16 noviembre 1981

Golpe de autoridad de Carrillo respaldado por sus afines Adolfo Piñedo, Pla y Gerardo Iglesias

Santiago Carrillo expulsa del PCE cinco concejales de Madrid encabezados por Cristina Almeida por respaldar a Roberto Lertxundi

Hechos

  • El 16 de noviembre de 1981 el comité provincial madrileño del Partido Comunista de España (PCE) que dirige D. Adolfo Piñedo, afín a D. Santiago Carrillo Solares, acordó la expulsión de cinco concejales del partido en el ayuntamiento de Madrid por haber respaldado a D. Roberto Lertxundi Barañano en su decisión de fusionar la federación vasca del PCE (PCE-EPK) con Euskadiko Ezkerra.

Lecturas

El 16 de noviembre de 1981 el comité provincial madrileño del Partido Comunista de España (PCE) que dirige D. Adolfo Piñedo, afín a D. Santiago Carrillo Solares, acordó la expulsión de cinco concejales del partido en el ayuntamiento de Madrid por haber respaldado a D. Roberto Lertxundi Barañano en su decisión de fusionar la federación vasca del PCE (PCE-EPK) con Euskadiko Ezkerra. Los concejales son Dña. Cristina Almeida Castro, D. Eduardo Mangada Samain, D. José Luis Martín Palacín, Dña. Isabel Vilallonga Elviro y D. Luis Larroque Arroque. Al igual que hizo el PSOE con el concejal D. Alonso Puerta Gutiérrez, el PCE anuncia que les retira el acta de concejal, decisión que el Tribunal Constitucional anulará en 1983 al decretar que las actas pertenecen a las personas, no a los partidos.

LOS CONCEJALES EXPULSADOS.

concejales_Expulsados Los concejales expulsados Dña. Cristina Almeida, Dña. Isabel Villalonga, D. Eduardo Mangada, D. Luis Larroque y el Sr. Martín Palacín

EL VICESECRETARIO NICOLÁS SARTORIUS A FAVOR DE LA EXPULSIÓN DE LERTXUNDI, PERO NO DE ALMEIDA:

sartorius_joven

El Vicesecretario General del PCE, D. Nicolás Sartorius fue señalado por varios medios como alguien contrario a las expulsiones del Sr. Carrillo, lo que le llevó a mandar una carta al diario EL PAÍS publicada el 21.11.1981 explicando que había votado a favor de la expulsión del Comité Central del PCE de D. Roberto Lertxundi y sus colaboradores. No obstante, el 25.11.1981 mandó una segunda carta al diario EL PAÍS para matizar que, por contra, no había votado a favor de la expulsión del grupo de concejales madrileños que encabezaba Dña. Cristina Almeida.

13 Noviembre 1977

La purga de Santiago

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera)

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EL COMUNISMO español se ha transformado lo suficiente como para suavizar las formas de sus campañas de depuración, pero no tanto como para suprimirlas. La expulsión del Comité Central de seis destacados miembros de ese colectivo muestra que los hábitos de intolerancia son difíciles de eliminar. La circunstancia de que la mayoría de los puestos clave dentro del aparato sigan en manos de personas formadas en la escuela del pasado hace todavía más onerosa esa hipoteca, bastante menos pesada en aquellos partidos comunistas que -como el italiano o el PSUC- han realizado el relevo generacional, y han logrado una implantación electoral y social más amplia.De los seis sancionados, Manuel Azcárate, con más de cuarenta años de militancia comunista sobre sus espaldas, es el único miembro de la vieja guardia, con experiencias que se remontan a la guerra civil, a la resistencia francesa y al exilio. Los cinco restantes pertenecen a la generación de intelectuales, profesionales y técnicos -las «fuerzas de la cultura», para emplear el término comunista- que ingresaron en el PCE durante la última etapa del franquismo, ejercieron responsabilidades durante los últimos años y colaboraron con Carrillo para hacer posible el viraje eurocomunista de la organización. No es infrecuente que quienes en un momento determinado son víctimas de una depuración dentro del PCE hayan desempeñado en ocasiones anteriores el papel de verdugos. Pero esa peculiaridad de los comportamientos comunistas es precisamente lo que puede ayudar a despersonalizar los casos concretos, a preguntarse por las causas estructurales que explican esos periódicos sacrificios rituales.

Lo más notable de esta nueva manifestación de autofagia comunista es que -como mostró incluso la vacilación informativa de las primeras ediciones de EL PAIS de ayer, dando casi por firmado un inexistente armisticio- existían las condiciones para un arreglo del conflicto. Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius y algunos dirigentes del PSUC propiciaron formas de entendimiento. Y el documento de los sancionados, si bien situado a mil años luz de una confesión, ofrecía bases para el acuerdo. Sin embargo, la mayoría del Comité Central del PCE expulsó a los seis encartados.

La obstinación añadida de la dirección comunista por hacer pagar al Ayuntamiento de Madrid y de otros municipios de la provincia los costes políticos de su operación de limpieza interior, exigiendo la dimisión o el cese de varios concejales, afecta además no sólo al PCE, sino a todos los ciudadanos. Si los eventuales depurados ejercen sus cargos públicos municipales con competencia y a satisfacción de los vecinos que los votaron, es una cacicada sustituirlos por otros candidatos por su sola e inquebrantable adhesión a la dirección del PCE. Es cierto que Ramón Tamames y Eduardo Mangada fueron elegidos concejales dentro de las listas del partido comunista. Pero también es, cuando menos, probable que las candidaturas comunistas no hubieran recibido el mismo número de votos si esos dos nombres no hubieran amparado con su prestigio profesional y humano la oferta electoral de su partido.

Se abre ahora el interrogante sobre las consecuencias que va a producir esta depuración en las relaciones del PCE con sus electores, en la propia organización y en la suerte del eurocomunismo. La posible dimisión de Marcelino Camacho de la ejecutiva es quizá el síntoma o el símbolo de un mayor número de defecciones. La cuestión, en una palabra, no parece estar cerrada en absoluto.

Memorias

Santiago Carrillo

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En Euzkadi los ‘renovadores’ que ocupaban la dirección del EPK, de la que habían desplazado al os comunistas con métodos autoritarios y administrativos, por medio de un acuerdo por arriba de lo más antidemocrático, sin la preciptiva decisión de un congreso, deciden disolver el partido e ingresar en Euskadiko Ezkerra. Sólo les siguen uno cientos de militantes y la inmensa mayoría del EPK resuelve mantenerse como tal.

En otros lugares – uno de ellos Madrid – los ‘renovadores’ se solidarizan con Lertxundi, incluidos varios miembros de la dirección y los concejales del Ayuntamiento madrileño, exceptuando uno. ¿por qué se expulsó del partido a estos últimos? Porque habiendo sigo elegidos en una candidatura cerrada de partido se negaban a dejar el cargo de concejal que utilizaban contra las posiciones de auqel, para que ocrriese la lista cediendo la plaza a componentes de la misma candidatura, identificados con el partido. Prefirieron conservar el cargo a conservar el carnet.