27 febrero 1991

El presidente de EE, Bandrés, es partidario de acercarse al PSOE, mientras que Aulestia defiende un acercamiento al PNV y EA

6º Congreso de EE – Kepa Aulestia Urrutia abandona la Secretaría General en medio del enfrentamiento con el sector de Bandrés Molet

Hechos

En febrero de 1991 se celebró el IV Congreso de Euskadiko Ezkerra que reeligió a D. Juan María Bandrés como Presidente de EE y eligió a D. Jon Larrinaga como Secretario General.

Lecturas

EE PRIORIZARÁ SU SOCIALISMO SOBRE SU NACIONALISMO

La principal discusión en el congreso es si EE sería ante todo un partido nacionalista vasco, como defendía el sector ‘Auñamendi’ del Sr. Kepa Aulestia o un partido socialista vasco como defendía el sector ‘Renovación Democrática’ de D. Juan María Bandrés y D. Mario Onaindía. El resultado fue un triunfo de las tesis de ‘Renovación Democrática’ por 339 votos frente a los 304 de ‘Auñamendi’.

D. Jon Larrinaga fue elegido Secretario General de Euskadiko Ezkerra con más votos en blanco (324) que favorables (313).

D. Juan María Bandrés, único candidato a la Presidencia de Euskadiko Ezkerra, fue elegido para seguir en el cargo con 398 votos a favor y 298 en blanco.

17 Diciembre 1991

EE, reconciliación imposible

EL MUNDO

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Euskadiko Ezkerra está virtualmente roto. Las dos tendencias que se enfrentaron en el Congreso de febrero parecen irreconciliables. «Renovación Democrática», liderada por Juan María Bandrés acusa a «Auñamendi», que con Kepa Aulestia salió derrotada del Congreso, de hacer un proyecto conjunto con Eusko Alkartasuna. «Auñamendi» lo niega y asegura que sólo pretende abrir un debate político. Lo cierto es que la tregua que precedió a las municipales ha terminado y la dirección de EE no sólo no está dispuesta a aceptar el nivel de divergencia de los críticos sino que, incluso, pretende expulsarlos. Esta situación, que es gráve para el partido, lo es también para la política vasca. «Auñamendi» tiene en sus filas a importantes cargos de las administraciones local y autonómica, entre ellos uno de los dos consejeros que EE tiene en el Ejecutivo vasco, con lo que el pacto de Gobierno se encuentra con otro frente de ruptura.

15 Julio 1991

Pulso en Euskadiko

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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LA CRISIS que desgarra a Euskadiko Ezkerra (EE) desde la celebración de su último congreso, en febrero pasado, ha venido a coincidir con un momento en que se hacen perceptibles en el seno del nacionalismo vasco movimientos diversos en busca de alianzas hasta ahora inéditas y de reagrupamiento de fuerzas en torno a nuevos proyectos políticos. Los resultados de las últimas elecciones municipales, y sus efectos en la configuración de nuevas mayorías de gobierno en las entidades locales, parecen haber sido el elemento desencadenante de esta actividad.Con la vista puesta en las elecciones generales de 1993, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) esboza, por primera vez, la posibilidad de pactos con el Partido Popular (PP). El presidente del PNV, Xabier Arzalluz, no ha rechazado la mano que le ha tendido en este sentido su homólogo del PP, José María Aznar, en los recientes contactos habidos entre ambos para discutir el pacto autonómico propuesto por el Gobierno. Por su parte, Eusko Alkartasuna (EA), el partido de Garaikoetxea escindido del tronco nacionalista conservador, pugna por constituirse en centro aglutinador de un nuevo proyecto de nacionalismo radical y democrático hipotéticamente abierto incluso a sectores de HB.

En este contexto no es difícil aventurar dificultades añadidas para la solución de la aguda crisis que amenaza con partir en dos mitades a EE. A los factores iriternos que están en su origen -y que pueden resumirse en la creciente divergencia entre quienes pretenden que el partido vire hacia el nacionalismo abertzale y los que mantienen que debe seguir siendo una opción de izquierda nacional vasca y plural- se añaden ahora los foráneos, procedentes de quienes desde el exterior lanzan sus redes o preparan opas silenciosas para arramblar con los restos del posible naufragio.

En estos momentos, Euskadiko Ezkerra -un partido que ha ocupado en el País Vasco un espacio electoral reducido, pero que ha aportado en sus 15 años de existencia la capacidad de hacer política y grandes dosis de racionalidad en un ambiente marcado por la violencia- se halla dividido en dos sectores. De un lado está el sector crítico integrado en la corriente denominada Auñamendi, perdedor por escaso margen en el congreso de febrero y liderado por Kepa Aulestia, anterior secretario general; su propuesta es la transfórmación de EE en una nueva formación política o su integración en una coalición. De otro está el sector oficial liderado por Bandrés, Marlo Onaindía y Jon Larrinaga, su actual secretario general, para el que la apuesta política de marca de EE, que le ha dado respeto y una aureola de izquierda consecuente, sigue siendo perfectamente válida. Entre el suicidio de EE, al que llevaría una escisión, y su supervivencia, parece lógico que uno y otro sector aboguen por esta última y hagan todavía un supremo esfuerzo por debatir sus diferencias. Sería realmente lamentable echar por la borda el trabajo de 15 años de un partido cuya influencia ha superado con mucho, en Euskadi y en España, su implantación electoral y cuya desaparición se haría sentir en la política vasca.

18 Julio 1991

¿Qué pasa en Euskadiko Ezquerra?

Mario Onaindia

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En 1978, cuando el EMK (Movimiento Comunista de Euskadi) abandonó EE, nadie daba un duro por Euskadiko Ezkerra. Al fin y al cabo, todos pensábamos que eran ellos y no los que veníamos de ETA los que aportaban la racionalidad al proyecto. En 1979, cuando los honorables que adornaron las primeras listas electorales de EE abandonaron el partido para pasarse a la coalición que repetía los gritos de rigor de nuestros primeros mítines, parecía que EE ya no tenía futuro.Más negra aparecía la cosa cuando los militantes de Nueva Izquierda, el sector históricamente más próximo a ETA Político-militar abandonó el partido: lo hacían convencidos de que el resto tendría que irse a casa.

¿Por qué el partido de J M Bandrés ha sido capaz de superar esas crisis, sobrevivir en la política vasca en las condiciones más adversas e incluso ir teniendo cada vez más influencia?

Sólo por una razón: por su capacidad de inventar en cada coyuntura la cultura política capaz de impulsar una transformación, por limitada que sea, de la sociedad vasca en un sentido democrático. Y hacerlo de manera que pudieran convivir con cierta holgura militantes provenientes de diferentes tradiciones políticas.

Y lo que han tenido en común las diversas escisiones que hemos padecido no ha sido otra cosa que el hecho de arrojar la toalla ante la dificultad de proseguir generando esa cultura. En ningún partido ha sido más cierto eso de que nos caeríamos en cuanto dejáramos de pedalear. No era fácil, con nuestra biografía, oponerse a HB cuando nació y aferrarnos al futuro más que al pasado. O encararnos como lo hicimos ante la violencia, en lugar de ir detrás de otros partidos que, sin duda, tenían mayor responsabilidad que nosotros.

Y lo que ha ido inventando EE, lo que nos ha unido a sus militantes, ha sido fundamentalmente nuestro intento de:

– Considerar a Euskadi como una sociedad constituida por ciudadanos iguales, con los mismos derechos y obligaciones. Lejos por tanto de la concepción sabiniana y nacionalista tradicional de la separación fundamental de Euskadi entre nacionalistas (vascos de verdad) y españolistas.

– La unión de la izquierda, superando las diferencias tradicionales entre nacionalistas y no nacionalistas, etcétera.

– Y todo esto hacerlo en un partido democrático en el que los militantes no pierden sus derechos constitucionales de opinión, prensa y asociación por el mero hecho de tener un carné de partido. Si echamos un repaso a los resultados electorales, todo parece indicar que los electores de EE lo han entendido de la misma manera, y cuanto más fieles hemos sido a este perfil político, más apoyo hemos logrado en las urnas. Y cuanto más alejados de esta trayectoria, menos votos.

Los últimos en plantear el problema han sido los de Auñamendi [críticos], que han descubierto, por enésima vez, que ser de EE es algo incómodo, y que mejor que seguir pedaleando es plegarse a la realidad. Que la mayoría del pueblo vasco es nacionalista, seamos un partido «obscenamente» nacionalista (entiéndase en sentido etimológico, poner en medio de la escena lo que anteriormente se ocultaba con cierto pudor). Que la mayoría de la sociedad vasca es de centro-centro-izquierda, hagamos un partido de centro-centro-izquierda.Nada más alejado de la trayectoria de EE que ponernos a discutir sobre s, la postura de Auñamendi representa un cambio en la naturaleza del partido, o que no está de acuerdo con su esencia. En EE ha estado siempre claro que el partido no era nada distinto del conjunto de sus militantes y de lo que éstos libremente decidieran en sus congresos soberanos.

Pero la voluntad de hacer confluir a EE en un proyecto político con otras fuerzas (que participe o no EA es totalmente secundario) no era sino la Institucionalización del giro político nacionalista que ha impreso al partido durante los últimos dos años. Algo fácil de comprender, incluso aritméticamente. EE perdió un tercio de su electorado en las últimas elecciones autonómicas porque de ser un partido que hacía política para toda la sociedad (fuera nacionalista o no) pasó a dirigir su mensaje sólo a los tres cuartos nacionalistas de Euskadi. En el debate precongresual abierto se quería consolidar esta limitación de EE y se proponía a sus militantes que, dado que EE tiene unos límites insuperables, debíamos transformarnos en un partido ostentosamente nacionalista para confluir con otras fuerzas políticas y sociales en un gran partido nacionalista progresista de centro izquierda.

Democracia burguesa

Lógicamente, los partidarios de esa postura crearon su tendencia, tuvieron derecho a recurrir a la prensa del partido y de la sociedad y discutieron abiertamente con todos los militantes.

Su postura fue derrotada en el IV Congreso. Nada más lejos de sacralizar las resoluciones de un congreso y de exagerar su validez. Sólo queremos que los militantes de Auñamendi tengan en consideración este congreso de manera indicativa, corno la extrema izquierda de los mejores tiempos a la «democracia burguesa», y tengan en cuenta que ni Bandrés, ni Jon Larrinaga, ni Roberto Letxundi, ni Javi Markiegi, ni Garmendia, ni el 95% de Navarra, ni el 87% de Álava ni el 90% de Vizcaya no sólo no estamos de acuerdo con ese proyecto, sino que no tenemos cabida en él. La gente de izquierda de EE no estamos por formar un partido de centro-centro-izquieda. La gente de EE que tenemos como nuestro mayor orgullo haber luchado por las libertades nacionales de Euskadi, pero no desde la ideología nacionalista tradicional y tradicionalista, sino desde el socialismo, no podemos ni queremos participar en ese partido.

No será EE la que niegue a Auñamendi su derecho a intentar por enésima vez hacer un partido nacionalista progresista, pero no es ése nuestro partido. Y así creemos que lo ha entendido siempre el electorado de EE.

Mario Onaindía