1 junio 1969

El nieto de Manuel Aznar Zubigaray reprocha a DIARIO SP los ataques a los que rechazan entrar en la burocratización del régimen a través de la estructura del Movimiento Nacional

José María Aznar López, nieto de Manuel Aznar Zubigaray, defiende ser ‘falangista independiente’ en DIARIO SP en lugar estar en el Movimiento

Hechos

El 1.06.1969 D. José María Aznar publicó un artículo en DIARIO SP sobre ‘falangistas independientes’

Lecturas

D. Ildefonso Martínez Serrano publica un artículo en Diario SP contra lo que el llama ‘falangistas independientes’, es decir, aquellos que se identifican como falangistas pero no quieren ocupar cargos en el Movimiento. Uno de ellos, D. José María Aznar López, hijo del periodista Manuel Aznar Acedo [director de RNE] y nieto del periodista D. Manuel Aznar Zubigaray [presidente de EFE y embajador de España], replica con un carta defendiendo su condición de ‘falangista independiente’

  D. José María Aznar López es nieto de D. Manuel Aznar Zubigaray 

En teoría Falange Española de las JONS, autodefinido partido revolucionario nacional-sindicalista por su fundador, D. José Antonio Primo de Rivera, estaba integrado como principal matriz en el Movimiento Nacional, el soporte político de la dictadura del General Franco en España donde, en teoría, estaban integradas todas las ‘familias’ de la derecha política española.

En 1969 varios jóvenes rechazaban integrarse en ese Movimiento Nacional, por considerar que su estructura burocrática era contraria a la línea rebelde de aquella Falange de José Antonio. Entre aquellos jóvenes estaba D. José María Aznar que, a pesar de ser nieto de D. Manuel Aznar Zubigaray, una figura clave en la configuración de aquel Movimiento Nacional desde el punto de vista informativo y diplomático, rechazó integrarse en el Movimiento y se unió al grupo de los denominados ‘falangistas independientes’.

21 Mayo 1969

Falangistas Independientes

Ildefonso Martínez

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Señor director de Diario SP

Como falangista y a la vez asiduo lector de su diario me permito escribirle estas letras, con ánimo de analizar ciertos puntos de vista que en la sección ‘Cartas del Pueblo Español’ han aparecido estos últimos días.

Me refiero concretamente, a esa nueva especie de ‘falangistas independientes’. Lo que más me ha extrañado de estos señores es el hecho de que por lo visto, se consideran únicos herederos de la doctrina joseantoniana.

Yo no voy a entrar en polémicas inútiles, como la de si España debe ser una Monarquía o una República, entre otras cosas porque considero que el falangismo es algo más grande que otdo eso y sobre todo porque considero que es un tema superado y que por lo tanto me trae sin cuidado.

Lo único que quiero recalcar a dichos señores, es que si toda su preocupación consiste en oponerse a que reine ‘fulanito’, y en hacernos avalar ese nuevo ‘rollo’ que pomposamente denominan ‘laborismo español’, no hace falta que se llamen falangistas. Eso ya lo dijeron otros, cuyas opiniones respeto, pero que nada tienen que ver con el nacional-sindicalismo.

La verdadera, labor honrada y difícil, consiste en trabajar dentro del Movimiento, es decir allí donde el terreno es más áspero. No se me oculta, que hoy en día la Organización está en gran parte dominada por tendencias conservadoras, pero nuestra verdadera vocación, ‘ardiente y combativa’ e ‘inasequible al desaliento’, nos obliga más que nunca a dar la cara allí donde nuestro trabajo pueda ser más efectivo.

Los grupitos y oposiciones, no son más que un camelo y una falta de gallardía, al toro hay que cogerlo por las astas, señores ‘independientes’, e indigna de cualquier falange. La Falange, nunca aspiró a convertirse en un partido único y el Movimiento que naciera un 18 de Julio, tampoco puede serlo. Nuestro deber por lo tanto es vivificarlo, y en su seno lograr que de una vez para siempre la verdadera justicia social sea una realidad.

Todo lo que en la hora actual sea interpretar el falangismo de otra manera es querer ‘vivir como convidados…” y ya sabemos la opinión que a José Antonio merecían este tipo de personas.

Y nada más señor director, esperando no haberle cansado demasiado con mi carta, aprovecho la ocasión para saludarle atentamente.

Ildefonso Martínez

01 Junio 1969

Falangistas independientes

José María Aznar

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Muy Sr. Mío

El motivo que me ha obligado a escribirle esta carta es el de hacer una serie de puntualizaciones sobre la carta de D. Ildefonto Martínez titulada ‘falangistas independientes’ aparecida en su diario del pasado día 21.

Cuando alas manos de un joven como yo – 16 años – llega un ejemplar de las Obras Completas de José Antonio, y como tal siente la ‘imperiosa necesidad’ de hacer rápidamente algo útil, a este joven se le presentan dos posibles caminos. El primero, consiste en llevar una vida cómoda, fácil y sin complicaciones alistado o ‘apuntado’ en una organización del Movimiento. En el segundo se trata de tomar una decisión tan compleja como costosa. Es la de militar al lado de los ‘falangistas independientes’ como el Sr. Martínez los llama.

El estar a su lado no es de ningún modo vivir como convidados, sino todo lo contrario. Es el vivir muchas veces en contra de la ‘esencia de la propia ordenación familiar”: es vivir en sacrificio, austeridad y peligro constante; es ser una barca, una tabla de salvación, en medio de un mar tempestuoso y hostil que te ataca por todos lados y que trata de hundirte a cualquier precio: es, en una palabra, el vivir la vida de ‘monje y soldado’ que decía José Antonio. El vivir en contra de la ordenación familiar no es tan sencillo como el Sr. Martínez cree, ni mucho menos. Si mi caso fuese único pecaría de inmodesto, pero como da la casualidad que dentro de los ‘independientes’ hay caso como el mío y bastante peores todo queda aclarado. Al decir el Sr. Martínez que los ‘falangistas independientes’ viven como convidados no le tuvo Dios de su mano. Permítame Sr. Director realizar una pregunta: ¿No cree usted que teniendo un apellido de gran fuerza política como el que tengo, teniendo familiares como tengo en los más altos cargos políticos de la nación, prácticamente: teniendo un historial falangista en mi familia como el que poseo, no cree usted, repito, que para mí hubiese sido mucho más fácil el irme a Movimiento y estar de convidado, que el estar listo para militar el lado de los ‘falangistas independientes’? Repito que hay casos peores que el mío, y lo repito porque hay señores como el Sr. Martínez que lo olvidan y encima tachan a los falangistas ‘independientes’ de convidados.

Si el Sr. Martínez se hubiera tomado la molestia de conocer a algún ‘falangista independiente’ se habría dado cuenta de que no forman especie alguna. Ellos son, por más que le pese a muchos, la auténtica encarnación del pensamiento joseantoniano, que no es precisamente el Movimiento.

Lo que más curioso es que el Sr. Martínez pone al ¡mismísimo José Antonio! Como fiscal de los independientes. No deja de ser realmente extraño que se ponga al creador de la doctrina falangista como fiscal de los que precisamente están salvando ese nombre; y de los que están luchando por levantar un edificio nuevo y distinto, en su exterior, no en su esencia como muchos pretenden, del que destruyeron en 1937

Lo que es todavía más INCREIBLE es que el Sr. Martínez diga que son un camelo y que carecen de gallardía. Los jóvenes falangistas están cansados de dar y no recibir, están cansados de escuchar promesas y recibir fracasos; están cansados de escuchar ‘bonitos discursos’ que sólo sirven para crear más confusionismo del que ya hay para crear el verdadero rostro de quienes los pronuncian. Ellos cortaron por lo sano e hicieron bien. Ellos están empezando otra vez de cero la obra que José Antonio planeó y España espera.

Yo, como joven, y habiéndome llegado un ejemplar de las Obras Completas, ya he tomado mi decisión que Usted ya habrá adivinado.

Nada más, Sr. Director, sino el rogarle la publicación de esta carta. Reciba un afectuoso saludo. Muchas gracias.

José María Aznar

19 Mayo 1995

El pasado de Aznar

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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TODO EL mundo tiene derecho a cambiar. Lo han hecho no poco los socialistas: entre sus despojos ideológicos se cuenta el marxismo, el antiimperialismo, el tercermundismo o el antiatlantismo. También los comunistas, que han dejado tras sí una estela de reliquias ideológicas. Y muchos otros, todos casi. Nada tiene, por tanto, de extraordinaria la localización de unos artículos de José María Aznar escritos en 1979 que lo alinean en la derecha dura y nostálgica del posfranquismo. El presidente del Partido Popular se lamentaba entonces de la eliminación de los nombres franquistas de calles y plazas, alertaba contra los males del consenso en política, subrayaba el número excesivo de ocasiones en que los españoles tenían que acudir a las urnas, justificaba la abstención en el referéndum que ratificó la Constitución y denunciaba «tendencias gravemente disolutorias agazapadas en el término nacionalidades».Los artículos exhumados ahora por los socialistas para su aprovechamiento como arma electoral revelaban a un Aznar en perfecta sintonía con lo que era la derecha posfranquista del momento, agrupada en Alianza Popular, bajo el liderazgo de varios ex ministros de Franco, una derecha favorable al mantenimiento de la pena de muerte y contraria al título VIII de la Constitución, que reconoce la pluralidad de regiones y nacionalidades en España. Esto pensaba Aznar en 1979, a sus 25 o 26 años, en su primer destino como funcionario público en La Rioja. Ciertamente, ya no se trata de una ingenua misiva dirigida a un periódico por parte de un jovencito de 16 años con vagas y contradictorias ideas falangistas. Es algo más serio, pero a la vez nada sensacional. Aznar pensaba lo mismo que el grueso de la derecha española, la derecha que había sido franquista y que deseaba acotar lo más posible el camino de la transición hacia la democracia.

El aprovechamiento electoral de estos papeles, presente en la intención de quien los ha exhibido, no merma lo más mínimo su interés. A nadie debe escandalizar, antes al contrario, que la biografía de quien parece claramente destinado a responsabilizarse de la gobernación de España en un futuro muy próximo sea mirada con lupa y analizada hasta su último detalle. Es algo inherente al funcionamiento de una opinión pública sana, como se ha demostrado con el desvelamiento del pasado juvenil de muchos mandatarios de otros países. Mitterrand fue partidario del general Pétain, Clinton fumó cigarrillos de marihuana en su juventud, y Jacques Chirac vendió el órgano oficial del Partido Comunista, L’Humanité, por las calles de París. Es bueno que el propio interesado lo asuma y que hagan lo propio sus votantes y la entera opinión pública. Nada peor que las ocultaciones y las tergiversaciones, que pueden incubar, a la larga, escándalos mucho mayores que los pequeños golpes de efecto suscitados en su momento por la revelación.

Más que reprochar hoy a Aznar sus, convicciones de 1971), hay que felicitarse por su evolución ideológica hacia el centro del espectro político. La suya, la de su partido y la de sus votantes, que nada tienen que ver con la actitud añorante del pasado y recelosa ante la democracia que revelan los artículos de hace 16 años. El reproche que legítimamente puede hacérsele es a su empeño por cultivar una imagen lineal de alguien sin dudas o errores. La imagen que el PP ha querido transmitir de su líder es la de un hombre sin pasado político, que irrumpe en la vida pública como un centrista, un moderado. El partido al que Aznar se afilia en Logroño no era ni lo uno ni lo otro, pero sí lo es el que ahora dirige, y en buena medida gracias a su influencia.

Aznar ha acompañado a muchos otros compatriotas en el camino que va del falangismo adolescente y el franquismo, sociológico al conservadurismo democrático. De manera que su cambio ha avanzado en la buena dirección y hay que felicitarse por ello.