13 septiembre 2007

Shinzo Abe cede el puesto de primer ministro de Japón a Yasuo Fukuda dos meses después de que el Partido Liberal Democrático sacará su victoria más pobre en unas elecciones legislativas

Hechos

Fue noticia el 13 de septiembre de 2007.

13 Septiembre 2007

Abe, 'halcón' breve

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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A sus 52 años, Shinzo Abe habrá sido el primer ministro más joven del Japón de la posguerra, pero no ha durado ni doce meses en el cargo. Tal ha sido su divorcio con la opinión pública sobre la derechización y recuperación del nacionalismo japonés que propugnaba, que ayer se vio forzado a presentar su dimisión antes de que el Parlamento aprobara la renovación en noviembre del envío de fuerzas navales para apoyar la guerra de Afganistán, lo que ha despertado preocupaciones en Washington. La derrota sufrida por su Partido Liberal Democrático (PLD, conservador) en las elecciones a la Cámara alta el pasado julio fue un serio aviso: por vez primera en su historia, el PLD perdió el control de esa Cámara, esencial para la reforma que Abe, desde su ala derecha, propugnaba de la Constitución japonesa, dictada en 1947 por los ocupantes americanos y que prohíbe a Japón participar en guerra alguna. Abe, que sucedió al popular y populista Koizumi, había introducido el patriotismo en la enseñanza escolar y adoptado un discurso neonacionalista y próximo al de los neoconservadores americanos.

Al hundimiento de Abe en las encuestas han contribuido también su mala imagen personal de niño rico y los escándalos de corrupción en su Gobierno. El PLD ha gobernado Japón de forma casi ininterrumpida desde la II Guerra Mundial. Lo más lógico sería la convocatoria anticipada de elecciones a la Cámara baja, previstas para 2009. Pero no parece que vaya a ser así. El PLD elegirá el sucesor el próximo día 19, y lo más probable es que el nuevo jefe de Gobierno sea Taro Aso, ex ministro de Exteriores y secretario general del partido. Aso es también un político derechista, pero se acomoda perfectamente a las circunstancias. Ha hecho en el pasado declaraciones xenófobas, si bien ha soltado lastre nacionalista con el discurrir del tiempo. Ha llegado incluso a criticar la política militar americana en Irak. La sociedad nipona mira entretanto a otros asuntos. Se siente más preocupada por el futuro de las pensiones o sigue con atención la mejora de la economía antes que el retorno de un nacionalismo tardío.

28 Septiembre 2007

El relevo japonés

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Japón quema primeros ministros a una velocidad inusual en las democracias consolidadas, excepción hecha de Junichiro Koizumi, el gran showman y jefe de Gobierno reformista que dejó el terreno preparado, entre 2001 y 2006, para que Shinzo Abe llegase a su breve magistratura. Abe ha dejado el cargo al año de asumirlo, superado por la cadena de escándalos y corrupción del incompetente Gobierno que ha presidido, que ha culminado con la pérdida a finales de julio de la mayoría en la Cámara alta de su insumergible partido, el Liberal Democrático, PLD.

La elección esta semana de Yasuo Fukuda como nuevo premier por la Cámara baja de la Dieta, donde la coalición gobernante dispone todavía de una cómoda mayoría, no anticipa nada revolucionario. Pese a su aceptación mayoritaria por los votantes, según las encuestas, Fukuda, hijo a su vez de otro primer ministro, garantiza con su edad, 71 años, y su historial más de lo mismo en un panorama político esclerotizado y burocrático. Representa el tipo de salvador veterano y competente al que acude el partido que gobierna inmemorialmente Japón cuando se trata de navegar con mar gruesa.

A Fukuda, un histórico con fama de conciliador tanto en lo doméstico como lo internacional, le espera una agenda muy definida. Por un lado, recuperar para el PLD la credibilidad perdida con Abe al frente. Por otro, profundizar en la austeridad y las reformas estructurales imprescindibles para aumentar la productividad de la segunda economía mundial, un país envejecido y declinante. No va a ayudarle mucho un Parlamento potencialmente estancado, que reanuda sus sesiones la semana entrante y cuya Cámara alta está en manos del opositor Partido Democrático de Japón, una heteróclita alianza, nacida en 1998, en la que participan, entre otros, ex miembros del PLD y antiguos socialistas.

Su temperamental líder desde el año pasado, Ichiro Ozawa, que fuera hombre fuerte del PLD, tiene como objetivo inmediato forzar unas elecciones anticipadas. Y cuenta como argumento fundamental con el espinoso debate sobre si Tokio debe renovar las medidas de excepción que permiten a su flota reabastecer de combustible en el Índico a los buques que participan en las operaciones militares que Estados Unidos dirige en Afganistán.