20 enero 2024
Pablo Motos pone en evidencia la hostilidad mediática contra él en EL PAÍS y otros digitales por una entrevista pactada por Sofía Vergara
Lecturas
09 Enero 2024
Sofía Vergara Nadal Parera, o cuando subestimas al de enfrente
Antes de que doña Sofía Vergara Nadal Parera ostentara el título y respondiera a las preguntas de Pablo Motos, a la de Barranquilla le pasaron cosas. Fue madre con 19 años, le puso al niño Manolo en homenaje a la película Scarface, asesinaron a uno de sus hermanos en Colombia y huyó a Miami con toda su familia. Se rieron de su acento en los castings, se imaginaron lo que no era cuando vieron que enseñaba su cuerpo —porque en el siglo XXI sigue habiendo señores a los que la copa C de sujetador les despierta un no sé qué—, se tomaron a chufla su intención de ser actriz, la acusaron de ladrona de fama cuando la fotografiaron saliendo de un restaurante con Tom Cruise.
Prejuicios, chismes y baboseos varios hasta que consiguió el papel de Gloria en la serie Modern Family que la llevó a la fama y a las nominaciones a premios, y de paso le llenó la cartera.
Con esto lo que una intenta decir es que Vergara es doctora cum laude en machirulos, en graciosos de casette de gasolinera, que está de vuelta y es más rápida en la respuesta que cualquiera de nosotros, mortales de medio pelo. Con esto lo que una intenta decir es que no subestimes jamás al que tienes enfrente. Te puede ganar las elecciones o mandarte a llorar a casa cuando todo ha acabado.
Sofía Vergara se divirtió, y cómo, este lunes en El hormiguero.
La de Barranquilla tiene la menopausia, dice su edad cuando le sale de su mismísimo centro de gravedad y no busca el piropo, tampoco el aplauso fácil. “¿Has bebido mucho estas Navidades?”, le preguntan. “No tanto como hubiera querido”, responde. Le dice al presentador que si quiere respuestas menos genéricas entonces debería hacer preguntas más precisas. Trolea y dispara a la mínima, cuando intuye que se ríen de su acento al hablar en inglés, cosa que le habrá sucedido qué se yo, un millón de veces. Cuando lo que ocurre en realidad es esa cosa tan paleta en España de mofarnos del que pronuncia inglés mucho mejor que nosotros. “Idiomas, querida”, que diría Aramís Fuster.
Recuerda que la nominaron a los Emmy, a los Globos de Oro y a los SAG. Viene a promocionar Griselda, una serie que produce y protagoniza. Pone en duda que el presentador la haya visto al completo y le corrige cuando pronuncia un apellido equivocado. “¿Alguna pregunta más, señorita?”, dice el conductor del programa, aceleradito y descolocado desde el principio de la conversación.
“No paras de decir cosas raras”, le dice casi al final, cuando Vergara ha colocado toda la mercancía que ha querido y además de la serie nos ha dicho que el maquillaje de su empresa es el que ella lleva, que los vaqueros también y que lo único que lleva postizo son las pestañas. Y desde ese mismo instante estamos todas buscando el nombre de sus empresas para comprar cualquier cosa que venda. Porque a semejante referenta una hace lo que sea con tal de que no pase hambre.
Se ríe de todos, y hace bien. Un poco de su manager, un poco de sus colegas estadounidenses, empeñados en adelgazar y torturarse con caracterizaciones imposibles para que les tomen en serio; dice que quiere un novio que tenga hijos y dinero porque ella no tiene previsto darle un hermanito a Manolo y tampoco parece querer ser el bizum de nadie.
Aunque mi momento favorito, y mira que es difícil elegir, es cuando el presentador le comenta, en una particularísima manera de ser agradable: “Me llama la atención la química que tienes con las mujeres”. A ver si no va a ser Sofía la que no para de decir estupideces, digo, “cosas raras”.
17 Enero 2024
Y Pablo derrapando con su moto
Va El Hormiguero y tuitea con orgullo una foto de Sofía Vergara que dice: “Programa más visto. 5.100.000 espectadores únicos”. Y aquí paz y después gloria. Aunque lo más destacable de la entrevista de Pablo Motos a Sofía Vergara no es cuánta gente la vio, sino lo que pensó y expresó una muy buena parte de la audiencia. “¡Es decir que 5.100.000 vieron cómo Sofía ponía en su sitio al misógino de Pablo Motos?”, responde @gabyravelo, por citar solo una de los cientos de respuestas que han celebrado los zascas de la actriz colombiana al presentador. Los tuits, memes, reels, vídeos de TikTok y comentarios se multiplicaron por miles.
“Admiro todo lo que hace Sofía Vergara aquí, pero sobre todo admiro que ni media sonrisa cuando ninguna gracia. Exactamente la misma ausencia de sonrisa en Taylor Swift en los Globos de Oro. Se acabó también el sonríe que estás más guapa”, tuitea @laurabarrachina. Con toda razón. Porque es de agradecer que Sofía Vergara derribe el estereotipo de la mujer estrella que sonríe como prueba de su encanto femenino a todo lo que le dicen. Y a la que tan acostumbrados —y acomodados— están muchos presentadores, como Pablo Motos. Hay en esas sonrisas establecidas una forma de servir a lo que se espera de una mujer que ha llegado a lo alto de la fama, del poder o del dinero. Mientras la seriedad y la sobriedad expresiva del hombre agrandan su masculinidad, en la mujer se espera la calidez y la acogida, cuyo símbolo es, sin ninguna duda, la sonrisa. Es más que habitual ver callar y sonreír a mujeres por televisión ante chistes o comentarios machistas que no tienen ninguna gracia.
Por eso, creo que en esa sonrisa hay también una ausencia. Pues, en el fondo, lo que se pide a una mujer que aparece en un plató como el de El Hormiguero es que no esté allí, o al menos que no intervenga en profundidad y, por supuesto, que no alborote el gallinero. En este sentido, Vergara no cumplió con las exigencias del guión. “Haz preguntas más precisas si no quieres que te conteste genéricamente”. “¿Te caigo mal o qué?”. “¿Hablas mejor inglés que yo?”. “¿Cuántas veces te nominaron a los Globos de Oro?”… Por cada pregunta impertinente que hizo, Pablo Motos recibió una respuesta adecuada. Y recibió muchas.
¿El resultado? La audiencia celebró en masa que Sofía Vergara mostrara un talante combativo ante un presentador cuyos deslices machistas no pueden obviarse más tiempo. Bien por ella. Y bien por todas las personas que estábamos mirando. Porque uno de los efectos de la televisión, quizá en mayor medida que otros medios, es el imitativo. Y no hay duda de que muchas mujeres, grandes y pequeñas, habrán encontrado en las respuestas de la actriz un nuevo espejo en el que mirarse, con un repertorio de gestos y conducta que no sirven a la imagen femenina instalada en la mentalidad de la comunicación de masas. “Os dejamos por aquí a la Sofía Vergara de la suerte para que tengáis respuestas para todo”, comparte en Instagram la revista feminista Pikara. Y, en efecto, Sofía es inspiración. Aunque parece que lo único que ha inspirado en El Hormiguero es orgullo de espectadores únicos. Lo que no debería olvidar Pablo Motos es que la audiencia es sentimiento antes que número. Por eso, presumir de millones después de una entrevista bochornosa no es un buen augurio. Es mejor escuchar y rectificar. Después de todo, los presentadores, además de gustar a muchos y de gustarse mucho, también pueden equivocarse. Y hasta disculparse.