24 febrero 1986

Un anuncio del confidencial SENS en EL PAÍS sirvió a EL ALCÁZAR para llevar a las páginas de los periódicos un rumor que había brotado en los corrillos

Se extiende el rumor de que el Rey Juan Carlos I padece una enfermedad en sus órganos genitales

Hechos

El 24.02.1986 un artículo firmado por el presidente del Grupo Zeta aludía a los rumores en torno a la salud del Rey Juan Carlos I.

Lecturas

Desde principios de año 1986 se incrementó el rumor de que el Rey Juan Carlos I padecía una enfermedad que afectaba a sus órganos sexuales. Ese tipo de rumores, en general, hubiera quedado en un voceo callejero que no habría llegado a los medios de comunicación, como tantos otros, de no ser por una publicación llamada SENS realizó un reportaje sobre ese rumor. SENS era una publicación confidencial, que no se vende en quioscos, sino a circuito cerrado para subscriptores (un tipo de publicaciones confidenciales que existió durante las dos primeras décadas de democracia), por lo que ninguno de los medios de comunicación generalista se hubiera enterado del tema de no ser por que  el diario EL PAÍS del 5 de febrero de 1986 en un recuadro de publicidad pagada insertaba un anuncio de la citada publicación SENS, en cuya portada se distinguía el tema de la salud del Rey. Aquel recuadro no pasó desapercibido para el diario EL ALCÁZAR, que difundió inmediatamente el rumor. El diario EL PAÍS pidió disculpas por haber publicado ese recuadro.

SENS Este recuadro de publicidad del confidencial – sólo para suscriptores – SENS difundido por EL PAÍS sirvió para aumentar la rumorología sobre la salud del Rey.

El 14 de febrero el Rey Juan Carlos I optaba por poner fin al rumor invitando a la Zarzuela a todos los directores (D. Juan Luis Cebrián de EL PAÍS, D. Luis María Anson de ABC, D. Pedro J. Ramírez de DIARIO16 y D. Fernando Ónega del diario YA) para desmentir el rumor con un jocoso: «¿Qué pasa, que os los tengo que enseñar para que me lo creáis?».  Los telediarios de TVE informaron de aquella reunión. El diario EL ALCÁZAR protestó por su exclusión.

Finalmente el 18.02.1986 el Rey Juan Carlos I invitó también a D. Antonio Izquierdo, director de EL ALCÁZAR, a la Zarzuela para una charla informativa en la que desmintió los rumores sobre su salud poniendo fin a la polémica.

14 Febrero 1986

La salud del Rey

Antonio Castro Villacañas

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Como vivíamos en una democracia tan rara, y en un Estado que no es nada, para neterarme de que nuestro Rey no se encuentra del todo bien he tenido que leerme no el Boletín Oficial del Estado, donde antes – cuando se llamaba Gaceta de Madrid – se publicaba a diario una gacetilla sobre el estado de la salud de Su Majestad, sino un anuncio comercial. En efecto: el diario EL PAÍS publicó el miércoles, 5 de febrero, en su página 17, un aviso publicitario de cierto periódico o boletín confidencial que se edita según el anuncio, en castellano, inglés y francés, y se vende exclusivamente por suscripción con periodicidad semanal. Nada se dice en el reclamo de su coste, pero sí de donde puede contratarse. El periódico se llama, según esta publicidad, SENS o – así aparece en la reproducción de la primera página de su número 2.062, correspondiente a la edición en castellano del día 4 de febrero de este año – The Spanish Econmic New Service, y presume de promocionar “información para líderes’ y de llevar ’40 años informando con rigor’. Pues bien, en dicha primera página, reproducida en el anuncio de forma perfectamente legible, destaca este titular: “Intensas especulaciones sobre la salud del Rey’. Y bajo él se dice: “Durante la última semana, los cenáculos de la capital de España han tenido un tema estrella de conversación: una presunta dolencia de carácter grave afectaría a la salud de Don Juan Carlos de Borbón. El SENS ha desarrollado una investigación a tres bandas, en Barcelona, Palma de Mallorca y Houston (Texas) y puede ser categórico: el estado físico del Rey de España no plantea ninguna preocupación y todo se ha debido a una serie de malentendidos que se cuentan en páginas interiores, a contar desde la 27, según dice el pie de esa nota. Como periodista felicito al SENS por su pisotón informativo, pero como ciudadano español he de confesar que estoy preocupadísimo, pues relaciono Barcelona con la operación realizada al Rey el pesado verano, y a Houston (Texas) con el centro médico más avanzado del mundo en relación con el cáncer y me salta a la memoria algo publicado en LA VANGUARDIA sobre el comunicado hecho público por el doctor que operó en Barcelona a Don Juan Carlos, así como la completísima información facilitada a los norteamericanos – y al mundo entero – sobre la enfermedad de Reagan, en contraste con el misterio, la confusión y el secreto que rodeó a los ilustres enfermos soviéticos en análogos trances… Estoy seguro de que mis lectores coincidirán con mi preocupación: el SENS no es el medio adecuado para desmentir especulaciones y aclarar malentendidos. Hace falta que el Gobierno, de modo oficial, hable claro.

Diego Boscán (Antonio Castro Villacañas)

14 Febrero 1986

Rumores

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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Los rumores no son noticia, dice el Libro de estilo de este periódico. No obstante, hoy es noticia que España se ha llenado de rumores por los cuatro costados. Bulos sobre la salud del Rey, las eventuales aventuras amorosas del presidente del Gobierno o de alguno de sus ministros son recogidos por la Prensa añorante del golpismo. Nada es casual ni fortuito: la caverna utiliza a sus columnistas y sus columnitas para provocar el desprestigio social de instituciones claves de nuestra democracia. Se contribuye así al clima de confusión que embarga a este país desde que se convocara el referéndum sobre la OTAN y a aumentar las tensiones de vacío político que pueden provocarse si el Gobierno, como es harto posible, lo pierde.En un país en el que periodista hubo que llegó a inventarse que el presidente del Gobierno estaba bajo tratamiento psiquiátrico y luego pudo ser considerado como un maestro de la profesión, todo es posible: así que se habla de barquitas con amantes de ilustre apellido franquista que llegan a la borda del nuevo Azor, cánceres exóticos y viajes de tapadillo; historias todas ellas que cuentan muy seguros de sí mismos los integrantes de la más rancia nobleza o doctores en medicina bien informados, cuando no reporteros avisadillos y columnistas de prestigio. Este periódico tiene que hacer al respecto dos autocríticas: la primera se refiere a la publicación de un anuncio el día 5 de febrero en el que una publicación, so pretexto de desmentir los bulos sobre la salud del Rey, los extendía. La dirección de EL PAÍS tiene derecho de veto sobre todos los originales, publicidad incluida, y ese aviso nunca debió salir, porque por la vía de la publicidad cometía el pecado que las normas redaccionales tratan de evitar: convertir los rumores en noticia. La segunda autocrítica atañe a la casi generalidad de los medios de comunicación españoles: existe una tendencia, de veneración o respeto al poder, a no publicar -o a hacerlo sólo aviesamente- las noticias que atañen a la vida privada de las autoridades públicas -del presidente y vicepresidente hacia abajo-, so pretexto del respeto a la intimidad, pero esta intimidad es luego de inmediato rota cuando el personaje abandona el cargo (el caso del ex ministro Boyer es bien notorio al respecto). La ocultación de noticias interesantes sobre los comportamientos privados de los políticos lleva precisamente a alimentar los bulos. La única defensa efectiva contra el rumor es la información, y los personajes de la vida pública deben saber que su dedicación a ésta les priva de las salvaguardias a la intimidad que todo ciudadano tiene.

Pero, autocríticas aparte, de lo que no cabe duda es de que la fábrica de hacer rumores se ha puesto en marcha tratando de desprestigiar a la Corona y al Gobierno democrático de este país. Algunos pensarán que nos encontramos ante la teoría de la conspiración. Conviene preguntarse si no es más bien su práctica.

16 Febrero 1986

La salud del Rey

EL ALCÁZAR (Director: Antonio Izquierdo)

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El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y moderna el funcionamiento regular de las instituciones, asume las más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica… La Constitución vigente, en su artículo 56 enumera y define sus atribuciones. Ellas indican, con la simple elocuencia de su expresión, la importancia de tan excepcional figura. Si a eso añadimos, como quiere ABC, que el Rey es una figura familiar y entrañable para todos los españoles, nada tiene de extraño que cuanto afecte nos preocupe.

Esa preocupación es el único motivo inspirador del comentario publicado en la primera página de nuestro número del jueves, día 13 EL ALCÁZAR no especulaba en él con la salud de Su Majestad, y miente quien asegure lo contrario, sea portavoz, agencia, comentarista o periódico. Lo único que hemos hecho ha sido pinchar un globo que estaba en la calle, que iba creciendo a diario en volumen y detalles y que – por paradoja – había sido ratificado por la aparición de un desacostumbrado reclamo comercial en las páginas de EL PAÍS. Si hubieran cumplido con sus obligaciones quienes tienen a su cargo la responsabilidad de cuidar la imagen del Rey desde el portavoz de La Zarzuela hasta el Gobierno, no hubiera sido necesario que nosotros mostráramos nuestra extrañeza y pidiéramos explicaciones. Los rumores sobre la salud del Monarca – todos lo reconocen ahora – estaban en la calle desde ha ce veinte días, por lo menos y circulaban por los cenáculos madrileños – según afirmaba hace una semana el boletín confidencial SENS (The Spanish Economic News) y el diario EL PAÍS mediante un procedimiento peculiar, por no decir sospechoso  – dando origen a toda clase de especulaciones.

Nosotros no hemos inventado nada.

EL PAÍS ha tenido que reconocer que la publicación en sus páginas del anuncio de ese boletín confidencial, en el que so pretexto de desmentír los bulos sobre la salud del Rey se dbaan motivos para extenderlos, convertía en noticia unos rumores. Nosotros nos hemos limitado a hacernos eco de esa noticia, y a pedir que se aclarara cuanto antes, y de forma autorizada. La única defensa activa contra el rumor es la información como sabe cualquier profesional responsable. No podemos por menos de sentirnos satisfechos de haber provocado la información (ahora proporcionada y antes regateada al pueblo español) en torno a un tema tan importante. La ocultación de noticias es lo que alimenta a los bulos.  Y no somos nosotros sino otros organismos y otras personas, los responsables de haber dado nacimiento desarrollo y extensión a rumores o noticias deformadas.

Los hechos son tozudos y no pueden desvirtuarse. Los malentendidos que han dado origen a los rumores de referencia según el informe del citado boletín confidencial SENS distribuido en su parte esencial por un télex de la agencia gubernamental EFE en la noche del viernes 13 eran las únicas fuentes al respecto hasta ese momento y comienzan con el accidente sufrido por nuestro Monarca en la estación invernal Suiza de Ostaad. Entonces se ocultó la verdad y se minimizaron sus consecuencias. En vez de informar al os españoles de que el Rey se había producido una fractura múltiple, se nos dijo que sólo se había causado una fisura de pelvis sin hacer tampoco referencia al gran hematoma inherente al golpe, que ahora nos enteramos – siempre por el citado boletín confidencial – le cubría completamente la parte inferior del torax, el vientre y el bajo vientre, y que puedeafectar a lo formación de los nuevos tejidos, ne este caso los óseos. Ese hematoma o ese golpe originó algunos coágulos de sangre, que aconsjearon una nueva intervención quirúrgica – de carácter leve – el pasado verano en Barcelona.

La salud del Rey es excelente, han dicho el SENS, el propio Monarca y el doctor Gil Vernet, que lo visita con frecuencia. Nos alegramos y nos tranquilizamos. Hemos cumplido con nuestro deber de contarles a nuestros lectores lo que en otros medios de información callan.

De ahí que nos asombre el epílogo de esta curiosa peripecia informativa: el Jefe del Estado reúne a los directores de los medios con excepción del director de EL ALCÁZAR, al que discrimina, probablemente en virtud de una técnica política ejercida por el Gobierno para evitar que la verdad prevalezca mientras la impresión se desarrolla y alimenta. Y como consecuencia de todo ello, una reiterada noticia en Televisión Española, en la que paradójicamente se atribuye a EL ALCÁZAR una intencionalidad que en ningún momento tuvo y se subraya la ausencia del director de este periódico en la importante reunión celebrada en el Palacio de la Zarzuela la noche del viernes. Esa inexactitud fue desmentida en la segunda edición de EL ALCÁZAR correspondiente al sábado, lo cual no evitó que TVE volviera a reicnidir en su informativo de las tres de la tarde, reiterando la noticia de la noche del viernes. Queden las cosas en su sitio y la salud del Rey en el suyo, aunque probablemente todo quedase mejor, y sin lugar a inquietudes o dudas, si los servicios responsables de la información de la Casa Real hubieran facilitado una parte facultativa suscrito por quienes de ordinario vigilan atentamente la salud del Jefe del Estado.

24 Febrero 1986

Contra los rumores

Antonio Asensio

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Ya se anunciaba este 1986 como un año movido, y a fe que lo está resultando. Las distintas situaciones políticas, debates parlamentarios, referéndum OTAN, elecciones generales, etcétera, lo hacían prever. En un Estado democrático, estas circunstancias hacen que las opiniones y los hechos políticos cobren especial importancia para todo el mundo en general. Peor, especialmente para los medios de comunicación que tenemos la obligación de trasladar todos estos estados a la opinión pública, para que el ciudadano, bien informado de los mismos, tome posición y decida ante las urnas.

Pero las aguas bajan sucias este año. Los rumores, los siempre despreciables rumores, en el tiempo y en la importancia de los damnificados. Alguna prensa, que para más gracia se autocalifica como seria, ya ha dado cabida a falsos rumores sobre la salud del más alto cargo del Estado español, con el único fin de desestabilizar la monarquía parlamentaria, porque, desgraciadamente, en España hay aún personajes anclados en nuestra vieja y olvidada dictadura.

Pero los infundios no han acabado ahí y en una especie de estrategia sincronizada, también se dirigen hacia la vida privada del presidente del Gobierno, con el fin de provocar un desgaste político en su persona. Con esas malas artes que manejan los que no son capaces de esgrimir mejores argumentos políticos.

Ya antes de 1982, en pleno periodo electoral, surgieron que prestaba sus servicios desde hacía mucho tiempo. Nuestro grupo editorial decidió entonces no publicarlo, por considerar que durante la campaña dicha circunstancia se esgrimía con fines electorales. Lo he dicho alguna vez: el grupo periodístico Zeta, que tengo el honor de presidir, no siempre ha estado acertado en sus informaciones y comentarios, como no lo está en ningún medio de comunicación del mundo, pero jamás trató de manera intencionada de perjudicar a las instituciones, partidos políticos, sindicatos o personas.

El Grupo Zeta quiere dar información y opinión, no rumores, sobre cualquier circunstancia que tenga interés para la opinión pública, sin ninguna clase de condicionamientos políticos, económicos o sociales y, además, con el sano objetivo de ser cada vez más rigurosos en nuestras informaciones y opiniones. Porque somos humildes, aprendemos de nuestras experiencias, como ha aprendido también el ciudadano español en general, durante estos años de libertad de expresión que antes nos estaba vetada.

Todo ello, llana y simplemente, porque éste es nuestro medio de vida y nuestra dedicación profesional, lo que no es el caso de otros. Y no me refiero a ningún medio de comunicación en concreto, pero sí a quienes ajenos a este sector profesional tratan de introducirse en él con oscuras maniobras políticas empleando mal el nombre de empresarios. Ellos están tratando, desde su infiltración en algunos medios, de desarrollar una acción p

A todos ellos les conviene la estrategia del rumor, de la que nuestro grupo también ha sido víctima en ocasiones.

A nosotros los rumores no nos afectan, no nos impresionan ni nos interesan. Todo lo contrario, nos reafirman en la necesidad de mantener nuestra línea de información rigurosa y de independencia profesional. En este camino aspiramos a seguir desarrollándonos.

Antonio Asensio