26 octubre 1980

Muere Marcelo Caetano, el último dictador de Portugal

Hechos

El 26.10.1980 falleció Marcelo Caetano.

Lecturas

Marcelo Caetano fue depuesto como dictador en 1974

El ex primer ministro de Portugal, Marcelo Caetano, sucesor de Salazar, ha fallecido este 26 de octubre de 1980, víctima de una angina de pecho a los 74 años.

Fiel cumplidor de las directrices marcadas por Salazar, accedió a la jefatura del gobierno el 26 de septiembre de 1968, cargo que ostentó hasta el golpe de estado militar del 25 de abril de 1974, exiliándose poco después a Brasil.

Su mandato estuvo siempre supeditado a los sectores más ortodoxos de las tesis salazaristas.

El Análisis

Marcelo Caetano: El ocaso del Estado Novo y un exilio sin retorno

JF Lamata
El 26 de octubre de 1980, Marcelo Caetano, último dictador del Estado Novo portugués, murió de un infarto en Río de Janeiro, cerrando un capítulo de la historia de Portugal marcado por la continuidad autoritaria y el fracaso de una modernización prometida. Como sucesor de António de Oliveira Salazar, Caetano gobernó desde 1968 hasta 1974, cuando la Revolución de los Claveles lo destituyó. Su mandato, bajo el lema “evolución en la continuidad”, intentó maquillar el salazarismo con reformas tímidas, pero terminó atrapado por la inercia represiva, las guerras coloniales y una economía incapaz de sostener al país. Exiliado en Brasil, donde vivió sus últimos años como académico, Caetano dejó un legado de represión, aislamiento internacional y un Portugal que, al final de su vida, ya lo había relegado al olvido. Este editorial evalúa su mandato, sus errores y crímenes, y el melancólico epílogo de un hombre que no pudo escapar de la sombra de Salazar.
Caetano asumió el poder en 1968 tras el accidente cerebrovascular de Salazar, prometiendo una “Primavera Marcelista” con mayor tolerancia política y apertura económica. Sin embargo, su mandato fue un continuismo disfrazado: aunque disolvió la temida PIDE (rebautizada como DGS), mantuvo la represión contra opositores, comunistas y anticolonialistas, con miles de detenciones y exilios. Las guerras coloniales en Angola, Mozambique y Guinea-Bisáu, iniciadas bajo Salazar, se intensificaron, drenando el presupuesto y alimentando el descontento militar y popular. Su negativa a negociar la independencia de las colonias, a pesar de la presión internacional y resoluciones de la ONU, aisló a Portugal y prolongó un conflicto insostenible, con atrocidades como la masacre de Wiriyamu en Mozambique que mancharon su régimen. Económicamente, aunque impulsó inversiones como el centro petrolero de Sines, la inflación de dos dígitos y la crisis del petróleo de 1973 hundieron al país, que seguía siendo el más pobre de Europa Occidental. Su incapacidad para liberalizar la política—las elecciones de 1969 y 1973 fueron fraudulentas—y su sumisión a la vieja guardia del régimen, encabezada por el presidente Américo Tomás, frustraron cualquier esperanza de cambio, convirtiendo su “primavera” en un “invierno marcelista”.

El final de Caetano fue tan sombrío como su mandato. Derrocado el 25 de abril de 1974 por el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), que respondió al agotamiento de las guerras coloniales y las leyes militares impopulares, Caetano se rindió en el cuartel del Carmo tras un ultimátum del capitán Salgueiro Maia. Exiliado primero en Madeira y luego en Brasil, donde la dictadura militar lo acogió, vivió sus últimos años como director del Instituto de Derecho Comparado en la Universidad Gama Filho, privado de su pensión académica por Lisboa y con la entrada prohibida a Portugal. Murió en Copacabana, a los 74 años, poco antes de publicar el primer volumen de su Historia del Derecho Portugués, dejando un legado académico respetado pero opacado por su rol político. Su negativa a descolonizar, su adhesión al autoritarismo y su incapacidad para romper con el salazarismo lo condenaron al ostracismo. En este octubre de 1980, la muerte de Caetano no solo cierra su vida, sino también una era de opresión que Portugal, ahora en democracia, lucha por dejar atrás.

JF Lamata