28 mayo 1993

El cantante D. Joaquín Sabina será el encargado de leer, en su nombre, su discurso de cierre de campaña electoral que él ya no podrá dar

Una infarto retira a Julio Anguita González, líder de Izquierda Unida, de la campaña electoral

Hechos

El 28.05.1993 D. Julio Anguita sufrió ayer en Barcelona una crisis cardiaca que le ha dejado fuera de la campaña.

Lecturas

El 28 de mayo de 1993 en plena campaña electoral el candidato de Izquierda Unida a la presidencia del Gobierno, D. Julio Anguita González (que es simultánemaente coordinador general de Izquierda Unida y secretario general del PCE) sufre un infarto de miocardio que fuerzan una inmediata hospitalización y su retirada física de la campaña electoral.

El Sr. Anguita González seguirá figurando como candidato de IU a la presidencia y como cabeza de lista por Madrid, pero no podrá participar en mítines, ni tan siquiera el de cierre de campaña, y en el próximo debate de investidura será reemplazado por D. Rafael Ribó Massó.

30 Mayo 1993

El «factor Anguita»

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer

LAS desgracias se ceban sobre IU. En la cita electoral en la que todo parecía más propicio para la coalición de izquierda, dado el fuerte desgaste sufrido por el PSOE, dos severos golpes -las disensiones entre «renovadores» y «mayoritarios» a la hora de decidir la candidatura de Madrid y el infarto de miocardio sufrido anteayer por Julio Anguita- han venido a condicionar no poco sus posibilidades de éxito. La enfermedad de Anguita adquiere particular importancia en una campaña electoral como la actual, en la que el papel de los líderes máximos de los partidos se torna, mal que nos pese -y mal que le pese al propio Anguita-, más decisivo que el de los respectivos programas. Anguita posee un índice de aceptación popular muy superior al de su propia formación política. Que IU no pueda contar con su concurso activo en la última semana de campaña se convierte en una auténtica desgracia para la coalición. En el terreno de los hechos y también en el psicológico: los seguidores menos firmes de IU pueden sentir la ausencia de Anguita y las dudas sobre su continuidad al frente de IU -al parecer disipadas por un pronóstico médico menos grave de lo temido- como el signo de un desanimante vacío de liderazgo. Entretanto, el PP consolida sus posiciones, e incluso las mejora, y el PSOE trata de aprovechar en lo posible ese dato desfavorable, llamando a los votantes de IU a dejar de lado sus discrepancias y prestarle apoyo ante la emergencia. Hasta ahora, Anguita venía desvelando eficazmente la falacia de esa pretensión, mostrando cómo el PSOE no asume realmente los postulados históricos de la izquierda, representados por Izquierda Unida. ¿Quién tomará el relevo para evitar una sangría de votos sedicentemente «útiles»? El escenario se ha tornado extremadamente peligroso para las expectativas electorales de IU. Sólo cabe afrontarlo con una rápida reacción de toda la plana mayor de la coalición, incluyendo no sólo a Frutos, Ribó, Alcaraz y Romero, sino también, y de modo muy especial, a Sartorius, Almeida y Castellano. A estos últimos cumple en estos momentos dar prueba de una muy particular generosidad, presentando un bloque sin fisuras y entregándose de lleno a la campaña, renunciado al segundo plano al que se han retirado. El cálido mensaje de aliento que Almeida transmitió ayer a Anguita resulta un buen augurio al respecto. Anguita es un hombre de talla política y moral poco común en la vida pública española. En esta campaña, a la que se había entregado en cuerpo y alma, ha ofrecido palmaria prueba de ello, dando ejemplo de limpieza en el debate, insistiendo en el valor superior de las ideas, invitando más a la reflexión que a la pasión y respondiendo con serenidad a la sistemática marginación de la que ha sido objeto. Es lógico que numerosos líderes de otras fuerzas políticas -Aznar, Pujol, Serra- hayan acudido a manifestarle sus mejores deseos. La mayor parte de los ciudadanos -salvando a Rosa Conde, que no dudó en calificar la visita de Aznar de «electoralista», en un gesto de supremo mal gusto- comparten ese sentimiento.