15 agosto 2005

El sistema bolivariano de Venezuela impide que el parlamento pueda deponer al presidente y establece como único modo de 'moción de censura', la de un referéndum directo de la ciudadanía

Referéndum Revocatorio Venezuela 2004 – Hugo Chávez es ratificado como presidente del país haciendo fracasar el intento de la oposición por derribarle

Hechos

El 15 de agosto de 2004 se celebró en Venezuela un referendum para votar la permanencia o no en la presidencia de Hugo Chávez Frías.

Lecturas

El sistema bolivariano de Venezuela impide que el parlamento pueda deponer al presidente y establece como único modo de ‘moción de censura’, la de un referéndum directo de la ciudadanía.

El resultado fue el siguiente:

  • A favor de Hugo Chávez: 5.800.629 votos.
  • En contra de Hugo Chávez: 3.989.008 votos.

DERROTA DEL MAGNATE MEDIÁTICO GUSTAVO CISNEROS (VENEVISION)

Entre los derrotados se encuentra el presidente del canal de televisión Venevision, el empresario Gustavo Cisneros, que participó en actos de campaña a favor del ‘No’ y a quien Chávez calificó de ‘capo de la mafia oligárquica bastarda de Venezuela’.

17 Agosto 2004

El triunfo de Chávez

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Más allá de la suerte de Hugo Chávez, la verdadera importancia del referéndum celebrado en Venezuela radica en si permitirá o no que el país caribeño salga de la profunda crisis política y social en la que vive inmerso desde hace más de dos años. Los primeros indicios, pese a la holgada victoria del presidente venezolano sobre sus oponentes -la octava en las urnas en menos de seis años-, sugieren lamentablemente que la pugna no tiene visos de cerrarse. La oposición denuncia como un gigantesco fraude el resultado del voto, pese a que sus resultados han sido avalados por los observadores internacionales.

El veredicto aprobatorio de los dos más importantes, la Organización de Estados Americanos y el Centro Jimmy Carter, que han mediado durante más de un año para tratar de reducir el creciente foso social del país caribeño, debería resultar clave para calmar los ánimos en el quinto exportador mundial de petróleo. En la celebración del triunfo ante sus partidarios, y en su peculiar estilo, un eufórico Chávez ha tendido aparentemente la mano a sus oponentes. El jefe del Estado venezolano está obligado a que su gesto de ayer sea más que un gesto.

Con todas las críticas que el populismo de Chávez pueda merecer en sus casi seis años al frente de Venezuela -y son muchas en diferentes ámbitos-, los venezolanos han dispuesto de un recurso inusual que les otorga la posibilidad de destituir a un presidente en ejercicio mediante el voto popular. Fue el propio Chávez quien, en un momento de fervor democrático, lo introdujo en su Constitución de 2000. Pero las potencialidades de este mecanismo, ejercido el domingo de forma masiva y básicamente ordenada por los ciudadanos, se verán viciadas si quienes tan denodadamente han batallado para conseguir el referéndum -sorteando en el proceso innumerables escollos gubernamentales- deciden ahora sin argumentos convincentes ignorar su resultado. Pese a su tenacidad, la dividida oposición a Chávez no ha conseguido todavía plantear con éxito un proyecto alternativo consistente ni alumbrar un líder capaz de aglutinar el rechazo a los procedimientos presidenciales.

El mayor mérito de la consulta, que asegura a Chávez la permanencia en la jefatura del Estado hasta 2006, sería devolver a Venezuela la estabilidad política y una convivencia civilizada. En los últimos años, bordeando a veces los precipicios del marasmo económico y el enfrentamiento civil, los venezolanos han perdido una inmensa parte de sus energías en polémicas sobre el régimen instaurado por el antiguo paracaidista golpista. Para la oposición parece llegado el momento de dedicar sus esfuerzos a reagruparse ante las elecciones parlamentarias del año próximo. Y para todos los venezolanos -pro y anti-Chávez- es la oportunidad de sacar al país de una postración en la que más de las dos terceras partes de la población coquetea con el hambre, pese al río de dinero que proporciona la bonanza petrolífera.

26 Agosto 2004

Chávez para rato

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El resultado del referéndum revocatorio del 15 de agosto indica que hay Chávez para rato; y, pese a que sería razonable que reinara una cierta reconciliación, al menos sobre las reglas del juego, entre Gobierno y oposición, lo previsible es que siga el conflicto. Si el presidente hubiera perdido, el enfrentamiento, de otro modo, también se hubiera prolongado. Pero para encarar el futuro de Venezuela, desde dentro y desde fuera, hay que partir de la base de que Chávez sale reforzado de esta prueba en las urnas que él no buscó, como salió del frustrado golpe de Estado en abril de 2002.

Está claro que la oposición se equivocó al lanzarle un órdago sin tener ni la organización, ni el liderazgo, ni los medios necesarios para poder aspirar a ganarlo. Firmemente convencida de que hubo fraude, no tomó las suficientes precauciones previas, ni ha aportado pruebas fehacientes luego. De hecho, ha sido un pulso desigual, pues desde meses antes el chavismo estuvo toreando a la oposición, asegurándose el control del Consejo Nacional Electoral e inyectando dinero del petróleo en asistencia social y movilización electoral.

Si quiere tener opciones, la oposición tendrá que organizarse mejor, y prepararse con la vista puesta en las presidenciales de 2006, para las que, hoy por hoy, Hugo Chávez es el favorito. La oposición necesita partidos, líderes y programas nuevos. Los viejos no sirven, hundidos en el fango de otra corrupción. Cuenta, de partida, con el 40% del voto. Es una buena base. Pero debe partir también del reconocimiento de su derrota el 15 de agosto.

Chávez se ha granjeado un mayor apoyo internacional cuando el resto del mundo no quiere más problemas que encarezcan aún más el precio del crudo y sabe que tendrá que contar con el presidente venezolano, que ha anunciado una imprecisa «nueva etapa» de su «revolución bolivariana». Los casos de violencia que se han vivido tras el referéndum no son un buen augurio. La comunidad internacional tiene que permanecer vigilante ante posibles retrocesos en las libertades tras el referéndum. El presidente venezolano debe ahora demostrar espíritu de conciliación. Hasta el momento no ha hecho sino hundir la economía, y no puede contar, para que se recupere, únicamente con los ingresos del petróleo.

Libre de las hipotecas de su predecesor, el presidente español, Rodríguez Zapatero, puede tener un especial papel, desde España y con toda la UE, para ayudar a Venezuela a entrar en la senda de la sensatez, junto a la Administración estadounidense que salga de las urnas el próximo 2 de noviembre. Pasado el referéndum, el mundo no debería desentenderse de Venezuela, un país que tenía y tiene todas las bazas para ser más rico, más justo y más democrático.

17 Agosto 2004

VENEZUELA, DIVIDIDA POR CHÁVEZ

ABC (Director: José Antonio Zarzalejos)

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HUGO Chávez ha logrado sortear, al menos en cuanto a cifras se refiere, un referéndum revocatorio, con el que la oposición quería apearle de la presidencia. Por desgracia, después de esta consulta y aunque consiga confirmar los resultados que le favorecen, la inestabilidad política va a seguir minando el porvenir de este gran país iberoamericano. Venezuela se ha quedado partida en dos, y desde este momento ya no se puede excluir ningún horizonte en el enfrentamiento político, por dramático que pudiera parecer.

Chávez no puede sentirse satisfecho por haber sido ratificado en este referéndum, cuando sabe que una proporción impresionante de los venezolanos ha proclamado su rechazo frontal al delirante proyecto político que encarna. Sin entrar en la exacta distribución de los resultados, que probablemente no se llegará a conocer jamás, está claro que Venezuela se ha dividido por la mitad y eso se debe a que, desde el principio de su gestión, Chávez ha demostrado que no es capaz de entender que un presidente tiene que serlo de todos sus ciudadanos, y no solamente de los que están de acuerdo con sus estrafalarias ideas. Es verdad que en las primeras elecciones, cuando recibió el apoyo de más del 80 por ciento de los votos, era fácil confundirse entre sus partidarios y la sociedad en general, y tal vez de ahí venga esa permanente tentación totalitaria que le hace sentir que él es el único que tiene razón, mientras que los que le critican se convierten automáticamente ante sus ojos en enemigos del pueblo.

Ahora, tan malo sería que Chávez aprovechase la ocasión para lanzar una ofensiva contra los líderes opositores, como que éstos buscasen caminos no democráticos para lograr sus fines. El referéndum revocatorio es un mal mecanismo que ha empeorado notablemente las cosas, y ha llevado la división hasta al seno de la comisión electoral, de modo que cualquier gesto que tienda a crispar las cosas debería ser evitado.

Sin embargo, la oposición tiene razones para exigir que sean disipadas todas las dudas razonables que puedan existir sobre el proceso, porque -sin prejuzgar el veredicto que emitan las instancias que se han comprometido a supervisarlo- no se explica fácilmente que hayan aparecido menos votos a favor de la revocación del mandato, que el número de ciudadanos que firmaron la petición de referéndum en una campaña abiertamente boicoteada por el Gobierno. Pero mientras se aclara la discusión de los datos, la coordinadora democrática debería aprender de una vez que sólo un clavo saca a otro clavo y que si no logran ponerse de acuerdo para crear un líder apoyado por todos para las elecciones de 2007, es muy difícil que logren vencer a Chávez.

Al final, la verdadera cuestión de fondo es que el régimen postcomunista de Chávez es un fracaso en sí mismo, y por más energías y caudales que éste dedique a mantenerse en el poder, no podrá evitar que tarde o temprano el país llegue al colapso socioeconómico. Ahora, Chávez aun cuenta con los altos precios del petróleo, que han venido como otras veces en su auxilio para arreglarle las cosas en la campaña electoral, pero algún día las masas de pobres que malviven en los cerros de Caracas y que son su principal fuerza social, bajarán al Palacio de Miraflores, pero no a vitorearle como anoche, sino a reclamarle los miles de millones de dólares de las riquezas petroleras, que se evaporan a través de la gigantesca ineficacia de esa quimera bolivariana que Chávez llama revolución.