17 julio 2001

En los años ochenta cedió la dirección de la empresa a su hijo Donald Graham

Muere la propietario del periódico THE WASHINGTON POST, Katharine Graham, tras convertir el rotativo en referencia mundial

Hechos

El 17.07.2001 falleció Katharine Graham.

Lecturas

catalina_lagrande La figura de Katharine Graham gozaba del respeto de grandes sectores mediáticos de todo el mundo. En el caso de España despertó artículos de admiración de medios progresistas y conservadores.

18 Enero 2001

La gran dama del periodismo norteamericano

José María Carrascal

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Era la gran dama del periodismo norteamericano. Katharine Graham murió ayer, al os 84 años, a consecuencia de una caída, tras una de las vidas más apasionantes y plenas que pueda darse. En 1963, a la muerte de su marido, se hizo cargo del THE WASHINGTON POST, como presidenta del consejo de administración, cargo en que estuvo hasta 1993. Treinta años que cubren el asesinato de un presidente, la guerra en Vietnam, el Watergate y otros eventos que sacudieron el mundo. De todos ellos informó THE WASHINGTON POST con rigor, rapidez y toda la imparcialidad que permite esta profesión. Buena parte de ello se debe a esta mujer, que respetó siempre la independencia de sus redactores y los defendió de cuantos políticos trataban de mediatizar su trabajo. El periodismo era para ella algo más que una labor, era un deber cívico con el resto de los ciudadanos, y lo cumplió a rajatabla. Ello le trajo la devoción de sus colaboradores, el respeto de los poderosos y la admioración del gran público. Su autobiografía, ‘Personal History’, ganó el Premio Pulitzer 1998. Pero su verdadero premio fue haber sacado un periódico de referencia durante treinta años. Descanse en paz.

José María Carrascal

19 Julio 2001

Los Graham

Martín Prieto

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En 1963 y en su cincuentena, Phil Graham hacía la siesta junto a Katharine en la alcoba de una de sus mansiones casi versallescas; se levantó, fue al baño y se dio un tiro en la cabeza que despertó a su mujer ante el horror y una nueva y fecunda vida. Philip era rico por familia, doblada su fortuna con la de su suegro Meyer, que le quería y le responsabilizó de la gestión de The Washington Post; también era atractivo, brillante, licenciado en leyes por Harvard, padre de cuatro hermosos hijos y alcohólico a consecuencia de una depresión endógena que fue la que le mató ante la incomprensión de Katharine, de sus amigos y sus médicos, que dejaron armas de fuego a su alcance y no le suministraron a tiempo la farmacopea necesaria para una correcta química cerebral. En las memorias de la hija de Margarita Cansino, más conocida por Rita Hayworth, se conduele la autora de haber reprochado a su vieja madre recaídas en su alcoholismo cuando, abstemia, estaba siendo roída por el Alzheimer. La botella de Phil era demasiado compulsiva para ser la de un dipsómano común y le provocaba tormentos porque al carecer de lagunas de memoria era consciente de sus excentricidades públicas en reuniones de editores o en llamadas telefónicas insultantes a su amigo y presidente John F. Kennedy que perdonaba sus impertinencias. Era capaz de pagar un sobreprecio por un avión privado a cambio de tenerlo en el acto, porque el depresivo adquiere compulsivamente cosas como territorios en los que asentar su seguridad mental en precario. En su Historia personal, por la que obtuvo un Pulitzer, Katharine es sinceramente desdeñosa con Phil, despechada por las infidelidades del marido, erotómano a cuenta del whisky cuatro rosas que sabe y huele a colonia de garrafa. Phil fue víctima del psicoanálisis, no por las maldades del método sino porque sólo la psiquiatría y sus fármacos podían haberle salvado de la pistola. Pero la incomprensión, incluida la de los seres más queridos y hasta los expertos es la cruz por añadidura de los depresivos. Philip Graham no fue un botarate, faldero y borrachín: sentó las bases del negocio periodístico familiar y dejó escritas en sus discursos algunas de las más acertadas y bellas frases sobre el periodismo, que entendía igual que como luego demostró su viuda: no como un negocio más o una red en la que atrapar poderosos sino como un servicio público en el que había que perseguir la excelencia y la exaltación de la verdad. Katharine ha tenido mejor muerte: lúcida y sin achaques especiales a sus 84 años, dormida tras un golpe en la cabeza cuando iba a asistir a una reunión de editores. Ha sido alabada como se merecía: única entre una bandada de negociantes y feriantes propietarios de medios de comunicación. Pero el denostado Phil pisó la trocha que conducía a la carretera.

19 Julio 2001

K. Graham

Erasmo (José Luis Gutiérrez)

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Adiós a la Gran Dama. Su rostro de serena Vivien Leigh se fue con el viento de la Historia y sus historias en el Post, su Watergate, Vietnam, aquellos años hermosos del Camelot kennediano, su improcedente marido, dipsómano, infiel, suicida finalmente. Tanta determinación tras su decir suave y elegante, tan Scott Fitzgerald, East Coast, Martha’s Vineyard. Su existencia pletórica ganó un Pulitzer.