11 noviembre 1996

El hijo del diplomático franquista niega que hubiera agresión y asegura que su padre se limitó a defender a los religiosos perseguidos por la dictadura castrista

Polémica en torno a si el ex embajador de España en Cuba, Lojendio, agredió o no al dictador Fidel Castro al enfrentarse a él en 1960

Hechos

  • La negativa del Gobierno de Cuba a aceptar al candidato propuesto por el Gobierno de D. José María Aznar como embajador en aquel país llevó a varios medios de comunicación (EL MUNDO, EL PAÍS) a rememorar el caso del Sr. Lojendio, expulsado como embajador de España en Cuba en 1960.

Lecturas

LAS FRASES QUE ORIGINARON LA POLÉMICA 

El 27.11.1996 en el diario EL MUNDO se rememoraba el caso del Sr. Lojendio con esta frase:

El primer incidente tuvo lugar en 1960, un año después de que Fidel Castro entrara en La Habana al frente de un movimiento guerrillero y obligara a dejar la isla al jefe del Estado, Fulgencio Batista. En aquella ocasión Castro lanzó duras acusaciones contra España, entre otras la de haber acogido a muchos religiosos contrarios a la revolución castrista. El embajador español, Juan Pablo Lojendio, al escucharle, se presentó en los estudios de la radiotelevisión cubana y, ante varios testigos, agarró por las solapas a Castro y le exigió que rectificara.

El columnista de EL PAÍS, D. Eduardo Haro Tecglen, publicaba un artículo en el que aseguraba no sólo que agarra de la solapas sino que hasta ‘le pegó’.

29 Noviembre 1996

Pequeña Crónica

Eduardo Haro Tecglen

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Hace medio siglo pasé una noche con Lojendio. Un hombre culto, franquista, católico y simpático. Toda su familia lo fue. En aquel tiempo era difícil conseguir una cama en el tren de Algeciras, y había que compartir los departamentos. Charlamos, dormimos. Pasaron los años y un día, en París, tuve una enorme sorpresa: Logendio, embajador de España en Cuba, había salido de la residencia como un huracán, había llegado a Radio La Habana y había pegado al jefe del Estado, Fidel Castro, que hacía unas declaraciones que le parecieron anti-españolas. Fue acogido con entusiasmo en la prensa pero con reticencia y fastidio en el cuerpo diplomático de carrera, al que parecía un comportamiento indigno. Franco le recibió, le abrazó y le fue dejando de lado. Franco tuvo muchos de esos abrazos mortales. Recuerdo esto por el incidente diplomático de ahora: nada comparado a aquello.

Se retiraron los embajadores en los dos países y los jefes de misión fueron encargados de negocios. Creo que el último fue el magnífico Jorge Taberna, navarro y solterón, que viajaba por el mundo con su cocinera y su ayuda de cámara. Produjo otro problema: su admiración por Castro. Me decía que era un hombre de tal capacidad política y tal voluntad de trabajo que Cuba era un país demasiado pequeño para él. Franco le retiró. Después se normalizaron las relaciones por embajadores. Supongo que Taberna había hecho una gran labor en este sentido.

No sé si hoy viernes, en el Congreso se declarará persona non grata a la embajadora de Cuba en Madrid: reciprocidad diplomática. Estamos ahora centrando el problema en la retirada del plácet al que iba a ser nuevo embajador por unas declaraciones ¿anticubanas?: se le suponía ya embajador de Mas Canosa (el hombre que ha amasado una fortuna en el anticastrismo, y al que un ministro socialista ha llamado mafioso o gángster), y del exilio de Miami, sino por la actitud del presidente Aznar en Roma, por su propuesta a la Unión Europea de desbordar la ley Helms-Burton para multiplicar el cerco de Cuba. El disfraz de todo ello es la vocación democrática de Aznar: su ansiedad por evitar regímenes dictatoriales en Cuba. Probablemente tomará decisiones parecidas con otros: Guinea, Marruecos, Guatemala.

24 Diciembre 1996

Lojendio y Fidel Castro

Juan Pablo de Lojendio (hijo)

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En EL MUNDO se publicó recientemente que mi padre el embajador Juan Pablo de Lojendio «cogió por las solapas a Fidel Castro». Dicha información es inexacta, ya que nunca le puso las manos encima. En efecto, como es conocido se presentó en los estudios de la TV, para desmentir en público gravísimas acusaciones que Castro había lanzado contra las comunidades religiosas españolas en Cuba, temiendo por ello graves incidentes contra ellas al día siguiente.

Es un hecho poco conocido, que se presentó en los estudios de televisión porque por aquel entonces, Castro ofrecía dicho medio a quien pudiera (y naturalmente se atreviera) demostrar lo contrario de lo que decía. El método se salía de la más pura ortodoxia diplomática, pero mi padre que había vivido y conocido profundamente la revolución cubana (llevaba en Cuba desde 1953) y era hombre ya por entonces de gran experiencia diplomática en Iberoamérica, lo estimó lo más conveniente. Pensemos que aquello no era la «Corte de San Jaime» sino La Habana revolucionaria de 1960.

Juan Pablo de Lojendio Madrid.

26 Diciembre 1996

Mal oído

Eduardo Haro Tecglen

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Lojendio: el hijo del embajador en Cuba que irrumpió en la radio cuando hablaba Castro. Me dice que su padre no tocó a Castro, aunque se corrió una versión interesada. Fue para defender los conventos y comunidades religiosas en Cuba; y después ocupó distinguidos puestos diplomáticos. Oí en su momento y en fuentes diplomáticas, la otra versión; la escucho ahora, cuando pregunto; la leo de un testigo directo en EL MUNDO. No veo razón para rectificar.