3 marzo 1918
El país - gobernado por los comunistas de Lenin y Trotsky - rompe así con la Entente Cordiale al firmar una paz sin consultar con Reino Unido y Francia
Tratado de Brest-Litovsk: La Rusia comunista de Lenin se rinde ante Alemania y se retira así de la Primera Guerra Mundial
Hechos
El 3.03.1918 se firmó el Tratado de Brest-Litovsk entre Rusia y las Potencias Centrales (Alemania, Austria-Hungria y el Imperio Otomano).
Lecturas
Inmediatamente después de la revolución rusa de octubre y la toma del poder por los comunistas de ese país, León Trotski, designado por Lenin como responsable de exteriores, invitó a la Entente (Reino Unido – Francia), el 21 de noviembre de 1917 a negociar un armisticio en todos los frentes. Ante el rechazo de las potencias occidentales, el nuevo gobierno ruso entabló negociaciones con las potencias centrales (Alemania y Austria-Hungria). Después de conseguir un armisticio provisional el 15 de diciembre, Lenin, cuyo objetivo consistía en consolidar el poder de los bolcheviques tras el triunfo de la revolución, presionó para obtener una paz rápida.
La revolución de febrero de 1917 había supuesto para Rusia no sólo el derrocamiento de su imperio, sino también la declaración de independencia de numerosos pueblos no rusos. Si bien la delegación rusa en Brest-Litovsk aceptó la independencia de Finlandia, Polonia, Ucrania y, en parte, también de los países bálticos, lo cierto era que aspiraba a solucionar las cuestiones territoriales después de la firma de la paz, cuando los bolcheviques hubieran podido extender la revolución a las distintas nacionalidades. Sin embargo, las potencias centrales, que temían una propagación del socialismo rechazaron la propuesta.
En el seno del gobierno ruso había disensiones. Convencido de que los alemanes no podrían combatir por mucho más tiempo, Trotski postuló la fórmula ‘ni guerra ni paz’, mientras que los izquierdistas reunidos en torno a Nikolai I. Bujarín defendían la guerra revolucionaria. Con más lucidez, Lenin pensaba, en cambio, que a causa de la disolución del ejército ruso había que apoyar la paz y que, tras una victoria generalizada de la revolución socialista, Rusia recuperaría el control sobre todos los estados del antiguo imperio.
Las tensiones resultaron evidentes sobre todo en Ucrania. En las elecciones de noviembre de 1917, los partidos ucranianos obtuvieron el 70% de los votos, y los bolcheviques sólo el 10%. Francia reconoció entonces a Ucrania como estado independiente, y desde principios de enero las potencias centrales negociaron directamente con Kiev. En contrapartida, los bolcheviques proclamaron el 12 de diciembre en Charkov la República Soviética de Ucrania, ordenaron el avance del Ejército rojo hacia el oeste y ocuparon Kiev el 8 de febrero de 1918.
Desobedeciendo las órdenes de Lenin, Trotski se negó a firmar el tratado de paz el 10 de febrero. Al concluir la tregua, el 18 de febrero Alemania reanudó las hostilidades. Al cabo de dos días empezó a vislumbrarse el final: incapaz de oponer resistencia, Rusia uvo que aceptar las condiciones, todavía más duras de las potencias centrales.
El 3 de marzo se firmó el tratado de Brest-Litovsk, por el que Rusia renunciaba a una parte de los territorios conquistados durante los siglos XVIII y XIX en favor de los estados independientes de Finlandia, Polonia y Ucrania. Al término de la guerra, los países bálticos tendrían acceso a un ordenamiento político propia ‘con el acuerdo de sus respectivas poblaciones’. La región occidental de Armenia, a orillas del mar Negro, volvía a manos de Turquía (Imperio Otomano, aliada de las Potencias Centrales).
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LOS TERRITORIOS QUE CEDE RUSIA A CAMBIO DE ABANDONAR LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL:
- Finlandia
- Los Países Bálticos
- Polonia
- Ucrania
- Georgia
- Armenia
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Y deberá pagar 6.000 millones de marcos a las potencias centrales en concepto de reparaciones de guerra.
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NO IMPIDIÓ EL TRIUNFO DE LA ENTENTE
Aunque el bando de la Entente perdió a Rusia como aliado en aquella guerra, acababa de ganar otro poderoso aliado, Estados Unidos, y eso supondrá que el resultado de la primera guerra mundial acabaría siendo un triunfo de la Entente sobre Alemania.
El Análisis
El 3 de marzo de 1918, en la ciudad bielorrusa de Brest-Litovsk, el nuevo gobierno bolchevique de Rusia firmó un tratado con las Potencias Centrales que sacaba oficialmente al país de la Primera Guerra Mundial. Lenin y Trotsky, fieles a su promesa revolucionaria de “paz inmediata”, entregaron a Alemania y sus aliados enormes extensiones del antiguo Imperio ruso: Ucrania, Polonia, Finlandia, los Estados bálticos, e incluso el Cáucaso quedaron fuera de control ruso. Fue una paz humillante, pero calculada. El joven régimen comunista, acosado por el caos interno y necesitado de consolidarse, eligió salvar su revolución, aunque fuera a costa del orgullo nacional.
Para Alemania, el tratado fue un triunfo diplomático momentáneo. Liberaba miles de tropas del frente oriental justo cuando más las necesitaban en el oeste. Pero para los Aliados de la Entente —Reino Unido y Francia— supuso una traición. La desaparición de Rusia del conflicto significaba la pérdida de un socio estratégico vital. La rabia en Londres y París fue palpable: el nuevo régimen soviético no solo había abandonado el campo de batalla, sino que firmaba la paz con el enemigo común. Fue entonces cuando la entrada de Estados Unidos en la guerra se convirtió en más que un refuerzo: fue una salvación.
Rusia, por su parte, pagaría muy caro su retirada. El país quedó aislado, rechazado por las potencias occidentales, y sumido en una guerra civil devastadora. Aunque la Entente acabaría ganando la contienda mundial, Rusia —que antes aspiraba a ser gran potencia— se encontró marginada del nuevo orden internacional. Brest-Litovsk fue un punto de inflexión: ganó tiempo para los bolcheviques, sí, pero al precio de una pérdida territorial sin precedentes y de una soledad exterior que marcaría el primer capítulo de la Unión Soviética en un mundo que aún no sabía si temerla, ignorarla o combatirla
J. F. Lamata