28 febrero 1988

El presidente de AP abandonó el club sin quedarse al coloquio ante la severidad de la ponencia del presidente de Castilla y León contra él

Se reabre la crisis en AP: José María Aznar cuestiona el liderazgo de Hernández Mancha en el Club Siglo XXI

Hechos

El 28.02.1988 D. José María Aznar, presidente de la Junta de Castilla y León, y presidente de Alianza Popular en Castilla y León, dio una conferencia en el Club Siglo XXI

Lecturas

El 28 de febrero de 1988 en una intervención en el Club Siglo XXI el presidente de Castilla y León, D. José María Aznar López, considera que la derecha española está crisis y conmina al presidente de Alianza Popular, D. Antonio Hernández Mancha, a convocar un congreso extraordinario del partido.

El Sr. Aznar López anima al Sr. Hernández Mancha a integrar en su ejecutiva a los críticos del partido encabezados por D. Miguel Herrero Rodríguez de Miñón. (El Sr. Aznar iba como secretario general en la candidatura derrotada del Sr. Herrero Rodríguez de Miñón en el congreso de AP de marzo de 1987).

D. Antonio Hernández Mancha rechaza convocar aún un congreso, pero sí convocará una convención del partido.

AZNAR, SE CONVIERTE EN ARIETE DEL SECTOR CRÍTICO:

  • Contra Hernández Mancha

«No hemos sabido o no hemos querido hacer una alternativa eficaz. Ese congreso debería celebrarse dentro de este año, antes o después del verano, y su objetivo sería acentuar el proyecto liberal e integrar a dirigentes que hoy están fuera de la dirección de AP».

«El centro derecha ha caído una y otra vez en las trampas que ha tendido el socialismo»

«Hay también negociar acuerdos con los regionalistas: Convergencia, UPN, PAR o Unión Valenciana»

  • Petición de que integración de los críticos de la dirección

Miguel_Herrero_Minon D. Miguel Herrero Rodríguez de Miñón

«Faltan dirigentes de importancia en la actual dirección de AP, como Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, AP no puede permitirse tener mudo a uno de los más brillantes parlamentarios de la democracia española y una de las cabezas del centro-derecha español».

02 Marzo 1988

Corazonadas de AP

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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La elección de Hernández Mancha como sucesor de Fraga, hace un año, tuvo mucho de apuesta. Era tal el desconcierto en la derecha por la repetida victoria socialista de 1986 que los aliancistas se dejaron ganar por un entusiasmo precipitado. Al dar su confianza a Hernández Mancha obedecieron a una especie de corazonada. Tal vez las cosas irían con ese chico. Transcurridos 12 meses, en los que han ocurrido episodios como el ridículo de la moción de censura -que se pretendió plataforma de lanzamiento y resultó tobogán hacia las aguas heladas de la frustración-, no parece que la estatura política del sucesor haya aumentado. No, al menos, desde el punto de vista de su credibilidad como candidato a hacer sombra a Felipe González. La ascensión de Suárez en las encuestas ha aumentado el desconcierto. Y con él, la tentación de sucumbir a nuevas corazonadas.Es en ese paisaje donde cabe encuadrar los movimientos de sectores de la derecha orientados a buscarle un sucesor a Hernández Mancha. El presidente de Castilla y León, José María Aznar, parece el favorito de esos sectores en las últimas semanas. Aznar, por su parte, no dice ni que sí ni que no, pero se deja halagar. De la generación de jóvenes cachorros de la derecha aparecida a comienzos de los ochenta, él es uno de los más brillantes, y cuenta con el aval de Miguel Herrero y Rodríguez de Mifión, una figura que guarda todavía relieves intelectuales en el marasmo del conservadurismo. Las capacidades de Aznar, grandes o pequeñas, se distinguen de las eventuales aptitudes de otros aspirantes por el hecho de haber tenido ocasión de contrastarse electoralmente y en la gestión pública. Obtuvo unos buenos resultados -aunque no excepcionales: AP perdió siete escaños respecto a 1983- en las elecciones autonómicas de junio pasado, y su acción de gobierno en el Ejecutivo regional ha sido apreciable.

De ahí la relativa expectación despertada por su intervención del lunes en el Club Siglo XXI de Madrid. Por una parte, constató que todo sigue más o menos igual, en cuanto a expectativas de su partido, año y medio después de la dimisión de Fraga. Por otra, propuso la celebración de un congreso extraordinario que estimule la reflexión de AP en los terrenos ideológico, estratégico y organizativo. Sin embargo, a la hora de avanzar pistas sobre el proyecto que podría dar sentido a esa reflexión, apenas fue más allá -excepto en lo organizativo- de lo que dicen cada día todos los dirigentes de su partido, manchistas o no: que hay que buscar la identidad por el lado de la ideología liberal; que AP debe dirigir una alternativa del conjunto del centro-derecha, aproximándose a los regionalistas y a otras corrientes opuestas al socialismo gobernante; que hay que recuperar para el partido a Herrero y demás derrotados del último congreso.

Tampoco descubrió ningún mediterráneo alencarecer la necesidad de «ceder poder a la sociedad civil» -inevitable epítome de todo discurso de un tiempo a esta parte y cuya conversión en tópico amenaza con vaciarlo de todo contenido- o al denunciar los peligros que para la fortaleza del sistema democrático puedan deducirse de la atonía parlamentaria, el descrédito del poder judicial o la falta de credibilidad de la televisión pública. Pensar que el nominalismo de evocar la ideología (o el talante) liberal -otra cláusula de estilo inevitable- basta para conjurar esos peligros resulta ingenuo y constituye, en todo caso, escaso bagaje,para poder hablar de proyecto diferente al en carnado, mal que bien, por Hernández Mancha.

Éste se ha apresurado a aceptar la hipótesis de un congreso antes de que finalice el año, asegurando que él mismo lo había propuesto antes que nadie. La cuestión está en si ese congreso será de revancha para los derrotados del anterior o de reafirmación de la apuesta entonces realizada. Un previsible nuevo fracaso de AIP en las’elecciones catalanas favorecería lo primero. Especialmente si es convocado en los meses inmediatos. De ahí la prisa que se han dado los de Herrero en poner la cuestión sobre la mesa.

02 Marzo 1988

La integración de AP

ABC (Director: Luis María Ason)

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La conferencia de José María Aznar – dirigente de Alianza Popular y presidente del Gobierno autonómico de Castilla y León – y la próxima convención de AP, revelan un movimiento de fondo de la derecha democrática española, que organiza su reforma ante las elecciones generales que puedan convocarse en 1989 y 1990. La convención que el primer partido de la oposición inaugurará el próximo día 7 podrá contribuir a renovar las estructuras de AP.

La derecha conservadora que en España ha apostado por el pluralismo democrática, está integrada en AP. Sus problemas de fondo se derivan de la historia española de los últimos cincuenta años: y no cabe improvisar un gran partido. Por eso hay que aceptar sin acentos jeremíacos las dificultades de esta transición. Desde 1975 el sector más sensible y capaz de la derecha ha optado por las reglas de juego derivadas del sufragio universal. El centroderecha español, con un gran partido que hoy supera los cinco millones de votos y otras formaciones moderadas en el nacionalismo o regionalismo, representa no sólo la mitad sociológica del país sino el gran soporte alternativo que pueda permitir a la democracia española avanzar establemente: no como hoy, en el equilibrio de una sola rueda.

La propuesta pública de Aznar en el Club Siglo XXI ha sido, a juicio de muchos observadores, rigurosa y comprometida. Su autocrítica podría entenderse como un revulsivo: amplios sectores sociales ven a la derecha política confortablemente instalada en su papel de eterna oposición: y contra esa confortable rutina se ha alzado de advertencia de Aznar.

Lo importante a nuestro juicio es que existe hoy una corriente profunda en favor de un cambio – no necesariamente un relevo – en el primer partido de la derecha. La presencia y el aplauso de Hernández Mancha en la conferencia de Aznar subrayaban el camino de concordia imprescindible en el seno de Alianza Popular para enfrentarse con el reto del futuro.

El momento es crítico: dentro de tres meses se celebrarán las elecciones catalanas. Antes de año y medio los comicios al Parlamento Europeo darán la ocasión de presentar una gran lista común. El centroderecha no tiene un minuto que perder. A la luz de lo que acaba de suceder, los dirigentes de AP tienen ante sí dos aminos: podrían considerar el llamamiento de Aznar como una apertura de hostilidades frente a lo que convendría atrincherarse en el reducido enclave de poder de que se dispone, con pública sanción de quienes piden reformas. Sería una reacción torpe y condenada a la postre a la demolición del partido.

La segunda reacción – que es la que presumiblemente esperan las bases de sus dirigentes – consiste en reconocer que existe una profunda dinámica de cambio, difícil o imposible de frenar, que conviene integrar en la dirección de la derecha para planear en común una gran alternativa electoral.

No conviene engañarse: la parcela de poder que ejerce un partido de oposición es frágil, relativa y efímera. La oposición sólo tiene vitalidad verdadera y fuerza moral cuando se muestra capaz de desplazar al Gobierno de turno y obtener el poder. Las tensiones internas que la derecha ha puesto de manifiesto no son una mala señal. La llamada pública que hizo anteayer Aznar en presencia del presidente de AP y de un millar de asistentes, permite pensar que la derecha se mueve en la única dirección posible: no la de las purgas sino la de la integración y la autocrítica.

02 Marzo 1988

La batalla de los aprendices

Lorenzo Contreras

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La petición de un congreso extraordinario de Alianza Popular, formulada por José María Aznar en el Club Siglo XXI, no parece demasiado oportuna, aunque trace una directriz de futuro. Más de un año después de la iniciación del mandato de Antonio Hernández Mancha y cuando lo que urge es dar sensación de solidez ante los procesos electorales cercanos, se lanza un torpedo político contra la línea de flotación de la directiva aliancista, poniendo en cuestión la solvencia de su líder actual e intentando retrotraer la situación del partido al estado en que se encontraba cuando Fraga decidió abandonar el puente de mando.

Era necesario dar al acordeón del partido su máxima amplitud de fuelle. Pero he aquí que el Sr. Aznar ha intuido que el instrumento prometía poca melodía y, repentinamente, le ha imprimido el movimiento preciso para que de aquel emane un simple sollozo.

O sea, que no hay acordeón el mismo modo que no hay tampoco acuerdo en las filas de AP. Una vez más el PSOE vuelve a tener la suerte de su parte. Cuando más desciende este en las encuestas y más ostensible se hace el avance relativo, pero fundamental del CDS, Alianza Popular, por obra y gracia del mensaje de Aznar, pregona su griterío aniquilador desde el patio de vecindad.

Lo que todavía no se sabe es si el conferenciante del Club Siglo XXI, presidente de la Junta de Castilla y León, ha iniciado un proceso de autopromoción o pretende simplemente que el partido se dote de otro líder. Cuidado con los experimentos. Se viven, aunque a simple vista no lo parezca, las primeras marejadas electorales y sin embargo naufraga en AP el viejo principio ignaciano de que en tiempo de agitación conviene no hacer mudanza.

Pocas cosas pueden resultar más destructivas para un partido político que dos congresos conflictivos en el tiempo récord de dos años. A ver qué organización política es capaz de resistir ese fenómeno. Descubrir primero un líder – caso de Mancha – y dejarlo que se estrelle antes de que su capacidad haya recibido el contraste de las urnas es tan peligroso como equivocarse de director.

En esta historia que acaba de comenzar hay dos elementos de reflexión. Uno viene dado por la sospecha de que José María Aznar no ha actuado exclusivamente por su cuenta, sino con serios respaldados políticos y económicos. Otro es que el presidente de Castilla y León ha comprendido – aunque a destiempo todavía – la conveniencia de salir al paso de Adolfo Suárez con la mano extendida y cédulas de identificación que aproximen a los partidos respectivos con vistas al indispensable centro-derecha.

Para el espectáculo organizado no valía la pena que Fraga tuviese que abandonar la dirección de AP. Sus aprendices sólo han demostrado hasta la fecha capacidad para la dentellada recíproca. La batalla de los aprendices no ha hecho más que comenzar.

Lorenzo Contreras