27 diciembre 2004

El periodista pasará a ser director de PERIODISTA DIGITAL, periódico editado por su hermano David

Alfonso Rojo rompe con Pedro J. Ramírez y abandona EL MUNDO tras 15 años: «He dejado de creer en el mensajero»

Hechos

El 27 de diciembre de 2004 se hicieron públicas en internet (en webs como PERIODISTA DIGITAL o ESCOLAR.NET) las cartas de D. Alfonso Rojo y D. Pedro J. Ramírez en la que el primero rompía con EL MUNDO, diario del que era co-fundador.

Lecturas

El histórico corresponsal de guerra Don Alfonso Rojo López ha formado parte de la cúpula del periódico EL MUNDO y de su empresa editora Unidad Editorial desde su fundación en 1989.

Tras trabajar durante años junto a D. Pedro J. Ramírez en DIARIO16 cuando este fue despedido él optó por marcharse con él siendo una de las primeras estrellas periodísticas del nuevo EL MUNDO como corresponsal en todas las guerras de la época (desde Irak a Yugoslavia pasando por Afganistán). El Sr. Ramírez, director de EL MUNDO, le recompensó su apoyó a su nuevo periódico concediéndole el rango de ‘Adjunto al Director’. 

D. Pedro J. Ramírez y D. Alfonso Rojo fueron ‘tandem’ como Director y Adjunto al Director de 1989 a 2004 en EL MUNDO. 

La relación entre ambos comenzó a distanciarse aparentemente coincidiendo con la aparición en escena de la web PERIODISTA DIGITAL dirigida por D. David Rojo López, hermano pequeño de Alfonso, dedicada a distribuir en Internet contenido de periódicos impresos incluyendo el del propio EL MUNDO.

PERIODISTA DIGITAL y EL MUNDO se enfrentarían ferozmente cuando D. David Rojo logró entrevistar en prisión aprovechándose de su condición de abogado al asesino Tony King en un actitud que fue deplorada editorialmente por EL MUNDO pero respaldada por su hermano. Y volvieron a enfrentarse recientemente cuando PERIODISTA DIGITAL difundió un entrevista a una ex amante de D. Pedro J. Ramírez, Dña. Exuperancia Rapú.

La última trifulca D. David Rojo-D. Pedro J. Ramírez ha fue la denuncia por parte de PERIODISTA DIGITAL de que la productora de EL MUNDO había colado una entrevista falsa a ‘El Lobo‘ (ex infiltrado del Estado en ETA) a TELECINCO.  Después de esa publicación  en PERIODISTA DIGITAL D. Alfonso Rojo fue destituido como Adjunto al Director de EL MUNDO causando que comenzara él a ser señalado como el posible filtrador a su hermano de informaciones perjudiciales sobre la que aún era su empersa.

LIBERTAD PARA SER TERTULIANO

Pero en su carta de ruptura D. Alfonso Rojo López no hace ningún tipo de referencia a nada que tenga que ver con su hermano ni con la web de este. Pone el foco a otra polémica que está dando mucho que hablar y es la decisión de D. Pedro J. Ramírez de regular él como director de EL MUNDO qué miembros de su periódico pueden ejercer de tertulianos y cómo y dónde. Una actitud por parte de D. Pedro J. Ramírez que ya le causó en su momento conflictos con Dña. Carmen Gurruchaga, con D. Francisco Frechoso (que llevaría su caso al Tribunal Constitucional) y ahora con D. Alfonso Rojo López.

TODA LA INDEMNIZACIÓN AL PERIÓDICO DE SU HERMANO.

D. Alfonso Rojo López ha decidido que toda la indemnización que le corresponde por sus 15 años en EL MUNDO la invertirá en PERIODISTA DIGITAL con el objetivo de potenciar el medio.

La apuesta de D. Alfonso Rojo López por PERIODISTA DIGITAL quedará clara a partir de abril de 2005 cuando asuma personalmente la dirección del digital. El cambio de D. David Rojo por D. Alfonso Rojo no sólo no reducirá la guerra con D. Pedro J. Ramírez, sino que la incrementará, incluyendo dos demandas públicas de Unidad Editorial contra su ex empleado. Una por piratear sus contenidos y otra por difundir en PERIODISTA DIGITAL un enlace al vídeo sexual que le grabaron a D. Pedro J. Ramírez en 1997. 

27 Diciembre 2004

EL MENSAJE Y EL MENSAJERO

Alfonso Rojo

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Quitaste mi nombre de la mancheta del periódico, donde había estado durante 15 años. Esa "desaparición" me inquietó menos que el hecho de llevar seis meses -desde mi vuelta de Irak en julio- sin poder publicar en las páginas de EL MUNDO.

El lunes 27 de diciembre, 15 años y medio después de que una docena de personas fundáramos EL MUNDO en un apartamento del centro de Madrid, termina mi relación con el periódico. Es la clausura de una aventura profesional fascinante. No tendrá lugar en la sede actual de EL MUNDO, ni tras una de esas fiestas que hemos prodigado en la cuarta planta del edificio de la calle Pradillo. El adiós será en uno de los cuartos interiores de la Delegación de Trabajo. Allí tendrá lugar el acto de conciliación que evita los sinsabores de un juicio, en el que hasta los abogados de EL MUNDO coinciden en que el juez fallaría a mi favor. Tres décadas como corresponsal de guerra me han curtido un poco, pero sigo siendo algo sentimental y me queda un ligero sabor amargo en la boca. No porque vaya a echar en falta el «olor de las linotipias» o el «chute de los cierres», ya que he pasado el 90% de los últimos años en desiertos afganos o callejuelas y bazares de Bagdad. Contar la historia en vivo, como testigo directo, es un privilegio que compensa con creces los incordios, los engorros, los horarios y las pequeñas miserias del ejercicio cotidiano de esta profesión.

El origen de esa pizca de amargura estriba en que la ruptura de mi relación con EL MUNDO viene de la negativa a aceptar que el director tenga derecho a decidir qué, cómo, cuándo y dónde opinan, dicen o expresan sus ideas en público los miembros de la plantilla. El pasado 20 de septiembre recibí con sorpresa un burofax –¿no hubieras podido llamarme por teléfono?- requiriéndome que te presentase una solicitud de autorización para participar en cualquier tertulia radiofónica. Me advertías de que mi negativa se consideraría «falta de indisciplina de la máxima gravedad».

Te contesté que llevo 16 años interviniendo en tertulias radiofónicas. En muchas ocasiones he coincidido contigo en los estudios y ante los micrófonos. Aún así, finalicé mi respuesta con el aviso de que al día siguiente estaba invitado a «Protagonistas» con Luis del Olmo y que asistiría salvo que me comunicaras que te oponías. No hubo respuesta, hasta que 55 días después, el 17 de noviembre, me enviaste un nuevo burofax explicando que, «después de haber reflexionado» me instabas de nuevo a pedirte permiso para participar en cualquier programa de radio. Añadías que yo debería «tomar en consideración las notables diferencias de todo orden que cabe apreciar entre la etapa fundacional del periódico y la actual». En esta ocasión, de forma prolija, respondí haciendo hincapié en que no se puede alterar caprichosamente el estatus laboral de un trabajador; y que el director, por muy relevante que sea en el periódico, no puede vulnerar el derecho a la libertad de expresión, poniendo cortapisas, controles o filtros a lo que un periodista quiera o pueda opinar en una radio, fuera de su jornada laboral, en programas que no son competencia de EL MUNDO y sobre temas variopintos.

En esos días quitaste mi nombre de la mancheta del periódico, donde había estado durante 15 años. Esa «desaparición» me inquietó menos que el hecho de llevar seis meses -desde mi vuelta de Irak en julio- sin poder publicar en las páginas de EL MUNDO. Lo cómodo y más conveniente, en palabras de varios de mis compañeros, hubiera sido plegarse, pedirte permiso y esperar que fueras magnánimo y me permitieras aparecer de vez en cuando en alguna radio de tu gusto. En el peor de los casos y si me prohibías volver a hablar en una emisora, insistían mis colegas, siempre quedaría el consuelo de cobrar cada fin de mes. Si hiciera en la vida lo que me conviene, no sería yo. Claudicar, siendo periodista y defensor a ultranza del derecho de todo ciudadano a opinar libremente, me hubiera imposibilitado mirarme sin sonrojo en el espejo por las mañanas.

Me duele dejar EL MUNDO. He vivido con intensidad los últimos 15 años, seis meses y 21 días. Con intensidad y con placer, a pesar de tu montaje para acallar mi voz. Lo he pasado muy bien. Sigo creyendo en el mensaje. En lo que he dejado de creer es en el mensajero. en cierto tipo de mensajero.

Alfonso Rojo, Ex adjunto al director de EL MUNDO

27 Diciembre 2004

EL MENSAJERO Y EL MENSAJE

Pedro J. Ramírez

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De la misma manera que me siento decepcionado por el hecho de que tu conducta en el plano personal haya truncado una larga amistad de la que tantas muestras has tenido, también me siento decepcionado al constatar que tu conducta en el plano profesional ha hecho imposible tu continuidad en nuestro proyecto.

Ignoro por qué me diriges a mí este mensaje en torno a los dos burofax que han desembocado en tu salida pactada del periódico, mediante un sustancioso acuerdo económico. En el supuesto de que tu propósito sea darlo a conocer a terceros, te rogaría que presentaras los documentos a partir de cuyo contenido dices que yo te «requerí», yo te «advertí», yo te «envié», yo te «expliqué», yo te «insté» o yo te «añadí». La única verdad es que yo ni te «requerí», ni te «advertí», ni te «envié», ni te «expliqué», ni te «insté», ni te «añadí» nada por la sencilla razón de que soy completamente ajeno al contenido de tales «burofax» –todavía al día de hoy lo desconozco- que, según mis noticias, fueron redactados y firmados por el Departamento de Personal de Unedisa de acuerdo con los criterios de quienes tienen la responsabilidad de gestionar la compañía.

Pretender convertir tu negativa a seguir las normas que, en materia de colaboraciones en otros medios, afectan a todos los periodistas de Unedisa con dedicación exclusiva en sus contratos en una cuestión de libertad de expresión, es desde luego falsificar el mensaje. Yo no he «vulnerado» ningún «derecho» tuyo –real o ficticio-, entre otras razones, porque ni siquiera nos has dado la oportunidad a los miembros de la Comisión de Colaboraciones que todos los años examina las solicitudes de cualquier integrante de la plantilla –sea redactor o vicedirector- de tomar una decisión respecto a la tuya.

En cuanto al mensajero, lo único que puedo decirte es que de la misma manera que me siento decepcionado por el hecho de que tu conducta en el plano personal haya truncado una larga amistad de la que tantas muestras has tenido, también me siento decepcionado al constatar que tu conducta en el plano profesional ha hecho imposible tu continuidad en nuestro proyecto. Espero que el tiempo sólo preserve, sin embargo, los buenos recuerdos del pasado y que tu seas capaz de encauzar tu talento de forma más constructiva y responsable a como venías haciéndolo en los últimos años en EL MUNDO.

Pedro J. Ramirez

El Análisis

LA FAMILIA ES LA FAMILIA

JF Lamata

Todo son puras especulaciones… pero resulta muy difícil no pensar que en el deterioro progresivo de las relaciones entre D. Pedro J. Ramírez y D. Alfonso Rojo la visceral campaña de EL MUNDO contra el abogado D. David Rojo, hermano de D. Alfonso, en un momento en que este era director adjunto del periódico. En aquel momento el ‘número 2’ no tuvo inconveniente en públicamente, desde la tertulia de ONDA CERO, posicionarse a favor de su hermano, lo que ponía difícil su continuidad en el periódico.

Una vez más se rompía un tandem en un periódico, como antes lo habían hecho los de D. Juan Luis Cebrián – D. José Luis Marín Prieto en EL PAÍS o D. Luis María Anson – D. Dario Valcárcel en ABC.

J. F. Lamata