6 febrero 2004

Rodicio se considera una víctima de su cámara José Luis Márquez, de Alfredo Urdaci, Jiménez Losantos, el Gobierno Aznar y la embajada de Israel

TVE despide a la corresponsal en Jerusalén Ángela Rodicio por supuestas irregularidades en sus gastos que no se llegarán a probar ante los tribunales

Hechos

El 27.12.2003 TVE suspendió a Dña. Ángela Rodicio como corresponsal tras una auditoría sobre sus gastos. El 6.02.2004 la periodista fue despedida, aunque el despido fue declarado improcedente el 10.06.2004.

Ángela Rodicio contra Jiménez Losantos

Ángela Rodicio

2005

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La madre de todas las señales, que no supe leer a tiempo, fue un artículo de Jiménez Losantos en el que me equiparaba, por mis efectos «destructores» de la voluntad aznarista, con Pilar Bardem. Hasta ese momento me había puesto por las nubes. Pero entonces pensó y dijo que las dos habíamos convocado al millón y medio de manifestantes contra la guerra en la Puerta del Sol de Madrid. Me llenó de orgullo la comparación, para qué negarlo, pero apuntaba ya la campaña que se desató la siguiente Navidad y que condujo a mi despido acusada, nada menos, que de robo del erario público. O sexo, o dinero, como en los mejores tiempos del fascismo. En aquel momento, el artículo de Jiménez Losantos, otro ex comunista reciclado, me sirvió para que me riese. (pág. 70) Lo mejor del asunto es que Federico Jiménez Losantos escribía sin recato que yo era pro Sadam. Como en su día Josef Goebbels, ministro de Información de Adolf Hitler, Losantos repetía siempre el elenco del «buen» ciudadano, el «buen» periodista, el «buen» juez, el «buen» empresario… desgranando las cualidades del «ario» puro. ¡Si por ario puro se entendía Adolf Hitler, tan rubio y tan alto; o él mismo, tan apuesto y con sus rasgos tan finos! (pág. 80)

Una destitución [19 diciembre 2003] que ya ha sido anunciada, hace menos de dos semanas, en su columna de El Mundo, por Goebbels Losantos. «Pido al director general de TVE la distitución de Angela Rodicio», había escrito, presumiblemente a instancias de alguien desde Moncloa –¿el secretario de comunicación?– y del mismo Urdaci. Me han llamado para advertirme. Ahora esta columna ha desaparecido de los archivos del diario. (pág. 179). Recuerdo las peticiones de destitución del pequeño Goebbels local en el diario El Mundo, en un artículo publicado pocos días antes del estallido del escándalo en el mismo diario al que luego filtrarían «fuentes solventes» mis supuestos delitos. El artículo de marras ha desaparecido muy curiosamente del archivo de El Mundo. Como tantas otras cosas. (pág. 354)

14 Noviembre 2001

Estrategas

Federico Jiménez Losantos

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¡Pues menos mal que los generales norteamericanos no sabían lo que hacían y estaban a punto de ser derrotados por los talibanes! Si llegan a ser un poco más listos se les acaba Afganistán y tienen que pensar ya en la India como Alejandro Magno.

Qué éxito el de nuestros estrategas progres, qué capacidad de análisis, qué vista de lince, que triunfo del ojímetro.

No servía para nada bombardear, no había retaguardia que romper, no servían para nada los desharrapados de la Alianza del Norte, los talibanes iban a cenar estas Navidades estofado de británico con tropezones de yanquis fritos.

Y, sobre todo, se iba a demostrar que frente a la potencia espiritual del que está dispuesto a morir, nada puede la superioridad tecnológica del que quiere vender cara su vida y quiere, qué cosa tan absurda, vencer sobreviviendo. Menos mal que esta guerra también la iban a perder los occidentales. Si llegan a tener alguna posibilidad de empatarla, se salen del mapa.

Pero no me preocupan demasiado los problemas laborales de nuestros fracasados estrategas, el desastre adivinatorio de estos generales de café y tertulia que pronosticaban un vietnam a la soviética para los analfabetos generales norteamericanos, con pocas estrellas y menos luces. Mañana mismo, o sea, ayer, reciclarán sus negros vaticinios y nos demostrarán que la victoria occidental que no se iba a producir es un espejismo, un absurdo efecto óptico, el preludio de la derrota que fatalmente se producirá.

Mientras los progres sigan siendo progres, o sea, hasta su extinción, se colocarán unos a otros y se cubrirán mutuamente las vergüenzas; ninguno acabará en el INEM. En cambio, me preocupa seriamente el problema de la transculturación de corresponsales, o sea, los coroneles tapioca y capitanas maizena que hemos destacado en Pakistán.

Con lo que nos ha costado islamizar los informativos de TVE, con todo lo que hemos invertido en chales y velos para adecuar el vestuario a la interminable guerra de civilizaciones que intrépidamente nos contaba Almudena Ariza, y ahora resulta que hay cola en las barberías de Kabul porque los mártires prefieren raparse a salvarse.Increíble.

Naturalmente, el descrédito de las huríes del Profeta impone el reciclaje de las huríes de Ferrari, que tendrán que volver al traje de chaqueta para no desentonar con las vampiresas de la Fox.

Es lo único que me entristece de la caída de Kabul: perderemos el perfil mahometano de nuestras informadoras.

Menos mal que en Jerusalén siempre nos quedará Angela Rodicio.Esa ciudadela no caerá como Jalalabad. Ni como Jericó.

07 Mayo 2002

'Informapufos'

Federico Jiménez Losantos

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Zapear informativos en las distintas cadenas de televisión españolas se ha convertido en un manjar para sibaritas de la politología.No de exquisiteces, desde luego, porque hay noticias que parecen redactadas con los pies y además con pocos dedos. También hay comentarios a imágenes espectaculares que son, por su incoherencia, espectáculo en sí mismos. Y abundan editoriales moralizadores o, mejor, moralinizadores a propósito de alguna exótica insignificancia, naturalmente fotogénica, que harían desternillarse de risa al sacristán de fray Gerundio de Campazas, alias Zotes. En las televisiones de España se ha producido el famoso «salto cualitativo» con que los marxistas explicaban el milagro intelectual de que un obrero analfabeto se convirtiera de la noche a la mañana en un héroe de las barricadas y, tras entrar en el Partido, en filósofo del pueblo, con 20 o 30 tomos de obras escogidas. Pero en el rojerío clásico el salto siempre era para avanzar, aunque el resultado fuera retroceder. Mao llamó El Gran Salto Adelante al mayor descalabro industrial de la China moderna, pero la intención, siquiera verbal, se mantenía.

Aquí, no. En la España Modelna de doña Birulés, la mutación de las teles no es de tipo lineal, adelante atrás, sino del género caótico. Como buena parte de las guapísimas y guapísimos, jovencísimas y jovencísimos locutores está claro que no entienden lo que otros han escrito para ellos o lo que escriben ellos antes de leerlo, todo lo que en su hermoso y maquillado entrecejo se frunce para acentuar la seriedad del aserto, lo desfruncen y deshacen la zarrapastrosa sintaxis y la atormentada prosodia del ininteligible mensaje. Y es que, como en el famoso secreto de la esfinge, detrás del misterio semántico lo que hay es, simplemente, nada. Ni tiene sentido lo que dicen, ni tienen sentido las imágenes que acompañan a lo dicho, ni tienen nada que ver unas imágenes con las siguientes, que, en vez de explicar, contrapesan y bloquean el mensaje principal.Reconozco que fui demasiado duro con las huríes de Ferrari cuando la cosa de Afganistán. A Angela Rodicio y Almudena Ariza bastaba verlas vestidas de musas del Islam para entender su mensaje.Los cuatro muertos de la morgue y los ocho milicianos en chanclas que componían el fondo del decorado eran simple adorno, necesario para evitar la impresión de vacío lunar que siempre espanta a la audiencia, nada más. Pero desde que no basta con el brochazo gráfico y hay que recurrir a los textos explicativos, el lío es morrocotudo. Cada párrafo corrige el anterior y cada noticia permite poner en duda a la siguiente. Es como si una guerra civil entre redactores indoctos hubiera arrasado los telediarios sembrando cada informativo de un centón de informapufos.

18 Febrero 2003

Teledesastres

Federico Jiménez Losantos

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Están algunos muy indignados con el tratamiento que ha dado TVE al conflicto iraquí en su versión Puerta del Sol. Poniendo como ejemplo de respeto a Telemadrid -que, efectivamente, parecía uno de los convocantes oficiosos de la manifestación- se critica en términos durísimos que la televisión pública nacional no diera en directo la marcha contra la guerra o al menos sus momentos más significativos. Y aunque el festejo me repele, debo reconocer que, en principio, tienen razón. Una televisión pública no puede discriminar un hecho informativo en función de su sectarismo o de su partidismo, puesto que su función no es la de establecer sobre la marcha esos criterios, sino informar. Punto.

Pero los autores del evento están felices a reventar y pronto olvidarán el último servicio de José Antonio Sánchez a la causa de la cosa que lo nombró. El PSOE habría hecho otro tanto, o sea, que no insistirá. Yo sí. Yo quiero poner un reparo de muy distinta naturaleza a la línea informativa de TVE. Seguramente, el sábado no atendió como debe hacerlo una televisión pública al suceso noticioso del día, pero, a cambio, la información que todos los días emite el Ente sobre el conflicto iraquí, incluyendo todos los escenarios conflictivos inmediatos o mediatos, desde Israel y Palestina a París y Nueva York, pasando por Washington, Berlín o Afganistán, es una continua llamada al alzamiento antioccidental, una permanente manipulación política de los discursos y los hechos exactamente en la línea del desvergonzado y totalitario manifiesto recitado por Almodóvar y compañía en el macrosuceso de marras y de masas. Si alguien pone en duda mi aserto, le pido una sencilla respuesta a una sencillísima pregunta: sinceramente, con la mano en el corazón, ¿de quién cree usted que está más cerca ‘Fátima’ Rodicio en su postura sobre Oriente Próximo: de Leonor Watling o de Ana Palacio?

Alfonso Rojo y Pérez-Reverte han dedicado en distintos libros muchas páginas a la intrépida reportera de TVE, en términos que yo no me atrevería a repetir. Pero un grano no haría granero, salvo que sea uno más en el silo. Y el Pirulí, en materia de política internacional, es un silo de progres de un antiamericano que tira de espaldas, rematado en la cúpula por un soviet gubernamental sin más ideología que la que destilan las llamadas de los ministros.De nuevo estamos ante el Error Aznar: renunciando a los principios, las ideas, a buscar la pluralidad deseable frente al aplastante dominio de lo progre, ¿de qué sirve censurar un día lo que se promueve todo el año? ¿Quién habrá llevado a más gente a la manifestación contra Bush y Aznar? ¿La Bardem o la Rodicio?

17 Febrero 2004

Angela

Carmen Rigalt

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No soy amiga de Angela Rodicio. En realidad Angela tiene pocos amigos. Es una mujer poco simpática, tímida, tal vez engreída, que refugia sus soledades en el trabajo. Eso explica que su expulsión de RTVE no haya despertado reacciones en su favor. Y explica también que yo esté ahora aquí hilvanando un pensamiento en voz alta. Si no lo hago, reviento.

He sido una telespectadora desbordada por el caudal de crónicas que esta mujer ha enviado desde los lugares conflictivos. Si RTVE obsequiara a sus corresponsales con pluses de productividad, Angela se habría hecho de oro. Sin embargo, pintan bastos para ella. Doy por buenas las cuentas que han publicado los periódicos.También doy por cierta la negligencia de Angela con las facturas (como la mayoría de los corresponsales, aunque eso no justifica las irregularidades), pero la campaña que RTVE ha emprendido contra ella es, por su desmesura, sospechosa. Sólo un país que trata a los banqueros como héroes es capaz también de tratar a una negligente como una asesina. Ya hemos desgraciado a Rodicio.La hemos bajado del pedestal para hacerla trizas. Su desliz de 37.000 euros es el primer agujerito tapado del déficit de RTVE: un billón, con b de barbaridad.

Rodicio cobraba 3.000 dólares al mes como corresponsal. Era, pues, una de las profesionales más baratas de la casa. Cuando llegó a la oficina de Jerusalén, sus compañeros -montadora, chofer, etcétera- tenían ingresos tres y cuatro veces superiores a los suyos. Se trataba de pagos hechos con justificantes anónimos a supuestas empresas de contratación de servicios, es decir, inexistentes. La periodista pidió una auditoría (con resultado satisfactorio) y promovió que se hicieran contratos a los colaboradores fijos. Más tarde medió ante la compañía de satélites con la que enviaba sus crónicas, para conseguir un descuento sustancioso.Dado su alto nivel de producción, les ahorró a su empresa decenas y decenas de miles de euros. Pero eso es letra de contabilidad, carne de números, y no me corresponde a mí desentrañarlos.

Los números son abarcables, las intenciones, no. Todo el mundo sabe en nuestra profesión que Angela no era una periodista cómoda.Al Gobierno le molestaban sus crónicas desde Bagdad, y fue en los aledaños del poder donde surgió el mote de Fátima Rodicio con el que se intentó desprestigiarla. Al fin, sus propias cuentas le han dado el puntillazo. Detrás de ese lío de cifras barrocas está la mano vengativa del poder. Y es que el poder siempre pasa factura.

Ángela Rodicio contra Alfredo Urdaci

Ángela Rodicio

2005

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El director de informativos es el ser más odiado en amplios estamentos sociales. Por una vez me alegro de estar con la mayoría. Aunque no le odie. Su grado de servilismo no conoce límites. (pág. 281)

Todos los periodistas acusamos el golpe [la muerte de Couso] con una fatiga general y mental, que llevaba a personalizar la guerra, algo de lo que siempre he huido por pudor profesional. En la conexión de la noche, tuve que responder a una de las habitualdes y tramposas preguntas retóricas de Urdaci:
–Buenas noches, Ángela… ¿No sabíais los periodistas, porque os lo había hecho llegar el ministro de Defensa, Federico Trillo, que el Palestina se hallaba entre los objetivos militares de la ofensiva aliada?
–Buenas noches a todos… (–Siempre subrayaba lo de todos, porque sí podía pasar gramatical e intelectualmente de él–) (…). Meses después, Miguel Ángel Moratinos y Javier Solana (…) me describían la cara de horror de Urdaci aquella noche. Entonces comencé a pensar que, definitivamente, tenía los días contados, Sobre todo, porque ni mi jefe directo, el sin labios, light, ni el mismo Urdaci, habían tenido ya no la deferencia, sino el detalle formal, de mencionar para nada mi labor durante aquellos meses; como si no hubiera existido, ni la guerra, ni yo misma. (pág. 106)

18 de diciembre de 2003. Me hallo en Hebrón para filmar las actividades de restauración del casco viejo. (…) Entonces recibí la llamada. Mi «viaje», también estaba a punto de terminar.
–Dicen en Madrid que tienes que presentarte el jefe de informativos mañana mismo por la mañana.
No podía entender tanta celeridad. (…) Entre medias Urdaci me había llamado.
–¿Cómo llevas el programa? Es muy importante que quede bien. Mañana nos vemos. ¿A qué hora llegas?
Era la segunda llamada de Urdaci en años. (…) No puedo estar en el despacho de Urdaci antes de las cuatro y media de la tarde. (…) No hace falta ser muy intuitiva. Es el acto final de una tragedia anunciada desde mucho tiempo atrás. Ahora está a punto de consumarse.  (…)
Urdaci, un joven prematuramente viejo, me acerca una hoja en la que hay una relación de gastos realizados con la tarjeta Visa de la empresa en Roma, el pasado mes de octubre. (…)
–Entréganos tu pasaporte y la tarjeta Visa de la empresa; no regreses a Israel. Firma este documento.
El documento, una página, está redactado en inglés. (…)
–¿Qué es esto? –me atrevo a preguntar. Las miradas de los tres [Urdaci, la jefa de personal y el director económico-financiero] reflejan una cierta preocupación que ahora interpreto como temor a que no accediera a sus deseos.
–Más te vale firmar. –Urdaci se dirige a ellos como si aquello estuviera totalmente bajo su control. (…)
Decido firmar pensando que me parece perfecto que Inmaculada [Inmaculada Pérez Minocci, administradora encargada de auditar ls cuentas de TVE en Israel] vuelva a comprobarlo todo una vez más.
–Estás cesada. –Apenas le paso el papel con mi firma estampada con un rotulador precario que se halla sobre la mesa, Urdaci pronuncia el veredicto, con tono triunfal. Se me niega el derecho, fundamental para cualquier trabajador, de disponer de una copia del documento.  (págs. 174 a 177)

Los abogados [José Manuel Gómez Benítez y su hermana Alicia, laboralista] piden por la vía judicial el «documento» que firmé en el despacho de Urdaci. Nunca lo entregarán. (pág. 279)

Cada vez que salgo de casa [en Jerusalén], me hago la loca pero veo que un coche blanco –Fiat, para continuar la tradición– me sigue. (…) Regreso a mi casa el día de Nochebuena sobre las once de la noche. Unos segundos después de haber cerrado la puerta a mis espaldas, el ruso del Fiat la aporrea gritando mi nombre. (…) Es muy tarde. Es Nochebuena. Estoy sola. No abro. A la mañana siguiente el ruso con la cazadora tres cuartos de piel negra vuelve a las andadas. Llamo al cónsul. Pienso que, al menos, puedo tener un testigo. Responde a mi llamada y viene pero, para entonces, el ruso se ha ido. No sin antes dejar pegada a mi puerta al nivel de la calle una hoja, el estilo de un «bando». Es una nota de la empresa donde se me comunica, después de una semana de acoso y derribo, ¡mi cese! (pág. 192)

Regreso a Televisión Española. Tras el cese, aguardo el despido, como habían adelantado las orcas por los pasillos. (…) Por el momento me han destinado a Informe Semanal. (…) El número dos de Urdaci, Pedro Roncal, me ha comunicado mi nuevo destino laboral confesando que no ha querido saber ni tomar cartas en aquel asunto tan «desagradable». (…) Al parecer, Urdaci y Roncal no se hablan dsede hace meses. Lo mismo me sugiere Baltasar Magro, el director del programa para el que tanto he trabajado todos estos años. Magro tampoco se fia de Urdaci. (pág. 272).

Febrero comienza con la recta final hacia mi despido. Se me ofrece una salida pactada, si reconozco deudas en mis tres años y medio como corresponsal en Jerusalén por valor de 36.000 euros, menos de la mitad del presupuesto de un mes sin mucha información en la oficina. (pág. 274)

4 de febrero de 2003. En un periódico de derechas se publica que mi empresa me ha despedido. Vuelven a insistir en los gastos de la tarjeta de crédito y me desprestigian desgranando la versión de la empresa, según la cual yo estoy dispuesta a irme, admitiendo implícitamente mi culpa. Llamo a Urdaci. Le pregunto que qué más pretende. Se lava las manos como Pilatos. Como si no fuera con él. Poco después su secretaria me convoca en su despacho para las cinco de la tarde. (…) Se trata de otra encerrona, como la de diciembre. (…) El jefe de administración de corresponsalías, José Miguel González, el antiproductor que siempre dice a todo que no para no dar clavo, actúa como si no tuviera que ver con él. (…) Dos de sus ayudantes asienten. Uno de ellos es una vieja amiga que me sugiere, primero, que si firmo mi propio despido, ponga la hora: las cinco y media; después pregunta si tengo buenos abogados. (…) Me había referido, anteriormente, que Mastuerzo [José Luis Márquez] era el espía de González y Urdaci, a quienes les chivaba todas mis idas y venidas. (…) Al mismo tiempo que recibo, por personas interpuestas, la comunicación de mi despido, supongo que Alfredo Urdaci está siguiendo (…) a José María Aznar hablando ante el Congreso norteamericano. (…) Ver a Aznar dándoselas de gran líder (…) sólo viene a subrayar más si cabe lo abyecto de mi desgracia; su «despreciable vileza», habría dicho Julio [Fuentes]. El día después los periódicos, menos El País que se ha mantenido siempre al margen, recogen la noticia del despido. (págs. 291 y 292).

Urdaci, con un sueldo de muchas decenas de millones de pesetas al año, se había blindado con una cláusula denominada «derecho de imagen», lo mismo que otros de la empresa, para comprender gastos de vestuario. En esos contratos se refleja cómo se adjudican partidas de dinero especiales a todos los que «salen en pantalla». Nunca, en quince años, se me ha ocurrido pedir absolutamente nada. Una estilista reclutada por el mismo jefe distribuye consejos y prendas de firmas de prestigio entre todos ellos. Las chaquetas de Urdaci suelen ser de Armani. (pág. 180)

24 Mayo 2005

Alfredo Urdaci responde a Ángela Rodicio

Alfredo Urdaci

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