15 mayo 1973

Polémica entre los diarios YA (Luis Apostua Palos) y EL ALCÁZAR por el uso del término ‘ultra’ para referirse a los contrarios a la reforma

Hechos

El 14.05.1973 una firma anónima (R. R. M.) publicó una carta en EL ALCÁZAR dirigida a D. Luis Apostua, columnista del diario YA.

Lecturas

El Alcázar publica varios artículos contra el columnista de Ya, Luis Apostua Palos (ex director de El Alcázar cuando estaba gestionado por PESA) por usar el término ‘ultras’ para referirse a los políticos contrarios a reformar el régimen. Apostua Palos publica un artículo de respuesta en Ya explicando por qué usa ese adjetivo.

14 Mayo 1973

CARTA ABIERTA DE UN ALFEREZ PROVISIONAL A DON LUIS APOSTUA

R. R. M.

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Distinguido Sr. Apostua:

Usted es un buen periodista: y aún mejor, un hábil refundidor  de la actualidad nacional. Más tiene usted, el defecto de ser excesivamente radical en sus juicios sobre cuántos discrepan de sus opiniones, especialmente cuando no disponen, como usted, de un periódico de tanta audiencia como el diario YA.

Así, por ejemplo, para usted, un escrito dirigido privadamente por la Hermandad Nacional de Alféreces Provisionales al vicepresidente de Gobierno – que ignoramos cómo y por qué ha llegado a sus manos – define como ‘ultra’ a esa Hermandad que agrupo a 20.000 de aquellos oficiales provisionales que hicieron y ganaron nuestra guerra, no sin dejar en el empeño las vidas del cuarenta por ciento de cuantos fueron sus compañeros de la estrella de seis puntas sobre fondo negro.

Califica usted de ‘ultra’ a nuestra Hermandad, porque para usted ese escrito es pesimista y se alude en él a ‘vacío político’, desamparo ideológico, crisis doctrinal, encarecimiento de la vida, etc.” (el etc lo he subrayado yo, porque es francamente bueno).

Lo que usted así resume es, aproximadamente la trigésima parte de aquel escrito, mutilado, aunque menos, en otra referencia que a él hace el diario YA.

Ofrece, además, dicho escrito unas soluciones, a las cuales ni usted ni esa otra referencia aluden siquiera.

Ahora bien: ¿Cree usted que tal escrito justifica el cartel de ‘ultra que endosa usted a nuestra Hermandad?

Seriedad, señor Apostua.

Nadie puede honradamente ignorar que España – al igual que otras naciones de Occidente – atraviesa tiempos no ya de vacío, sino de vaciamiento político, de confusión, de desamparo ideológico y de crisis doctrinal.

Y, salvo unos cuantos conformistas o violentamente enriquecidos – versión actual del nuevo rico – nadie deja de sentir preocupación ante la disparatada elevación del coste de vida a que los españoles estamos sometidos.

Por ello y por otras razones que, constando en ese escrito, también ha silenciado usted y su diario, nuestra Hermandad – que tiene el derecho y hasta el deber de señalar cuando pueda hacer peligrar una paz por cuya consecución y mantenimiento alguna cosa hicieron y hacen sus componentes – no ahora, sino desde hace veinte años, viene reiteradamente insistiendo en que algo grave quiebra en España.

Que tal vez el Régimen su afán, no conseguido, de liquidar la partitocracia, lo que está liquidando es su propia ideología política; y con ello, provocando un vacío singularmente peligroso en las mentes más jóvenes, que quedan a la intermperie y en tempero para coger doctrinas adversas. Falsas y fracasadas, pero hábilmente propagadas y de modo que se carcajea de unas prohibiciones legales, que resultan, de otra parte, tan inocuas como vulnerables.

Y es que hoy, señor Apostua, nuestra juventud – que muchas veces llama ‘rollo’ o ‘ladrillo’ a las encíclicas y a las declaraciones pastorales, de las que lo que a o sumo lee son muy titulares – ignora o sabe muy poco de Vázquez de Mella, José Antonio, Ramido Ledesma o Víctor Pradera. Cierto que sólo unos pocos jóvenes han sido capaces de tragarse los textos completos de Marx, Engels, Lenin o Prohudon, más como lo que estas últimas y venerables momias escribieron hace más de un siglo se les ofrece sintetizado y modernizado hasta el lenguaje por folletos baratos, no más voluminosos que el librito rojo de Mao, su descubrimiento les llena ese vacío ideológico que padece nuestra juventud desde hace más de diez años.

Vacío coincidente con el hastío que a muchos jóvenes viejos y menos viejos, causa esta sociedad de consumo deshumanizada y super-capitalista que usted por lo visto aplaude y que contrariamente no es nada satisfactoria para muchos miembros de nuestra Hermandad, cuyo ultrismo le lleva a entender, por ejemplo, que hay que acabar de una vez con la especulación de todo cuanto resulta esencial para una vida humana digna; que debe nacionalizarse el suelo de las grandes ciudades, y que como sea y a costa de quien sea, ha de cesar la escasez y el excesivo coste de la vivienda, así como el abuso en los precios de los artículos de primera necesidad.

Resulta comprensible que par quienes consideran le ‘encarecimiento de la vida, etcétera’ como meros ‘episodios coyunturales’, les traiga sin cuidado que la mujer española de las clases más modestas tenga que desembolsar no menos de 300 o 400 pesetas para hacer la compra, o que los que quieran casarse, experimenten un verdadero problema económico, casi insoluble, para buscar cobijo a su hogar.

Pero esto sí que preocupa a los Alféreces Provisionales, que no suelen ser unos plutócratas y que tienen ya incorporados a su Hermandad a muchos jóvenes, que nos transmiten sus preocupaciones.

Además, señor Apostua, los hombres de la Hermandad de Alféreces Provisionales pertenecen al os más variados estamentos sociales. Todos nos afanamos por vivir en paz y dignamente, que es, en definitiva, lo que intenta nuestro pueblo.

Por ello pretende nuestra Hermandad que se eviten alzas de precios que anulan en meses mejoras de vida conquistadas en años, y que esto y otras muchas cosas a las que aspira se logren por la pura y simple aplicación de los hermosos postulados que inspiran un Régimen que no nació, ni ha vivido durante muchos años, para caer en la confusión ni en el supercapitalismo, ni en injustificadas crisis doctrinales, ni para que la juventud se inhiba de él, sino para dar y mantener una Patria que en nada se parezca a aquella caricatura de 1936 y que no olvide le grave compromiso y la gran esperanza que nos impulso el 1 de abril de 1939.

Si referirse a todos esto y ofrecer soluciones. Para alcanzarlo – a las que ni usted ni la otra referencia de YA han tenido a bien aludir – equivale a ‘pesimismo’ o a ser ‘ultra’ entonces estamos de acuerdo, señor Apostua, en que nuestra Hermandad es ‘ultra’, así como en que usted no lo es. Pero, por favor, señor Apostua, sírvase aclarar que el ‘ultrismo’ de la Hermandad de Alféreces Provisionales parece buscar la justicia, la paz, el proceso y la tranquildiad de los españoles.

Atentamente le saluda.

  1. R. M.

Alférez Provisional.

Madrid y mayo 1973.

15 Mayo 1973

La definición de Ultra

Luis Apostua Palos

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Con las iniciales R. R. M. y la mención ‘Alferez Provisional’ el diario EL ALCÁZAR publica una carta abierta a don Luis Apostua. Dado el interés del tema del debate y la amplia cortesía que brilla en el texto, creemos constructivo redondear la exposición del tema. Este tema puede ser estudiado como una aportación al concepto de ‘ultra’ en política, y la utilidad para el bien general del país de esa política preconizada en notas como la de la Junta Nacional de la Hermandad de Alféreces Provisionales.

La respuesta a este pedido de aclaraciones podemos hallarlo en el texto de una carta, cuya fotocopia poseemos y que nadie ha desmentido, dirigida al señor vicepresidente del Gobierno. Por ejemplo, en el punto quinto se dice: “Otra parte de la prensa española se escuda en una malentendida objetividad informativa para propagar noticias y fomentar manifestaciones que son contradictorias al espíritu y a la letra de nuestras leyes fundamentales destaca todo acontecimiento adverso y silencia con favorables, cabiendo decir sin ambages que la más importante prensa nacional no simpatiza con el régimen”.

Aquí podemos encontrar una clara expresión de la política ‘ultra’: considerar ineficiente la Ley de Prensa – con todo el peso de su artículo dos – y desear su desaparición; presumiblemente para volver a las prácticas de la censura previa o a la estatalización de su misma al hijo de la ley de 1938.

Ambas cosas serían una catástrofe para el propio Régimen. Se olvida que, por lo menos en su inmensa mayoría, esa prensa lo que desea es que el Régimen no sea desbordado, que evolucione legal y pacíficamente y que se salve, en definitiva, sin ruptura de diques. La prensa libre y responsable rinde – completamente gratis – uno de los más eficaces servicios que necesita un Gobierno y un país. En el caso concreto de España, el último quinquenio de los años sesenta fue de un enorme dinamismo político, que enriqueció y solidificó el Régimen; en esta operación, buena parte del éxito corresponde a la prensa libre, que consiguió una audiencia y un prestigio que contribuyó poderosamente al éxito del referéndum de diciembre de 1966. En el aspecto internacional, esas fechas señalan la cúspide de un proceso de integración de España en las más diversas relaciones internacionales, tanto políticas como mercantiles. La gran lástima es que no se haya proseguido por una senda que prometía la definitiva consolidación de las instituciones – el Gobierno, las Cortes, el Consejo Nacional – en un clima de abierta libertad y como fruto de un libre consenso de todas las fuerzas moderadas del país, abrumadoramente mayoritarias.

Así, pues, creemos haber definido una de las más sintomáticas notas de la política ‘ultra’; su alergia a la prensa pluralista, convertido en fiel reflejo de lo que es el país en realidad y no de los arquetipos ideales que se quieran dibujar. Segundo, creemos también haber expuesto la idea de que a la larga, no son rentables para el pueblo español las medidas prácticas preconizadas bajo la etiqueta ‘ultra’ porque nunca es rentable el salto atrás.

No se discute a los ultras su patriotismo ni su buena fe; se les discute la escasa virtualidad de sus propósitos de cara al futuro y, en algunos sectores, su afición a las expresiones violentas o a la violencia misma.

El, dejando a un lado los presupuestos políticos hacemos una interpretación sociológica de las tesis ‘ultra’ el balance es más desolador, porque la constitución social española está, quizá definitivamente alejada de los moldes ‘fuertes’ de una política fuerte. Precisamente un gran mérito del régimen, no valorando por sus habituales panegiristas con prosa tópica, es no haber comprendido el gran salto histórico del país, que lo hace irreversible a formas políticas eficaces en otro momento histórico, pero no hay ni mucho menos mañana. Hay países, no hace falta menciones, con regímenes políticos mucho más autoritarios, pero que no han transformado nada, aunque lo han conservado todo; entre lo que han conservado figuran, en primera línea, los problemas.

Luis Apostua

17 Mayo 1973

Nuevo envío a Don Luis Apostua

R. R. M.

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Es muy de agradecer, señor Apostua, la rapidez, mesura y extensión con que en el número de YA del pasado día 15 contesta usted a la carta abierta que le dirigí desde este diario el día anterior.

Pero como su interesante respuesta la inspira usted más que en mi carta, a cuyo contenido muy poco alude, en ese sentido tan traído y llevado documento que la Hermandad Nacional de Alféreces Provisionales dirigió al señor vicepresidente del Gobierno, y no en todo él, sino sólo en su apartado 5º, no me queda más remedio que replicarle, basándome ahora en ese mismo escrito.

Y ya me debo referirme a él, empezaré por formularle un ruego.

¿No cree usted, señor Apostua, que puesto que ambos estamos en la cancha de un limpio juego que busca la verdad y ese documento es, según usted dice, del dominio de muchos – lo que resulta peor que no lo sea de todos – sería conveniente darlo a conocer en toda su integridad?

Dios me libre de inmiscuirme en funciones propias del señor director de YA, mas puesto que no sólo usted, sino otros periodistas de su misma plantilla, lo han citado varias veces, cuatro que yo sepa, pero siempre fragmentariamente, y hasta titulándolo en alguna ocasión, como en el comentario semanal que con la firma de usted se publicó el pasado día 13, nada menos que ‘acta de acusación’, ¿no sería tal vez conveniente que el propio diario YA lo publicase?

Para usted, señor Apostua, en ese documento existe un párrafo, el 5º citado, que tipifica y define a nuestra Hermandad como ‘ultra’ es el siguiente:

“Otra parte de la prensa española se escuda en una malentendida objetividad informativa para propagar noticias y fomentar manifestaciones que son contradictorias al espíritu y a la letra de nuestras leyes fundamentales destaca todo acontecimiento adverso y silencia con favorables, cabiendo decir sin ambages que la más importante prensa nacional no simpatiza con el régimen”.

Deduce usted de este párrafo que la Hermandad Nacional de Alféreces Provisionales ‘considera insuficiente la ley de Prensa’; que desea su desaparición; y añade: ‘presumiblemente para volver a la prácticas de la censura, previa o a la estatilización de la misma al hilo de la ley de 1938”.

Mas esta interpretación, señor Apostua, no parece lógica ni admisible. Ni literal ni conceptualmente ese párrafo hace otra cosa que expresar la idea de que hoy por hoy, una parte de la Prensa española, la más importante, no informa políticamente con objetividad y no demuestra su simpatía al Régimen.

Ello, aunque está claro, para comprobarlo basta con transcribir el párrafo que precede al 5º del tan manoseado escrito, que dice literalmente así:

“En este aspecto, es obvio que determinados sectores de la Iglesia, al revuelo de una falsa y agresiva interpretación del Concilio Vaticano II se empeñen en defender, invocando nuestra religión, posiciones políticas abiertamente hostiles al Régimen, lo que está reflejándose ya – y esto es grave – en importantes órganos de Prensa, diaria, que tradicionalmente han sido considerados, portavoces de la jerarquía”.

¿Quieren ambos párrafos decir que, como usted afirma, a la Hermandad Nacional de Alféreces Provisionales se le antoja insuficiente la ley de Prensa y que ahora la censura?

No, señor Apostua, esto no lo cree ni usted, como tampoco que sentimos añoranza de una Prensa “unipardisita” – ¡aviados estaríamos a estas alturas! – o que experimentamos alergia por la prensa ‘pluralista’, aunque por cierto, fonéticamente al menos nos esté sonando desde hace tiempo como ‘pluripartidista’.

Lo único que añora el párrafo 5º de ese escrito es la ausencia de un diario de las posibilidades, medios y tirada de YA, que sea ‘hoy’ – digo hoy y no ayer ni anteayer – de apoyo efectivo al Régimen, y digo Régimen y no Gobierno ni Administración.

Del Gobierno, señor Apostua, se puede y se debe discrepar; como discrepa usted muy justamente en su comentario semanal del día 13 al señalar el triple fracaso, para muchos grave que han constituido tres importantes movimientos hacia el exterior: Santa Sede, Mercado Común y Gibraltar.

Mas una cosa es lamentar o criticar tales desaciertos y otra muy distinta propugnar, por ejemplo, al referirse al ingreso de España en la Comunidad económica Europea, que se rectifique la médula del Régimen. Que nos volvamos ‘buenos y democráticos chicos al gusto europeo”, cuando por estas latitudes hasta los niños saben que a España, con república, con monarquía constitucional o dictatorial, con Negrín o con Franco, esa ‘Europa’ sólo la digiere en plan de summer holidays, de vacaciones estivales más o menos folklóricas. Y cuando pocos, muy pocos, son los que están dispuestos a aceptar que entrar en el Mercado Común cueste a nuestra Patria peajes, como el del asesinato del 1 de mayo.

Y debo cerrar esta réplica y punto final, refiriéndome a otro comentario suyo, señor Apostua. Al que figura en esa ‘Acta de Acusación’ a que antes aludí. Al que afirma que los periódicos que se hacen con ideologías como la que revela el escrito de nuestra Hermandad, o no se venden o no son aceptados por el público, lo que para usted descubre que la mentalidad predominante ‘no va hoy por esos caminos’.

Señor Apostua, usted es un ilustre periodista, cuya pluma ha recorrido lugares modestos e incómodos que le que meritoriamente ocupa en el diario que hoy la acoge. Y sabe mejor que nadie que un periódico de fuste no se hace ni se vende fundamentalmente en función a su mentalidad o ideología. Necesita, ante todo, para ser lanzado, cuantiosos y firmes apoyos financieros, que humildemente reconocemos no puede allegar nuestra Hermandad, entre otras razones por su independencia y por depender tan sólo de esa voluntad de servir a España con patriotismo y buena fe, que sinceramente le agradecemos reconozca usted, aunque tenga a bien apostillarnos de ultras, por cierto, sin razón, como creo haberlo demostrado.

Madrid, mayo de 1973

Un alférez provisional.

R. R. M.

20 Mayo 1973

SERVICIO, PERO NO SERVILISMO

YA (Director: Aquilino Morcillo)

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No vamos a entrar en la polémica que con nuestro comentarista Luis Apostua se ha mantenido desde las columnas de EL ALCÁZAR. Pero en el artículo publicado en dicho periódico con el título ‘Nuevo envío a Luis Apostua’ aparecen conceptos que no podemos dejar de comentar. Se dice en él, en efecto, con referencia al párrafo del documento que ha motivado la polémica, que ‘ni literal ni conceptualmente ese párrafo hace otra cosa que expresar la idea de que hoy por hoy una parte de la prensa española, la más importante, no informa políticamente con objetividad y no demuestra su simpatía al Régimen; y, concretamente más, se añade poco después que ‘lo único que añora el párrafo quinto de ese escrito es la ausencia de un diario de las posibilidades, medios y tirada de YA que sea hoy – y digo hoy y no ayer ni anteayer – de apoyo efectivo al Régimen, y digo Régimen, y no Gobierno ni Administración’.

Pues bien: nosotros decimos Régimen, y Gobierno y Administración, precisamente para sostener lo contrario: que los apoyamos y que lo hacemos de la única manera efectiva que hay de ayudar…

¿Pero cree nuestro colega, que tan generosamente acoge el artículo en que se nos ataca, dándole lugar preferente, que al Régimen y al Gobierno se los ayuda con amenes condicionales, negándole a reconocer que las cosas cambian necesariamente con los tiempos y que dirigir su evolución es salvarlas y no dejar que evolucionen es hundirlas?

Lo único que pedimos es que las leyes que existen se pongan plenamente en vigor, que se las haga funcionar, es decir, que el Régimen sea consecuente consigo mismo. ¿Quién es entonces leal?