29 septiembre 1977

La revista del Grupo Zeta suma una más a la larga lista de demandas que ya tiene en su haber en su escasa existencia

El millonario Abel Matutes, senador de Alianza Popular, se querella contra la revista INTERVIÚ por injurias y calumnias contra él

Hechos

El 29.09.1977 D. Abel Matutes anunció que ‘pensaba querellarse’ contra la revista INTERVIÚ.

Lecturas

AbelMatutes2 El millonario D. Abel Matutes, senador de Ibiza-Formentera por Alianza Popular (AP) y uno de los hombres más poderosos de Baleares, anunció la querella contra INTERVIÚ por considerar que en el reportaje «Abel Matutes, el cacique de Ibiza» firmado por D. Santiago Miró, se insinuaba que él había utilizado sus negocios para hacer política o su labor política para mejorar sus negocios.

alvarez_solis_2 El director de INTERVIÚ, D. Antonio Álvarez Solís, acumula con el pleito del Sr. Matutes una gran lista de demandas y procesos judiciales en el apenas año y pico que lleva al frente de la revista del Grupo Zeta.

22 Septiembre 1977

Abel Matutes, el cacique de Ibiza

Santiago Miró

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Dos de las islas de costumbres más liberales y población más cosmopolita del Mediaterráneo, Ibiza y Formentera, eligieron senador a un cacique: Abel Matutes Juan. Candidato de Alianza Popular que logró pasar la prueba de los votos. Abel Matutes se ha convertido de un tiempo a esta parte, en el blanco de las críticas y comentarios periodísticos. ¿Ha intentado el ambicioso empresario entrar por la puerta grande de la política para conservar y aumentar sus intereses o, por el contrario, se ha servido de sus dotes de empresario para conquistar más parcelas de poder político? Sea lo que sea, es indiscutible que el joven cacique de las Pitiusas es el personaje de más actualidad de todas las Baleares.

Destruir un hotel de diez plantas y seiscientas habitaciones puede llegar a ser para algunos un negocio tan rentable como construirlo. El caso del Insula Augusta es para muchos un ejemplo clarísimo.

El 18 de marzo de 1967, Hotisa (Hoteles Isleños S. A.) pide al Ayuntamiento de San José el permiso para construir el Insula Augusta. A pesar de la distancia – mil seiscientos metros – de las pistas de aterrizaje del aeropuerto, el Ayuntamiento da la autorización. Para ellos, la construcción del hotel no obstaculizaba las servidumbres aéreas. Semanas más tarde, el Ministerio acuerda su demolición, a pesar de que su altura no excedía lo reglamentado en las normas de seguridad. La orden de derribarlo salió del ministro del Aire, Julio Salvador Díez-Benjumea, el 26 de diciembre del 70, «por ser peligroso y no tener autorización expresa del Ministerio del Aire». El comandante José Arenas, jefe del aeropuerto, es condenado a seis meses y un día de prisión militar, y el capitán Federico de Cuevas, aparejador de obra de Hotista y al mismo tiempo, aparejador del aeropuerto de Ibiza y del Ayuntamiento de San José, a doce meses. A José Tur, el único alcalde de dicho Ayuntamiento que se opuso a varias ilegalidades urbanísticas de Abel Matutes, le destituye el gobernador civil, amigo de Abel, duque de Maura, y, a pesar de haber ganado la querella interpuesta, no se le vuelve a aceptar en su cargo.

La explosión de trescientos kilos de dinamita plástica goma-1, que derribó ocho mil toneladas de cascotes, fue el inicio de la meteórica carrera de Abel, que salió de este primer ‘affaire’ como la más importante víctima que debía ser indemnizada. Parece ser que se hizo la evaluación de la obra en unos 130 millones, cuando no valía más de cuarenta.

Urbanizar sobre muertos

Pero el negocio más redondo de Abel surge con unas urbanizaciones alemanas. Representante de un conde que acabará por arruinarse, Kurt Ferdinand Schmelzer, llega a Ibiza para llevar a cabo una operación urbanística de envergadura. Sobre 518.000 metros cuadrados se proyectan unas quinientas viviendas para 3.000 turistas y varios establecimientos hoteleros para mil más. La quiebra no tarda en llegar. Schmelzer desaparece y Abel, uno de los principales acreedores, se hace con todo en una subasta.

Lo primero que hacen los alemanes es buscar a la persona más influyente y capacitada para solucionar los problemas administrativos que vayan planteándose. A estos alemanes, Abel les parece la persona más indicada para ello. Como constructor y como alcalde que es de Ibiza, aunque, a partir de febrero del 71, a raíz del affaire del Insula Augusta, dimitirá, sabe desenvolverse a las mil maravillas. Casi un millar de obreros llega a tener Abel en todas las urbanizaciones alemanas. Como no hay suficiente mano de obra nativa dispuesta a trabajar en las condiciones que él impone, la hace venir de fuera. Se crean campañas especiales para contratar a peninsulares, especialmente andaluces. Es una de estas expediciones, Abel contrata a Vicente Pons, aparejador valenciano más mediocre que, para ganarse todas las simpatías de Abel, se porta como un pequeño déspota, lo que le valió convertirse en el mejor aparejador de Ibiza, según versiones de Urcoisa. Pero Pons, en más de una ocasión, estuvo a punto de ser apaleado por los trabajadores y, en otras, se le vio esgrimir un arma – se ignora si era de juguete o de verdad – para imponer sus órdenes. Pons será el promotor, con el apoyo del sindicato vertical, de las expediciones de trabajadores peninsulares a quienes se les hace creer que en la isla, al contrario del os pueblos con altos índices de paro, hay trabajo de sobra y nada mal pagado. Hay contratos temporales, trabajadores sin asegurar y, la mayoría, a destajo, trabajando de sol a sol y durmiendo a pie de obra en condiciones infrahumanas: sin las más mínimas condiciones de higiene y seguridad. El 14 de septiembre de 1972, el obrero granadino José Gallardo Sánchez, de cuarenta y tres años, muere arrollado por una pala excavadora. Cinco meses más tarde muere en la misma excavación el joven granadino Fortunato Garrido Cano, aplastado por una piedra. Tenía solo 18 años y conducía una pala excavadora. El 30 de marzo del 73, en una explosión de dinamita, muere Sabino Canseco González, de treinta y un años, y quedan gravemente heridos Leandro Cordero de Abajo, de cuarenta y dos años, y Modesto Navarrete Reina, de unos cincuenta. No todo el personal que trabajaba con la dinamita era técnico. Sólo Leandro Cordero había sacado el carnet de artificiero en el Ministerio de Industria, dos días antes de la explosión. Curiosamente, a algunos de los muertos se les había dado de alta en la SS sólo semanas antes del accidente. Se intentó tapar todo. La prensa local no dijo ni pío. Pero los inspectores de la Delegación de Trabajo – cinco, para 160.000 trabajadores en Baleares – se enteraron y practicaron varías actas de infracción. Se abrió un expediente judicial. Hoy Manuel Insulza, del que dependían dichos trabajadores, vive retirado como millonario en un lujoso chalet en las cercanías de Madrid y pasa sus horas de ocio en una gran finca que tiene en Monferrada.

Un cacique sin vergüenza

A pesar de las dificultades de todo tipo que, poco a poco, se ciernen sobre los proyectos alemanes, Abel hace lo posible para seguir adelante, procurado no pillarse los dedos y dejarlo todo atado y bien atado en caso de quiebras. ‘Promover empresas y crear riquezas – diría años más tarde, una vez senador – no es un delito. He satisfecho más de 40 millones de pesetas en impuestos al Estado y unos sesenta millones a la

El Imperio del Zorro

Santiago Miró

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En una ocasión, Matutes comentaba ante el periodista que esto suscribe que había ofrecido dinero a Asensio por sus proyectos periodísticos. Esta era la razón por la que, en Zeta, nunca más se volvió a hablar en contra del ex comisario europeo y actual ministro de exteriores. Cualquier reportaje que hacía referencia a su figura, como el de Rafa Gómez Parra, pasaba automáticamente por las manos de los censores de Zeta, devolviéndolo al sueño de los justos.