4 marzo 1933

Luis Lucía, líder de la Derecha Regional Valenciana será su Vicepresidente

Se constituye la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil Robles Quiñones (Acción Popular)

Hechos

El 4.03.1933 se constituyó oficialmente la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) liderada por Acción Popular (Sr. Gil Robles) y la Derecha Regional Valenciana (Sr. Lucía).

Lecturas

Gil_Robles_CEDA

El 4 de marzo de 1933 se constituye la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) coalición formada con Acción Popular [la antigua Acción Nacional que fundó D. Ángel Herrera Oria] como principal matriz y en la que también están la Derecha Valenciana y la Acción Obrerista. La CEDA busca liderar a la derecha española bajo un ideario marcadamente cristiano, y en oposición al laicismo e izquierdismo del Gobierno de la II República.

El Consejo Nacional de la CEDA estará formado por las siguientes personas:

  • Presidente – D. José María Gil-Robles Quiñones.
  • Vicepresidentes – D. Luis Lucía y D. Dimas de Madariaga.
  • Secretario – D. Federico Salmón.
  • Vicesecretario – Dña. Pilar Velasco.
  • Tesorero – D. José María Valiente.

Vocales – Los Sres. Pabón Fernández Ruano, Mañueco, Sánchez Miranda, Ruiz del Castillo, Sancho Izquierdo, Marqués de Verger, Pérez Valero, Ortiz de Solorzano, Fernández Ladreda, Sra. Arroyo y Srta. Bohigas y Sr. Cirujano.

¿EL DEBATE SE CONVIERTE EN EL ÓRGANO DE EXPRESIÓN DE LA CEDA?

ElDebate_2 El periódico EL DEBATE, fundado por D. Ángel Herrera Oria pasó a convertirse en un periódico de partido cuando su fundador, D. Ángel Herrera Oria, fundó el partido político Acción Nacional, luego rebautizado como Acción Popular. Ahora Acción Popular se integra como principal partido en la CEDA, por lo que indirectamente, se asume que el periódico EL DEBATE será el órgano de expresión de la CEDA.

07 Marzo 1933

Un gran partido de derechas

EL DEBATE (Director: Francisco de Luis)

Leer

La muchedumbre que, enardecida por el entusiasmo, llenando tres locales llenísimos, escuchaba el domingo los discursos de presentación de la Confederación Española de Derechas Autónomas, se dio cuenta perfecta de que asistía al nacimiento de un gran partido de auténticas derechas.

Por sus orígenes limpísimos, por su pujanza arrolladora, por su programa político, por los arrestos, en fin de sus caudillos, la naciente CEDA consagra, en efecto, una ya poderosa organización política llamada a jugar, pronto un papel importante en la vida pública española. Junto es, pues, que a modo un saludo, glosando las palabras de los oradores del domingo intentemos asimismo nosotros una presentación.

Nace la Confederación de una hora que, con acierto, ha podido calificarse de ‘hora de la verdad’. Deshechas y aventadas, yo ya las fuerzas mismas de lucha, sino ‘la farsa exterior de las derechas’, los genuinos elementos de los que, en tiempo de bonanza, diluidos y dispersos en diferentes núcleos y acertaban a encontrar en ellos su verdadera representación, ahora en la persecución y en la congoja moldean a su gusto el instrumento que mejor respecto a sus privativos comunes anhelos.

La forma por la cual llegan a hacerlo y es otra prueba más de limpieza de su origen y la mejor garantía de su viabilidad. Todos los grandes acontecimientos nacionales tienen su raíz y arraigo en las regiones. No es como se ha evocado en los discursos, la obra de la Reconquista. Del mismo modo éste en brota también con ímpetu de renovación y de cruzada. Lejos de ser Madrid, en este caso, quien, centralista y burocrático, envía a las provincias sus delegados, son las comarcas todas que forman nuestra Patria, las que, acuden a una cita dicen – por boca bien autorizada – ‘hemos venido a sellar de vosotros un pacto de confraternidad’.

Un segundo sentido tienen el carácter nacional de la nueva entidad, y es que parece como una integración de clases. Un partido de clases será siempre un amputado incompleto. Por el contrario en la CEDA donde – al decir un jefe obrerista – ‘se miran cara a cara el aristócrata y el obrero’, esta advertencia, esta confusión de clases y de rangos hace de ese partido un acontecimiento verdaderamente ‘popular’; esto es: integral, completo, vivo.

Por último, en orden también a su composición, la presencia de la mujer, y el Censo de adheridos, como en los organismos de gobierno, precisamente el instante en que el elemento femenino advierte a la vida política, es otro factor más, dingo asimismo de consideración.

A la limpieza de su origen, junta la CEDA como título para figurar un gran partido, la pujanza asombrosa de su todavía reciente organización y es preciso insistir en este punto; los ochocientos mil españoles que han sido representados en el Congreso que ahora se clausura las varias y poderosas organizaciones que le han prestado su adhesión, el vasto ambiente de simpatía que suponen los actos del domingo, la cohesión y la disciplina y la actividad puesta en juego durante los trabajos de su constitución; selecto grupo de sus conductores las huestes nutridas de la Juventud del partido, nos presentan a éste como dotado ya de una complexión robusta y una igualmente vigorosa…

Pero las notas principales del naciente partido son ese nuevo espíritu, esa nueva manera de sentir la política que es lo que el público con su entusiasmo, subrayaba el domingo como lo más ansiado y lo mejor.

Como expresión de estos nuevos modos, señalemos en primer lugar el tono elevada espiritualidad de todos los discursos. Una espiritualidad cristiana y se revela, ante todo, en un sentido providencialista de los hechos que han sido de cuna al partido. Así, una revolución que, a ojos superficiales no dece sino a esta o la otra causa, pudo ser interpretada por la ferviente para del ilustre jefe de la Derecha valenciana, en un partido expiatorio.

Calzado con ese valiente idealismo cristiano, otro de los grandes aciertos. Congreso: el pensamiento de una renovación social inaplazable. ‘Una sociedad nueva viene a pasos agigantados’ y los pillares y los basamentos en la CEDA entiende que el nuevo orden de cosas ha de asentarse, la doctrina de la Iglesia, la que formulan las Encíclicas sociales de Papas. De aquí ese espíritu nuevo: ese ‘espíritu sacrificio’ con que se insta a todos a hacer la nueva política, acordándose siempre de los necesitados; del que son no otra cosa que un símbolo los cuatro mil almuerzos recibidos ayer al os menesterosos, a costa de los comensales que celebraron banquete político el domingo.

Hermanado sabiamente este idealismo con un acertado sentido de la realidad de las cosas, la CEDA ha elaborado un programa, lo bastante concreto, de su política de derechas. En frase de Gil Robles ‘la realización del bien posible en cada instante’.

Con nosotros sentirá análogas esperanzas todo aquel que repare en cuantos meses se ha obrado el prodigio, hijo del propio esfuerzo de dar a esta pujante organización que es la CEDA, que aparece hoy en la política de España con todos los honores y los títulos de un gran partido de derechas.