27 julio 2019

Entre sus clientes más famosos estuvieron Jesús Polanco, Emilio Botín, Jesús Gil o José María Ruiz Mateos

Muere Matías Cortés, el abogado más caro de España y consejero del Grupo PRISA desde 1977 a 2013

Hechos

El 26 de julio de 2019 fallece D. Matías Cortés.

27 Julio 2019

Matías

Augusto Delkader

Leer
Tenía vocación para influir e intentaba que sus puntos de vista se tomaran en cuenta

La poliédrica personalidad de Matías Cortés exigía muchas veces de los amigos un ejercicio para descubrir los atributos personales que atesoraba y algunos que guardaba celosamente para no ser malgastados o impropiamente utilizados.

Su brillantez como abogado, su capacidad negociadora y sus clarividentes visiones en el mundo mercantil son de sobra conocidas y, por lo general, unánimemente aceptadas, de las que su dilatada biografía acredita un largo historial de éxitos.

Hay algunas cuestiones, sin embargo, que han pertenecido a esa intimidad que algunos hemos logrado acceder, conocer y disfrutar.

En primer lugar, su preocupación y actividad por la cosa pública. Nunca militó en un partido político, no abrazó ninguna bandería organizada pero participó muy activamente en muchos movimientos, desplegó con intensidad y tesón sus visiones de los asuntos de la gobernación pública de muchas y variadas maneras. Tenía vocación para influir, asesorar, trasladar sus puntos de vista e intentar que se tomaran en cuenta. Fraga quiso nombrarlo subsecretario de Gobernación en el primer gobierno de la monarquía, cosa que le suscitaba todavía una desbordante hilaridad al contarlo.

Sus relaciones en todos los frentes le situaban como una persona imprescindible para muchas instancias de poder de la sociedad española y su independencia de criterio y fuerte personalidad concedía a sus opiniones una singularidad y excelencia que le granjeó respeto y, por su firmeza, algunos disgustos y represalias de algunos mediocres.

Siempre, sin aspavientos, realizó una apuesta contundente y vital por la modernidad. Que para nuestro país se limitaba a que se cumpliera aquello que diría su gran amigo de la última etapa Felipe González, que España funcione.

Su decisiva participación en el nacimiento de EL PAÍS y su contribución a obtener la financiación necesaria para hacerlo posible es un deber pendiente de reconocimiento por la sociedad editora a cuyo consejo perteneció y en el que trabajó activamente desde los primeros tiempos hasta que lo dejó hará seis años.

Para muchos de los que hemos formado parte de los equipos de PRISA, sus opiniones independientes y, en no pocas veces discrepantes, han constituido una ayuda impagable a los aciertos que hayamos podido tener en nuestro trabajo y en la marcha de esta compañía.

Otras facetas de esa personalidad son la preocupación y afición por la música, que le acompañaba en varias de sus facetas, como una especie de oxígeno vital, que debía de conseguir y disfrutar bajo parámetros estrictos de alta calidad. Divertido y con curiosidad por todo lo humano, las conversaciones con él resultaban amenas, sus descripciones precisas y sus juicios, tamizados por el humor y la ironía, se depositaban con una capacidad de repentización que precisaban de una atención vigilante.

En los últimos años nos solíamos ver con sosiego en las estribaciones de cabo de Gracia, contemplábamos las arenas blancas de esas playas de Zahara, donde María, su mujer, era extremadamente feliz, y observábamos ese mar que señalaba el drama de la frontera que dibuja los límites de la vida digna y la pelea con la muerte de miles de seres por alcanzarla. Allí, en su refugio, bajo las luces del faro de Camarinal, encontraba la palabra adecuada del amigo, el acogimiento cariñoso de un buen compañero, y solíamos mantener conversaciones con nombres en clave y episodios cifrados, amasados por una complicidad intelectual que nos ayudaba a entender, explicar la realidad e intentar influir para transformarla.

En esos gratos momentos, descubrí una personalidad generosa, escondida en un férreo distanciamiento que practicaba con la ironía para tratar de ocultar inútilmente las emociones y sentimientos que experimentaba, como si éstas pudieran alterar la fortaleza de su personalidad.

En los últimos meses dedicó tiempo, inteligencia y medios para reunirnos a un grupo, a fin de poner en marcha el Círculo del Derecho, una asociación para divulgar en nuestra sociedad la necesidad y ventajas del derecho como herramienta para construir la base de la convivencia.

Otra faceta poco conocida es su titánica pelea frente a burocracias de todo pelaje para conseguir que Granada fuera la sede de la Fundación García Lorca y el legado del poeta volviera a su tierra y se pudiera levantar un polo cultural de carácter mundial con la figura de Federico. De su constancia, habilidad y capacidad didáctica de persuasión podemos dar testimonio un buen número de personas encabezados por Laura García Lorca.

De esa forma daba testimonio de su identidad andaluza y granadina que siempre cuidó, nunca exhibió, pero que formaba parte de sus prioridades más queridas.

Esta personalidad renacentista no se ha apagado hoy, sigue entre nosotros pues su recuerdo es imperecedero y su personalidad irrepetible

Augusto Delkáder es periodista

27 Julio 2019

La aguda inteligencia de un gran defensor del derecho

Felipe González

Leer
Debería glosar su calidad profesional, su inteligencia y su sabiduría, pero solo me apetece recordar su amistad para decir que lo echo de menos ya, cuando acaba de irse

Me cuesta mucho despedirme de Matías. Lo hago por María y porque, tal vez, él también lo habría querido.

Hemos seguido con intensidad estas semanas desde el 7 de julio, cuando lo intervinieron. Tratando de no molestar pero angustiados por la espera, por las noticias que requeríamos a María con el apuro de no querer molestarla. Esperando siempre encontrar una oportunidad para ir a verlo y charlar un rato con él.

En esta mañana de sábado, llamamos para saber cómo había pasado la noche y si, por fin, iban a despertarlo. Estaba tranquilo y sedado, nos dijo María. Los médicos pasarían enseguida para evaluar su situación. Estábamos en carretera y sonó el teléfono. María nos comunicaba que era cuestión de horas. Fue como un mazazo. Dimos la vuelta para estar con ellos en el hospital. Hasta que se fue, poco después de la una y media.

No soy yo quien puede hablar de Matías con conocimiento de causa. Muchos han compartido su larga trayectoria como jurista, como profesor, como abogado. Sesenta de sus ochenta años de “autonomía personal significativa”. Así que, aunque lo he conocido desde hace cuatro décadas, nuestra amistad es posterior a mi salida del Gobierno, allá por la segunda mitad de los años noventa del pasado siglo.

En gran parte arranca por la vinculación de Matías con Jesús Polanco y con PRISA. Después se sigue tejiendo de manera fluida, llena de confianza, en una comunicación que siempre he disfrutado y que estoy echando de menos ya. Su inteligencia aguda, su ironía que llegaba con facilidad y sin ofensa al sarcasmo, era un lujo.

Matías se preocupaba de todo lo que estaba pasando, particularmente del deterioro del derecho, de los retrocesos que suponían la falta de respeto a la presunción de inocencia, de las pérdidas de garantías y de rigor en el funcionamiento del ordenamiento jurídico. Y estaba dispuesto a promover una asociación en defensa del derecho. Hay que reconocer que si se proponía algo, empujaba hasta alcanzarlo. En eso estábamos un grupo de personas cuando la muerte, por sorpresa, lo alcanzó a él.

Tenía a gala no estar vinculado a ningún grupo organizado, ni político ni de otro orden, aunque me sorprendió siempre cómo sentía su pertenencia al Real Colegio de España en Bolonia. Su paso juvenil por esa gran institución lo marcó para siempre. Seguramente más que su experiencia como catedrático universitario o como destacado abogado en los temas más complejos.

Matías ocultaba su generosa amistad detrás de su estilo irónico, su ternura tras la coraza de la broma sarcástica. No quería que los amigos supieran que ingresaba en la clínica para una intervención quirúrgica delicada. María tenía instrucciones precisas para administrar esa información.

Pero ha estado atendido al minuto por su esposa y rodeado por sus hijos. Lleno de atención y de cariño.

Debería glosar su calidad profesional, su inteligencia y su sabiduría, pero solo me apetece recordar su amistad para decir que lo echo de menos ya, cuando acaba de irse, y soy consciente de que no habrá otro café esperándonos para comentar lo que pasa con la situación política, para impulsar la asociación en defensa del derecho, para intentar con otros amigos buscar nuevos talentos para la tarea.

Desde mayo he pasado tres meses de pérdidas irreparables, cada una dejando su propio y especial hueco. Esos que te dan la impresión de que te vas quedando vacío o solo. Seremos muchos los que te recordaremos largamente y no pocos por la amistad que se va.