrar los pozos que vivían de las subvenciones públicas. Ello contribuyó a alimentar su leyenda. Ese mito había comenzado a gestarse dos años antes en la guerra de las Malvinas cuando no dudo en enviar a la Royal Navy para desalojar a los militares argentinos de unas remotas islas a miles de kilómetros de Europa. Su victoria marcó el momento más alto de su popularidad.

Thatcher fortaleció la alianza con EEUU y cooperó estrechamente con Ronald Reagan en los ocho años de su mandato. Compartían las mismas ideas y tenían una gran afinidad personal. La revolución conservadora de ambos revitalizó a una derecha que había pasado una fuerte crisis desde mediados de los años 60. E igualmente su firmeza frente a la URSS aceleró el desmoronamiento del comunismo pese a los esfuerzos de Gorbachov por modernizarlo y detener su declive.

La parte más negativa de la Dama de Hierro fue tal vez su marcado antieuropeísmo. Gran Bretaña se quedó al margen de las negociaciones para crear el euro y obstaculizó todos los avances de Mitterrand y Kohl en la construcción de Europa. Su actitud dividió al Partido Conservador y fue una de las causas de su caída en noviembre de 1990 cuando un amplio sector de su grupo parlamentario, encabezado por Michael Heseltine, se rebeló contra su autoridad.

Margaret Thatcher, de la que Mitterrand dijo que tenía «los ojos de Calígula y la boca de Marilyn», pasará a la posteridad como una gobernante que siempre antepuso sus ideas al cortoplacismo político. Esa fue su gran virtud, que también propició algunos de sus errores como la introducción del polémico poll tax o impuesto indiscriminado por cabeza. Ello le granjeó una fuerte oposición en su propio partido.

El paso del tiempo ha ido agrandando la figura de una gran estadista que no dejó indiferente a nadie. Si ya estaba en la Historia, ahora crecerá en ella.