9 agosto 2000

Fue un referente para la extrema izquierda en el periodo 1977-1980, para luego acabar pasándose al centro-izquierda

Muere Pina López Gay, lideresa de ‘la Joven Guardia Roja’ maoista de España que pasó de la extrema izquierda al PSOE

Hechos

El 9 de agosto de 2000 se conoció el fallecimiento D. Luis Yáñez-Barnuevo.

09 Agosto 2000

'In memoriam' Pina

Luis Yañez

Leer

«Hagámosle un duelo de labores y esperanzas», dijo Machado cuando murió Giner de los Ríos. Conocí a Josefina López-Gay, Pina para todos, cuando era una niña rubia, divertida, bonita y traviesa, en la huerta El Limonar, en Coria del Río. Después seguí tratándola cuando casi aún adolescente la entonces bulliciosa universidad Hispalense la transformó en una rebelde con causa, la causa de los desfavorecidos, la causa de la libertad, la causa de la democracia. Su inteligencia, voluntad y coraje la empujaron a un liderazgo precoz en la izquierda sevillana y más tarde en la izquierda de toda España, hasta llegar a ser secretaria general de la Jóven Guardia Roja, la organización juvenil del Partido del Trabajo. Habiendo nacido en el seno de una familia relativamente acomodada, el compromiso social y político de Pina tenía que suponerle y le supuso incomprensiones en su entorno y sobre todo problemas, en ocasiones graves, con la policía política del franquismo y con las organizaciones de la extrema derecha.Sé que es un tópico decirlo, pero Pina fue una de las musas de la transición. Eran aún pocas las mujeres que se entregaban en cuerpo y alma a la lucha por la democracia, pero las que lo hicieron destacaron porque como siempre la mujer no sólo tenía que pelear por lo que cree sino contra el sentimiento sexista del hombre al que no eran ajenas las organizaciones de la izquierda. Sufrió por ello pero nunca, cuando la traté después cotidianamente, se quejó. Como tampoco lo hizo cuando padeció agresiones graves de los fascistas que le dejaron cicatrices indelebles.

Cuando me hice cargo de la conmemoración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América a finales del 82 la llamé, trabajaba entonces en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, y le pedí que fuera vicepresidenta de la comisión encargada de organizar los eventos conmemorativos. Ella aceptó y juntos trabajamos hasta finales del 92. En esos años pude apreciar su talento, su capacidad de trabajo, su fino instinto para distinguir el grano de la paja, su voluntad de hierro junto a su capacidad para relacionarse con los demás. Llegó a hacerse muy popular entre los amigos del otro lado del Atlántico responsables a sus vez de las comisiones organizadoras de los países latinoamericanos. Cada año nos reuníamos en la capital de un país iberamericano las veintitantas comisiones y el alma de la organización, reconocida por todos, era siempre Pina. Tuvo una destacada participación en la génesis y realización de programas del Quinto, como familiarmente llamábamos a la conmemoración, tales como la Exposición Universal de Sevilla, las Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberamérica, la Casa de América de Madrid, el Instituto Cervantes, los programas de rehabilitación y restauración del patrimonio cultural iberaméricano…

Cuando finalizaron, con el 92, las tareas del Quinto, Pina tuvo muchas ofertas empresariales y políticas pero ella las declinó porque quería dedicarse a tiempo completo a su familia. Su hija, el mayor regalo de su vida, era aún muy pequeña y ella quería entregarse a ella. Como si intuyera su prematuro final los últimos ocho años fueron para Iñaqui, su marido, y Mar, su hija. A ellos y a sus hermanos May, Paco, Mare, Mercedes y José María van nuestros sentimientos de dolor y de solidaridad. Pina, tu ausencia siempre será presencia entre nosostros.

13 Agosto 2023

La «yeyé» maoísta

Francisco Umbral

Leer

Recuerdo haberla visitado alguna vez en su despacho de Velázquez, cuando era jefe/jefa de la Joven Guardia Roja, épicos años de la Santa Transición, único éxtasis de nuestra vida en que por unos años fuimos jóvenes, realmente jóvenes, peligrosamente jóvenes, siempre con una cámara de fotos contra una sien y un cañón del nueve largo contra la otra. Pina López Gay, con deliciosa feminidad, utilizaba aquel despacho de ejecutivo -recuerdo una moqueta azul- para desde allí dirigir la Joven Guardia Roja, la izquierda de la izquierda, la radicalidad de lo más radical, en su Sevilla y en mi Madrid, con su pelo lacio, su sonrisa de actriz joven, sus ojos claros, dulces, nada maoístas, y su trato directo, sencillo, como si en lugar de una organización violenta estuviera dirigiendo una oficina de export/import.

Yo la visitaba como periodista, como compañero, como admirador, ya ni sé. Luego le puso un nombre más moderado a lo suyo, porque cantaba mucho, y empezó a perder violencia. Hasta se casó. España había optado por las medias tintas, por los medios seres, por los fascistas tranquilos de Fraga y los socialistas intelectuales de Felipe. Los marginales, los extremados, los extremosos, quedaron al margen de la Historia en las primeras elecciones y sucesivas. Pina comprendió que no sólo se trataba de golpear fascistas con un martillito, como matando moscas, sino de obtener el refrendo reventón del pueblo, que es mucho más duro.

Fallando y fallando, Pina llega a retratarse con Yáñez en lo del Quinto Centenario, entregada a la oficialidad socialista y vuelta a su pueblo, de donde nunca debiera haber salido. Fue la flor violenta de la Transición con camisa de firma. Nace mediado el siglo, justo en los 50, cuando todos nos calábamos de tristeza cantando bajo la lluvia. Muere en el 2000 y en agosto, en estos otros 50. Se le para el alegre corazón tras prolongada enfermedad. Pero el corazón se le había parado muchas veces, en la batalla, y seguía luchando a corazón parado. Ahora, tal que ayer, ha sido definitivo. Un hombre quizá, pero una mujer no puede vivir sin corazón. Nada ha cambiado, Pina, nos sigue haciendo falta una joven guardia roja -no basta con Zapatero-, y tú al frente con un martillo de martillear fascistas españoles o argentinos. Fuiste la yeyé maoísta como María Cuadra. Mao nunca supo de su éxito doctrinal y amoroso entre las españolas. Ya ves.