15 enero 2006

El sector rural del PP gallego, ferozmente enfrentado durante años a la dirección nacional del partido, liderado por Xosé Cuiña, aceptó su derrota

Alberto Núñez Feijóo se convierte en el nuevo presidente del PP de Galicia reemplazando a Manuel Fraga

Hechos

El 15.01.2006 D. Alberto Núñez Feijóo fue elegido nuevo presidente del PP de Galicia, en el Congreso regional, reemplazando a D. Manuel Fraga Iribarne, que lo lideraba en esa región desde su creación en 1989.

Lecturas

CUIÑA, EL GRAN AUSENTE

cuiña D. Xosé Cuiña, que intentó en vano reemplazar a D. Manuel Fraga como presidente del PP gallego, pero sus esperanzas se vieron truncadas ante la negativa de D. Xosé Luis Baltar, el jefe del partido en Ourense, de apoyarle, vio clara su derrota. El Sr. Cuiña optó por ni tan siquiera asistir al Congreso del PP gallego.

28 Agosto 2005

Sucesión de Fraga

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El PP gallego se obstinó en una pelea imposible contra la evidencia cuando, hace ahora un año, el entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga, anunció que optaría de nuevo a la reelección para preservar la unidad del partido. La justificación de Fraga equivalía a admitir que, a sus 82 años y sin ningún sucesor en el horizonte -que él no favoreció-, era el único capaz de poner orden entre las distintas facciones de la organización. El propósito de renovar la confianza de los electores con semejante planteamiento se adivinaba temerario, y así lo demostraron los comicios autonómicos del pasado 19 de junio, por muy honrosos que fuesen los resultados del PP.

Fraga desaprovechó durante años la oportunidad de despejar la incertidumbre sucesoria desde la confortable autonomía de decisión que le proporcionaban sus mayorías absolutas y su autoridad histórica. Ahora, desalojado de la Xunta por la coalición entre socialistas y nacionalistas, se ve abocado a poner en marcha el proceso bajo la tutela de Mariano Rajoy, quien pretende resolverlo antes de final de año en un congreso extraordinario. Los primeros movimientos internos en el PP gallego son un aviso del peligro de fragmentación. Hasta cuatro precandidatos se están postulando para relevar a Fraga: dos de ellos encuadrados en el sector fiel a Rajoy, un tercero que pasa por neutral y un cuarto, Xosé Cuiña, representante de la facción rural y populista que reclama la autonomía plena del PP regional.

A Rajoy se le presenta la ocasión de arrinconar a sus adversarios internos y satisfacer a los que demandan una modernización del PP en Galicia. Eso implicaría deshacerse del lastre del clientelismo, asentado en un arcaico sistema de baronías territoriales, y tratar de recuperar la confianza del electorado urbano que en las elecciones votó masivamente a la izquierda. No es seguro que esa operación de cirugía contase con el respaldo total de las bases. La facción ruralista se ha hecho fuerte en sus baluartes electorales, que evitaron el hundimiento del PP en las autonómicas.

Fraga parece reticente a convocar de inmediato el congreso extraordinario del PP gallego. La entrevista que mantuvo el viernes con Rajoy no ha aclarado mucho al respecto. Quedan pendientes cuestiones importantes, como la pretensión de Fraga de continuar de portavoz parlamentario, incluso después de que sea elegido su sucesor. El PP necesita despejar la incertidumbre cuanto antes para presentar una alternativa creíble y cohesionada al nuevo Gobierno gallego.

07 Noviembre 2005

Suceder a Fraga

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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La pugna para suceder a Manuel Fraga en la presidencia del PP gallego está deparando una escena insólita. Tras 16 años acorazados bajo el férreo liderazgo del fundador del partido, los populares gallegos van a tomar una decisión trascendental en un proceso con bastante más formalidad democrática: en un congreso, con urna, voto secreto, con la opción de elegir entre cualquier militante avalado por al menos 400 de los casi 2.500 compromisarios y, de momento, sin el lastre de un amaño previo entre los dirigentes.

Restablecer la democracia interna en una organización poco entrenada en sus usos puede desatar los conflictos adormecidos. Los llamamientos de Fraga a la unidad han sido ignorados, y el proceso que culminará en el congreso extraordinario de enero se caldea por momentos. Ya no sólo se enfrentan los dos grandes sectores que Fraga había conciliado bajo su mando: el afín a la dirección nacional del partido y el que combina un discurso cercano al nacionalismo moderado con una práctica clientelista de extraordinaria eficacia electoral.

Para la sucesión se han postulado hasta cuatro dirigentes, dos de ellos encuadrados en el grupo más próximo a Rajoy -el ex vicepresidente de la Xunta Alberto Núñez Feijoo y el ex consejero Enrique López Veiga-, otro que representa al sector autoproclamado galleguista -Xosé Cuiña, repudiado por Fraga, de quien fue el número dos durante una década- y el también ex vicepresidente Xosé Manuel Barreiro, que aboga por una conciliadora tercera vía.

Núñez Feijoo, el último en postularse, presenta ciertas credenciales de favorito. Sus apoyos -los presidentes del partido en A Coruña y Pontevedra, las dos provincias con más militantes- provienen de los sectores alineados con la dirección nacional. Rajoy, que no se decantará públicamente por ningún candidato, tampoco sufriría mayores daños si el vencedor fuese Barreiro, quien pretende reconstruir el consenso instaurado por Fraga. Una victoria de Cuiña, sin embargo, se convertiría en una pesadilla para el presidente nacional del PP, que tendría que soportar en su comunidad de origen una dirección abiertamente hostil. Aunque Cuiña sea el más ardoroso en sus proclamas, todos los candidatos se declaran galleguistas. En una muestra de que el PP es menos monolítico de lo que parecen sugerir los discursos de su dirección nacional, el propio Núñez Feijoo ha dicho que, en determinadas circunstancias, estaría dispuesto a gobernar con el apoyo de los nacionalistas. Si algo une a los candidatos, es la convicción de que sin unas ciertas dosis de galleguismo, el PP no volverá a ser lo que fue bajo el mandato de Fraga.

16 Enero 2006

Paz gallega para Rajoy

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Desde que fue nombrado presidente del PP, Mariano Rajoy tenía en su tierra un agujero negro. Nada más acceder al liderazgo, ya se vio forzado a intervenir en Galicia para sofocar una amenaza de escisión en su partido. Luego llegaron las elecciones autonómicas del pasado junio, que pusieron fin a un cuarto de siglo de hegemonía conservadora. Con esos antecedentes, el proceso para buscar un sustituto a Manuel Fraga como líder del PP gallego, abierto tras el abandono del poder, venía cargado de riesgos.

Contra esos augurios, Rajoy ha recibido por una vez buenas noticias. El congreso regional se clausuró ayer tras consagrar el relevo generacional de Fraga por Alberto Núñez Feijoo, de 44 años, con una trayectoria de gestor público, imagen moderna y moderada y la confianza plena tanto de la dirección nacional como de la inmensa mayoría del PP gallego. Lo que se aventuraba como el escenario de una cruenta batalla devino en un congreso de trámite, con una lista unitaria y un ambiente de renovado optimismo, medio año después de perder el poder.

Feijoo se había quedado sin rivales antes del congreso, cuando se convocaron elecciones internas, una práctica novedosa tras 15 años de dirigismo fraguista. El nuevo líder, con el apoyo de los aparatos provinciales más próximos a Rajoy, obtuvo un holgado triunfo (el 96% de votos). El candidato que traía de cabeza a la dirección del partido, Xosé Cuiña, antiguo delfín de Fraga y adalid de una «refundación galleguista», se quedó sin apoyos y tuvo que retirarse. Tras su abandono, los sectores que mantenían relaciones tirantes con la dirección nacional se pasaron al bando ganador y facilitaron a Feijoo la elaboración de una candidatura de síntesis, impensable hasta unas semanas atrás.

Feijoo ha recibido un contundente aval de confianza y legitimidad para erigir su alternativa a la coalición gobernante de socialistas y nacionalistas. Tampoco tendrá que soportar el peso de la abrumadora sombra de Fraga, quien en breve abandonará Galicia para ocupar un escaño en el Senado. El nuevo líder no ha querido suscitar la menor duda de que el partido mantendrá la identidad «galleguista» de la que tanto alardeaba Fraga. Para ratificar ese propósito, la nueva dirección proclama que participará sin reservas en la ponencia que se creará en el Parlamento gallego para estudiar la reforma del Estatuto de autonomía.

Será una ocasión muy apropiada para calibrar la independencia de Feijoo. Sin el apoyo tácito de Rajoy nunca habría sido el sucesor de Fraga. Pero también ha dado muestras de que no quiere aparecer como una simple extensión de Génova, porque sería difícil de digerir para una parte del electorado gallego.