20 febrero 2022

4.000 personas se manifiestan ante la sede del Partido Popular pidiendo la dimisión de Pablo Casado

Hechos

El 20 de febrero de 2022 se produjo una manifestación ante Génova 13, sede del Partido Popular, solicitando la dimisión del presidente del partido, D. Pablo Casado Blanco.

Lecturas

LA ENTREVISTA QUE HUNDIÓ A PABLO CASADO.

La mañana del 18.02.2022 el presidente del Partido Popular, D. Pablo Casado Blanco, acude al programa ‘La Mañana’ de COPE de D. Carlos Herrera y en él cuestiona la honorabilidad de Dña. Isabel Díaz Ayuso, expresa su sospecha de que ha podido cometer un tráfico de influencias y que su hermano pudo hacer negocio «mientras morían miles de españoles» y asegura que cuando él sea presidente del Gobierno nunca permitirá algo así. Haciendo así suyos los argumentos del secretario general del PP, D. Teodoro García Egea filtrados a los medios de comunicación. Una entrevista que enfurece a gran parte de la militancia y el electorado del Partido Popular de Madrid.

NÚÑEZ FEIJOO RETIRA SU APOYO A PABLO CASADO.

D. Alberto Núñez Feijoo, presidente de la Xunta de Galicia intervino públicamente el 18.02.2022 primero en una entrevista en EsRadio y luego en rueda de prensa para desautorizar la gestión que estaba haciendo la dirección nacional de D. Pablo Casado y D. Teodoro García Egea de la crisis y cuestionar que se puedan lanzar acusaciones contra una presidenta autonómica sin pruebas.

«YA NO ES SÓLO GARCÍA EGEA, AHORA TAMBIÉN LE TOCARÁ IRSE A PABLO»

Dña. Esperanza Aguirre afirma el 19.02.2022 que el día 17 ya había pedido la dimisión de D. Teodoro García Egea, el día 19.02.2022 en una entrevista a Catalunya Radio declara que escuchada la entrevista de D. Pablo Casado en la COPE está pensando que también debe dimitir este. Antes que ella la diputada Dña. Cayetana Álvarez de Toledo (el día 17) y la ex ministra Dña. Celia Villalobos (el día 18) habían sido los primeros miembros del Partido Popular en reclamarlo.

GIRO A LA DESESPERADA: RETIRADO EL EXPEDIENTE.

Al conocerse la convocatoria de una manifestación de ‘ayusistas’ ante la sede del Partido Popular el domingo, la dirección nacional anuncia el sábado que retira el expediente informativo abierto el día 17 contra la Sra. Díaz Ayuso porque considera que las explicaciones dadas por la presidenta de Madrid son suficientes, pero la presidenta madrileña se niega a hacer ningún tipo de declaración de apoyo al Sr. Casado.

ABC, primer periódico en posicionarse formalmente.

 A la vez que se producía la manifestación la web del periódico ABC colgaba un editorial del periódico solicitando la dimisión del presidente del partido D. Pablo Casado Blanco, siendo el primer periódico de tirada nacional que se posicionaba al respecto (antes sólo el medio de Internet, LIBERTAD DIGITAL, se había posicionado en la misma dirección).

TERTULIANOS AFINES A PABLO CASADO: CONTRA LAS «TURBAS BOLIVARIANAS».

Entre los días 17 y 22 destacaron por su defensa de D. Pablo Casado en las tertulias en su guerra contra Dña. Isabel Díaz Ayuso las figuras públicas Dña. María Claver (Subdirectora de OkDiario que defendió ferozmente al Sr. Casado tanto en Atresmedia como en Mediaset), D. Pedro J. Ramírez (El Español, que calificó de ‘turbas bolivarianas’ a los manifestantes ante la sede del PP), D. Santiago Martínez-Vares y Dña. Ketty Garat (The Objetive).

19 Febrero 2022

Pablo Casado, el cazador cazado

Guadalupe Sánchez

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El momento en el que Casado se convirtió de una vez por todas en el cazador cazado, fue durante su entrevista el pasado viernes en el programa de Herrera en COPE.

Pablo Casado y Teodoro García Egea salieron de caza el año pasado. Su presa no era ni Pedro Sánchez ni ningún otro miembro del Gobierno al que se supone que hacen oposición: la pieza a batir era Díaz Ayuso, a pesar de ser la única que podía poner en jaque al Ejecutivo más dañino para las instituciones de nuestra historia democrática –quizás precisamente por eso-. Jugaron a los cazadores experimentados y se echaron al monte con dosieres como única munición, creyendo que la madrileña se dejaría apresar y domeñar a la vista de los mismos. Pero Ayuso no sólo ha resultado no ser presa fácil, sino una auténtica cazadora que ha esperado al momento propicio para atraparlos en sus propias redes de insidias y mentiras. Hasta tal punto es así, que se lanzaron a buscar delitos y acabaron pudiendo haber cometido alguno que otro.

Uno de los grandes errores que ha perpetrado el dúo que maneja los hilos del Partido Popular ha sido intentar llevar el ataque contra la presidenta de la Comunidad de Madrid al terreno de la ejemplaridad, ante la imposibilidad de sostener acusación alguna en el de la legalidad. Principalmente porque, mientras que el segundo responde a parámetros objetivos y garantistas, el primero es totalmente subjetivo. Por ejemplo: que Rita Barberá no cometió delito alguno no admite discusión, al contrario que la actuación de Génova imponiendo a los populares una abstención en la votación de la prórroga de seis meses del estado de alarma cuando era evidente que el sanchismo la iba a aprovechar para sustraerse del control de los contrapesos democráticos. Por no hablar de la inconsistencia que supone enarbolar la bandera de la ejemplaridad mientras se utilizan dosieres cocinados ad hoc con documentos cuya procedencia e instrumentalización arroja sospechas fundadas de ilegalidad.

Otro error destacable de la pareja residente en Génova 13 ha consistido en dotar a su cacería contra Ayuso de la apariencia de un juicio político-mediático, con Pablo y Teo convertidos en jueces y parte, mientras los dosieres hacían las veces de sumario y la prensa, a la que inoculaban la información, de jurado popular. Como sucede tantas veces en los ajusticiamientos sociales, se ha exigido a la acusada que probase su inocencia -algo vedado en el ámbito judicial- simplemente porque el ego y los complejos de la acusación necesitaban construir un escenario en el que la culpabilidad se diese por sentada. Nada menos ejemplar que subvertir la carga de la prueba y sentenciar a quien no ha sido juzgado.

Por no hablar de la torpeza inmensa de negar la mayor el día que saltó la noticia del espionaje, advirtiendo incluso de que se emprenderían acciones legales contra los medios que la publicasen. Al día siguiente filtraron, nada menos que a El País, que la dirección nacional del PP había recibido informaciones sobre el pago de una comisión al hermano de Ayuso a las que otorgaban «veracidad» pero de las que no tenían soporte documental. Me van a perdonar la expresión, pero una estrategia así sólo puede concebirla la mente de un imbécil redomado.

Pero el momento en el que Casado se convirtió de una vez por todas en el cazador cazado, fue durante su entrevista el pasado viernes en el programa de Herrera en COPE. El todavía líder del PP no sólo hizo gala de su habitual torpeza, sino que se adentró en las cenagosas arenas del ilícito penal. Ni corto ni perezoso, y con total ignorancia de las implicaciones legales de lo que estaba diciendo, sostuvo que la información sobre el proceder poco ejemplar de Ayuso, consistente en documentos fiscales y bancarios de su hermano, no fue suministrada por Moncloa sino por la propia Administración. También afirmó que aprovechó una visita de Ayuso a Génova para pedirle explicaciones, aunque en esto yo otorgo mayor credibilidad a la Presidenta, que aseguró al locutor que utilizaron el dosier para exigirle que no presentase su candidatura al Congreso de Madrid. 

Deben saber ustedes que estas declaraciones dejaron a no pocos juristas, entre los que me incluyo, ojipláticos. Básicamente porque el artículo 418 del Código Penal tipifica como delito la conducta cometida por un particular que aprovechare para sí o para un tercero el secreto o la información privilegiada que obtuviere de un funcionario público o autoridad. Es cuanto menos curioso que los medios, en general, se lanzaran a exigir a Ayuso pruebas de su ejemplaridad, mientras ignoraban un comportamiento delictivo gravísimo, cual es que alguien, desde la administración, es decir, desde la Agencia Tributaria, se dedique a suministrar información relativa a un tercero a un partido político y que éste le dé aprovechamiento. Es bochornoso, increíble y preocupante, al margen de que no sería el único delito en el que Casado podría haber incurrido ayer.

Por otro lado, uno no puede evitar preguntarse por qué esa persona con acceso a información tan sensible se ha dedicado a filtrar a los populares esos datos en concreto sobre el hermano de Ayuso, que tanto interesaban a Egea y Casado, y no otra que también pudiera ser relevante para la oposición y los españoles, relativa a los contratos millonarios firmados por diferentes ministerios con empresas fantasma, que nos costaron dinero a cambio de nada. Porque el contrato en liza, el suscrito por la empresa con la que el hermano de Ayuso mantiene relaciones comerciales, se materializó en el suministro de cientos de miles de mascarillas importadas desde China en el peor momento de la pandemia. Otros formalizados por el Ejecutivo nacional no, lamentablemente, aunque por desgracia han carecido de interés para los de Génova.

Finalmente, si me preguntan por una eventual ilegalidad en la intermediación comercial del hermano de Ayuso para una empresa a la que la Comunidad de Madrid encargó el suministro de mascarillas desde China, les diré que, a día de hoy, no hay nada. Cero. El Código Ético del Alto Cargo de la CAM estipula que existe conflicto de intereses cuando un familiar de hasta cuarto grado consanguíneo del alto cargo está relacionado laboralmente o comercialmente con la empresa afectada en la contratación. Esto quiere decir que habría que demostrar que el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid intervino en la contratación siendo conocedor de la incompatibilidad de contratar por la relación de consanguineidad con la presidenta. Pero lo cierto es que este Consejo no intervino en este contrato en particular. Quien contrató fue la Dirección General del Servicio Madrileño de Salud, de lo cual se informó posteriormente al Consejo de Gobierno siguiendo el procedimiento ordinario.

Tampoco parecen ser ciertas las filtraciones sobre la existencia de una comisión por el contrato fiscalizado y su cuantía. Ni fueron 286.000 euros ni el pago obedeció a una mera intermediación: se abonaron unos 55.000 euros por la prestación de material (que es probable que incluya el coste del transporte y suministro desde China).

Por último, y buscando donde rascar, se informa de que otras empresas con las que comercia el hermano de la presidenta habrían suscrito dieciocho contratos menores con la Comunidad de Madrid entre 2017 y 2020. Unos 113.000 euros en cuatro años. Algunos parecen sorprendidos de que este tipo de contratos se adjudiquen a dedo. Miren, Carmena llevó a término once mil contratos de este tipo entre 2016 y 2017 por un importe de sesenta millones de euros. Y ninguno de los que ahora se rasgan las vestiduras dijo absolutamente nada, ni por cuestiones de legalidad ni de ejemplaridad. Y eso que muchos se pagaron a empresas vinculadas con “Ahora Madrid” para temas de lo más variopinto.

Por eso les he comentado antes que la ejemplaridad no puede ser un parámetro aceptable para valorar este tipo de actuaciones, so pena de comprar los marcos mentales de una izquierda que impone los pactos con Bildu o los indultos a los condenados por sedición al amparo de la legalidad – todo aquello que no es ilegal es ético – mientras exige a la derecha una actuación moralmente inmaculada. Las reglas del juego para dirimir responsabilidades políticas son y deben ser las que marca la legalidad, sustentada en elementos objetivos y en derechos fundamentales, como la presunción de inocencia. Da igual si hablamos de Ayuso, de Sánchez, de Iglesias o de Abascal.

Y con la ley en la mano, es la actuación de Casado y García Egea la que resulta merecedora de reproche. Salieron a cazar y no sólo han vuelto con las manos vacías, sino con su integridad, honestidad y moralidad comprometidas. Deben dimitir.

20 Febrero 2022

Casado, dimisión obligada hoy mismo

ABC (Director: Julián Quirós)

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Ya no se trata de que sea mejor o peor candidato, sino de que no ha sabido resolver una crisis que ya ha contagiado al partido, a las bases, a la militancia y a millones de votantes en toda España

La guerra civil en el PP se ha hecho tan insostenible y carente de salidas negociadas, que Pablo Casado debe dimitir como presidente nacional del partido en las próximas horas. Ya no se trata de que sea mejor o peor candidato, sino de que no ha sabido resolver una crisis que ya ha contagiado al partido, a las bases, a la militancia y a millones de votantes en toda España. No es un episodio que afecte a Madrid. Es la marca electoral la que irreversiblemente seguirá marcada e inutilizada mientras Casado continúe en ella. Ese es el sentir de la inmensa mayoría de los dirigentes territoriales del PP, que exigen un cortafuegos definitivo y drástico como único remedio para salvarse de una sangría.

Es el partido lo que está en juego. Esto ya no va de liderazgos, y cualquier salida negociada de Teodoro García Egea ha quedado desfasada por los acontecimientos, por la incomprensible tardanza de Génova en atajar el conflicto, y porque todo se ha revelado absolutamente inútil y dañino.

Lo ocurrido en Madrid ha extendido por toda España un divorcio real de las bases con su presidente, que por el bien del partido debe renunciar en cuestión de horas. Ya no se trata de intentar recabar apoyos autonómicos, seguir midiendo fuerzas en su pugna con Díaz Ayuso, o buscar soluciones creativas de intercambio de cromos en forma de dimisiones. El perjuicio causado es mucho mayor del que ni siquiera hace tres días podía preverse. Cuando más de 4.000 personas se personan ante la sede del PP exigiendo su dimisión, no se trata de un teatro preparado para seguir convulsionando el partido. Es la evidencia de una indignación real que comparten muchos militantes en todo el territorio español. La ingratitud de la política y la vertiginosidad con que hoy en día los militantes y votantes exigen respuestas hace ya incompatible que se pierda un solo minuto más en el PP.

Se hace imprescindible un congreso extraordinario, sin esperar por supuesto al ya previsto en los estatutos del partido para el mes de julio. Esta crisis no aguanta hasta ese mes, y la militancia debe visualizar un nuevo liderazgo de inmediato. Ese es el mensaje real que están trasladando las bases a Génova, por más que Casado pretenda aguantar. No ha sabido manejar una situación que se le ha ido de las manos. También a Díaz Ayuso. El enrocamiento de ambos no ha servido de nada, y la pelea personal ha alcanzado un punto de metástasis en todo el partido. El congreso para elegir nuevo líder debería celebrarse de inmediato, en abril o mayo a más tardar. Casado ha perdido la confianza de su propio partido, y cunde el pánico a que cualquier opción que tuviese el PP de ganar las elecciones a Pedro Sánchez se haya disipado. Su intervención en la Cope días atrás no fue la de un líder pacificador del partido dispuesto a encabezar una solución. Solo ofreció la sensación de dirigir un equipo débil cuya única salida posible es renunciar definitivamente a su proyecto y dar paso a uno nuevo. Todo el partido ha quedado en shock, todo el partido está contaminado, y es todo el partido el que se juega su futuro. Ya no es una mera cuestión de que los barones regionales se retraten a favor de uno o de otra, ni de seguir haciendo cálculos de probabilidades, ni de dar largas a destituciones. La preocupación muy mayoritaria ya es otra distinta. El PP está en una nueva fase. El tiempo de este equipo que sucedió al de Mariano Rajoy se ha agotado. No hay solución de continuidad. Casado debe marcharse hoy mismo.

20 Febrero 2022

Casado y García Egea deben dimitir para salvar al PP

EL INDEPENDIENTE (Director: Casimiro García Abadillo)

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No beneficia a nadie, ni siquiera al PSOE o a Vox, que a corto plazo pueden estar frotándose las manos, que el primer partido de la oposición, un partido de Gobierno que ha participado, junto al Partido Socialista, en la consolidación de una democracia sólida y madura, a pesar de sus defectos, esté a punto de saltar en mil pedazos. Si el PP no se salva, habrá un corrimiento hacia la derecha populista, y la polarización que ya vivimos se agudizará aún más, haciendo irrespirable el clima político.

Lo que nos jugamos no es, por tanto, la supervivencia de una organización, sino el futuro de nuestra democracia. Ese es el reto al que nos enfrentamos.

La causa del desastre tiene su origen en una descarnada lucha por el poder. Los fines y los medios utilizados hablan por sí solos de la catadura moral de los responsables de este desaguisado. Por ello hay que exigir responsabilidades y pedir, exigir, a los máximos responsables de la dirección del PP, Pablo Casado y su número dosTeodoro García Egea, que presenten su dimisión cuanto antes para que el partido resuelva la crisis en un Congreso extraordinario y elija una dirección que le devuelva a la sensatez y la cordura.

El intento por parte de Génova de dar carpetazo al asunto archivando el expediente abierto a Díaz Ayuso es una salida en falso. No es creíble que ahora Casado diga que cree la versión de la presidenta de la Comunidad de Madrid tan sólo unas horas después de haberla puesto a los pies de los caballos en una entrevista con Carlos Herrera.

Vayamos a los hechos:

  1.  El empecinamiento de Génova en no convocar el Congreso de Madrid es muy anterior a la aparición de las sospechas sobre el contrato intermediado por el hermano de Isabel Díaz Ayuso.
  2.  No hay, por tanto, una relación de causa efecto entre la sospecha de posible corrupción y la negativa de Génova a que Díaz Ayuso liderase el partido en la Comunidad de Madrid. Más bien al contrario, Casado y García Egea utilizaron la información que tenían en su poder, más bien escasa, para forzar a la presidenta de la Comunidad a que diera un paso atrás en favor del alcalde de la capital. En los meses de septiembre y octubre pasado, le plantearon abiertamente un chantaje.
  3. Para darle algo de sustento a su amenaza, el secretario general del PP encargó un dictamen externo a un conocido abogado para que estableciera los posibles ilícitos penales en la contratación del hermano de Díaz Ayuso. Según el dictamen al que el viernes hice referencia en El Independiente, el único delito que podría derivarse de dicha contratación y del cobro de un dinero por un trabajo de intermediación era el de tráfico de influencias. Sin embargo, como reconocen las fuentes cercanas a esa investigación, no existe a día de hoy ni una sola prueba de que Díaz Ayuso interviniera en la contratación de la compra de material médico para la Comunidad.
  4. No existe tampoco una prueba documental de que Tomás Díaz Ayuso ingresara en su cuenta una cantidad cercana a los 300.000 euros, cosa de la que le ha acusado el presidente del PP en la entrevista a Carlos Herrera en la Cope, «mientras morían 700 personas al día», recalcó.
  5. Casado negó en dicha entrevista que el PP hubiese contratado a una empresa de detectives, pero, según ha reconocido el dueño de la misma, personas de dicho partido solicitaron insistentemente unos servicios que él se negó a prestar «por ser ilegales».
  6. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, dijo el pasado jueves que daba crédito a la versión de Ángel Carromero de que no tenía nada que ver con el espionaje al entorno de Díaz Ayuso. Sin embargo, el director de Coordinación de la alcaldía de Madrid dimitió horas después de que el alcalde saliera en su defensa. ¿Por qué? Al parecer, unas grabaciones hechas subrepticiamente demostrarían que Carromero ha sido el artífice del intento de espionaje.
  7. En lugar de intentar atajar el vendaval que se avecinaba, tras conocerse en la noche del miércoles, a través de El Mundo y El Confidencial el descubrimiento de la trama para espiar al entorno de Ayuso, Casado convocó una reunión de urgencia en Génova, que se prolongó hasta altas horas de la madrugada, y a la que asistieron algunos miembros del comité de dirección del PP, para intentar desvincular al alcalde y portavoz del partido de dicha operación.
  8. Algunos miembros de la cúpula del PP le advirtieron hace días a Casado del peligro que representaba ir a un enfrentamiento abierto con Díaz Ayuso y le pidieron que destituyera a García Egea, a quien se atribuye la paternidad de dicha estrategia. Pero el presidente del PP decidió mantener la confianza en su número dos.

Si el PP quiere recuperar la confianza de millones de españoles, tiene que poner al frente a personas a las que se pueda encomendar el gobierno de España. Casado y García Egea han demostrado sobradamente que no están a la altura

Ahora, después de todo lo que ha ocurrido, intentar poner paños calientes es inútil. Por eso es insuficiente el pacto que ha ofrecido Casado, que, por cierto, tuvo que dar marcha atrás este sábado y aceptar las explicaciones de Díaz Ayuso sin que ésta tuviera que tragar con ruedas de molino. Ofrecer ahora un pacto es absurdo. Una hemorragia interna no se detiene con una tirita.

En cualquier organización las irresponsabilidades se pagan. En poco más de dos semanas, el PP ha pasado por la humillación de que la reforma laboral se aprobase gracias al voto de uno de sus diputados (3 de febrero); por unos resultados electorales que se han quedado muy lejos de las expectativas en Castilla y León (13 de febrero), y, finalmente, el lamentable espectáculo de que la dirección del partido levante sospechas de corrupción sobre la que es posiblemente su líder regional más valorada. ¿Se puede hacer más estropicio en menos tiempo?

El PP tiene que actuar sin esperar al mes de julio, fecha prevista para el próximo Congreso. Una solución sería la convocatoria de un Congreso extraordinario. La otra, un golpe de mano desde la dirección, tal y como sucedió con Pedro Sánchez en el Comité Federal del 1 de octubre de 2016.

Los barones del PP (todos excepto López Miras) han mantenido un elocuente distanciamiento en la ofensiva de Génova contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. Ahora deben dar un paso al frente. Los paños calientes no sirven de nada.

20 Febrero 2022

Casado, Teodoro y Carromero deben ser expulsados de inmediato del PP

Federico Jiménez Losantos

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Esta madrugada publicaba El Mundo los detalles que faltaban para que el PP expulse de inmediato a su presidente, a su secretario general, a su matón Carromero, y al alcalde de Madrid si no aclara, y es difícil, las sombras que lo cercan. Deberían también irse sin necesidad de echarlos, Andrea Lévy, responsable de garantías del PP, que se las negó a Ayuso mientras adulaba a Casado, los socios del golpe genovés en el Gobierno de Madrid, con López al frente, y los diputados, entregar su acta. Y dejo para otro momento a los azcones que ahora se dirán chantajeados por Génova.

Los datos, incompletos, pero más que suficientes, se resumen en que Teodoro y su jefe de gabinete Pablete Cano, encargaron a Carromero investigar los datos de la Agencia Tributaria, obviamente filtrados desde Moncloa, para disimular un delito de revelación de secretos por parte del Ministerio de Hacienda. Teodoro y Casado agravaron ese delito al acusar de corrupción, sin prueba alguna, por radio y televisión, a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Lo empeoraron al ofrecer el cierre del expediente que, a sus órdenes, le había abierto Andrea Lévy, si asumía que nunca la espiaron. Es decir, que mintió cuando lo denunció. Pero Ayuso no mentía. Ellos, sí. Por eso, ya que no se quieren ir, y aunque se vayan, deben ser expulsados. Al capone no puede estar al frente de la policía de Chicago.

La vía de iniquidades de Pablo Casado

De las tres puñaladas que Casado ha infligido a tres símbolos de la resistencia a Sánchez, Cayetana, Abascal y Ayuso, la tercera y última propinada personalmente ante Carlos Herrera, ha sido la más ruin, y la que mejor refleja la auténtica faz del todavía presidente del PP. Baste esta frase:

«Mientras morían en España 700 personas al día se firmaba una venta de mascarillas contratando con tu hermano para recibir 300.000 euros de beneficios». (…) «su información es que la comisión es de 286.000 euros», (…) un importe lo suficientemente relevante como para que alguien pudiera pensar que ha habido un tráfico de influencias«.

Recordemos a quién acusa Casado de corrupta y de indiferente a la muerte de tantas personas: a la dirigente del PP que, durante la pandemia, hizo frente al Gobierno y a la traición de su partido para crear el Ifema y el Zendal, a la que consiguió mascarillas y material sanitario al mejor precio cuando el Gobierno gastó una millonada en material chino que hubo que tirar, a la que salvó la economía de la Comunidad frente al cerrojazo de Sánchez, a la que se convirtió en símbolo mundial de esa lucha contra la irracionalidad, a la que tras luchar un año contra Sánchez, Illa y Aguado convocó elecciones tras la moción de censura en Murcia que Casado y su rucio no impidieron, a la que tras la catástrofe de Cataluña, logró una espectacular victoria en Madrid contra toda la izquierda, mandó a Cs al guano, a Pablo Iglesias al paro y resucitó al PP, a la que, en fin, resucitó al PP y devolvió a Casado la ya perdida condición de alternativa a Sánchez.

Sólo por lo que le debe, que es todo, y cómo lo paga, Casado merece tres cosas: el desprecio de los ciudadanos, el despido como presidente del PP y el banquillo por esta sarta de injurias y calumnias contra Ayuso. El primero ya lo tiene. El segundo está al caer. El tercero depende de lo que Ayuso quiera hacer con el infamador. Lo normal sería mandarlo a la cárcel.

Pero, aparte de la vileza moral, hay que preguntarse por la razón que lleva a un renacuajo de la oposición pensar que llegará así a rana de la Moncloa. No por qué se comporta como un miserable, sino por qué alguien capaz de engañar a tantos, se sinceró así, tomando la senda de la traición.

Las puñaladas anteriores a Cayetana y a Abascal

La razón última es a la vez ideológica, política y personal. La dio tras la primera convocatoria electoral, la de los 66 escaños, un buen resultado que le alarmó tanto -no sé qué encuestas le darían- que decidió quitarse el disfraz de liberal y dejarse la barba de Rajoy. Entonces surgió el argumento de su ilimitado derecho a la derrota. Dijo que Aznar y Rajoy tuvieron tres oportunidades antes de derrotar al PSOE, y que él tenía el mismo derecho. Lo que pasa es que ha agotado dos, aunque muy seguidas, y la tercera y última debía ser la próxima. Solo tras el fulgor del mayo madrileño y el afianzamiento de Vox apareció con posibilidades de formar Gobierno. Pero desde que Ayuso resucitó el cadáver salido de las catalanas Casado ha ido reduciendo esas posibilidades hasta dejarlo en nada. Hoy, tras Electomanía, las encuestas de OkDiario y El Español dicen que Abascal lo ha superado.

Cuando Casado sintió que podía dejar de ser jefe de la oposición, se empeñó en que las dos primeras elecciones debían contar sólo como una. Y que, si perdía en 2024, tenía derecho a quedarse hasta 2028. Algo en lo que está de acuerdo Sánchez. Un jefe de la oposición que busca seguir tras la derrota se conforma con ella. Nunca pudo soñar Sánchez con alguien mejor dispuesto al pasteleo y la sumisión que este Casado emasculado y su banda.

Pero desde que Casado decidió que su PP debería seguir, como con Rajoy, a la espera del fallo de la izquierda para reemplazarlo, su única tarea fue la de eliminar a los que en la derecha no aceptasen ser suplentes y no alternativa al Gobierno de la Izquierda. Y atacó en dos direcciones: hacia adentro, quitándole a Cayetana la presidencia del grupo parlamentario; y hacia afuera, rompiendo cualquier acuerdo posible con Vox. Los dicterios contra Cayetana los ha vuelto a perpetrar contra Ayuso: que si él la puso, que si el partido siempre la apoyó, que cómo es tan desagradecida, etcétera. Los insultos de Casado a la presidenta de Madrid recuerdan también a los que infligió a Abascal en la moción de censura contra Sánchez. Que si el partido siempre le dio de comer (y se jugaba la vida), que si el partido la apoyó siempre (y le negaron la presidencia del PP, reservada a Camins, y le habían preparado al traidor López para sustituirla). Pero los conjurados contra Ayuso han perpetrado tantas fechorías que conviene no olvidarlas.

Hitos de la indignidad: la pinza Sánchez-Casado

Los hitos de la traición de Casado a Ayuso y al PP, en evidente colaboración con la Moncloa, son muchos. Resumamos los más evidentes:

Detectives contratados por Génova 13, a través de Carromero, enlace con la alcaldía de Madrid y con su socio Almeida, espiaron a los familiares de Ayuso, a su madre, a su ex-marido y a su ex -novio. El fin de ese espionaje, contado por una de las acequias del cenagoso Teodoro en El País, era chantajearle para que no intentase presidir el PP de Madrid.

Utilizando datos que sólo podían provenir de Hacienda y, por tanto, delictivos, Casado y Teodoro acusan a Ayuso de haber favorecido a su hermano Tomás con una comisión de 280.000 euros. La verdad es que todo lo que cobró fueron 55.000, como contraprestación y no comisión, por conseguir mascarillas cuando no había forma de conseguirlas. Fueron de la mejor calidad y a mitad de precio que las que compró el Ministerio para los sanitarios y que tuvieron que tirar por defectuosas. Eran las FFP2 que el Gobierno llamó insolidarias y que ahora llevan los miembros del Gobierno.

La filtración delictiva que hizo suya Casado provenía -creo que en la información de El Mundo esto no se explica bien- de la liquidación del formato 347 el 30 de abril por la Agencia Tributaria. ¿Y de quién depende la Agencia Tributaria? Pues eso. Ahí aparecían los 280.000 euros por todos los contratos de la empresa de Tomás Díaz Ayuso, que a él solo le afectaba uno, y no relacionado directamente con la Comunidad. Con el material de Moncloa y desconociéndolo todo sobre la Administración, Casado y Egea se lanzaron a presumir de datos y quedaron como canallas e incompetentes.

Almeida, colaborador de Casado y Teodoro en tratar de impedir que Ayuso presidiera el PP de Madrid, defendió a Carromero la mañana en que saltó la noticia del espionaje a Ayuso en El Mundo y El Confidencial. Pero tras asegurar que había investigado y no había encontrado nada, este último medio publicó los nombres y apellidos de los detectives y los de sus contactos en el Ayuntamiento. Almeida hizo entonces dimitir a Carromero. Sin embargo, al día siguiente, Villacís denunció que se había enterado de todo por la prensa. Y que, según sus primeras averiguaciones, nunca hubo una verdadera investigación para saber qué y quién usó el Ayuntamiento. O sea, que Almeida también mintió. Ahora vendrá una investigación oficial. Y veremos lo que dura el alcalde en el cargo.

Forzado por la petición de Feijóo y para impedir la manifestación de este domingo en apoyo de la presidenta de Madrid, Casado llamó a Ayuso y la convocó a Génova. Le dijo que, si firmaba que no la había espiado el PP, cerrarían el expediente contra ella que el jueves anunció Teodoro y el viernes defendió él. Mientras hablaban, Teodoro filtró a Público otra calumnia, ahora contra la madre de Ayuso, jubilada hace años. Pero Ayuso se negó a firmar lo que la agencia de detectives había dicho que era cierto, se levantó de la mesa y se fue. Lamentando haber ido.

Tras la intervención de Feijóo en La mañana de esRadio, Teodoro filtró a esta casa que la noticia de los detectives, que él mismo confirmó a El País, venía del presidente gallego. Ayer sábado, utilizando a la SER, dijeron que Ayuso había firmado lo que no se había firmado. Y poco después, a través de Lamet, su cauce en El Mundo, filtraron que la dirección del PP aceptaba las pruebas presentadas por Ayuso y cerraban el expediente. Pero se han filtrado y filtrarán datos sobre el espionaje a familiares y allegados de Ayuso, recogidos por los espías a los que se encargó buscar basura contra la presidenta de Madrid. Anoche, Casado insistió en que confía en Egea y no piensa echarlo. Bien. Deben irse juntos.

¿Acabará esta infame tragicomedia?

Porque nadie debe creer que estas canalladas entreveradas de delitos tienen remedio. No lo tienen los canallas. Pero recordemos, y no debe olvidarlo Feijóo, que la puñalada a Ayuso es sólo la tercera contra los símbolos de la resistencia a Sánchez. Y que obedece al empeño de Casado en eternizarse en la oposición, convirtiéndola en colaboración. La tercera puñalada, como los matadores malos, se ha dado en el pie. Que su cuadrilla lo lleve a la enfermería, y no vuelva al ruedo. Vamos, que se corte la coleta. O que se la corten. Ya fuera del PP Teodoro aullará solitario a la luz de la luna de Murcia, y agitará en el aire, en su condición de ingeniero, una sierra mecánica como la del psicópata de La matanza de Texas con la máscara de tela de saco. Que en otras versiones es de piel de vaca. Y hasta de cerdo.

Todo lo que no sea expulsar a los traidores y delincuentes, o tardar en hacerlo demostrará que el PP no puede luchar contra la corrupción. Y no remontará en las encuestas ni siquiera para completar la mayoría que hoy ya favorece a Abascal. De nuevo estará el PP ante la disyuntiva de pelear contra el PSOE y junto a Vox o contra Vox y junto al PSOE. Pero antes, la expulsión. Y, como diría Rajoy, el que quiera irse con ellos, que se vaya.

21 Febrero 2022

La pelea del PP baja a la calle en Madrid

EL PAÍS (Directora: Pepa Bueno)

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Ha llegado la hora de que quienes piden un congreso extraordinario lo digan en público

Pablo Casado ha convocado hoy a su comité de dirección sin que haya entregado la cabeza de su secretario general, Teodoro García Egea, como le piden algunos barones tras dar por buenas las explicaciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid sobre la comisión de su hermano en el contrato de esa comunidad autónoma para la compra de mascarillas. El presidente del partido acude a la misma sede nacional del PP ante cuyas puertas se manifestaron ayer unas 3.000 personas pidiendo su dimisión, la dimisión de García Egea y reclamando que Isabel Díaz Ayuso ocupe su lugar como lideresa del partido y candidata a La Moncloa. Una intensa campaña en las redes sociales había extendido durante las últimas horas la convocatoria ante las sedes populares de toda España, pero solo en Madrid las protestas de apoyo a Díaz Ayuso tuvieron éxito. El trumpismo español —muy concentrado en la capital como pudo apreciarse ayer— se revuelve contra el dirigente elegido en primarias por la militancia del partido hace cuatro años. Cualquier otro candidato que se postule a poner remedio a la implosión popular habrá tomado buena nota de hasta qué punto ha llegado la alimentación del monstruo populista en su seno. El partido del orden dirimiendo en la calle sus conflictos orgánicos sin que la beneficiaria de la agitación callejera —el nombre de Díaz Ayuso figuraba en la convocatoria anónima— hubiera desautorizado el aquelarre. La pérdida de institucionalidad alcanza de manera abrasiva desde ayer al Partido Popular, contagiados sus dirigentes de los modos que exporta la derecha radical norteamericana. La degradación de la conversación pública española tiene mucho que ver con el uso permanente que los portavoces populares han hecho de las hipérboles, los insultos, las descalificaciones personales y la desinformación. Esa escalada verbal que alegremente han aplicado a sus adversarios políticos se la están dedicando ahora entre ellos y la reciben, asombrados, de algunos de sus soportes mediáticos habituales.

Casado ha resistido hasta hoy la presión de los barones que están pidiendo la cabeza de su número dos, el secretario general García Egea, o la suya directamente, por la desastrosa gestión de la crisis. Nadie lo ha formulado en público, ninguno habló cuando se reunió hace una semana el comité ejecutivo nacional, antes del estallido que provocó Díaz Ayuso con la acusación de espionaje, pero ya tras el fiasco de Casado en las elecciones en Castilla y León. En la hora tan crítica que está viviendo el Partido Popular, ha llegado el momento de escuchar públicamente a todos los que tienen la responsabilidad de impedir que el futuro del PP se dirima fuera de sus órganos competentes, ordinarios o extraordinarios.