21 marzo 1998

Pedro J. Ramírez, director del diario EL MUNDO, defendió en la COPE la emisión de las imágenes, frente a la oposición de Antonio Herrero y Federico Jiménez Losantos

Polémica por la emisión del suicidio de Ramón Sampedro por parte de ANTENA 3 TV: José Oneto destituido

Hechos

El 4.03.1998 el canal ANTENA 3 TV emitió las imágenes del suicidio de D. Ramón Sampedro, el tetraplégico que reivindicaba su derecho a poder suicidarse.

Lecturas

JOSÉ ONETO APARTADO DE LA DIRECCIÓN DE INFORMATIVOS DE ANTENA 3 TV:

mas_oneto D. José María Mas y D. José Oneto

Tan sólo un mes después de la emisión de las imágenes del suicidio de D. Ramón Sampedro, el Presidente de ANTENA 3 TV, D. José María Mas (que representaba a Telefónica, la compañía de D. Juan Villalonga, que era la accionista mayoritaria del canal), oficializaba la destitución de D. José Oneto como director de informativos y lo reemplazaba por D. Ernesto Sáenz de Buruaga.

 

DISCREPANCIAS EN COPE: PEDRO J. RAMÍREZ A FAVOR DE LA DIFUSIÓN DE LAS IMÁGENES, HERRERO Y LOSANTOS EN CONTRA:

zap_1997_pedrojota_antonioherrero D. Pedro J. Ramírez (EL MUNDO) y D. Antonio Herrero (COPE)

En el programa ‘La Mañana’ de la COPE del 5.03.1998 los tertulianos discutieron sobre la emisión, por parte de ANTENA 3 TV de las imágenes de la muerte del Sr. Sampedro. El director de EL MUNDO y tertuliano D. Pedro J. Ramírez elogió aquella difusión: “ANTENA 3 se ha apuntado un éxito periodístico en la medida en que ese era un documento que tódos los medios buscábamos. Es tan legítimo emitir este vídeo como difundir en los periódicos los manuscritos de Sampedro (en alusión a EL PAÍS, que había difundido los citados manuscritos”.

No lo veía así el tertuliano D. Federico Jiménez Losantos: “Soy partidario del derecho a una muerte digna, pero no de que sé haga propaganda con una muerte a las  nueve de la noche én televisión”.

Por su parte el conductor de la tertulia, D. Antonio Herrero, también criticó aquella emisión: “El vídeo no tiene ningún interés informativo. Tiene el-interés de la curiosidad, del morbo y el interes que siempre conlleva la cultura de la muerte». El Sr. Herrero replicó abiertamente al director de EL MUNDO: «¿Difundirías en una televisión de EL MUNDO el vídeo de un terrorista que ha filmado un atentado?”

06 Marzo 1998

El vídeo de Sampedro

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LA VOLUNTAD de convertir su muerte en un alegato a favor de la eutanasia dio sentido a los últimos años de la Vida de Ramón Sampedro, el tetrapléjico gallego fallecido por propia voluntad el pasado 12 de enero. Impedido para acabar por sí mismo con su vida, tuvo que contar con la ayuda de personas que por amor o amistad colaboraron a su designio. Ambas paradojas revelan una situación límite: lo que da sentido a una vida se cumple con la desaparición de esa vida. Y el gesto de amor y compasión de los más próximos consiste en acabar con la persona objeto de tales sentimientos. Ese terrible drama humano reclama sobre todo respeto.Por eso era inevitable que suscitase polémica la difusión del vídeo que recoge los últimos momentos de Sampedro. Muchas personas piensan que en ningún caso debió traspasarse esa frontera última de intimidad: precisamente por las condiciones en que se produjo la decisión. Pero, por otra parte, no hay duda de que quiso convertir su propia muerte en una bandera a favor de la despenalización de la eutanasia, y que ése fue su gesto máximo de libertad. Impedir su difusión sería, desde esa perspectiva, traicionar la más clara voluntad de Ramón Sampedro.

La incomodidad moral que suscitan esas imágenes es independiente de la actitud ante la eutanasia. Portavoces de la Asociación Pro Derecho a una Muerte Digna (APDMD) dijeron ayer haber sentido «herida» su sensibilidad al contemplar el vídeo en un informativo. Personas opuestas a la eutanasia defendieron, sin embargo, su emisión por su interés informativo. Familiares de Sampedro alegaron que la grabación iba dirigida a ellos, y no a los telespectadores. De algunas entrevistas concedidas por el enfermo podría deducirse que el vídeo tenía por objeto evitar la inculpación de las personas que necesariamente tuvieron que cooperar para su fin. La grabación sería el equivalente a la carta que el suicida dirige al juez para que no se culpe a nadie. Pero no puede asegurarse que Sampedro no deseara también difundir al máximo su contenido.

Ni siquiera hay unanimidad a la hora de establecer los efectos de su emisión. Para unos, favorece el debate sobre la eutanasia, como quería Sampedro. Para otros, lo interfiere, dado el dramatismo de las escenas. En cualquier caso, es cierto que, con vídeo o sin él, la batalla de ese tetrapléjico gallego que recurrió a la justicia buscando una ayuda que no encontró interpela a la sociedad española sobre un problema real. Si la eutanasia estuviera despenalizada, o al menos regulada de manera prudente-comoen Holanda-, no hubiera sentido nadie la necesidad de grabar un vídeo como éste, ni se hubiera planteado el problema de su difusión.

Y aunque tengamos dudas de que la emisión de Antena 3 vaya a favorecer el debate, no hay razones de peso para criticarla. Hubiera sido deseable, en todo caso, evitar ciertos detalles -como la banda que avisaba bajo la imagen de Sampedro de que se trataba de una » exclusiva de Antena 3″- que pudieron dar la impresión de que se trataba de un espectáculo antes que de un terrible drama humano.

06 Marzo 1998

Mostrar la muerte digna

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Es lógico que la jerarquía católica desapruebe la emisión por Antena 3 TV del vídeo que recoge las últimas palabras de Ramón Sampedro. Es coherente con su posición radicalmente hostil a la eutanasia activa. Tal como señaló ayer el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, el caso de Ramón Sampedro puede llegar a convertirse «en una especie de caso-prueba para cambiar la legislación española en el supuesto de la eutanasia» y, en la medida en que el vídeo en cuestión contribuye a ello, no puede dejar de molestarle que se difunda. Ese mismo argumento, sólo que en sentido contrario, es el que han esgrimido la asociación Derecho a Morir Dignamente y Miguel Bajo, abogado de Ramona Maneiro -la amiga de Sampedro que está siendo investigada por su posible cooperación en el suicidio de éste-, para considerar positiva la emisión del vídeo. En efecto, contribuye a dar más fuerza al debate social sobre la eutanasia.

No entendemos, en cambio, las críticas de quienes sostienen que el vídeo no debería haber sido emitido porque «no aporta ninguna información valiosa» y es «morboso». Las razones que condujeron a Ramón Sampedro a desear la muerte constituyen un dato informativo de primera importancia. Por eso EL MUNDO y otros periódicos las publicamos en su día, de una u otra forma. El vídeo añade a esas razones otro elemento de información clave: nos muestra con qué serenidad y convencimiento arrostró Ramón Sampedro su decisión. Por lo demás, Antena 3 TV seleccionó con buen sentido, de la hora de grabación, sólo la parte de mayor valor periódistico.

La distinción entre lo que resulta «morboso» y lo que no tiene un fuerte componente subjetivo, sin duda. Pero se nos hace verdaderamente difícil de entender que haya quien considere morbosas esas imágenes y no, en cambio, la de las infinitas matanzas y asesinatos que nutren los informativos que se emiten por televisión antes, durante y después de las comidas. No hay en el vídeo de Sampedro ni sangre, ni dolor; ninguna truculencia.

Más disparatados aún son otros argumentos, como el que sostiene que la emisión de este vídeo mueve a temer que la muerte pueda llegar a convertirse en un «espectáculo» o un «negocio». El espectáculo de la muerte -no de la muerte deseada y apacible, sino de la muerte violenta, con ensañamiento- es ya un negocio desde hace décadas. De la muerte de ficción, y de muertes reales: hemos visto en TV desde un suicidio en directo hasta ajusticiamientos en masa, y no levantaron ninguna polvareda.

Es comprensible que estén disgustados algunos familiares de Sampedro. Pero ése fue su deseo: morir, y que su muerte sirviera para propiciar la reflexión colectiva. Para eso hizo grabar el vídeo. Para eso ha servido su difusión.

06 Marzo 1998

La muerte en diferido

ABC (Director: Francisco Giménez Alemán)

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La emisión en una cadena privada de televisión de un vídeo doméstico que contiene imágenes del suicidio del tetrapléjico Ramón Sampedro, impúdica exhibición pública de lo que, como la muerte de un hombre, debe ser más íntimo y reservado, forma parte de una nada sutil campaña de acoso a la opinión pública para convencerla de la licitud del suicidio bajo la pudorosa, eufemística, políticamente correcta y, en definitiva, falsa existencia de un derecho a una muerte digna. ABC no quiso divulgar ayer esa información para no cooperar en lo que estimamos una mera propaganda en favor de la muerte voluntaria.

No se trata de juzgar a nadie y meno a quien ha sufrido una penosa enfermedad durante 25 años. Pero tampoco debe convertirse una triste y amarga decisión en el paradigma del comportamiento digno y elevado. En una ocasión el filósofo Wittgenstein afirmó: «Si una persona me dice que ha estado en los peores lugares, yo no tengo derecho a juzgarla, pero i me dice que fue su superior sabiduría lo que le permitió ir allí, entonces sé que es un fraude.

La vida es un don de Dios que el hombre no se da a sí mismo y que no debe nunca quitarse. El precepto no matarás incluye en primer lugar, a uno mismo. No es lícito quitarse la vida cuando su prolongación nos parece insoportable. La doctrina moral de la Iglesia católica, a vigente en las conciencias de la mayoría de los españoles, ha sido constante y unánime.

La mayor parte de los argumentos que se invocan en favor del suicidio parten de la errónea premisa de que es lícito moralmente toda conducta que no dañe a otro. Pero aunque admitiéramos esta falsa premisa, la eutanasia no es un acto meramente privado o personal sino que puede dañar a otros e involucra, es decir, en la provocación voluntaria de la muerte de un hombre, a toda la sociedad y, en especial, a quienes tiene precisamente como profesión la salud y la defensa de la vida.

Un pensador español afirmó que ‘una vida con pena no vale la pena’. ¿Qué vida no ha conocido, a lo largo de su existencia, el duro embate de la pena? Ninguna vida tendría en ese caso valor. ¿Acaso no ha sido muchas veces el dolor la palanca que ha elevado a lo mejores hombres hacia lo sublime? Frente a los apologetas de la muerte voluntaria siempre habrá que preferir la actitud de quienes dicen, a pesar de todo, sí a la vida. El melancólico y n precisamente cristiano Nietzsche escribió: «¿Era esto la vida? Bueno, ¡que venga otra vez!».

 

06 Marzo 1998

¡Olé tu valentía y tu racionalidad, Sampedro!

Carlos Boyero

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«Van a ver el documento más estremecedor de los últimos años, un vídeo doméstico que contiene imágenes del máximo dramatismo y que vamos a ofrecérselo por su valor documental. Un documento exclusivo de Antena 3», escucho en el arranque de las Noticias. ¡Horror! ¿Retorna el temible chacal Pepe Navarro? No, me tranquilizo. A pesar del enunciado, entre morboso y apocalíptico, es un profesional tan incuestionable como Fernando Onega el que suelta el goloso parlamento. Ignoro si los currantes del share se frotaban las manos ante el presumible subidón de audiencia, pero escandalizarse por la exhibición pública del suicidio de Ramón Sampedro sería hipócrita. El deseaba que accediéramos a su agonía, la filmó, fue un acto libre, un testimonio tan atroz como asumido. Cualquier televisión hubiera anhelado la posesión de ese tesoro, independientemente de que consideraran su exhibición como un espectáculo productivo, una obligación moral o un documento de valor inapreciable.

Siempre me estremece contemplar la muerte en directo, pero mucho más cuando alguien decide quitarse la vida. Supongo que nadie se atreverá a calificar frívolamente de exhibicionista o de negociante al que tiene el coraje de afirmarse en su libertad, aunque sea para quitarse de encima una vida angustiosa y dolorosa que no le compensa el fatigoso acto de seguir tirando. Y que no me vengan con gilipolleces épicas y tópicos repugnantes como «suicidarse es de cobardes y sobrevivir es de valientes». Es jodidamente difícil renunciar definitivamente a la esperanza, que la desesperación, o el vértigo, o la desolación, o el sufrimiento te empujen a renunciar al único lujo que poseemos: la vida. El suicidio de cualquier adulto me provoca piedad, ira ante las intolerables circunstancias que le aconsejan o le obligan a quitarse de en medio, a abandonarse a esa definitiva oscuridad de la que no poseemos ningún dato consolador. Pero cuando se suicida un niño, mi gemido alcanza atmósfera bíblica, odio y estupefacción ante esa abstracción que se llama a sí misma Humanidad, la blasfemia más salvajemente racional si pudiera creer en un Dios.

No hay complacencia ni abuso (la agonía duró 20 minutos) en el muestrario de ese suicidio. Sampedro no enfatiza su tono de voz al asegurarnos: «Cuando muera, me habré liberado de la más humillante de las esclavitudes, de una cabeza viva pegada a un cuerpo muerto». Nos mira con serenidad y tristeza, bebe el cianuro con una pajita, sonríe levemente, su respiración se agita, repite algo ininteligible, se cierra la imagen. This is the end, my friend. Yo brindo por tu valentía, por la afirmación de tu libertad. Ojalá que hubieras sido feliz.

El Análisis

MORBO Y OPORTUNISMO

JF Lamata

Sintiéndolo por los Sres. Oneto, Álvarez de Toledo o Ramírez, pero es difícil sostener que tiene interés periodístico ver los minutos que tarda en morirse un hombre tras ingerir veneno. Tiene audiencia, eso sin duda, por el morbo que causa.

No obstante uno, ante los juicios periodísticos, no sabe cuanto son por principios o cuanto por oportunismo. D. Pedro J. Ramírez siempre había sido muy crítico con todo lo que fuera morbo. Pero en aquel momento apoyó a ANTENA 3, casualmente en un momento en que ANTENA 3 se había convertido en socio del diario EL MUNDO (era propiedad de Telefónica, que era el primer anunciante del periódico) y ambos medios formaban parte del capital de VÍA DIGITAL. Claro que, por esa regla de tres también podría decirse que la opinión de D. Antonio Herrero y el Sr. Jiménez Losantos, estaba condicionada por el hecho de ser empleados de la COPE, propiedad de la Iglesia Católica, contraria a la emisión de las imágenes y todo lo que fuera hacer propaganda del suicidio asistido.

Lo que queda claro es que aquella emisión fue oportuna para que Telefónica se librara del Sr. Oneto, cuya salida de ANTENA 3 TV se veía venir desde que el Sr. Asensio y Zeta, vendieron el canal a Teléfonica. Puesto que el Sr. Oneto no dejaba de ser un hombre del Sr. Asensio.

J. F. Lamata