17 mayo 1934
Las posturas de Lerroux se van aproximando cada vez más a las posturas de la derecha, mientras que las de Martínez Barrio lo hacen a las de la izquierda
Escisión en el Partido Radical: 19 diputados liderados por Martínez Barrio rompen con Lerroux y fundan la Unión Republicana
Hechos
Un total de 19 diputados del Partido Radical rompieron con esta formación política y constituyeron una nueva formación, la Unión Republicana, liderada por D. Diego Martínez Barrio
Lecturas
El rechazo del sector del Partido Radical liderado por D. Diego Martínez Barrio a la decisión del líder de este partido, D. Alejandro Lerroux García, a llegar a acuerdos parlamentarios con la CEDA ocasiona la ruptura entre ambos.
El día 17 de mayo de 1934 D. Diego Martínez Barrio dimite como vicepresidente del Partido Radical y abandona el partido. Con él se van 20 diputados del Partido Radical, entre ellos los Sres. Just, García Ramos, García Berlanga, Miñones, Blasco Garzón, González Sicilia, Labandera, Mateo Silva, Pascual Leone, Valenti, Lara, Hermenegildo Casas, Moreno Quesada, Marco Miranda, Frapolli, Elpidio Alonso, Seguí, Martí Rodríguez y Díaz Pastor.
Los escindidos crearán su propio partido, Unión Republicana, liderado por el propio D. Diego Martínez Barrio.
17 Mayo 1934
La Disidencia Radical
Se ha producido en la familia radical el cisma que venía anunciándose. Muchos habrá que se huelguen del suceso; muchos a quienes el pleito no atañe directamente. No han faltado en torno del jefe de la disidencia voces alentadoras y exhortaciones acuciosas. Pero no deja de ser curioso el hecho de que estos estímulos hayan partido de sectores políticos extraños al partido cuyo rumbo futuro estaba en litigio. El coro de jaleadores ha conseguido su propósito. Ya está el Sr. Martínez Barrio fuera de la comunicación radical, en la no muy sobrada compañía de una docena de diputados a quienes placen, por lo visto, las aventuras bizarras. La masa del partido continúa, no obstante donde estaba consciente de su responsabilidad y haciendo honor a los compromisos adquiridos. En rigor, no existe motivo serio para que el cisma pueda acarrear mudanzas importantes en el curso de la política actual.
Grave error el que ha inducido al Sr. Martínez Barrio a erigirse en cantón independiente. Como causa justificativa de la disidencia se esgrime la incompatibilidad política con determinados grupos parlamentarios integrantes de la mayoría. No se trata de resolver ningún problema que la realidad presente haya planteado. El político sevillano ha pretendido hipotecar el porvenir de la hueste radical mediante una declaración acerca de la táctica futura, que hubiese entrañado nada menos que un veto explícito contra un partido cuyo volumen numérico en la Cámara es signo inequívoco de su arraigo en la opinión del país. ¿Qué razones se aducen en este fracasado intento de impedir el acceso de la CEDA a las cumbres del Poder? Con ayuda de los votos de que dispone el Sr. Gil Robles vienne gobernando los radicales desde las últimas elecciones. EL pacto ha sido expresión de unas realidades ineludibles. Ni el Partido Radical ni la CEDA que den rebelarse contra los dictados de la opinión pública, cuyos sufragios han proclamado la necesidad de gobernar a España con un sentido de moderación y equilibrio frente a la amenaza de los extremismos que por uno y otro flanco se complacen en atacar al régimen.
Recientes están las manifestaciones de republicanismo hechas por el Sr. Gil Robles en pleno Parlamento y con la aquiescencia fervorosa de su partidarios. Y no se hará esperar una declaración más explícita, terminante y solemne de adhesión a la República por parte de la CEDA ¿Qué designios ocultos abrigaba el veto que el Sr. Martínez Barrio pretendía arrancar al Partido Radical frente a unos hombres que patrióticamente se aprestan a contribuir a la defensa del régimen? Conviene tener presente que en los sectores del a derecha enemigos de la República no escasean estos días los ataques al líder de Acción Popular a cuenta del republicanismo del Sr. Gil Robles. Le ha cabido al Sr. Martínez Barrio el triste honor de coincidir con las derechas antirrepublicanas en la misma campaña de excomunión contra un grupo político que viene a ensanchar la base del régimen.
El cisma producido ayer no puede alterar fundamentalmente la situación política. Los disidentes carecen de fuerza parlamentaria para torcer el rumbo de los acontecimientos. En cuanto al quebranto sufrido por el Partido Radical, no puede decirse que haya llegado a un trance de extrema dificultad. Los que se marchan ausentes venían estando desde hace algún tiempo. En ellos la intención catastrófica ha superado notoriamente al estrago producido por su actitud.
17 Mayo 1934
La esperada escisión
Se ha producido de hecho, aunque no exista a estas horas el acta del suceso, la lamentable escisión en el Partido Radical. Unos escrúpulos del Sr. Martínez Barrio sobre ciertos imponderables que su sensibilidad política percibía le han inducido a mantenerse en una actitud herética frente a su jefe. Todo se ha resuelto con una separación amistosa que, naturalmente, irá perdiendo en cordialidad a medida que el nexo de una disciplina vaya relajando los lazos efectivos.
Todo esto es lamentable. Y si bien no sufre la figura histórica del Sr. Lerroux, ni siquiera la más desvaída, pero muy estimable del Sr. Martínez Barrio, se ha descubierto un portillo en la fortaleza radical por donde puede penetrar el enemigo.
La escisión en política suele producirse por motivos de gran dimensión: elevados o profundos, es lo mismo. Es raro, en cambio, que se produzcan como en este caso, por una apreciación de matices adjetivos de intrascendencia notoria y sin que de la escisión salga un programa político. ¿Quién sabe cuál es el del Sr. Martínez Barrio? No hay duda de que será un inteligente programa político liberal. Pero, de momento, no es nada. Es tan sólo una esperanza de tipo personal que unos cuantos amigos y parlamentarios ponerse en el ex presidente del Consejo de Ministros, del que constan la probidad y la imparcialidad, puestas a prueba de una manera tan evidente con motivo de las elecciones pasadas que procuraron al Sr. Lerroux la amarga dificultad de tener que gobernar con unas Cortes de mayoría derechista: amarga dificultad que el caudillo republicano coronó de la única manera posible: incorporando buena parte de esas fuerzas derechistas a la República.
No podemos hacer vaticinios sobre las consecuencias políticas de la decisión. La composición del Parlamento no ha de variar de una manera ponderable. Y por otra parte, no creemos que este suceso de menor volumen de lo que aparenta, se emplee por nadie para intentar maniobras, siempre peligrosas y en este momento inoportunas.
De cualquier manera, es lamentable que al gran Partido Republicano Radical, eje de la política republicana, le falten apoyos tan estimables como el del Sr. Martínez Barrio y sus amigos, personas indudablemente selectas.
Se ha apuntado una esperanza de arreglo a corto plazo. Somos pesimistas en este sentido. Para no serlo deberíamos tener la seguridad de que las pasiones y los personalismos no van a agitar fuertemente las aguas de la política republicana.
Y tendríamos que olvidar al antecedente histórico de disputas entre republicanos, que tan tristes consecuencias tienen para el régimen, a sostener el cual todos estamos obligados, aun a costa de los más dolorosos sacrificios.
17 Mayo 1934
Los españoles deben hacerse barrenderos
Todo lo ocurrido en torno a la aparatosa disidencia del núcleo radical nos parece a nosotros, por su planteamiento y por su desenvolvimiento, una cosa absolutamente cómica. Desde el principio hasta el fin… Anoche, por ejemplo, señalaba un periódico ‘los grandes merecimientos’ del Sr. Martínez Barrio. El Sr. Martínez Barrio – ¡qué duda cabe! – tiene una historia limpia. Resulta que se ganó la vida con una imprentita en Sevilla. No tuvo genio, ni ambición para convertir la modesta imprentilla en una gran editorial. Su acomodamiento, pues, a un vivir tranquilo, le ha servido para tener una historia, no de cerebro claro, sino de manos limpias. Lo extraño es que millares de españoles, que nunca le quitaron la cartera al prójimo y que se han granado, mucho más penosamente, la existencia, en imprentitas o en zapaterías, no han presidido Gobiernos. El caso, la desigualdad, la ofrece la vida. ¡Y hasta se halla en los libros! El don Hilarion, por ejemplo, el de la ‘Verbena de la Paloma’, que físicamente se parece a Lara, era un honrado boticario, que no alcanzó laureles políticos y que sólo logró en el mundo la efímera fortuna de acompañar ‘a una morena y a una rubia’.
Lo sentimos muchísimo. Lo sentimos, incluso, porque siempre es desagradable desafinar. Pero nosotros no podemos estar a tono. No podemos conceder proporciones de acontecimientos a la disidencia del Sr. Martínez Barrio. Desde muchos puntos de vista y con todos los máximos respetos personales – que eso es aparte – porque el Sr. Martínez Barrio es un pobre señor; desde otros puntos de vista porque el Sr. Martínez Barrio es militante de una secta internacional a la que pertenece, y que les ha complicado, como a un pobre señor, en compromisos que rebasan la órbita de la política nacional única, naturalmente, que a los españoles pueden interesarnos y preocuparnos de manera que el Sr. Martínez Barrio es un caballero de moral inatacable. A veces parecía un hombre dotado de sentido común. Con todo, y pese a la historia de la imprentita, al Sr. Martínez Barrio le faltan dos cosas, que en la vida pública son esenciales para hacer gemir las presas: proporciones y densidad. Aquí produce una crisis hasta el Sr. Iranzo, que es un hombre y un voto. Con mejor derecho pudiera produciría el Sr. Martínez Barrio, que es un hombre y tres votos. Si la vida política, no obstante, recobrase, por voluntad de Dios y de los ciudadanos, un poco de normalidad, el Sr. Martínez Barrio no pintaría más ni menos de lo que ha debido pintar y pintó, antes del nuevo estilo y los nueves modos.
¿Cuáles serán, pues, las consecuencias inmediatas o remotas de la separación de D. Diego? ¿Las consecuencias? ¡Las que sean! A nosotros todas, hasta las más absurdas se nos atojan posibles. Pero las consecuencias no casan en ocasiones con las causas. Los efectos no avaloran ni engrandecen el origen. El origen es pequeño. Es pequeño y es feo. Nadie aparece abrazado a un punto de doctrina, sino de ambición, de ingratitud o de deslealtad. No le demos vueltas a los hechos. Más claro: no se puede ni se podrá dorar la píldora. El Gobierno Lerroux, primero, y el apoyado por Lerroux después, no ha cumplido ni aun siquiera lo establecido en la declaración ministerial que suscribió y que aseguran que escribió el propio Sr. Martínez Barrio. Se dio una amnistía que ha favorecido principalmente a las izquierdas, y que ha sido para las derechas roñosa, miserable, cicatera. Algo similar ocurrió con los haberes del clero: similar en orden a la cortedad del socorro. ¿Dónde está, pues, la política de derechas? No tienen la culpa si bien se mira, sino los que se ofrecieron a actuar de amas secas, tras de recibir un mandato popular clarísimo, y en su mayor parte, incumplido.
Pero eso, todo el panorama es cómico. Es de sainete. Los políticos, como siempre, juegan sus juegos a costa de España. Y esto no tiene remedio. No lo tiene hasta que los españoles se decidan a actuar de barrenderos